Al cumplirse cinco años de su partida física, recordamos en el Boletín Rojo a uno de los mejores cuadros obreros con que ha contado el Partido Comunista de Chile y para ello les dejamos con un escrito del Historiador Iván Ljubetic Vargas.
Iván
Ljubetic Vargas, historiador del
Centro
de Extensión e Investigación
Luis
Emilio Recabarren, CEILER
El martes 25 de junio de 2019 dejó
de latir el generoso corazón de Samuel Segundo Riquelme Cruz, un dirigente
obrero del Partido Comunista de Chile.
Había nacido en Carampangue,
provincia de Arauco, el 10 de agosto de 1923.
Su padre, Samuel Riquelme Garrido, era minero de Lota; su madre,
Teodosia Cruz Gómez, campesina. Ambos se conocieron en Carampangue y se fueron
a vivir en Lota. Además de Samuel, tuvieron dos hijas y un hijo.
Samuel fue un autodidacta. Alcanzó
a estudiar solo hasta sexta preparatoria.
Trabajó en las minas unos pocos días, pues su padre le pidió que no
siguiera su senda laboral. Entonces comenzó a trabajar en la Construcción,
luego en la Compañía Chilena de Electricidad.
INGRESA A LAS JUVENTUDES
COMUNISTAS
Relata Samuel Riquelme: “Ingresé a
las Juventudes Comunistas en Lota en abril de 1938. En el año del triunfo del
Frente Popular con don Pedro Aguirre Cerda…
“Aquella era una juventud
totalmente obrera, de mineros. Seguíamos la tradición de Recabarren, que era
levantar, junto con la organización sindical, la prensa, el Partido y la
actividad artística, sobre todo el teatro. Así que en Lota también tuvimos
nuestro conjunto teatral. Una vez me tocó ser actor…
“Otra actividad que atraía a
muchos jóvenes en Lota era la banda de pitos y tambores, la mejor de todas las
bandas de guerra de las Juventudes Comunistas de esa época. Competía con San
Antonio que también tenía una banda poderosa…
“Llegamos a tener más de mil
militantes en la Juventud Comunista y de ellos, 200 uniformados, la Joven
Guardia. Se cantaban canciones revolucionarias, algunas muy antiguas, de los
tiempos de la pampa salitrera, pero sobre todo las canciones de la Guerra Civil
Española, como “Los cuatro generales”, “No hay quien pueda”, “El Quinto
Regimiento” y tantas más. También
canciones soviéticas, que llegaban traducidas por los españoles. Porque, otro
gran motivo del crecimiento y desarrollo de la Jota de esa época era la
solidaridad de los pueblos de América Latina, con los republicanos españoles y
con la Unión Soviética. Recorríamos los pabellones, los callejones, las poblaciones, Lota Bajo, con una canción
destinada a buscar recursos: “Una ayuda para España, traslalalá; por los niños
españoles, traslalá; por la madres españolas, traslalalá…” Con ese estribillo
recogíamos la ayuda. También se cantaba “Hijos del Pueblo” y sobre todo “La
Joven Guardia” y “La Internacional”. El uniforme llamaba la atención y atraía a
los jóvenes y a las niñas…
“En la Juventud Comunista de Lota
también se estudiaba. Había una escuela de capacitación política. Se hacían
cursos, se leían artículos de Lenin, folletos de Recabarren. A mí me mandaron a
Santiago a una de las primeras escuelas centrales de educación de esa época. Año
En 1942 se quedó en Santiago. A
poco llegar fue designado Secretario de Organización del Comité Regional
Santiago de las Juventudes Comunistas.
DE CÓMO CONOCIÓ A SU COMPAÑERA
Continúa relatando Samuel
Riquelme: “El Santiago se desarrollaban actividades como la elección de
abanderadas, lo que era parte de las campañas de finanzas. Ramona Parra y Flor Parra,
su hermana, trabajaban en el Laboratorio
Recalcine, donde la mayor parte del personal eran mujeres. Muchas, tal vez la
mayoría, eran de izquierda. La presidenta del sindicato era la Estela Rozas. Entonces
la Flor y la Ramona le dicen a la dirección de la Jota que sería bueno que
fuéramos a una asamblea sindical y expusiéramos allí la cosa de la campaña e
invitáramos al sindicato a participar y que se pudiera elegir no una, sino
varias abanderadas entre las trabajadoras de la empresa. Las abanderadas salían
con unos vestidos brillantes, de gala; eso era como la elección de reina de la
primavera.
La dirección me designó a mí para
que fuera a esa reunión… Las compañeras no tenían la posibilidad de llamarme
por teléfono para ponerse de acuerdo conmigo, pero la compañera Fresia Moreno,
muy amiga de las hermanas Parra, sí la tenía. Así es que ella me llamó al
trabajo y me dijo tal día va ser la asamblea del sindicato, en tal parte. Yo me
hice presente, expuse el tema de la campaña de las abanderadas y la invitación
a las trabajadoras del laboratorio a que participaran en esa campaña. Mi
intervención fue muy bien acogida; en el acto designaron a varias candidatas”
(Entrevista a Samuel Riquelme en José Miguel Varas, obra citada, páginas 99 y
100)
Cuenta Samuel Riquelme: “De esa
asamblea salieron varias candidatas a reina, al finalizar la reunión, invité a
Ramona, Flor y Fresia a dar cuenta al Comité Central de la JJCC, el resultado
de la Asamblea y luego la fui a dejar a la micro…siguieron los intercambios de
saludos y luego el pololeo.
Fueron 62 años de matrimonio,
tuvimos tres hijos, Pablo, Fresia Luzmila (este último nombre por una
combatiente soviética de la 2ª Guerra Mundial) y Bárbara.
Cuando nos casamos, compramos este
terreno en el que construí mi casa, lo adquirí en un loteo que hicieron el año
1946; estos terrenos primitivamente fueron viñedos. El sitio lo pagué en cuotas
de 1.000 pesos mensuales de la época (10.000 pesos en total) – Valor del pie
–La suma total del terreno de
DURANTE EL GOBIERNO DEL TRAIDOR
Recuerda Samuel Riquelme: “Con la
represión ya desatada, se llamó a una reunión del Comité Central del Partido. El
informante, Ricardo Fonseca, que era el secretario general desde 1946, analizó
la situación y advirtió: “Hay que prepararse para resistir. Vamos a constituir
dos direcciones: una clandestina y otra semi clandestina. En esta última
estarán los parlamentarios que todavía tenemos fuero y podemos hacer algo
legalmente. Vamos a dar la batalla abierta con las fuerzas y los aliados que
podamos para mantenernos en la legalidad”.
Se resuelve entonces que Daniel Palma pase de la Jota al trabajo
de la dirección clandestina del Partido. En esas condiciones me eligen
secretario general de las Juventudes
Comunistas de Chile y con eso, al mismo tiempo, paso a ser miembro del Comité
Central. (José Miguel Varas: “Los Tenaces”, páginas 108 y 109).
Durante el período que abarca
desde
En 1952 pasó al Partido Comunista,
del cual fue miembro del Comité Central, de la Comisión Política y de su
secretariado.
En el Gobierno Popular fue
Subdirector General de Investigaciones.
DE LA DETENCIÓN Y LAS TORTURAS:
1973
Relata Samuel Riquelme: “A mi
detuvieron en la Iglesia del Hospital. por el patio que daba al Hospital San
Borja, allí estaban unos compañeros esperándome y me indicaron una muralla que
teníamos que saltar hacia el patio de la embajada. Cuando fui detenido en la
Embajada Argentina, Le pedí al personal de la PDI que tuvieran consideración
con mi familia que son los comunistas.
Luego me llevaron a la Comisaría
de Carabineros que estaba en San Isidro, en ese lugar fue donde yo recibo las
primeras brutalidades de la policía de Pinochet.
Ahí me aplicaron corriente
eléctrica en casi todo el cuerpo, me metieron los electrodos de la corriente en
los oídos, en los parpados, en las sienes, en el pene.
En ese lugar de tortura llegó
Ramón Esquivel… ¿Quién es Ramón Esquivel? Yo lo conocí en la primera comisión
que designó el compañero Salvador Allende para investigar el asesinato del
Comandante Araya. Esquivel era oficial de Carabineros, era uno de los
representantes del aparato del Servicio de Inteligencia de Carabineros. Al
llegar a ese lugar, Esquivel me pide colaboración…Yo le digo: “¿Qué me pide
Usted?” Me dice: “Colaboración”. Yo respondo: “Ud. sabe que colaboración de mi
parte no va a tener”. Esquivel dice: “No va a colaborar, llévenlo a la tortura”
Ahí me aplicaron corriente y
golpes, haciendo las interrogaciones del caso, preguntando por el trabajo de
los comunistas en los cuerpos armados y ante mi respuesta: los torturadores me
decían: “Soy choro, “No querís
colaborar”, al final se cansaron de ponerme tanta corriente en el cuerpo y de
pegarme. Yo ante las preguntas y ante la brutalidad de los torturadores, yo
siempre me dirigía a Esquivel y le decía: “Así que Ud. Sr. Esquivel en estas
tareas”. Me decían: “Acá no está Esquivel”…Yo respondía: “Así que no está
Esquivel, Esquivel está aquí”. Me quitaron la ropa y estoy sentado en el
camarote de la celda y empiezo a sentir un dolor muy fuerte en el cerebro y me
encuentro con un hematoma muy grande, por la corriente que me colocaron. Ahí me
tuvieron un par de días, después de ahí me sacaron y yo al tiempo supe a través
de los oficiales, sobre todo por el General Sergio Poblete, de que me habían
llevado al Academia de Guerra de la Aviación (AGA). Ahí los interrogatorios
fueron más científicos y brutales. Recuerdo que me llevaban al lugar de
torturas aproximadamente a las 10 de la noche, a esa hora llegaban los
torturadores, no sólo a mí, sino a muchos compañeros. No me dejaban dormir, me
despertaban a culatazos y golpes. Yo le decía a los compañeros que dentro de
los electrodos de la corriente, hay algo insoportable para el que está
recibiendo el magnetaso, la vuelta de la manilla. Ahí yo recordaba los
sufrimientos de nuestras compañeras, cuando ponían en las tetillas que producía
un hormigueo en todo el cuerpo. Nunca manifesté que esa era la peor tortura
para que el enemigo no tuviera más antecedentes de ésta. En el AGA, estaba el
General Bachelet y muchos otros oficiales de la Aviación. Había uno que conocí
que cuando lo estaban torturando decía: “Por favor no me maten, tengo una hija
pequeña”, con un sentimiento tan grande que le expresaba a los torturadores. Después
conversando con Sergio Poblete, supe que él era sobrino de un compañero
comunista de Valparaíso, Ernesto Aiximena. Me tuvieron un tiempo largo ahí,
tres veces me sacaron para fusilarme, cuando me sacan definitivamente de allí,
el oficial dice: “este ya no va a hablar más, así que hay que fusilarlo”.
EN EL ESTADIO NACIONAL
“Aparezco una tarde en el estadio
Nacional, todo esto encapuchado, porque las vendas yo siempre lograba
sacármelas.
Se produce el alegato ante el que
me llevaba y el Jefe que estaba a cargo del Estadio Nacional. Yo no recibo a
este detenido en las condiciones que lo han traído, por lo tanto lo llevan a
Investigaciones.
Mis jefes dijeron que por nada
llevaran a este detenido a Investigaciones.
Al final decidieron que me quedaba
detenido en el Estadio Nacional. Al llevarme a los camarines, me meten a un
camarín solo, éste quedaba debajo de la marquesina. En esas condiciones estaba
muy bien porque me pasaron una colchoneta y una silla”. (Ana María Pinto Yáñez:
“Entrevista a Samuel Riquelme Cruz”, mayo de 2012)
“LAS ESCUADRAS MILITANTES”
La Dirección del Partido que
funcionaba en el Estadio estudió el asunto. Llamó a Luis Alberto Corvalán y le
encargó que él y otros militantes de las Juventudes Comunistas ingresaran como
miembros de las Escuadras de Servicio, para convertirlas en “batallones de la
Resistencia”.
Luego de inteligentes y largos
esfuerzos lo lograron. Entonces, en base a serie de triquiñuelas, buscaban la
forma de dar más alimentación a los prisioneros, por ejemplo, aumentando el
número del “personal retenido”. Se
superó así un grave problema, pues los carceleros entregaban menos raciones que
las necesarias. Ahora, alcanzaban para todos.
Una vez que se desplazó totalmente
al lumpen, las escuadras se transformaron en “escuadras militantes” de los
intereses de los prisioneros.
La importancia de ello se puso de
manifiesto en el caso del camarada Samuel Riquelme.
Relata Luis Alberto Corvalán: “Era
ya el mes de octubre. Cerca de las cuatro de la tarde y antes del reparto de
los diarios y familiares porotos, Manuel
Cabieses que venía de uno de sus
interrogatorios del Servicio de Inteligencia, me pasa el dato que en el baño
bajo la marquesina ha visto a Samuel
Riquelme… Me dice además que al parecer
lo tiene incomunicado y que está terriblemente
golpeado”
(Luis Alberto Corvalán: “Escribo
sobre el dolor y la esperanza de mis hermanos”, páginas 34-35)
La “Escuadra Militante” se puso en
actividad. Tras hábiles maniobras ubicaron la celda de incomunicación del
miembro del Comité Central. Llegaron a ella y le llevaron el aliento de sus
camaradas, alimentos y una frazada. Fue
una verdadera hazaña.
ASÍ LO RECORDABA SAMUEL RIQUELME
“Estando incomunicado, de alguna
manera abrí la puerta y me di cuenta que al frente estaban los servicios
higiénicos, donde iban los detenidos a hacer sus necesidades. Teniendo esa
puerta entreabierta, al primero que veo pasar es a Javier Francisco Neira,
periodista del Diario El Siglo, junto con él, fuimos militantes de la Jota en
Lota. Él no ubicó de donde salía el grito y siguió su camino. Después yo veo a
otro periodista, Cavieses, director de Punto Final, al final veo entrar a los
baños a Rolando Carrasco y ahí decido abrir la puerta de mi encierro y me
enfrento al guardia diciéndole: “tengo un dolor muy grande al estómago,
permítame ir al baño”, lo sorprendí al conscripto y me autorizó para ir al
baño….Le digo a Carrasco: “que me tienen aquí y que lo comunique al Partido”. Rolando
dice: “Samuel está aquí y está vivo”. Inmediatamente se empezaron a movilizar
los jóvenes, y llegó uno de ellos con un plato de comida y cómo yo no lo
conocía, y siempre tuve la preocupación de no tener vínculo con gente que yo no
conocía. Por lo tanto yo no comí, el compañero dio aviso de esto y los
compañeros que tenían a cargo “la carreta”, los que les daban la comida a los
presos. Ahí llegó Luis Alberto Corvalán hijo, quien me llevó comida. Ahí comí
un poquito y le digo que trate de comunicar al Partido que estén tranquilos,
que de mi boca no ha salido una palabra. Le hago también un petitorio, le pedí
que me consiguiera ropa interior y una chomba, una peineta y un espejo. Luis
Alberto comunicó esto y llegó con un paquete al día siguiente del petitorio,
además de unas frutas y unas vitaminas, las que me pidió que me las tomara. Cuando
llegué al estadio y encontrarme con tanta gente conocida y al darse cuenta que
yo estaba vivo, se produjo mucha alegría y me gritaban “Fuerza Samuel”, yo iba
muy mal con las heridas de los alambres. Vicente Sota, fue uno de los que me
manifestó su alegría de verme, pero el más efusivo fue Ernesto Araneda, quién
corriendo por las escalinatas del estadio, gritaba mi nombre y el Coronel
Espinoza, Jefe del Estadio Nacional, le grita: “Con ése, nadie puede hablar”. En
el Estadio Nacional me metieron con los narcotraficantes, con el Cabro Carrera
y Escarosce, argentino que tenía un campo con vacas lecheras, estaba también
Oscar Buzeta Letelier, dueño del Restaurant Nuria y un muchacho de apellido
Alliende. Para mí hay algo divertido, me llevan para instalarme en ese grupo y
en el trayecto me encuentro con muchos compañeros del PC. Se preocuparon de
porque me metían en ese grupo, entre ellos estaba Rodrigo Rojas, me advirtieron
que tuviera mucho cuidado. (Ana María Pino Yáñez: Entrevista a Samuel Riquelme
Cruz”, mayo de 2012)
El 10 de noviembre de 1973 fue
cerrado el Campo de Concentración del Estadio Nacional. Cerca de cinco mil
patriotas fueron repartidos por diversas cárceles, el Estadio Chile, la ex
oficina salitrera de Chacabuco, etc. Samuel Riquelme estuvo en Ritoque, Tres
Álamos. Finalmente fue expulsado de la patria. Pasó a vivir el exilio en la
República Democrática Alemana.
EN EL EXILIO
Relata Samuel Riquelme: “En Berlín
se pudo reunir la familia y organizar la vida. Vivíamos en un departamento que nos entregaron los camaradas
alemanes. Allí estuvimos juntos mi compañera Fresia, mis hijas Fresia Ludmila y
Bárbara. Mi hijo mayor, Pablo, nunca quiso salir de Chile. El departamento
estaba en el barrio de Lichtenberg, donde había varias otras familias chilenas.
Me hicieron muchos exámenes médicos en el hospital y tratamientos para las
heridas y secuelas de las torturas.
Pero para mí la mejor curación era
retomar la lucha, las tareas. Así que pronto los compañeros de la dirección me
encargaron viajar a diversos países, tomando con los coordinadores que había
organizado el Partido en todas partes donde había militantes exiliados. Se
trataba de coordinar las tareas de la solidaridad internacional, el trabajo con
los compañeros de otros partidos de la UP, los problemas que surgían entre nuestros
compañeros, que no eran pocos (los problemas), en fin ver la cuestión del
trabajo militar. En estas actividades viajé a más de 30 países…” (José Miguel
Varas: “Los Tenaces”, página 134)
UNA REUNIÓN EN EL EXILIO CON
SAMUEL RIQUELME
Debe haber sido (no recuerdo bien
la fecha) en 1980, cuando los comunistas exiliados en la República Federal
Alemana, realizamos en Fráncfort del Meno un acto con la presencia del
compañero Samuel Riquelme, que desde Berlín (República Democrática Alemana),
realizaba un gira por países de Europa Occidental. Fue emocionante verlo y escucharlo. No hacía
mucho había salido de las garras del fascismo, donde sufrió terribles torturas.
Y ahí estaba entregando un mensaje pleno
de pasión revolucionaria y de optimismo.
Finalizamos el encuentro cantando
a todo pulmón La Internacional.
LE IMPIDERON PARTICIPAR EN EL “XV”
CONGRESO
Ana María Pino le pide a Samuel
Riquelme que le dé su opinión sobre el Congreso clandestino efectuado en abril
de 1989. Le responde que no puede darla:
“Porque yo no estuve presente, ¿y
porque no estuve presente? No concordando con la opinión de que venir a Chile
era muy peligroso. Esa fue la opinión que se me entregó a mí, porque yo era de
la Dirección y me correspondía estar: “Me dijeron que si me había salvado, si
me encontraban podían tomarme”. Yo no concuerdo con esa opinión, me quedo con
ese dolor. No concordé, y no puedo concordar con que mi asistencia al Congreso,
ponía mi vida en peligro si asistía. Para mí hay un hecho, y ese hecho esta en
relación con que no asisto al congreso, y el hecho de no asistir, se puede
pensar que yo no quise venir desde el exilio a las deliberaciones del Congreso.
El Congreso eligió un nuevo Comité Central, hay varios que éramos miembros del
CC y quedamos afuera de éste. ¿Cuáles eran las razones? En el caso mío y a
sabiendas de otros compañeros, nunca se nos dijo cuales eran los motivos y que
pienso deben ser muy grandes para no haber continuado siendo miembro de la
Dirección”. (Ana María Pino Yáñez: “Entrevista a Samuel Riquelme Cruz”, mayo de
2012)
RETORNO A LA PATRIA
Samuel Riquelme recordaba:
“Salimos de Berlín el 8 de mayo de
1990 con destino a Santiago. En cuanto
regresé traté de tomar contacto con el Partido. Nadie me preguntó nunca nada
sobre lo que me había pasado desde mi detención ni sobre mi trabajo durante los
años del exilio. Volodia habló conmigo una vez y me dijo; “Me saco el sombrero
ante usted”. Como yo insistí para que se
me diera alguna tarea, me dijeron que hablara con don Américo Zorrilla, quién
estaba en el trabajo de recolección de firmas para obtener le legalización del
Partido ante el Registro Electoral, después de todos los años de
proscripción bajo la dictadura. Zorrilla
me dijo que me trasladara para esto a la comuna de Cerro Navia, que es donde
vivo desde hace años. Me presenté ante el Comité Local respectivo: no me dieron
pelota.
“Pronto me di cuenta de que varios
de los que estaban aquí en puestos directivos pensaban que los que veníamos de
afuera teníamos la intención de quitarles sus cargos. Y así actuaban. Estaban
resueltos a apoderarse de la dirección y
a excluir a todos los que no formaban parte de su grupo. Al XV Congreso no fui
invitado “por razones de seguridad”. Yo había propuesto un tiempo antes venirme
de Berlín y entrar clandestinamente al país. Me respondieron: “No, te van a
liquidar”. Cosas parecidas dijeron para impedir que participaran en el Congreso
Orlando Millas, Rodrigo Rojas, Jorge Montes y otros. De la Comisión Política
anterior, solo quedaron Corvalán, Gladys Marín y Volodia.
“Cuando llegué, a nadie del Partido se le ocurrió preguntarme: ¡Y de
qué va a vivir aquí? Comprendí que debía rascarme con mis propias uñas”. (José
Miguel Varas: “Los tenaces”, página 137)
UNA IMPORTANTE FUENTE
Muchas veces conversé con Samuel. Sus
opiniones eran muy acertadas. Decía al pan pan, al vino vino. Tenía un
acentuado y justo espíritu crítico, eso
sí, sin resentimiento. Aunque no siempre se lo dije, coincidía con sus
apreciaciones.
Al trabajar en mis libros y
artículos muchas veces recurrí a Samuel Riquelme, quien siempre me ayudó
entregándome valiosas informaciones. Tenía una excelente memoria.
Me resultaba de gran interés
conocer la opinión de Samuel sobre Fernando Ortiz, con quien trabajó en la
Comisión Ejecutiva del Comité Central de las JJ CC desde 1947. Me dijo lo
siguiente el 1 de septiembre de 1992:
“Fernando era un dirigente de gran
calidad. Entre sus excelentes cualidades estaba la de saber escuchar. Escuchaba
mucho, sobre todo a los cuadros obreros. Siendo dirigente estudiantil llamaba
siempre la atención sobre la necesidad de unir a los estudiantes con los
jóvenes obreros. Fue él quien llevó al seno de la FECH la discusión sobre la
urgencia de vincularse al movimiento obrero. Yo pienso que esas grandes
protestas de agosto de 1949, esa unidad de acción que se produjo en las calles
entre estudiantes y obreros, tuvieron no poco que ver con los esfuerzos
desplegados por Fernando en ese aspecto.
Otra cualidad de Fernando fue entender cabalmente la importancia del trabajo
de alianza con otras fuerzas de izquierda, superando concepciones sectarias que
existían en algunos dirigentes estudiantiles comunistas. Con su visión política
contribuyó a forjar la unidad con socialistas y radicales, lo que posibilitó la
victoria de 1950 en la FECH”
Un tema que me preocupó
profundamente fue el del reinosismo y el papel jugado por Fernando Ortiz en él.
En esa misma conversación, Samuel evocó así esa situación:
“En esos momentos críticos,
Fernando muestra otras de sus sobresalientes cualidades: su modestia, su
profundo amor al Partido, la capacidad de utilizar certeramente la crítica y en
especial, lo que es mucho más difícil, practicar la autocrítica, reconocer los
errores cometidos. Cuando Fernando se da cuenta que ha estado siendo utilizado
contra el Partido se siente muy afectado y me dice: ‘aquí se nos ha querido
meter en una cosa antipartido y esto no se puede aceptar’. Con honestidad reconoce su equivocación y sin
vacilar adopta la posición correcta. Con ello contribuye al fracaso de los
planes de Reinoso. La Jota se mantiene fiel al Partido. No se divide. Sólo un
puñado continúa con las posiciones reinosistas. Así se supera la crisis en las
Juventudes Comunistas”.
SOCIO HONORARIO DEL CEILER
Al fundarse el Centro de Extensión
e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER, el 6 de julio de
NUESTRO ÚLTIMO ENCUENTRO
La última vez que vi y abracé al
querido compañero Samuel Riquelme fue el sábado 27 de octubre de 2018 en el
Teatro Novedades de Santiago. Ese día ambos, junto a otros 30 compañeros,
tuvimos el honor de recibir la Medalla Luis Emilio Recabarren, la más alta
distinción que otorga el Partido Comunista de Chile a sus militantes.
COMUNISTA HASTA SU MUERTE
Samuel Riquelme vivió sus últimos
años en Cerro Navia, Santiago, en una casa que el mismo había construido en
1968, con ayuda de su padre y algunos compañeros de la Construcción. Allí vivía
con Fresia, su compañera de 63 años, su hija Bárbara y su nieto Luciano
Lautaro.
Su compañera Fresia falleció el 17
de octubre de 2010, después de una larga enfermedad.
Aceptó los duros golpes que
recibió en su vida de combatiente. Los que más le dolieron fueron los
propinados por sus propios compañeros. Asimiló con firmeza tantas injusticias
recibidas. Nada lo desvió de su camino revolucionario. Fue consecuente comunista hasta su
muerte.