Editorial El Siglo, edición 1727 del 8 de agosto 2014
“Ganar por secretaría…”
Así es: ganar por secretaría lo que perdieron en las urnas. Tergiversando,
desinformando, calumniando, confundiendo… la derecha intenta “derrotar” a esos
millones de chilenos que la dejaron en extrema minoría –su 30%- en las elecciones
presidenciales que llevaron a La Moneda a la Nueva Mayoría encabezada por
Michelle Bachelet.
Posando de austeros republicanos, los pillines de siempre se hacen pasar
por defensores de “la clase media”, se conmueven ante “los sectores
vulnerables”, reclaman respeto y dignidad para los mismos profesores que desde
el fondo de sus almas desprecian y han maltratado desde siempre.
Los mismos en cuyos prontuarios hacen nata las páginas de complicidades –y
no sólo “pasivas”- con los crímenes de la dictadura, protestan hoy porque no
serían “escuchadas todas las opiniones”. Y es claro, en algo tienen razón: cómo
iban a oír las voces de la “disidencia”, si éstas estaban confinadas a los
campos de concentración, cuando no sepultadas en Lonquén u otras fosas clandestinas
repartidas a lo largo del territorio.
En educación, a ultranza por la “libertad de elección” del colegio por
parte de “los papás”… ¿Y si la “libre elección” se inclinara por alguno de los
colegios de donde proceden estos nuevos demócratas? ¡Ah!, entonces –realismo
impera- restringirse a “las ofertas” de “su” mercado: su región, su comuna, su
barrio, su población…
Fieles a la lógica de hierro del guzmanismo –el “rol subsidiario del
Estado”- quiebran lanzas por las concesiones, cualesquiera sean, y se ponen
ultra legalistas para defender la intangibilidad de los contratos entre Estado
y privados, por leoninos que hayan sido.
Cómplices de persecución, incluyendo asesinatos, de parlamentarios, hoy se
ruborizan ante la posibilidad de aumentar el número de los mismos que cesaron
en 1973.
Parafraseando el viejo refrán, donde ven un negocio… ponen la bala. Y con
la bala, su prensa, su lobby, su experticia corruptora.
Hábiles y realistas, sus probados barones aparentan abandonar la delantera
de los escenarios para dar paso a sus “rostros jóvenes”. Pero ya se los dijo en
su momento el destacado dirigente democratacristiano Renán Fuentalba:
“Liberales de hoy, conservadores de ayer, momios y fascistas de siempre”. ¿Significa
lo dicho que todos y cuantos reconozcan filas en esa derecha corrupta y
golpista son “aquello”…? Ciertamente, no. Ni siquiera algunas y algunos que
figuran hoy entre sus portavoces…
Parecería que cuesta un tantito ser ultra reaccionario. Que para ello se
requieren atributos que no circulan en abundancia ni siquiera en el estrecho
mercado de los privilegiados. Y mucho menos entre aquellos que alguien pudiera
calificar, un tanto insolentemente –habrá que reconocerlo- de “incautos”.
¿Reforma Tributaria?: que no toquen a “la clase media” ni al empleo…
¿Reforma Educacional?: libertad de elección y “ni un peso para los ricos”.
¿Reforma Electoral?: ni un diputado más y mantener el distritaje
pinochetista.
¿Reforma Laboral?: respeto a las leyes del mercado y libertad, libertad,
libertad…