lunes, 12 de noviembre de 2018

EN EL VII FESTIVAL DE LA JUVENTUD Y LOS ESTUDIANTES



                                              

                                               Iván Ljubetic Vargas, historiador del
                                               Centro de Extensión e Investigación
                                               Luis Emilio Recabarren,  CEILER



                           

                      
22 de junio de 1959. Iba volando, junto a unos 50 chilenos, en el avión rumbo a Buenos Aires, donde nos embarcaríamos hacia Hamburgo y aún no me convencía que fuera cierto.

Éramos parte de la delegación chilena  que participaría en el VII Festival de la Juventud y los Estudiantes por la Paz y la Amistad, a efectuarse en Viena, capital de Austria. El grupo estaba formado jóvenes comunistas-entre otros Rosendo Rojas, Heriberto Medina-, socialistas, radicales –entre ellos Camilo Salvo-, independientes, el diputado demócrata cristiano por Cautín, Constantino Suárez.

UNA ENTREVISTA A 12 MIL  METROS DE ALTURA

Quise iniciar desde ese primer día,  22 de junio de 1959,   mi misión como  Enviado Especial de “El Siglo”. Entonces entrevisté a  una muchacha que no conocía y que  iba sentada a mi derecha junto  a la ventanilla. Algo extrañada, pero amablemente, respondió a mis preguntas: Mi nombre es Sola Sierra Henríquez, tengo 23 años de edad, soy dueña de casa, viajo al Festival enviada por las Juventudes Comunistas de San Miguel.  (Ese primer reportaje fue publicado en la edición de “El Siglo” del martes 30 de junio de 1959, página 2)
Así conocí, a 12 mil metros de altura,  a la que sería una de las más grandes luchadoras por la Verdad y la Justicia, contra la Impunidad: Sola Sierra Henríquez. A quien llamaría una imprescindible, años después, al escribir el libro sobre ella.

UNA MISIÓN QUE FUE POSIBLE

Cuando el Comité Central de las Juventudes Comunistas nos planteó la tarea de reunir los recursos para que yo pudiera viajar a Europa, nos pareció una meta imposible de alcanzar. Pero los jóvenes comunistas de Cautín tomaron la iniciativa con audacia. Se realizaron actos, se recurrió a los amigos. Profesores y alumnos del Liceo de Nueva Imperial me apoyaron de manera  emocionante.
Hubo un acto de despedida en el local del Comité Regional del Partido Comunista, ubicado en Temuco en la esquina de Bulnes con Miraflores. Marcia, miembros del Partido  y los compañeros  de las Juventudes Comunistas me fueron a despedir a la estación ferroviaria.

NAVEGANDO EN EL ATLÁNTICO

Después de permanecer dos días en la capital argentina, nos embarcamos en la motonave de esa nacionalidad llamada Yapeyú.
Durante 22 días surcamos el Atlántico, 11 de ellos viendo sólo mar y cielo. No perdimos el tiempo en el trayecto.  Nos dedicamos a preparar  nuestra participación en el Festival. Como buenos chilenos, improvisando todo a última hora.
El  14 de julio avistamos las luces de la costa  española. Al amanecer estábamos en el puerto de Vigo. Visitamos la ciudad.  En forma, no muy disimulada,  fuimos vigilados por agentes de la dictadura de Franco.
En la víspera del fin de nuestra travesía, realizamos una bella y emotiva fiesta de despedida, en que participamos los que viajábamos hacia Viena y los marineros del Yapeyú, la mayoría peronistas. Con ellos habíamos tejidos lazos de fraternal amistad en los atardeceres, en medio del océano, reunidos en la popa de la motonave, cantando tonadas, vidalitas y cuecas, conversando de nuestras vidas, mientras el mate amargo pasaba de boca en boca.

EN UN CASTILLO MEDIEVAL

El martes 16 de julio, llegamos  al gigantesco puerto alemán de Hamburgo, en el río Elba.
Los integrantes de la  delegación chilena habíamos sido  invitados a visitar la República Democrática Alemana. Nos dirigimos en tren hasta la hermosa región de Schwerin. El recibimiento  fue grandioso y muy fraternal. Permanecimos diez días en un hermoso castillo medieval (naturalmente modernizado en su interior), en medio de un lago, donde funcionaba  un campamento internacional de pioneros. Era de sueño.
       


UN ENCUENTRO INESPERADO

Desde Schwerin, fuimos llevados en buses en dirección noreste al cercano puerto de Rostock. Luego de pasar unas horas en esa ciudad, viajamos hacia el sur. Cruzamos la frontera con Checoslovaquia y llegamos a Praga, la bella. Allí almorzamos en grandes comedores. De pronto gritos, que se alzan sobre las conversaciones en la inmensa sala:

-          ¡Primocho! ¡Primocho!

Todas las miradas hacia el gritón, que se acercaba corriendo precisamente hacia nosotros. Al reconocerlo, casi me dio un ataque. Era mi primo Juanito Vargas Osorio. Abrazos para mí y todos los chilenos que estábamos en la mesa
En esa ciudad se incorporó a la delegación. Había  salido de Chile en 1957 formando parte de la delegación al VI Festival de la Juventud y los Estudiantes, realizado en Moscú.  Finalizado éste, después de viajar por la Unión Soviética, se estableció en la República Democrática Alemana. Había sido  designado  intérprete oficial de los chilenos, pues ya dominaba muy bien el idioma alemán, que es el que se habla en el país sede del VII Festival. Era hijo de mi tío Juan Vargas Puebla.

EN LA CAPITAL DE LA JUVENTUD DEL MUNDO

De nuevo en marcha. Pasamos la frontera de Austria para arribar a nuestro destino, Viena la ciudad de los bosques, los  valses y del Danubio.  Convertida  ahora en la capital de la juventud del mundo.
En Viena vivimos otros diez días  inolvidables. Desde el 25 de julio, cuando participamos en el gran acto inaugural en el Estadio Prater, hasta el  mitin de clausura, realizado el 4 de agosto de 1959 en la plaza Heldenplatz,  donde tuvimos  la oportunidad de escuchar, entre muchos otros artistas,  al cantante negro estadounidense Paul Robeson. El alrededor de cien delegados chilenos, junto a otros 18 mil jóvenes venidos de 112 países, es decir, de toda la tierra, participamos en desfiles, actos artísticos, encuentros entre delegaciones. Juanito, como todos lo llamábamos, se convirtió no sólo en un excelente intérprete, sino que en el alma, el conductor de los chilenos. Hizo de todo, organizaba y hasta subía al escenario a cantar cuando era necesario.
        



        La Heldenplatz (Plaza de los Héroes) de Viena, que estuvo colmada
        ese 4 de agosto de 1959

POR LA PAZ Y LA AMISTAD

En Viena, ciudad que durante diez días se transformó en la capital de la juventud el mundo,  nos encontramos con miles de jóvenes de todos los países de la tierra, nos abrazamos, cantamos, desfilamos, presenciamos maravillosos espectáculos. Allí hicimos el compromiso de entregar lo mejor de nosotros por la causa de la Paz y la Amistad entre todos los pueblos del planeta.
 En ese festival  percibí la fuerza de los jóvenes del mundo. Nos sentíamos hermanos, pasando por encima de todas las diferencias. Los idiomas distintos no fueron obstáculo para que nos entendiéramos.
Fue emocionante escuchar en diferentes lenguas  la canción que nos unía:

“Sobre el odio y la guerra
surge el canto de la humanidad
vibra toda la tierra
con este himno de fraternidad.

Juventudes del mundo
este canto fecundo surge potente
           se eleva ardiente
exigiendo libertad.

Estas voces nuestras no se apagarán
durarán, crecerán,
la mentira ya no nos traicionará
Juventud, Juventud.

La libertad
sobre el ancho mundo brillará.
este canto no se apagará jamás
Juventud, Juventud.

Destruyamos las fuerzas
que encadenan la felicidad
derrotemos la muerte
e impongamos eterna la paz…”