FOTO: OSCAR DANTE CONEJEROS ETCHEVERRY
Los 86 de Fidel
Armando Hart
Dávalos
12 Agosto 2012
Fuente: cubadebate
Un nuevo aniversario del natalicio de Fidel, esta vez el 86, nos incita a
reflexionar sobre el inagotable caudal de ideas y enseñanzas que nos brinda su
batallar incesante durante casi siete décadas en el terreno de la política.
Cuando parecía que un gravísimo problema de salud, con alto riesgo para su
sobrevivencia, lo apartaría definitivamente, no solo de sus responsabilidades
al frente del Partido y el Gobierno del país sino también de cualquier
actividad pública, supo, con un tesón y voluntad inimaginables, sobrepasar
aquella prueba terrible y continuar su lucha, en otro plano, por las ideas que
en favor de Cuba y de la humanidad siempre había defendido. Así, en su
Reflexión del 31 del julio del 2007, expresaba: La vida sin ideas de nada vale.
No hay felicidad mayor que la de luchar por ellas.
Esa voluntad de acero, esa firmeza en la defensa de las ideas más justas,
no solo para su país sino también para la humanidad, ese apego invariable a los
principios que han dado fundamento a su accionar político a lo largo de toda su
vida es lo que hace de Fidel un gladiador imbatible y una figura de talla
universal. La reciente Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo
Sostenible Río+20 ha venido a subrayar, una vez más, la justeza de sus ideas y
su trascendencia como líder mundial. Muchos le rindieron homenaje, en ese
marco, a Fidel Castro, que figura entre los primeros estadistas que comenzó a
estudiar y alertar acerca de la catástrofe que se nos avecinaba y a promover
acciones que permitieran detener y revertir, antes de que sea demasiado tarde,
los acelerados cambios climáticos que atentan contra la existencia de la
humanidad.
Como un monumento a su dedicación y a su visión estratégica del tema nos ha
quedado lo planteado por él, hace ahora 20 años, en aquella Cumbre de la
Tierra, en junio de 1992, en Río de Janeiro: «Una importante especie biológica
está en riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus
condiciones naturales de vida: el hombre».
Gracias a esa visión estratégica de Fidel nuestro país está hoy a la
vanguardia en la lucha por desarrollar una mayor conciencia acerca de los
graves peligros que amenazan el precario equilibrio que hace posible la vida en
nuestro planeta. Sus más recientes Reflexiones subrayan la necesidad de
alcanzar un desarrollo sostenible combatiendo la pobreza y la desigualdad
social así como la contradicción entre la existencia del sistema capitalista
imperialista depredador del medio ambiente y la supervivencia de la humanidad. El
brillante discurso pronunciado en esa Cumbre por Raúl Castro dio continuidad,
en las condiciones actuales, a esa política invariable de nuestra Revolución.
Otro tema que quiero enfatizar en esta ocasión es el referido a la
importancia que ha concedido siempre Fidel al papel de la juventud y a su
formación revolucionaria. En su intervención precisamente en el Aula Magna de
la Universidad de La Habana, en ocasión del 60 aniversario de su ingreso a ese
centro, el 17 de noviembre de 2005, se refería a ese necesario relevo
generacional señalando:
«Aquí hemos estado hablando de acontecimientos de nuestras vidas, de
nuestra universidad, de nuestra Alma Máter, de los que llegamos hace algunas
decenas de años y los que están hoy aquí, que ingresaron en el primer año o que
están a punto de graduarse, o algunos se han graduado ya y están desempeñando
funciones que otros, con menos experiencia, no podrían realizar».
Y más adelante apuntaba:
«Ojalá yo tuviera más tiempo para hablar, pero este ahora de ahora es un
ahora sin precedente, es una hora muy distinta de todas las demás, en nada se
parece a la de 1945, en nada se parece a la de 1950 cuando nos graduamos, pero
poseedores ya de todas aquellas ideas de las que hablé un día, cuando afirmé
con amor, con respeto, con entrañable cariño, que en esta universidad, donde
llegué simplemente con un espíritu rebelde y algunas ideas elementales de la
justicia, me hice revolucionario, me hice marxista-leninista y adquirí los
sentimientos que a lo largo de los años he tenido el privilegio de no haberme
sentido nunca tentado, ni en lo más mínimo, a abandonarlos alguna vez. Por eso
me atrevo a afirmar que no los abandonaré jamás».
Estas ideas de Fidel me confirman la pertinencia de la necesidad de
continuar el diálogo de generaciones en el que intervengan quienes traemos la
experiencia vivida como partícipes en la vida política en la segunda mitad del
siglo XX y los que asumen responsabilidades crecientes en estos inicios del XXI
y desarrollarán su vida política hasta bien entrado el mismo, como una garantía
de la continuidad histórica de la Revolución. Se trata, de hecho, de un
intercambio de experiencias entre dos siglos.
Nuestros hijos y descendientes, aquellos que vivirán bien entrado el siglo
XXI, reclaman de nosotros una acción y un pensamiento fundamentado en la
cultura de emancipación que tiene en el pensamiento de Martí y de Fidel su
orientación cardinal. Solo los malvados y los mediocres renuncian a este
glorioso empeño. Estamos obligados por mandato de la historia a preservar la
memoria histórica de nuestro pueblo y a transmitir ese legado a las nuevas
generaciones.
Este es mi homenaje a Fidel en su aniversario 86, que lleva a Martí en la
mente y el corazón desde sus primeras lecturas del Apóstol, que ha sido su
mejor discípulo y que ha enriquecido su ideario con el conocimiento y las
vivencias de la práctica política en la segunda mitad del siglo XX y en estos
inicios del XXI. Él ha estudiado e interpretado su pensamiento con profundidad
y ha volcado ese conocimiento en el difícil arte de hacer política en función
de los intereses del pueblo. Me he propuesto dedicar lo que me queda de vida al
objetivo de trasladar a las nuevas generaciones las enseñanzas de más de 50
años de lucha por nuestra plena y total dignidad y soberanía. Mi único mérito,
y para mi es bastante, ha sido y es haber estado junto a la Revolución de Fidel
y orientado por las enseñanzas de Martí.