Ocurrió el 11 de septiembre de 1973. El imperialismo
y la reacción criolla emplearon la forma
más violenta y cruel de golpe de estado, un golpe fascista. El violento asalto
del gobierno; la destrucción de toda forma
de democracia, el exterminio físico de los revolucionarios, comenzando
por el heroico compañero Presidente. Esto
con el objetivo de paralizar por
el terror al pueblo. Un ejemplo concreto de ello, fue el bombardeo de La Moneda. Inútil
desde un punto de vista militar, pero efectivo para infundir el miedo a la
población.
El
golpe fue la respuesta de la burguesía más reaccionaria a los avances logrados
por el movimiento obrero. No fue sólo la “inspiración” de un grupo de milicos
antipatriotas y traidores. Fue la respuesta a los avances alcanzados por un
poderoso movimiento obrero, creado por Luis Emilio Recabarren en la segunda
década del siglo XX, cuya conquista más importante hasta ahora, ha sido el
Gobierno Popular. Respuesta contrarrevolucionaria llevada a cabo por parte de la burguesía chilena,
de sus partidos, como el Partido Nacional (los actuales UDI), la Democracia Cristiana
y otros grupúsculos. Pero, lo determinante fue la acción de la burguesía más poderosa y reaccionaria
del mundo, el imperialismo estadounidense. Ella encabezó la conjura contra el
Gobierno de Allende. Fue su reacción ante la fuerza que el ejemplo chileno
ejercía en los pueblos del mundo y en especial de América Latina.
Por
eso se unieron en una “santa alianza” Nixon, Kissinger, la ITT , la Pepsicola , la Anaconda , la Kennecott , Frei
Montalva, Patricio Aylwin, Onofre Jarpa, Sergio Diez, Francisco Bulnes. Pedro
Ibáñez, Jaime Guzmán, El Mercurio, La Tercera y otros medios de comunicación. Todos
representantes de los intereses del imperialismo, los latifundistas y la
burguesía monopolista criolla.
El
golpe del 11 de septiembre de 1973 fue
un golpe fascista.
Fascista
por la violencia física y sicológica que se empleó, y porque su objetivo no era
reemplazar a un gobierno por otro, sino cambiar de raíz el proyecto
revolucionario y popular impulsado por la Unidad Popular , por
otro contrarrevolucionario, que impuso a sangre y fuego el neoloberalismo, el
capitalismo más salvaje. Para lograrlo emplearon el terrorismo de estado,
perpetrando el genocidio del pueblo chileno. Primero empleó la represión masiva, después creó organismos
para detener, torturar, hacer desaparecer y asesinar en forma selectiva. Entre estos estaban la DINA , CNI, el Comando
Conjunto, etc. Fueron miles las víctimas de la violencia fascista.
La
base teórica de esos crímenes fue la Doctrina de la Seguridad Nacional :
la de guerra de exterminio contra el enemigo interno.
Su
objetivo era cambiar a Chile en todos sus aspectos. Y, desgraciadamente, en 17
años lo lograron.
EL GOLPE FASCISTA EN
DESARROLLO
Recuerda
Carlos Toro: “Alrededor de las 5,30 horas sonó el teléfono. Atendí. Me llamaban
los compañeros ferroviarios de Valparaíso para informara que: ‘la escuadra
había regresado en la madrugada a Valparaíso y que en ese momento la marinería
se estaba tomando las instalaciones ferroviarias del puerto’. Con esta nueva
noticia, llamé inmediatamente a Tomás Moro. Me atendió Joan Garcés. Mira, le
dije, se está dando un conato subversivo de la marina en Valparaíso.
Tengo
la impresión que fue la primera alerta que él llevó al Presidente. Aunque no
estoy seguro de ello. También pudo recibirla por otros conductos.
En
seguida llamé a Mario Zamorano y le relaté los hechos y me respondió: ‘yo me
voy a encargar de avisarle a los
miembros de la
Comisión Política , para que se dirijan de inmediato al local
del Partido en calle Vergara. Nos vemos allá’.” (Calos Toro: Memorias…” página
81)
A
las 6,20 de la mañana del 11 de septiembre de 1973, el presidente Allende
recibió un llamado telefónico en su residencia de Tomás Moro. Se trasladó a La Moneda. A las 8,30 las
tropas golpistas se apoderaron de las calles de la capital.
“Poco
después de las nueve de la mañana –relata Carlos Toro-, Mario Zamorano recibió
una llamada telefónica del compañero Oscar Ramos, Intendente de Llanquihue. Lo
único que alcanzó a decir fue: ‘en estos momentos oficiales de la Fuerza Aérea están
ingresando a mi despacho. Me van a detener’. La comunicación se interrumpió
bruscamente”. (Carlos Toro: Memorias…”, página 84)
Los
fascistas instaron a rendirse al Presidente.
Les respondió: “Como
generales traidores que son no conocen a los hombres de honor”.
Numerosos
ministros, hombres de gobierno, dirigentes de la UP , sus hijas Beatriz e Isabel, llegaron a
reunirse con Allende. Éste ordenó salir
a las mujeres y a los hombres que no tienen armas: “Vivos serán más muy útiles
para la lucha revolucionaria”.
A
las 9,15 se inició el ataque contra La Moneda , defendida apenas por menos de 40
combatientes. Los asaltantes del poder embistieron con infantería, blindados,
artillería. A las 12 horas, aviones rasantes bombardearon el Palacio de
Gobierno.
Allende
se dirigió al pueblo en cuatro oportunidades por radio. En su último discurso
transmitido por Radio Magallanes del Partido Comunista, dijo: “… La historia no se detiene ni con represión ni
con el crimen. Esta es una etapa que
será superada, éste es un momento duro y difícil.”
“Ante
estos hechos sólo me cabe decirle a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar!
Colocado en un tránsito histórico pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y
les digo que tengo la certeza que la semilla que entregáramos a la conciencia
digna de miles y miles de chilenos no podrá ser cegada definitivamente. Tienen
la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni
con el crimen, ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los
pueblos”.
“¡Trabajadores
de mi patria! Tengo fe en Chile y en su destino. Superarán otros hombres este
momento gris y amargo, donde la traición pretende imponerse.
Sigan
ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, abrirán las grandes
alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.
¡Viva
Chile, viva el pueblo, vivan los trabajadores!
Estas
son mis últimas palabras, teniendo la certeza que mi sacrificio no será en
vano.
Tengo
la certeza que por lo menos, habrá una sanción moral que castigará la felonía,
la cobardía y la traición.
Seguramente
Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz no llegará a
ustedes. No importa. Me seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes, por lo
menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal con la patria…”
UNA HEROICA MUCHACHA
COMUNISTA
Durante
el Gobierno Popular se entregó a Marta
Silva Aravena, dirigente de las Juventudes Comunistas, la tarea de trabajar con
el compañero Daniel Vergara, Subsecretario del Interior. El día del golpe de
Estado permaneció en La Moneda
con el equipo del Presidente Salvador Allende, hasta que éste hizo abandonar el
Palacio de Gobierno quienes permanecían en él. Herida, fue llevada por los
militares a la Posta
Central. Desde ahí la sacó un compañero trabajador. Pasó a la
clandestinidad hasta que pudo salir al exilio. (Ver: “El Siglo”, 28 de julio de
2017, página 18)
COMUNISTAS PASAN A LA CLANDESTINIDAD
Mientras
los fascistas se tomaban Santiago y el resto del país, los comunistas pasaban a
la clandestinidad.
David
Canales Úbeda, entonces con 29 años de edad, era uno de los principales
miembros de la Seguridad
del Partido, relató en una entrevista para el libro “Operación Extermino” que
cerca de las tres de la madrugada del martes 11 de septiembre lo pasó a buscar
Carlos Toro. Ya se conocía la noticia que la marina se había alzado y ocupaba
Valparaíso y otros puertos. Se dirigieron a la sede de Teatinos 416, donde
sacaron o quemaron todos los documentos. Ese local fue cerrado definitivamente.
Después fueron al local del Comité Regional Capital, ubicado en calle Vergara.
Allí se reunió la
Comisión Política con todos los miembros del CR Capital, cuyo
secretario político era Jorge Muñoz Pontays. Se traspasó el mando del Partido a
la dirección clandestina.
En
ese mismo local tuvo lugar un encuentro de los secretarios políticos de los
comités regionales de Santiago y algunos de provincias que, por distintas
razones, se encontraban en la capital.
David
Canales relató: “Se pusieron de acuerdo
en ciertos detalles y salieron a cumplir lo que había que hacer. La mayoría de
ellos eran viejos dirigentes del Partido, que habían trabajado en el aparato
interno durante muchos años. Me refiero a Víctor Díaz, Oscar Riquelme, Mario
Zamorano, Rafael Cortez y Américo Zorrilla, entre otros. Eran reconocidos
líderes del Partido y conocedores de la antigua clandestinidad. Luego venía un
grupo más joven pero muy capaz. Ahí estaban Jorge Muñoz, José Weibel y Mario
Navarro, el mejor y más joven de los que dirigían el área sindical” (David
Canales Úbeda: Entrevista efectuada en 2015, en “Operación Exterminio” de
Carmen Hertz, Apolonia Ramírez y Manuel Salazar, página 47)
En
esa reunión intervino Luis Corvalán. Dijo entre otros conceptos:
“Nosotros
no estamos más que cumpliendo las instrucciones que nos dio la Comisión Política.
Vamos a tratar de salvar a esta parte de la Dirección dejándole
fuera del equipo clandestino… No somos capaces de resistir a las Fuerzas Armadas
unificadas y en plan de guerra. Debemos
desplegarnos ordenadamente para salvar a
la organización de la pérdida y de todas las acciones.
REUNIÓN IMPORTANTE
Oscar
Riquelme era a la fecha el Encargado
Militar y de Seguridad del Partido. En su hogar, ubicado en calle Santiaguillo,
muy cerca de avenida Matta, tuvo lugar una importante reunión. Participaron en
ella, Víctor Díaz, Mario Zamorano, Rafael Cortez, Jorge Muñoz, Mario Navarro,
Américo Zorrilla José Weibel y David Canales. Habló Víctor Díaz: “…De aquí en
adelante la vida va a cambiar. Tenemos que aprender a adaptarnos a las nuevas
condiciones. Tenemos que ser muy rigurosos en el cuidado colectivo y ceñirnos a
las reglas que hemos pensado y repensado. Vamos a vivir de manera sencilla para
pasar desapercibidos”:
David
Canales relata: “Tras abrazarse, estrecharse las manos y algunos palmazos en
las espaldas, comenzaron a salir. Yo me paré en el pasillo y los fui revisando
uno por uno. Les saqué todo: fotografías, carnets, billeteras, libras, papeles sueltos y toda
identificación o referencia personal. Fue poco agradable. Me miraron hoscos.
Uno quería llevarse el carnet del partió como recuerdo, otro quería una foto de
su familia. Fui implacable, pero nadie protestó, sólo me miraron feo. Junté
todo, lo quemé y lo tiré por el desagüe. Abracé los últimos con la garganta
apretada. Nos marchamos a pie cada uno por una ruta distinta. Sólo don Víctor y
don Américo se retiraron en auto. Yo mismo me aseguré de que los vehículos que usamos para llegar
fuesen dejados por lejos del lugar”. (Ídem. Página 49)
(Del
libro por publicarse “Mario Zamorano, un héroe de nuestra época”, de Iván Ljubetic
Vargas y Tito Murillo Zamorano))