Iván Ljubetic
Vargas, historiador del
Centro
de Extensión e Investigación
Luis
Emilio Recabarren, CEILER
NIÑEZ Y JUVENTUD DE VIOLETA
Violeta del Carmen Parra Sandoval, nació en San
Carlos de Itihue, en la calle Montaña, frente a
En una entrevista realizada en 1958, relató Violeta: “Mi padre, aunque profesor primario,
era el mejor folclorista de la región y lo invitaban mucho a todas las fiestas.
Mi madre cantaba las hermosas canciones campesinas mientras trabajaba frente a
la máquina de coser”.
El padre no quería que sus hijos cantaran. Cuando
salía dejaba la guitarra bajo llave. Pero Violeta descubrió que la guardaba en
el cajón de la máquina de coser de la madre. La tomaba, sacaba la guitarra y
cantaba despacito. Tenía por entonces siete años de edad. Un día la madre la
escuchó y no podía creer que fuera la niña que cantaba tan bonito.
En los años de la dictadura de Carlos Ibáñez
(1927-1931) la represión también alcanzó
la casa de los Parra. El padre, como muchos otros profesores, fue exonerado de
su puesto de trabajo. Aplastado por la
cesantía, se dedicó a beber y abandonó la familia. Entonces, la madre debió
cargar con toda la responsabilidad del hogar. La situación era muy mala. Eran
cinco hijos que tenía que criar.
SUS PRIMEROS CONTACTOS CON EL FOLCLORE
Estando en el sur, viajaba la familia al campo a una
localidad llamada Malloa. Visitaban unos parientes de apellido Aguilera, que tenían buena situación
económica. Fue allí, con esa
familia, donde Violeta -que
tendría unos cinco años- aprendió sus primeras canciones folclóricas
auténticas. La madre, que era folclorista, también cantaba. Entonces se completaba el grupo folclórico,
con la familia, amigas, tías y las chiquillas Aguilera.
GANÁNDOSE
Hilda cuenta que la madre se amanecía cosiendo para poder alimentar a tanta boca y educar a Nicanor, por lo menos
para educar uno bien. Con el fin de
contribuir en algo para la casa, Hilda y Violeta conseguían una guitarra y salían a cantar. La
primera que lo hizo fue Violeta. Después salían
las dos. Violeta e Hilda. Iban de pueblo en pueblo. Cantaban en las calles, en los trenes, en cualquier lugar
donde les era posible. Así juntaban unos pocos pesos.
La madre recordaba: “A
Roberto Parra (el “tío Roberto”), hermano de
Violeta, folclorista, maestro de construcción y compositor de cuecas, recuerda:
“Ella (Violeta) salía con su guitarra y con un canasto. El canasto lo
traía lleno... Venía de todo: chancho,
toronjil, frutas, qué sé yo.”
Violeta tenía doce años cuando compuso sus primeras
canciones, acompañándose de la guitarra.
EN SANTIAGO
Con el fin de
contribuir en algo para la casa, Hilda y Violeta conseguían una guitarra y salían a cantar Violeta
lo evoca en una de sus décimas:
“Ayer, buscando trabajo,
llamé
a una puerta de fierro,
como
si yo fuera un perro
me
miran de arrib’abajo,
con
promesas de destajo
me han
hecho volver cien veces,
como
si gusto les diese
al
verme solicitar;
muy
caro me hacen pagar
el pan que me pertenece”.
Cantaban en cualquier lugar.
Llegaron al sector de Matucana. Actuaron
en “
SU PRIMER MATRIMONIO
Fue en uno de esos boliches donde en 1937 Violeta
conoció a Luis Cereceda, obrero ferroviario, su primer marido y padre de Isabel y Ángel Parra.
Luis Cereceda, explica: “Si pensar que éramos bien
niños... ella tenía 19 años y yo 18. Era por año 37 y ella cantaba con Hilda y
el Lalo en negocios de Matucana, al llegar a Mapocho. Yo trabajaba al frente:
ahí estaba la maestranza de ferrocarriles, donde yo era maquinista. Y entonces
íbamos mucho ahí y por ahí nos empezamos a tratar... Al poco tiempo nos
casamos... Primero estuvimos viviendo en Santiago como dos años. Ahí nació
SU COMPROMISO POLÍTICO
La excelente biografía de Violeta Parra escrita por Víctor Herrero tiene, entre muchas otras virtudes, el tratar un tema que otros autores ignoran, subestiman, silencian o tergiversan: el compromiso político de la roja flor de Chile.
Efectivamente,
Víctor Herrero, en su libro “Después de vivir un siglo. Una biografía de
Violeta Parra”, relata:
“Exactamente
al día siguiente de su cumpleaños, Luis Cereceda contrajo matrimonio con
violeta Parra. Fue el viernes 2 de septiembre de
“…Las
primeras semanas de la pareja estuvieron marcadas por una de las campañas
presidenciales más arduas en la historia política chilena. Luis Cereceda era
militante del Partido Comunista que se había fundado en 1922 (En verdad, la
fecha de fundación del PC es el 4 de junio 1912). Como miembro activo de ese
conglomerado, el esposo de Violeta participó en la campaña presidencial del
Partido Radical en las elecciones de 1938.
Aguirre Cerda encabezaba el recién formado Frente Popular, que incluía a
socialistas, comunistas y otros partidos e izquierda…
“Luis
y sus compañeros comunistas del sindicato ferroviario repartían volantines y
llamaban a votar por Aguirre. Y Violeta, en su papel de ama de casa, también
se involucró: estaba a cargo de administrar un ‘comité popular’ en el barrio Matucana, donde se entregaba a
las familias carne, pescado, mantequilla y cereales a precios asequibles. El
fin apuntaba a ‘evitar las especulaciones de los grandes buitres que eran los
comerciantes mayoristas’, según lo expresara Alfonso Alcalde, quien también
militaba en el PC. “
“Aun
cuando Violeta se sentía asfixiada por su marido en materia artística, éste le
entregaba algo que ella no dejaba de valorar: conciencia política. ‘Mi padre y
sus compromisos entusiasman a mi madre’, escribió Ángel.
“Cereceda
no sólo leía regularmente El Siglo, diario de tiraje nacional que había fundado
el PC en agosto de 1940, sino que también
llevaba a casa folletos, volantines y libros que el partido le
suministraba, según el recuerdo de su hija Isabel. El marido de Violeta
celebraba reuniones partidistas en su casa y su fervor político era tal, que
instaló un busto de yeso de Joseph Stalin bajo el parrón de la parcela. ‘Este
el padre de los obreros del mundo –les
decía a sus hijos Isabel y Ángel en referencia al máximo líder de
“El
único pegamento que al parecer mantenía unidos a Violeta y Luis era la
política.
A
mediados de 1946 ambos participaron en la campaña presidencial de Gabriel
González Videla… La candidatura de
González Videla contaba con el respaldo del Partido Comunista, por lo que
Violeta y Luis apoyaron esa campaña. La cantante formó en su barrio un Comité
de Dueñas de Casa Comunista a favor del candidato. Violeta intervino además
como artista en algunos actos de proselitismo. En una fotografía se la ve sobre
una tarima de unos dos metros de altura y al lado de un micrófono, frente a
miles de hombres y algunas mujeres expectantes. Aunque por entonces no tenía
más de tres años, Ángel haría memoria de esos momentos. ‘Guardo el recuerdo de
mi madre al frente de una manifestación de fervor popular. Va llevando una
enorme bandera chilena la siguen cientos de mujeres morenas, con vestidos
floreados’. (Páginas 85 – 86)
La
izquierda estaba ilusionada con González Videla. ‘¡El país hierve de
entusiasmo!’, tituló a mediados de 1946 el diario comunista El Siglo. ‘El pueblo organiza en todos los
barrios comités para impulsar la
victoria. Los actos se cuentan por miles’ se afirmaba en ese artículo. Y era
cierto. La propia Violeta era parte de ello.
Cuando
el 4 de septiembre González Videla ganó
los comicios, Violeta, su marido y millares de chilenos pusieron felices “Hubo
fiestas, alegría y celebraciones en las calles, en todas partes”, recordó
Roberto Parra. “Nosotros estuvimos también en una celebración y allí ella cantó
y recitó un poema muy largo, dirigido al Presidente, donde le decía que al
pueblo no se le puede engañar”. (Página 86)
“En
los siguientes años Neruda y Parra (Nicanor) mantuvieron contacto y fue así
como el 12 de julio de 1953 Neruda invitó a Nicanor su cumpleaños número 49. La
celebración se realizó en una de las viviendas que el autor de ‘Crepusculario’
tenía en Santiago, una residencia llamada ‘Michoacán’…
Nicanor
convidó a su hermana al evento. Y Violeta que no conocía a nadie en esa fiesta,
fue con su guitarra. Todos los invitados estaban en el jardín, ya que era un
domingo inusualmente caluroso para ser invierno. Violeta Parra se sentó en una
silla de cocina al pie de un enorme castaño. Al cabo de un rato comenzó a
cantar. Interpretó viejas canciones campesinas que había recopilado
recientemente y también sus propias composiciones. Nada del repertorio
habitual del dúo con Hilda. Los comensales, entre ellos intelectuales,
poetas. periodistas y dirigentes del Partido Comunista estaban impresionados
con la presencia y música de esta mujer.” (Página 129)
“A
partir de ese momento se abrieron para Violeta las puertas grandes del Partido
Comunista, que inclusive proscrito gozaba de excelente salud en el frente
cultural e intelectual”. (Página 131)
“El
cumpleaños (el cincuentenario de Neruda, 1954) se extendió por más de una semana…En el acto de clausura, que
se realizó en el Teatro Caupolicán,
participaron Margot Loyola y Violeta Parra. Con ello, Violeta entraba
oficialmente a la nomenclatura cultural del Partido Comunista, que rápidamente
se convertía en el conglomerado favorito de los intelectuales y artistas del
país”. (Página 165)
“Violeta,
claramente comulgaba con las ideas del comunismo. Y algo similar ocurría con
Roberto y Lalo, así como con Isabel y Ángel, que acabarían ingresando a las
filas de las Juventudes Comunistas”. (Página 166)
“En
mayo junio de 1955, Violeta fue invitada a ser parte de la delegación chilena
que iría al Quinto Festival Mundial de
“Respecto
a (Julio) Escámez y Violeta, Ángel afirmó
que ‘ellos tenían una relación intelectual muy fuerte, muy cabezona’. El hijo,
que en Concepción comenzó a militar en las Juventudes Comunistas, agregaría:
‘Conversaban mucho y discutían mucho porque Escámez era maoísta, entonces eso a
mi mamá no le cabía en la cabeza, ya que nosotros nos sentíamos bajo las
órdenes de Moscú”. (Página 254).
“En el
verano de 1960 Pablo Neruda la invitó (a Violeta) a
Buenos
Aires, 1962. “Violeta le presentó una por una a la mayoría de las personas que
estaban viviendo ahí, actores, cineastas, pintores. ‘Eran todos profesionales y
afiliados al Partido Comunista -escribió el suizo-. Violeta era del partido y
creo que hasta tenía su carnet…” (Página 359)
“Aún
en Buenos Aires, a fines de mayo recibió (Violeta) un telegrama del Partido
Comunista de Chile. En este le pedían participar en el Festival de
En el
viaje surcando el Atlántico hacia el Festival, “
“Aún
afligida por el fusilamiento (de Julián Grimau), Violeta animó a sus amigos a
participar con ganas en la marcha del 1º de mayo. Tito Guisado recordó que
Violeta iba por el centro de Ginebra, con el puño izquierdo en alto, entonando
a viva voz ‘Arriba los pobres del mundo’, una parte del himno conocido como
“A
mediados de septiembre de 1963, Violeta y sus hijos recibieron una invitación
para participar en la tradicional ‘Fiesta de
“La
cantautora quedó tan impresionada con este acto cultural, que le escribió una
extensa carta a Luis Corvalán, senador y secretario general del Partido
Comunista. Le relató ahí su experiencia y le propuso que los comunistas
chilenos hicieran algo similar. ‘Recogimos su sugerencia y de ahí nacieron los
encuentros festivos de la familia comunista que realizamos durante años hasta
el golpe militar ´de
Cuando
Ángel retorna a
-Pásale
esta cinta al partido. Le puede servir para la campaña. Al llegar a Chile en
abril , el hijo de veinte años se contactó con Américo Zorrilla, un viejo
sindicalista que el jefe de finanzas del Partido Comunista, para entregarle el
valioso material”, (Páginas 413- 414)
“Unos
días después de la derrota (de Salvador Allende en 1964), Violeta asistió a una
reunión del Comité Central del PC”. (Página 417)
“Un evento importante de este mes (octubre de 1965) fue el acto de clausura del (XVII) congreso comunista. En un repleto Teatro Caupolicán, Violeta fue una de las artistas encargadas del cierre. También actuaron Isabel, Ángel. Margot Loyola y el conjunto folklórico Millaray. El encargado de dirigir el acto, que culminó con un discurso del senador Luis Corvalán, fue Víctor Jara.” (Página 449)
CUANDO UNA CANCIÓN ME IMPACTÓ EN EL SUR
Los
párrafos citados de la excelente biografía de Violeta Parra, que lleva
como título “Después de vivir un
siglo”, escrita por Víctor Herrero, me hicieron recordar un hecho que me impactó
hace ya 60 años.
Ejercía
como profesor en el Liceo de Nueva Imperial. Un día de abril de
1961 Gladys, una de las tres hermanas Jiménez que tenía por alumnas, me dijo:
-Don Iván, mi papá desea invitarlo a comer pasado
mañana jueves, ¿puede usted?
Me sorprendió mucho la invitación, pues el padre de mis alumnas era un sargento de
carabineros, que vivía frente a donde estaba mi pensión. Acepté.
La comida estuvo muy buena, pero mejor estuvo la sobremesa. La dueña de
casa fue a buscar una guitarra y con una
hermosa voz cantó una composición que no conocía:
“Cuando
llegan las noches de invierno
los palacios de luces se llenan
y los pobres se mueren de pena
en sus casas sin lumbre ni pan .
Y la cruel burguesía se ensaña
Contra todos los trabajadores,
pero llegan ya tiempos mejores
y su crimen tendrán que pagar.
Es muy triste vivir
es terrible habitar
en la tierra de crueles burgueses
donde sólo se sabe explotar.
Si la plebe reclama derechos
los burgueses se niegan a dar
y los llevan con grillos a la cárcel
los echan al fondo del mar.
Yo quisiera mirar toda roja
una sola bandera en la tierra
y q’el hombre no fuera a la guerra
y q’el hombre no muera en prisión.
Es muy lindo vivir
es muy lindo habitar
en un lindo país socialista
donde saben los hombres amar”.
Quedé emocionado. Me pareció increíble escuchar esa
canción en casa del sargento. La señora me dijo:
-Don Iván, le dedico a usted esta canción. Me la enseñó mi padre, que era obrero del salitre y, que ,según él, la cantaba un dirigente llamado Recabarren.
Pasó el tiempo. No olvidé esa emocionante comida en
casa del sargento, pero no recordaba bien el texto de la canción. Estando en el
exilio hacia 1980 llegó a mis manos un libro titulado “Violeta Parra: Violeta
del Pueblo”, editado por Visor en Madrid, en 1976. Allí encontré esa canción,
“un vals popular con letra de Francisco Pegoa, una de las canciones que cantaba
Luis Emilio Recabarren en sus viajes por los pueblos mineros del norte de Chile”.
(Páginas 14 y 15)
RECOGE
Violeta Parra, flor roja del pueblo, recogió en
forma consciente la tradición de los revolucionarios de comienzos del siglo XX
que, con Luis Emilio Recabarren a la cabeza, utilizaron la canción como un arma
contra los explotadores y como un medio de educar políticamente a los
trabajadores.
Los viejos mineros del norte contaban que, cuando Recabarren llegaba con su palabra convincente, con sus libros y folletos, con su mensaje de lucha por cambiar el mundo de fase, él mismo interpretaba canciones.
Violeta Parra, con su voz de artista excepcional, también hizo de la canción un medio para llegar a los explotados, a los oprimidos y entregar, en forma sencilla, un mensaje político.
Y están, entre otras, composiciones como “Según el
favor del viento”, “Arriba quemando el sol”, “Me falta un guerrillero”, “Mira
como sonríen”, “Porque los pobres no tienen”, “Yo canto la diferencia”, “Arauco
tiene una pena”, “
Violeta Parra,
en base a su inteligencia y gracias a tener sus raíces fundidas en el
alma del pueblo y mediante su capacidad de crear, pudo dar
un salto cualitativo y
convertirse en una artista popular y universal.
Por eso pudo, con pleno
derecho, proclamar:
“Yo canto a la chillaneja
sí tengo que decir algo,
y no tomo la guitarra
por conseguir un aplauso
yo canto a la diferencia
que hay de lo cierto a lo falso
de lo contrario, no canto”.