lunes, 10 de septiembre de 2018

SEPTIEMBRE 2018











Septiembre sigue siendo para mí, mes de fiestas, de victorias, de traiciones, de crímenes, de héroes, de sacrificio, de esperanzas, de historia y memoria viva; que en todo sus contenidos, aciertos y errores, enrumban necesariamente a compromisos para un futuro mejor.

Resalta  sobremanera  en   este  mes   la figura  de nuestro presidente Salvador Allende que un 4 de septiembre y por cuarta vez asumía la responsabilidad de ser el candidato a elegir para la presidencia de la republica con una coalición unitaria   de   partidos   y   organizaciones   políticas,   llamada   Unidad   Popular. Continuidad, si se quiere, de otras instancias y con el mismo protagonista, del Frente   del   Pueblo   y   del   Frente   de   Acción  Popular.   En   cada   uno   de   estos momentos históricos la candidatura de Salvador Allende era respaldada por un programa popular, antimperialista y antioligárquico, donde primaban medidas y acciones de justicia social, de bienestar y prosperidad para la mayoría de los chilenos, fundamentalmente para la clase trabajadora. Un programa que era la base de la unidad, resumen colectivo de años de lucha del movimiento social y popular del pueblo chileno.

Así resulta entonces que el 4 de septiembre de 1970, hace 48 años, el doctor Salvador  Allende   triunfaba  en   las  urnas   por  un   estrecho   margen,   contra   el candidato derechista Jorge Alessandri y Radomiro Tomic del partido demócrata cristiano.

Debemos   subrayar   que   el   triunfo     de   1970   y   el   proceso   revolucionario encabezado por Salvador Allende no hubieran sido posibles sin el desarrollo previo   de   un   poderoso   movimiento   popular,   fue   el   resultado   de   años   de empeños para construir una unidad de las fuerzas políticas de izquierda, de movimientos   sociales   y   organizaciones   progresistas,   pero   en   el   que   fue determinante la unidad comunista-socialista, fuerzas que representaban lo más aguerrido y consciente de la clase obrera chilena; y por supuesto la tenaz y consecuente presencia de Salvador Allende. Nosotros, los comunistas chilenos somos allendistas y hacemos nuestro el legado y mandato de su obra. Allende durante esos últimos 20 años ejerció un claro liderazgo, con una indoblegable consecuencia, siempre fiel a sus ideas, que lo llevó en más de una ocasión a discrepancias   en   su   partido.   Fue   un   constructor   de   movimientos   sociales. Siempre reiteraba que el cambio revolucionario es una necesidad para llevar adelante las demandas del movimiento social, del pueblo de Chile, y para ello era esencial una alianza política amplia.

Si revisamos la historia del Partido Comunista de Chile, se puede constatar la vocación  unitaria   de   nuestra   organización. La historia de nuestro  partido  es historia de grandes alianzas populares, amplias, para conseguir avanzar en la construcción de una sociedad profundamente democrática y justa para todo, dan fe de ello el Frente Popular, la Alianza Democrática, el Frente del Pueblo, el Frente de Acción Popular y la Unidad Popular, posteriormente después del 11 de septiembre se mantiene esa política, con el Frente Antifascista y otras instancias en la que participamos en tiempo de dictadura y en los gobiernos concertacionistas.

En ese andar, acompañamos a Salvador Allende, desde 1952, aun estábamos en la ilegalidad. Un Allende que no tenía el total apoyo de su partido, que en ese momento de dividió y una  parte   “populista” apoyó  a   Carlos  Ibáñez   del Campo que fue el electo. Allende alcanzó solo un cuarto lugar y último con unos 52 mil votos. Fue una campaña intensa y agotadora, recorrió todo el país, acompañado de nuestro camarada Elías Lafferte con el lema “El pueblo a la victoria con Allende”.   No   se   logró  la victoria, no era  probable ello,  pero  se sembró la semilla con las consignas de: Por el pan y la libertad, Por el trabajo y la salud, Por la paz y la cultura contra el imperialismo, Por la reforma agraria y la   industrialización   del   país,   Por   la   democracia,   contra   la   oligarquía   y   las dictaduras”   que   reflejaban   cuatro   pilares   fundamentales   en   su   programa: independencia   económica   y   comercio   exterior,   desarrollo   de   la   economía interna, una profunda reforma agraria y mejora de las condiciones de vida de las clases populares.

Esa semilla rindió fruto después de 4 septiembres y dio paso a la posibilidad más   real   de   llevar   adelante   ese   cambio   revolucionario   en   beneficio   de   la mayoría del pueblo chileno. La tarea no se vislumbraba fácil a la luz de los hechos que se fueron dando antes y después de ese 4 de septiembre. Asímismo decía nuestro presidente Allende en esa madrugada victoriosa  “si la victoria no era fácil, difícil será consolidar nuestro triunfo y construir la nueva sociedad, la nueva convivencia social, la nueva moral y la nueva patria”.

Realmente el gobierno  de Salvador Allende, que duró aproximadamente mil días, fue el periodo histórico más democrático de Chile, se llevaron adelante importantes transformaciones, como la nacionalización del cobre, una reforma agraria entre muchas otras cosas más. Todo esto naturalmente provocó desde sus   inicios   una   reacción   de   los   imperialistas,   de   transnacionales,   de   los intereses de las fuerzas oligárquicas nacionales, de los sectores de la derecha incluido algunos sectores de la democracia cristiana.

El triunfo, y sus perspectivas, llamó la atención a nivel internacional; tanto en el campo socialista y países progresistas como en el capitalista, Fue un hecho único, por primera vez ocurría que un socialista-marxista llegara al gobierno, no vamos a decir poder, por una vía electoral y se planteaba la construcción del socialismo   por   una   vía   no   armada,   tampoco  vamos   a   decir   violenta.  De   la primera parte concitó simpatía y solidaridad y la necesidad de estudiar y estar al tanto de tal proceso. De la segunda parte, por el contrario, percibieron un peligro; era peligroso tal proyecto que se iniciaba. Mucho antes de ese 4 de septiembre  Allende estaba en la  mira de  los  “vigilantes” del imperialismo, y comenzaron   a   llevar   a   la   práctica   con   mayor   descaro   los   planes   para obstaculizar   el   camino   del   gobierno   de   la   Unidad   Popular.   Es   conocido   el  desabastecimiento,   el   boicot   bancario   y   fuga   de   dinero.   Los   atentados   y sabotajes terroristas,  la  guerra   mediática y   psicológica y  la  violencia  fueron provocados por las organizaciones de derecha financiadas por multinacionales norteamericanas, además del propio gobierno de los EEUU de Norteamérica, con sus instituciones, la CIA, FBI, Pentágono y otras que también propiciaron la creación de comandos paramilitares, como el Patria y Libertad y el Comando Rolando Matus. Todo esto con el fin de justificar una intervención de la Fuerzas Armadas. Resaltan entre las manifestaciones reaccionarias, la marcha de las cacerolas en diciembre de 1971, una marcha violenta y agresiva, el paro de los camioneros en octubre de 1972, huelga de los mineros de El Teniente por demandas   salariales.   Asesinatos   del   Gral.   Schneider,   del   exministro   Perez Zujovic,   del   Edecán   Naval   de   Allende   el   Comandante   Arturo   Araya, acusaciones al presidente Allende y algunos ministros por parte de la cámara de Diputados por conducta permanente de violación constitucional, el Tancaso y muchas otras más.

A todo esto, lamentablemente, se suman los problemas de la unidad dentro de la   Unidad  Popular.   Todo   marchó   bien  hasta   que   empezaron   las   críticas   al programa,  la  dispersión   de  las  fuerzas   políticas,  sectarismo,  intenciones  de acelerar el proceso, tomas de   fundos,   pequeñas  empresas que no estaban previsto en el programa, hecho que hizo distanciar importantes sectores de la clase   media.   Equivocada   identificación   o   comprensión   de   donde   estaba   el enemigo principal.

Mucho   más   significativo   fue   que   realmente   el   pueblo,   los   trabajadores,  los campesinos   y   otros   sectores   que   heroicamente   se   empeñaban   en   llevar adelante el Programa Popular, llenos en la solución de los graves problemas, no vislumbró una forma real y concreta de defender el Gobierno, de defender las   conquistas.   Allende  tenía   mucha   confianza   en   el  papel   constitucional  y democrático de las Fuerzas Armadas y es una conclusión valedera decir que independientemente  de  todas   las   acciones  de   los   detractores   del  Gobierno Popular y de Salvador Allende, nacionales e internacionales, los partidos y el movimiento popular chileno no se prepararon para defender sus conquistas. Claro que hubo algo; pero no determinante, no significativo, recursos mínimos que   hubiesen   terminado   en   una   brutal,   sangrienta   e   innecesaria   mattanza cuando efectivamente   se  dió  el  Golpe  de  Estado, cívico  y  militar,  el 11   de septiembre de 1973, con sus nefastas consecuencias bien conocidas. Hace 45 años.

Todo   esto,   a   la   luz   de   las   experiencias   más   actuales   dentro   de   nuestro continente latinoamericano hacen más comprensible los hechos ocurridos en Chile, durante el gobierno popular, el 11 de septiembre y durante la dictadura y nos  hace valorar   altamente   el  ejemplo y   el   mandato  de   nuestro  presidente Salvador  Allende.  Un  sólido  mandato  ético,  de  consecuencia  y  lealtad  a   la palabra empeñada al pueblo chileno, y también un mandato de unidad que siempre   esgrimió   como   esencial   para   llevar   adelante   los   cambios revolucionarios.   Hoy   más   que   nunca   su   ejemplo,   su   pensamiento,   las experiencias  de   su   gobierno,  incluido  sus  deficiencias   y  errores,   es  valioso instrumento para enfrentar la compleja situación en que se haya nuestra región, para enfrentar al “gigante de las siete leguas” que nos está ganando la batalla con renovadas y recicladas maniobras intervencionistas, mediaticas, con golpes judiciales, con golpes parlamentarios y con amenazas guerreristas.

Haciendo   nuestra   las   reflexiones   y   conclusiones   del   último   encuentro   de partidos y organizaciones políticas de izquierda, el Foro de Sao Paulo, se hace necesariamente   imperativa   la   unidad   ante   la   ofensiva   de   la   derecha   en   la región. Unidad de acción de nuestros pueblos, unidad de acción en nuestras propias realidades.

En lo particular, en Chile, tenemos nuevamente un gobierno de empresarios, de   derecha  que  naturalmente  se   ordena   en  la   política   del  gobierno   de   los Estados Unidos de Norteamérica y eso fue resultado de una izquierda dividida. Por todo ello y con la memoria viva de nuestro Presidente Allende tenemos fe en   que   se   superen   las   divergencias,   las   incomprensiones   entre   nuestras fuerzas   de   izquierdas,   partidos   políticos,   movimientos   sociales   y   todas   la organizaciones   democráticas   y   antineoliberales   y   logremos   una   unidad opositora   al   gobierno   derechista   para   defender   los   logros   alcanzados,   en educación,  en   derechos  humanos, en seguridad  social,  en  derechos  de   las mujeres,   en   el   proceso   de   una   nueva   constitución,   en   fin   para   detener   su arremetida neoliberal.

La   heroica  batalla  que   libró   nuestro  presidente   Allende  en  la  Moneda,   nos conmina inevitablemente a continuar lo que inició. Su gobierno, el desarrollo y cumplimiento de su programa, sus ideas, no se acabaron, se interrumpieron y es inexcusable hacerlo, pero hacerlo mejor. Con inteligencia, con una cultura nueva,   surgirán   nuevos   héroes,   hombres   nuevos,   que   como   aquellos   que trabajaron junto a él, que se sintieron protagonistas de su propia historia, que se   sintieron  dignos   de   su   condición obrera,   campesina  o   intelectual,  y   que estaban convencidos que estaban haciendo historia y futuro, serán capaces de romper los candados que impiden seguir por esas grandes alamedas que les ofrendó el Compañero Presidente.

Septiembre, septiembre sigue siendo también el mes de Salvador Allende.

Dr. Alex Soza Orellana

Partido Comunista de Chile en Cuba

Miembro del Secretariado de la OSPAAAL

La Habana. 7 de septiembre del 2018