Bárbara
Figueroa, Candidata a la Directiva CUT:
“Promover el Lugar que Ocupa
el Trabajador en la Producción y en el Desarrollo del País”
Entrevista
Escrito por José Luis
Córdova, Fernando Quilodrán
Más de alguien se sorprendió
al conocer la resolución del Comité Central del Partido Comunista que, al
aprobar las propuestas para integrar la lista que concurrirá a las elecciones
nacionales de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), en el mes de agosto,
decidió que la encabezara una mujer y, además, joven: Bárbara Figueroa, casada,
con un hijo de 5 años, Joaquín, profesora de Filosofía y dirigenta nacional del
Colegio de Profesores. En la siguiente entrevista, entrega algunos elementos
que contribuirán, sin duda, a comprender esa inédita decisión.
Nací en Santiago en el hospital San Juan de Dios, y crecí en el sector de
Quinta Normal. Era vecina de la Gruta de Lourdes, donde viví hasta los 13 ó 14
años y después nos trasladamos a San Fernando con mi papá, que era concejal.
Estudié en el Liceo Cervantes, desde pre-kinder hasta primero medio y
terminé la enseñanza media en San Fernando, en el colegio José Gregorio
Argomedo, particular subvencionado que quedaba a media cuadra de mi casa.
Tengo dos hermanos, una menor –con 12 años de diferencia- y otro mayor, con
tres años de diferencia.
-Recuerdos de esa ciudad tan
fría…
Mucho frío en San Fernando, pero es una ciudad cálida. Estuve sólo tres
años pero siempre digo que soy sanfernandina, de Colchagua, y realmente me
gustaría vivir allí.
En Santiago entré a estudiar Pedagogía en Filosofía en el Pedagógico, entre
1997 y 2002. En esa época estaba Daniel Garrido estudiando Filosofía y me
vinculé inmediatamente a la Jota y recién llegada, “mechona”, participé en la
lista al Centro de Alumnos de Filosofía y ganamos. Fui dirigente tres años del
centro de alumnos de Filosofía. Fui la eterna apoderada de lista de la
federación –en el período que hubo federación en el Peda…
Traté de complementar la vida política –ser parte de la JJCC- lo que no era
fácil, con harta demanda del movimiento –el conflicto de la ley marco, el
problema con los créditos… Fue una época de mucho trabajo político que trataba
de complementar con la vida universitaria. Vivía con gente que estudiaba Música
y me vinculaba más con ellos que con los de Filosofía. Viví mucho ese espacio
de desarrollo cultural, aunque sin tocar ningún instrumento.
-Siempre el Pedagógico ha
sido un espacio de creación y actividad cultural…
Los estudiantes del departamento de Música tuvieron un protagonismo muy
importante en los procesos movilizadores y las reformas que se hicieron
internamente, en los congresos estatutarios.
En Filosofía me tocó vivir un momento de alta tensión en el departamento.
Tuvimos congresos tri estamentales para reconstruir malla, reformulación de los
planes de estudio, para establecer enfoques y la pluralidad de saberes que
teníamos que tener los estudiantes. Mucho trabajo con los profesores. Fue un
buen momento para instalar el debate filosófico más en lo concreto, no sólo en
la literatura sino desde dónde construimos filosofía en este departamento.
Cómo hacíamos una mejor complementación entre Occidente y toda su línea y
el desarrollo en Latinoamérica, que no estaba en el área del pensamiento…
Supongo que hoy día será distinto. Este ámbito estaba muy invisibilizado y esos
temas se pusieron sobre la mesa.
Era una mirada más bien post moderna, donde sólo se tiene referentes y
construcción filosófica en los grandes pensadores de Europa. El marxismo era
poco visible, se le daba un rol bastante secundario porque se comprendía como
una cuestión más bien ideológica, más política, muy permeada de la coyuntura,
de la contingencia, mezclado con que gran parte de los que lideraron los
procesos de debate tenían que ver con una mirada post moderna, vinculada –por
ejemplo- a que la lucha de clases no era un tema central, o muy críticos de la
modernidad. Y en ese marco se daba un fuerte cuestionamiento al marxismo.}
Cuando yo estaba en los últimos años se trató de hacer una reducción de las
horas de Filosofía, lo que concitó la unidad de estudiantes, profesores,
académicos e intelectuales y por suerte se creó un frente muy amplio que
revirtió la medida de reducirlas a dos horas. Ahora, en el plan de estudios
tenemos tres horas –sólo en cuarto medio- en tercero, se hace Psicología y lo
que se abre es en los electivos, donde se puede hacer Epistemología, Filosofía
del lenguaje, pero no es la disciplina de Filosofía propiamente tal. No
solamente “ser filósofo”, sino tener las herramientas que permitan construir
pensamiento y eso hoy día no se comprende como un valor.
-Y en cuanto a las
corrientes o tendencias en el campo del pensamiento en el mundo de hoy, y en
particular en Chile, ¿tienes alguna opinión?
Tiene que haber una mirada desde una posición de clase, y eso responde a
un problema ideológico, político. Yo
suscribo mucho a la modernidad, con todas sus virtudes y defectos y errores.
Pero, en el aire no sirve… Necesitamos que ese pensar tenga un correlato con la
materialidad. No somos espíritus abstractos; somos materialidad y no es casual,
no es un anexo, no es mente y cuerpo separados. Somos un todo y ese todo genera
impacto, movimiento, dinámicas en esa realidad.
Integración al gremio
Cuando ya estaba estudiando, integraba la Jota. Yo entendía que no me
jugaba mi futuro universitario sólo por saber mucho.
Uno veía que le entregaban mucho saber, mucho conocimiento, didáctica,
conocimientos, instrumentos, planificación, evaluación, pero nunca hablaban de
lo que pasaría cuando ya estuviera en la escuela: los problemas que tenían los
profesores, los conflictos que estaban viviendo.
Nos tocó el año 97-98 tener un proceso de movilización en la universidad y
un vínculo muy fuerte con el Colegio de Profesores, que también estaba en
movilización. En esa misma época se produjo el paro de 27 días contra la
municipalización; la persecución por algunos alcaldes, en particular en la
comuna de Santiago. Se conjugaron -mágicamente, diría- estos dos procesos a
través de vínculos con Carlos Cifuentes, Silvia Valdivia, Jaime Gajardo.
Para mí era muy natural que el desarrollo profesional fuera de la mano con
mi desarrollo político. Soy profesora, me vinculo al gremio. Se produce en ese
momento la necesidad del Partido Comunista de construir un eje sobre el cual
hacer el trabajo gremial, lo que permitió que los que éramos estudiantes de
Pedagogía nos incorporáramos a un trabajo más activo en el gremio, desde lo
interno, para superar ese momento de tensión.
La Central Unitaria
El vínculo con la Central Unitaria de Trabajadores, en un comienzo no es
tan estrecho. Más bien tiene que ver con esta convicción de que no se puede
pensar que la máxima organización de los trabajadores esté en las condiciones
que está hoy día.
Creo que eso tiene que ver con que la Central no es un valor por sí mismo;
es una herramienta, es un espacio de construcción, de desarrollo, de
iniciativa, de incidencia. Y lo que yo comprendo es que, más allá de ser
dirigente actual o no de la Central, la responsabilidad de todos los que somos
trabajadores organizados es tratar siempre de fortalecerla, de empujarla;
críticamente, sin duda, mirándola siempre, pero entendiendo que en ese esfuerzo
lo que tenemos que hacer es avanzar porque lo que pesa no es tanto el tema de
la Central, sino lo que pesa son las convicciones ideológicas.
No puedo comprender que nosotros, como partido de los trabajadores no
tengamos un esfuerzo central de desarrollo en la CUT, porque nosotros creemos
que el sujeto de los cambios son los trabajadores, con todas las dificultades,
los matices y las caracterizaciones que se puedan hacer hoy día. Las
condiciones de la precarización, la tercerización, el ser trabajador
subcontratado, son elementos de análisis que uno tiene que poner sobre la mesa.
Pero ninguno de esos puede relativizar la importancia que tiene el trabajador
como un sujeto histórico de cambio.
-Se habla de una
“articulación” –también incompatibilidad o dependencia- entre partidos y
movimientos sociales, y ello apunta también y de manera preferente al mudo
sindical: ¿cómo lo ves?
Es absolutamente legítimo que un partido aspire a la dirección del
movimiento, y precisamente el debate en que estamos hoy día es ése.
Hoy día es de sentido común sostener, por ejemplo, “unidad con todos pero
no con las cúpulas partidarias”, “unidad con todos, menos con…”. De eso la
historia de Chile supo durante 17 años, y que pensar distinto sea un motivo de
exclusión es algo que nosotros debemos poner sobre la mesa. Y no lo digo en un
sentido crítico ni de gravedad, sino que con un sentido analítico. Lo
comprendemos como fenómeno que está cursando en nuestra sociedad. Una sociedad
que, además, no ha tenido reparación; que no ha tenido justicia y que, de
alguna manera, al no haber cerrado procesos puede caer presa de populismos.
Yo creo que hoy día es más importante que nunca dar esos debates sobre la
importancia de los partidos. Es evidente, y a mí me complica y me molesta
cuando se dice que no se trata de una crítica a los partidos, sino que a las
cúpulas… Yo creo que esos debates no son los reales.
Los debates reales son qué aporta un partido en la construcción de
movimientos sociales y en la construcción del movimiento de los trabajadores.
¿Qué es lo que puede aportar y qué es lo que puede restar? Esos son los debates
reales, porque el partido está pensado –al menos, en nuestro caso- como una
herramienta de emancipación, de liberación, de superación de las condiciones de
desigualdad, de las contradicciones; y reconocemos que hay un sujeto para
avanzar en ello y ese sujeto son los trabajadores. ¿Y por qué en ese caso es
importante el partido?: porque por sí solo el movimiento social o sindical no
va a poder hacer los cambios.
Un millón y medio de personas votando en el plebiscito de la Educación, un
millón en el Parque O`Higgins, movilizaciones con cientos de miles en la calle
no significó romper… ¿Y eso significa que el movimiento estaba equivocado?: no.
Quiere decir que la lectura o esa falsa contradicción entre “la clase política”
–como dicen algunos- y los movimientos sociales, donde tiene el mayor impacto
es en el avance de las políticas que uno quiere desarrollar.
Cuando dicen que nosotros no podemos “imponer” candidatos desde el partido
a la CUT, yo digo lo que el partido hace, con transparencia, con honestidad,
como corresponde, es decir: tenemos una legítima opción y es que los partidos y
los movimientos social y sindical, si logran generar una convergencia
programática, esa fuerza, esa fortaleza puede irrumpir y avanzar más rápido. No
es que no se pueda avanzar de otra forma, pero es más lento, es un retraso. Y eso,
que es un problema político, ideológico, tiene un impacto concreto en las
condiciones de vida de los trabajadores.
-¿Cuáles deberían ser, en tu
opinión y en el programa que encabezas, los primeros pasos concretos de la
nueva conducción de la Central?
En esta primera etapa debe dar ciertas garantías, generar espacios de
diálogo amplio con todos los actores sociales, en primer lugar, algo que hoy
día no está garantizado y que debiera ser un elemento básico. Algunos hablan de
recuperar confianzas, yo creo que más bien tiene que ver con un diálogo franco
que nos permita generar condiciones para avanzar en la unidad. No se trata de
que sólo porque haya un cambio de conducción vamos a avanzar en la unidad. Esos
procesos no son tan ágiles, no son mecánicos. Generar espacios de diálogo es
algo inmediato que tiene que hacer la Central, abrirse no sólo con el mundo
sindical sino que con los estudiantes, con otros actores sociales que hoy día
están en movilización.
Efectivamente, hay pocos trabajadores sindicalizados, pero hay que tener
cuidado porque también hay condiciones de precarización mayor. Uno debe avanzar
y poner sobre la mesa la necesidad del cambio -no la reforma, sino que el
cambio- del Código laboral, la posibilidad de la negociación colectiva real. Esos
elementos pueden garantizar un avance hacia una mayor sindicalización.
Nosotros, por el sólo hecho de tener una Central más legitimada tampoco
garantizamos que los trabajadores se puedan sindicalizar, pues están en
condiciones de precarización tales que cualquier atisbo de organización
significa despidos. Y se argumenta que viene la crisis, que aquí hay un montón
de inmigrantes, etc. Entonces, la amenaza constante está sobre los
trabajadores.
-¿Cómo enunciarías tu
posición entre una “politización” de la Central o un trabajo de la CUT con la
orgánicas políticas?
Ambos aspectos: politización de la Central, entendida como el debate
político de la sociedad chilena, que se ha transformado en un debate de
imágenes, un debate de rostros y no de contenidos. Una de las formas de
comunicación más común de los jóvenes son esas páginas donde se construyen
imágenes, dos frases, un chiste, pero que algo dicen de las construcciones que
ellos tienen.
En educación hoy día, el ministerio hace un esfuerzo grande por la tecnología
en las escuelas, en pantallas interactivas: si ves y escuchas, aprendes más… Es
real, pero además eso tiene otro elemento ideológico, otro contrabando, y es
que tú sólo te impactes y construyas a partir de esto, de esta película que te
ponen.
Es necesario que la política salga de ese espacio y que se politice de
verdad, pero en torno a los contenidos, a las propuestas concretas. Y si eso se
logra, es más comprensible para cualquiera. Cualquier trabajador puede entender
que si uno no avanza con los parlamentarios, con los alcaldes, con los
partidos, no hay posibilidad de éxito. Nosotros queremos el éxito, el bienestar
de los trabajadores. Se trata de la lucha, de ser consecuentes, pero que no
solamente sea en la acción sino que esté muy fuertemente acompañada del
elemento ideológico, comprendido como el lugar que ocupa el trabajador en la
producción y en el desarrollo de un país.
-¿Debe asumir la CUT las
reivindicaciones de otros sectores; y en caso afirmativo, cómo se logra ello?
Estamos construyendo un colectivo para conducir la Central, que lo
garantiza. Yo soy quien encabeza, pero ciertamente hemos construido un arco de
unidad en nuestra propia lista y de diversidad de sectores que permite abarcar
la totalidad de demandas que hoy día tiene el movimiento sindical, en
particular en la demanda salarial, laboral, por negociación, por mejores leyes,
etc.
En ese marco, pero también en lo general, hay temas gruesos, nacionales, de
los cuales no podemos estar ausentes. Está la incidencia que podemos tener en
el marco político nacional y las reformas que Chile demanda: educación, salud,
vivienda, medioambiente, soberanía alimentaria.
Además, hay otra garantía: hay un partido detrás que garantiza proyectos;
puede dar seguridad que lo que se está haciendo no es una construcción
particular, antojadiza ni coyuntural: es de largo plazo, y eso es valioso y
necesario en el movimiento sindical. El hecho de que yo sea comunista da
domicilio, referencia, identidad, se puede saber adónde y desde dónde estoy
hablando y eso permite proyectar y eso lo garantiza un colectivo detrás.
Joven, profesora, mujer
El tema de la disposición a hacer esta mezcla que no siempre da en el justo
medio, entre la trayectoria y los nuevos liderazgos, es algo que hoy día
demanda el movimiento sindical y la organización de los trabajadores.
Sentimos, y estoy segura de ello, que vamos a disputar la Central hoy día,
que tenemos hartas expectativas de ganar. Podemos tener la presidencia de la
Central. Un liderazgo nuevo, junto a la trayectoria de dirigentes sindicales de
mucha consolidación, es una garantía. Insisto: es proyección. Uno no puede
suponer que lo sepa todo, es evidente que el plus de un nuevo liderazgo es la
renovación, pero tiene como contraparte la falta total de experiencia; para no
decir inexperiencia, porque no es que uno no tenga experiencia pero tiene esa
“contra” que alguno pudiera poner por delante.
-Sobre la CUT se ha
construido una imagen mediática de personalismos y hasta se habla de
“corrupción”…
Esa imagen se supera de alguna manera con la responsabilidad de los propios
dirigentes. De no centrar el debate en esos aspectos sino que superar, ponerse
un poquito más arriba: forma y fondo tienen equivalencias y uno tiene que
hacerlas convivir. Pero en estos momentos yo diría que el fondo está muy por
debajo del debate, y las formas han ido desplazando el centro de la atención.
Debemos –y ésa es la astucia de una apuesta como ésta- sacar el debate de
las formas y poner lo esencial sobre la mesa. Aquí no sólo es un debate de
liderazgos sino que tiene que ver con proyecciones, con plataforma, con lo que
queremos construir para el futuro, con el rol que queremos que cumplan los
trabajadores; y el que ellos quieren cumplir, además.
La labor de las organizaciones sindicales es superar los obstáculos que no
permiten que los trabajadores ocupen ese rol principal, para ponernos en la
primera línea. Ni más adelante ni más atrás que otros, pero es evidente que
nada se logra sin la masa de trabajadores para impactar en los cambios que
Chile demanda.
En mi gremio –por poner un ejemplo- de los 180 mil profesores que están
ejerciendo en el sistema público y particular, subvencionado o municipal, el
72% son mujeres.
Además, hay demandas muy propias de las mujeres –lo hemos visto en el caso
de las AFP-, el problema del postnatal, tenemos muchas jefas de hogar que deben
salir a trabajar y es un factor que hay que poner sobre la mesa.
La masa laboral está fuertemente influenciada por la mujer trabajadora y
eso es algo que hasta ahora no se había prefigurado de manera tan clara.
-¿Cómo seguirán las
relaciones de la CUT con las organizaciones patronales, en particular con las
pymes?
Debe haber distintas formas de tratamiento y relaciones; en primer lugar,
con todos. No hay ningún sector con el cual la Central no debiera discutir.
Probablemente no va a estar por ahí el camino de resolución, pero es
necesario disponerse a ese debate, aunque no es lo mismo discutir con los
grandes empresarios que con el pequeño productor, que también está en
condiciones de precarización.
A propósito del debate por el sueldo mínimo, ¿quiénes son los que terminan
pagando el sueldo mínimo? No necesariamente los pequeños y medianos
empresarios, sino los grandes, y lo hacen por la vía de la tercerización y por
ahí van disminuyendo gastos a partir del castigo a los trabajadores.
Hay que establecer vínculos, más bien de alianzas, con los sectores de la
pequeña y mediana producción; y de diálogo o intercambio –para que se entienda
bien- con el gran empresariado. Lo digo a propósito del trabajo que hizo la CUT
con la CPC. Uno lo puede mirar críticamente. Nunca debe comprender esos
espacios como la totalidad, pero haber logrado ciertos puntos de convergencia
con ellos en torno a las demandas de los trabajadores le da a la Central, por ejemplo,
mayor legitimidad para rechazar u objetarle al gobierno ciertos proyectos o
concepciones, porque conversando directamente con los patrones vemos que
podemos avanzar en algunos puntos y ustedes están cerrando esas puertas…
-Es posible desde ya visualizar
una Directiva Nacional de la CUT con una presencia de padre e hija: José y
Bárbara Figueroa. Por otra parte, se habla de choques y contradicciones entre
personalidades… ¿Qué hay: nepotismo, disputas personales?
Soy muy respetuosa de las tradiciones. Arturo Martínez estuvo preso con mi
padre y soy respetuosa de la trayectoria de estos dirigentes. No soy obsecuente
y no comprendo una “mala lealtad”, pero creo que hay que ser respetuosos de los
procesos, de los momentos, del rol que han cumplido los dirigentes. Y por lo
tanto, lo que nosotros hacemos hoy en la disputa de la conducción de la
Central, en la instalación de nuevos liderazgos, no es esa falsa contracción
generacional que algunos pretenden.
Más bien es la trayectoria y la experiencia conjugada con la vitalidad de
nuevos liderazgos, que permitan proyección e incorporen elementos de un Chile
distinto para pensar el rol que tenemos que cumplir.
Fuente: Semanario El Siglo,
edición 1621