El lunes 20 de agosto se cumple el 234 natalicio del más
grande combatiente por la Independencia de Chile del yugo colonial español. Su
nombre es Bernardo O'Higgins Riquelme. El Círculo Virtual de Estudios
Histórico-Políticos le rinde homenaje.
Carlota Espina
Editora
UN REVOLUCIONARIO LLAMADO
BERNARDO O’HIGGINS
Iván
Ljubetic Vargas
“Eres, O’Higgins, reloj invariable
con una sola hora en tu cándida esfera:
la
hora de Chile, el único minuto
que permanece en el horario rojo
de la dignidad
combatiente”
(Pablo Neruda: “Canto General”)
Fue un
revolucionario liberal. Puso su vida al servicio de la Independencia de su
patria.
Utilizó todas las
formas de lucha. Organizó la lucha clandestina, fue diputado consecuente,
empuñó la espada en los campos de batalla;
como gobernante adoptó medidas para
consolidar la emancipación de
Chile terminar con el poder y privilegios la aristocracia; fundó la educación pública, intentó barrer con los
prejuicios y la ignorancia del pueblo.
Por todo ello fue
derrocado por la oligarquía, la Iglesia Católica y otros sectores que
intentaban detener la rueda de la historia.
Una vez más los reaccionarios utilizaron a los que tenían el monopolio
de las armas para aplastar un gobierno patriota y progresista. Fue el 28 de
enero de 1823.
¿QUIÉN ERA BERNARDO O’HIGGINS? ¿CUÁL FUE SU ROL EN LA
HISTORIA DE CHILE?
UNA NIÑEZ DIFÍCIL
Bernardo
O’Higgins nació en Chillán Viejo el 20
de agosto de 1778. Su padre fue Ambrosio
O’Higgins, un irlandés al servicio del monarca español; su madre, Isabel
Riquelme, una bella joven chillaneja de 22 años. No pudieron casarse. Las leyes
españolas prohibían a los funcionarios
del rey contraer matrimonio. La llegada del niño debió ser
ocultada. Fue arrebatado a su
madre.
Su Partida de
Nacimiento, fechada en Talca el 20 de
enero de 1783, la otorgó Pedro Pablo de la Carrera, cura y vicario de
esa villa, quien certifica que
bautizó “ ‘subconditione’ a un
niño llamado Bernardo O’Higgins que
nació en el obispado de Concepción el 20 de agosto de 1778, hijo del maestro de
campo, General de este Reino de Chile y Coronel de los reales Ejércitos de
S.M., don Ambrosio O’Higgins, y de una
señora principal de aquel obispado, también soltera, que por su crédito
no he expresado aquí su nombre”.
Sin embargo, al niño se le llamará Bernardo Riquelme. Los oligarcas y charlatanes lo apodarán “huacho”.
Estudió primero en
un colegio para hijos de jefes mapuches de Chillán. Luego su padre, designado
Intendente de Concepción (en 1786) y
Gobernador de Chile (en 1787), lo envió para continuar sus estudios a
Lima. Tenía 12 años. Pero don Ambrosio seguía su ascendente carrera. En 1796,
asumió como Virrey del Perú. Entonces el joven Bernardo debió viajar a
Inglaterra.
ATÓ SU CORAZON A UN IDEAL REVOLUCIONARIO
Tenía 16 años
cuando llegó a estudiar comercio a la Academia de Richmond, cerca de Londres.
Fue un buen alumno. Pronto dominó el idioma inglés. También la literatura
francesa y el dibujo. Lo apasionaban la historia y la geografía. Leía mucho. Su
libro predilecto era “La Araucana” de
Alonso de Ercilla. Le dolía no haber vivido la época de Lautaro para luchar junto a los mapuches por la libertad de su tierra.
Su profesor de
matemáticas comprendió muy bien los sentimientos del joven Bernardo. Era
Francisco Miranda, un patriota venezolano, desterrado en Europa que, para poder
subsistir, daba clases en
la Academia de Richmond.
Un día, en medio de
gran secreto, Miranda habló con su alumno. Le reveló que formaba parte de una
sociedad secreta cuyo objetivo era emancipar las colonias españolas en América.
Lo invitó a formar parte de ella. Bernardo, emocionado, abrazó a su maestro y
le dijo: “Mirad en mí, señor, tristes restos de mi compaisano Lautaro, arde en
mi pecho ese mismo espíritu que libertó Arauco, mi Patria, de sus opresores”.
Corría 1798. El
nuevo miembro de la Logia secreta tenía 20 años de edad. Poco después debió
abandonar Inglaterra. En Cádiz, España, tomó contacto con dos curas
revolucionarios: el chileno José Cortés Madariaga y el argentino Juan Pablo
Fretes. Le informaron sobre la situación en Chile.
Agentes del rey
español descubrieron las actividades
conspirativas de Bernardo. Como consecuencia de ello, don Ambrosio
O’Higgins fue destituido de su cargo de
Virrey del Perú.. Furioso con su hijo, le escribió desheredándole de todos sus
bienes.
Bernardo inició su regreso al país en 1801.
EN LA LUCHA CLANDESTINA
Había partido de
España, llamándose Bernardo Riquelme y sin recurso alguno. Desembarcó en
Valparaíso en septiembre de 1802, con el nombre de Bernardo O’Higgins Riquelme
y convertido en dueño de la gran
hacienda de Las Canteras y de una casa en Santiago. Su padre en su lecho de
muerte lo había perdonado, dado su apellido
y dejándole una apreciable herencia.
Lo primero que hizo
fue llevar a su madre y a su hermana Rosita a la hacienda.
Era ahora un latifundista, pero sus ideales se
mantenían inamovibles. Se dedicó a organizar círculos clandestinos para luchar
por la Independencia. Con toda razón pudo escribir en 1842: “Mis intereses
personales son los menos que he cuidado en toda mi vida, particularmente cuando
los de mi patria estaban de por medio”.
Encontró numerosos patriotas
dispuestos a arriesgarse por la noble causa emancipadora. Uno de ellos fue
Fray Rosauro Acuña.
Con inteligencia
supo coordinar el trabajo conspirativo con el legal. En 1806 fue designado
Alcalde del Cabildo o Municipalidad de Chillán; en 1809, subdelegado interino
de La Laja.
Ello lo libró de
que cayera sobre él la represión de las autoridades, como ocurrió con algunos
de sus compañeros de lucha.
El 18 de septiembre
de 1810 se creó en Santiago la Primera Junta de Gobierno, para mantener al país bajo la dominación del rey
de España.
DIPUTADO Y SOLDADO PATRIOTA
En ese momento
O’Higgins era subdelegado de la Isla de Laja. Comprendió el carácter de la
Junta constituida por los criollos, poderosos terratenientes, y no tardó en
formar, con los huasos e inquilinos de su hacienda de Las Canteras, un
regimiento patriota. El doctor Rozas, que encabezó el movimiento emancipador en Concepción, lo
nombró teniente coronel y segundo comandante.
O’Higgins no fue un
soldado de profesión. Había estudiado comercio en la Academia de Richmond. Escribió en 1810: “La carrera a que me siento
inclinado por naturaleza y carácter es la del labrador”. Y en 1813 explicó:
“Soy un militar de circunstancias, que había tomado las armas para defender la
patria como simple comandante de guerrilleros en un momento de peligro”.
El 4 de julio de
1811 se inauguró el Primer Congreso Nacional. O’Higgins había sido elegido
diputado por Isla de La Laja. De los 42 congresistas, 24 eran los que la historia oficial llama
“moderados”, y estaban
contra la plena independencia de Chile. Siempre votaron con ellos los 4
“realistas”, partidarios del monarca español. Catorce diputados formaban la minoría patriota, a su cabeza
estaba Bernardo O’Higgins. En medio de la discusión sobre una proposición de
“moderados” y “realistas” de enviar
recursos económicos a España, el
padre de la patria manifestó: “Aunque
estamos en minoría sabremos suplir nuestra inferioridad numérica con nuestra
energía y nuestro arrojo y no dejaremos de tener bastantes brazos para
oponernos eficazmente a la salida de este dinero”. Se impuso la minoría patriota y los fondos no fueron enviados a la
península..
En 1813 se
iniciaron las guerras de la Independencia. O’Higgins puso su espada al servicio de José Miguel Carrera
designado comandante en jefe del Ejército patriota por la Junta de Gobierno de
1813. Meses después reemplazó a Carrera.
Mostró su valor en el combate de El
Roble y en la batalla de Rancagua. En esta última, que lugar el 1 y 2 de
octubre de 1814, cuando al segundo día de combates, los patriotas ya no podían
resistir las embestidas de la fuerzas realistas muy superiores en número,
O’Higgins ordenó a los sobrevivientes montar a caballo y se lanzaron por sobre
las barricadas enemigas. Esas tropas, junto a
numerosos otros patriotas emigraron a
Mendoza, provincia de Cuyo, para preparar la revancha. Se iniciaba
el período de la Reconquista española. En Chile, los guerrilleros de
Manuel Rodríguez no dejan tranquilos a los realistas. En Mendoza, con la inmensa
solidaridad del general José de San Martín, gobernador de Cuyo, se organizó el
Ejército Libertador, que en los primeros días de febrero de 1817, atravesó la
cordillera de los Andes y el 12 de ese mes derrotó a las tropas del rey español
en la batalla de Chacabuco.
GOBERNANTE ANTIOLIGARQUICO
El 16 de febrero de
1817, O’Higgins fue designado Director Supremo de Chile por un Cabildo Abierto
en Santiago.
Entre sus obras
tenemos:
a) Consolidación de la Independencia. A comienzos de 1818, una
nueva expedición realista invadió el país. O’Higgins convocó en ese momento de peligro a los
ciudadanos a suscribir el 12 de febrero de 1818, el Acta de Proclamación de la Independencia de
Chile.
En ella se hacía
“saber a la confederación del género humano, que el territorio continental de
Chile y sus islas adyacentes, forman, de hecho y por derecho, un Estado libre,
independiente y soberano, y quedan para siempre separados de la Monarquía de
España y de otra cualquiera dominación, con plena aptitud de adoptar la forma
de Gobierno que más convenga a sus intereses”.
El 5 de abril de
1818, en la batalla de Maipú fueron derrotadas las tropas realistas.
O’Higgins pensó en
la necesidad de formar un ejército nacional sin relación alguna con el del rey español.
Por ello fundó la Escuela Militar. En cambio los fascistas chilenos conciben el
Ejército como heredero de las tropas realistas. El general Herman Brady,
ministro de Defensa de la dictadura, en
un acto en homenaje a Pinochet, efectuado el 23 de agosto de 1976, sostuvo que
“desde la época de la Colonia el Ejército de Chile ha sido la piedra angular
para formar historia, formar tradición, formar hombría y mantener inalterable
la institucionalidad de este Chile que tanto queremos”.
Creó la Primera
Escuadra Nacional, el 11 de agosto de 1818.
También con el
objeto de consolidar la emancipación del país, organizó la Expedición
Libertadora del Perú, que zarpó de Valparaíso el 20 de agosto de 1820. La
formaban 23 buques, que transportaron a 4.100 soldados.
b) Medidas contra
la oligarquía. En 1812 había escrito: “Detesto por naturaleza la aristocracia y
la adorada igualdad es mi ídolo”. Siendo Director Supremo fue consecuente con
esas palabras. El 28 de noviembre suprimió los títulos de nobleza y prohibió el
uso de los escudos de armas. En el decreto
respectivo señaló: “En una república es intolerable el uso de aquellos
jeroglíficos, con que los tiranos premian a sus servidores. Son una ofensa a
las ideas de libertad e igualdad”. (Los requisitos para obtener un título de
nobleza eran: demostrar pureza de sangre por los cuatro abuelos, saber montar a
caballo y no haber ejercido oficios manuales).
Obligó a los
oligarcas que colaboraron con los realistas durante la Colonia a pagar fuertes
contribuciones para cancelar los gastos del Ejército Libertador de los Andes y
a entregar caballos y dinero para la Expedición Libertadora del Perú.
Con fecha 5 de
junio de 1818, firmó un decreto aboliendo los mayorazgos, institución del
derecho español que consistía que el hijo mayor heredaba todos los bienes, con
ello se impedía la división de los grandes latifundios. Esta medida no pudo ser aplicada porque el
Senado, con mayoría reaccionaria, la
aplazó indefinidamente.
c) Obras de
progreso: inició la educación estatal: fundó escuelas primarias y el Liceo de
La Serena; además reabrió el Instituto Nacional y la Biblioteca Nacional.
En 1819 ordenó la
construcción del Cementerio General, medida muy resistida por la Iglesia. Creó
el mercado de abasto, el paseo de La Alameda, terminó el Canal del Maipo.
Inauguró el Teatro o Casa de Comedias; permitió el
desarrollo de la prensa, hubo 15 periódicos. Fundó las ciudades de La Unión,
Vicuña y San Bernardo. Aplicó la vacuna.
Estableció el
servicio de diligencias y correos diarios entre Santiago y Valparaíso.
d) Fue un
internacionalista. Además de la Expedición al Perú, planteó la unidad de los
países americanos, desde México hasta Tierra del Fuego. Escribió: “Se podía ser chileno, peruano o venezolano y al
mismo tiempo sentirse americano y compatriota en cualquier país de
Hispanoamérica”. El 6 de mayo de 1818,
publicó un Manifiesto en que pedía “instituir una Gran Federación de Pueblos
Americanos”.
DERROCAMIENTO Y DESTIERRO
La oligarquía y la
Iglesia se unieron y utilizaron a
militares para derrocar a O’Higgins el
28 de enero de 1823. Fue detenido por el general Ramón Freire el 6 de
febrero de 1823. El 17 de julio salió al exilio rumbo a Perú. En este país, en cuyo ejército era Capitán General, se
incorporó a las tropas de Simón Bolívar. Combatió. A la celebración de la victoria de Ayacucho, en 1824, O’Higgins concurrió de
civil. Bolívar le preguntó el por qué de su indumentaria paisana. Le respondió:
“Señor, la América está libre. Desde hoy el general O’Higgins ya no existe; soy
sólo el ciudadano particular Bernardo O’Higgins.”
En Perú vivió él y
su familia con grandes privaciones. Solicitó en varias oportunidades autorización para regresar a
Chile. Se la negaron. Murió en el exilio
el 24 de octubre de 1842, a la edad de
64 años. Ni siquiera muerto sus enemigos
le perdonaron su conducta progresista y patriota. Sólo 27 años después de su
fallecimiento sus restos pudieron descansar en la Patria a la que tanto amó y por la que tanto hizo. Retornó a su tierra 46
años de su salida al exilio.
LOS
REVOLUCIONARIOS HOY DECIMOS CON NERUDA:
“Pero
hemos heredado tu firmeza,
tu inalterable corazón callado,
tu indestructible posición paterna,
y tú, entre la avalancha cegadora
de húsares del pasado, entre los ágiles
uniformes azules y dorados,
estás hoy con nosotros, eres nuestro,
padre del pueblo, inmutable soldado”