lunes, 10 de septiembre de 2018

¡A 45 años del golpe de Estado, Allende vive en Chile y el mundo!








Hablar de Salvador Allende es hablar de una particularidad de la historia. Es hablar de un líder carismático, de esos que la historia nos ofrece solo cada cierto tiempo.

Él encarnó el ideal de un proyecto emancipador y transformador de la sociedad chilena; y en tan solo 1000 días, hizo más que todos los presidentes de la historia republicana chilena juntos: aceleración de la reforma agraria, nacionalización del cobre y de las áreas claves de la economía; las que permitirían emprender profundas reformas para terminar la injusticia social y romper con el subdesarrollo, el neocolonialismo y el feudalismo en Chile.

Se trató de un proyecto respetuoso de las condiciones históricas, sociopolíticas y culturales de Chile cuya mayor particularidad, consistía en respetar las reglas del juego democrático y exigía a sus adversarios y enemigos hacer lo mismo. Se trata de una experiencia inédita en la historia política de la humanidad pues hasta ese momento, no existía ningún presidente socialista que hubiese accedido al gobierno por la vía electoral; ni tampoco existía un modelo histórico que indicara el camino de una transición pacífica, institucional y democrática hacia el socialismo.

Ciertamente, la gran estatura política de Salvador Allende trasciende su época: no solo por su titánica obra sino también, por su anhelo de conjugar democracia y socialismo; y sobre todo, por su ejemplo digno y valeroso de morir defendiendo sus ideales.

Ya han pasado 45 años del "sueño truncado" de Allende y mucho se ha teorizado sobre cuales habrían sido los caminos pertinentes y las condiciones necesarias para hacer posible la "vía chilena al socialismo". Lo cierto es que cualquiera que sea la vía elegida (democrática o insurreccional), los poderosos y el imperialismo no perdonan: la guerra económica, el sabotaje, el bloqueo, la sedición, la incitación a la ruptura del pacto cívico-militar, la provocación del odio y la violencia; han sido, son y serán los ingredientes de la contrarevolución popular y muchas lecciones se pueden sacar de los 1000 días de la Unidad Popular.

Fue así como la dictadura económica, cultural e ideológica del neoliberalismo nos fue impuesta - a "sangre y fuego" - por los mismos que hoy, pretenden consagrar la impunidad en nuestro país y otorgan la libertad a reos inculpados de violaciones a los derechos humanos durante la larga noche fascista. Mientras los detenidos-desaparecidos, los ejecutados, los torturados, los perseguidos, los exiliados aún esperan verdad y justicia de parte de un Estado inoperante y vulnerador de los derechos fundamentales de sus ciudadanos.

En ese sentido, la organización de una Asamblea Constituyente sigue siendo un objetivo fundamental para cambiar la matriz económica e ideológica que rige en Chile y que es fuente de injusticias sociales abismantes entre los chilenos. Sin embargo, nos regocijamos de ver que hoy en día, el pensamiento de Salvador Allende y las lecciones de su gobierno inspiran otros proyectos de cambio social en nuestro continente. Proyectos que enfrentan la misma agresividad que experimentó el gobierno de la Unidad Popular. Por ello, exigimos respeto a los países bolivarianos y las decisiones soberanas de los pueblos que han decidido transitar por fuera de la hegemonía neoliberal tras haber experimentado - en carne propia - sus nefastas consecuencias.

En ese sentido, Salvador Allende fue también un clarividente de la proyección histórica y ya en 1972, ante la Asamblea de Naciones Unidas afirmaba: "estamos ante un verdadero conflicto frontal entre las grandes corporaciones transnacionales y los Estados. Estos aparecen interferidos en sus decisiones fundamentales - políticas, económicas y militares - por organizaciones globales que no dependen de ningún Estado y que en la suma de sus actividades no responden ni están fiscalizadas por ningún Parlamento, por ninguna institución representativa del interés colectivo. En una palabra, es toda la estructura política del mundo la que está siendo socavada. [...] Pero, las grandes empresas transnacionales no sólo atentan contra los intereses genuinos de los países en desarrollo, sino que su acción avasalladora e incontrolada se da también en los países industrializados, donde se asientan. [...] Es nuestra confianza en nosotros lo que incrementa nuestra fe en los grandes valores de la humanidad, en la certeza de que esos valores tendrán que prevalecer. ¡No podrán ser destruidos!"

Y no han sido destruidos.

Su pensamiento y ejemplo, ¡Viven en la lucha de los pueblos del mundo, viven en la organización popular, viven en las asociaciones que conforman esta Red y viven en cada uno de nosotros!.

¡Un abrazo allendista a cada uno de ustedes, queridos compañeros!

Comité Coordinador: Simón Ortega (Bélgica), Karina Francis (Suecia), Patricia León (Bélgica), Inés Pemjeam (Francia), Orlando Mardones (Alemania), Víctor Sáez (Alemania), Fernando Llagaría (España)

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