domingo, 30 de junio de 2024

NICOMEDES GUZMÁN: UN OBRERO NARRADOR DE LA CLASE TRABAJADORA

 



El día 25 de Junio recién pasado, el escritor proletario Nicómedes Guzmán, cumplió 110 años de su natalicio y para recordar parte de su vida, es que les dejamos este escrito del Historiador Iván Ljubetic Vargas. 

Boletín Rojo

 


En su 110° natalicio:

 

                         

                                                                Iván Ljubetic Vargas, historiador del

                                                                Centro de Extensión e Investigación

                                                                Luis Emilio Recabarren, CEILER

 

 

 


Cuando conversé con mi tío Juan Vargas Puebla, el 10 de enero de 1991, en su segunda venida a Chile desde México donde estaba exiliado,  me entregó importantes testimonios. Se refirió  a hechos y personajes. Entre estos,  me habló con enorme cariño, de  su amigo y compañero,  Nicomedes Guzmán, el escritor proletario con quien tenía interminables conversaciones  en torno a un botellón  en un bar, allá por San Pablo abajo. Recordaba, por ejemplo, que cuando fue candidato a diputado por el Partido Comunista en 1945, su amigo Nicomedes le había dedicado hermosas palabras en “El Siglo”.

Efectivamente. Al revisar “El Siglo” del domingo 4 de febrero de 1945, encontré en su  página 2,  un artículo de Nicomedes Guzmán titulado "Un Obrero al Parlamento: Juan Vargas Puebla", que en su parte final señala:

 

"Para su dignificación y para su honra, y para honra y dignificación ciudadana, esta institución democrática que se llama Parlamento, precisa de hombres como Vargas Puebla, forjados en la lucha por la realización de las grandes esperanzas populares.  Los momentos cruentos que vive la nacionalidad, la realidad social nuestra, en vísperas de abocarse al gran período social de la posguerra, necesitan de la equidad, la serenidad y normalidad que sabrán proporcionarle los legisladores más expertos en la lucha por los altos postulados del pueblo.

Vargas Puebla debe ir al Parlamento, porque es un genuino hijo del pueblo, y    porque lo sabrá representar como corresponde a su fe en el triunfo de los anhelos colectivos..."

 

NACE EN EL SENO DE UNA FAMILIA PROLETARIA

Oscar Nicomedes Vásquez Guzmán, nació en Santiago el 25 de junio de 1914. Hijo de Nicomedes Vásquez Arzola y Rosa Guzmán Acevedo.  Su padre desempeñó varios oficios, entre los que se cuenta el de maquinista tranviario y ocasionalmente heladero ambulante; su madre, por otro lado, dueña de casa, suplementaba el ingreso familiar con eventuales trabajos como empleada doméstica.

En su obra “Los hombres oscuros”  reivindica su origen proletario dedicando esta novela:

A MI PADRE heladero ambulante

A MI MADRE obrera doméstica

Adoptó el nombre de Nicomedes Guzmán para firmar sus obras.

 

EN LA POBLACIÓN EL POLÍGONO

Corría la década de 1930, en  Santiago. Óscar Nicomedes Vásquez desempeñaba diversos oficios. Al pasar por calle San Pablo, de regreso a su población El Polígono, en la comuna de Quinta Normal, veía decenas de niños desamparados. En más de una fría noche invernal, llevó a algunos de ellos a su humilde casa para, junto a su esposa, alimentarlos y vestirlos, a pesar de los escasos recursos que poseían como familia.

 

Óscar era el escritor que años después sería conocido como Nicomedes Guzmán,  que dio vida a una de las obras literarias más grandes concebidas en nuestro país durante el pasado siglo. Creación de enorme contenido social, que retrató y reflejó con maestría  a las masas pobres que migraban del campo a la ciudad, que se hacinaban en conventillos y que vivían en la miseria y luchaban por salir de ella. 

 

         


Nicomedes Guzmán junto a Antonio Acevedo Hernández

 

SUS OBRAS LITERARIAS

En  1938, luego de sus colaboraciones con la revista infantil “El Peneca”, publicó su primer libro de poesías “La ceniza y el sueño”, Poco después, en 1939, apareció “Los hombres oscuros”. Y, en 1943, salió a luz su novela capital: “La sangre y la Esperanza”, situada históricamente en el conflicto de la huelga de los tranviarios de la década de 1930, es una panorámica de una variada tipología social.

 

MILITANTE COMUNISTA

Nicomedes Guzmán ingresó oficialmente al Partido Comunista el domingo 8 de julio de 1945, en el acto de clausura de la XVI sesión plenaria del Comité Central del Partido Comunista de Chile. Se realizó en el teatro Caupolicán que se hizo estrecho para contener a los asistentes. Junto con él recibieron su carné de militante comunista, el sabio Alejandro Lipschutz, el poeta Pablo Neruda; el director de la Orquesta Sinfónica de Chile, Armando Carvajal, la soprano Blanca Hauser, la poeta Olga Acevedo, el poeta Juvencio Valle; el director del Teatro de la Universidad de Chile, Pedro de la Barra, la maestra María Marchant y varios destacados dirigentes sindicales.

 

MÁS LIBROS

En 1951 Nicomedes Guzmán  publicó “La luz viene del mar”   y, en 1954, “Una moneda al río y otros cuentos”

 

LUCHA Y ESCRIBE

Quizás es el único escritor de extracción proletaria que participa activamente tanto en la lucha social como de la creación literaria. Su literatura se aboca a la miseria y a la lucha de los obreros.

Uno de los valores fundamentales en el sector social realista de la generación del 80, y sobre todo en la obra de Nicomedes Guzmán, es la elección de los temas vivos en su momento histórico y de la vida nacional de la época. Estos temas de Nicomedes Guzmán pueden resumirse en la injusticia social, la explotación, la vida miserable de los suburbios, la degradación moral en la pobreza y la corrupción en el poder, y son tratados en su obra desde una perspectiva de identidad nacional. (Otros autores de la generación del 80 fueron Francisco Coloane, Carlos Droguett, Volodia Teitelboim y Fernando Alegría)

 

DURANTE EL GOBIERNO POPULAR

En el Gobierno de Salvador Allende la editorial Quimantú publicó 50 mil ejemplares de “La sangre y la esperanza”. Sus novelas y cuentos aparecieron en los textos de estudio y en los programas del Ministerio de Educación.

 

BAJO LA DICTADURA 

Después del golpe fascista del 11 de septiembre de 1973,  las obras de Nicomedes Guzmán fueron eliminadas de los programas escolares. “La sangre y la esperanza” y “Los hombres oscuros” fueron calificadas de subversivas y quemadas en las hoguera


OBRA LITERARIA

Su obra, que abarca tanto la novela y el relato como la crítica, cuenta entre sus títulos más importantes: “Los hombres oscuros” (1939), “La sangre y la esperanza” (1943),). Su producción literaria indaga en la miseria de las zonas suburbanas y se puede leer como una profunda reflexión sociohistórica sobre las injusticias sociales de su época.

Su contacto directo con la miseria despertó una gran rebeldía y un genuino anhelo de justicia. Su obra, desde su primer libro de poesía en  1934, hasta sus novelas más importantes, se dedicó a explorar desde una perspectiva marxista y metafórica, a la vez, las causas y consecuencias de la desigual de las clases sociales en la sociedad capitalista.

En su vasta trayectoria, Nicomedes Guzmán se preocupó de afianzar tradiciones, abrir nuevos surcos profesionales, impulsar el trabajo de escritores inéditos, divulgar y enriquecer lo nacional creando medios y tribunas.

 

DE “LOS HOMBRES OSCUROS”

“A nadie le preocupa este bello detalle de la vida del conventillo: las mujeres madrugadoras trajinan de su cuarto a la cocina, de la cocina a su cuarto, en los preparativos del miserable desayuno; algún chiquillo, en otra pileta, se remoja las legañas; alguna chica triste, envuelta en un añoso chal desflecado, las crenchas en desorden, echa los pasos hacia el almacén de la esquina, tras una compra; o una vieja temblona sale a aguaitar al panadero, seguida por un quiltro flaco y tiñoso, de lentos movimientos. A nadie le preocupa este detalle. Sin embargo, aquí estoy yo y mi imaginación, devanando la madeja cotidiana.

El frío bribón de la mañana me da un aletazo. Y termino por lavarme definitivamente”.

 

DE “LA SANGRE Y LA ESPERANZA”

“Escuché a mí padre pronunciar unas últimas y viriles palabras, y gritar: -¡Viva la Federación Obrera!... Y lo vi lanzarse desde arriba con una agilidad asombrosa. Abajo, unos cuantos brazos suavizaron su caída. -¡Este hombre, Señor, este hombre! Mi madre, abandonando sus temores, o tal vez impulsada por los temores mismos, salió puerta afuera. Hombres y mujeres uniformados subían a tropezones la escalera. Otros corrían ya por la galería buscando refugio. Los que subían no dejaron bajar a mi mamá, que regresó a la pieza llorando, mordiéndose y hablando incoherencias. De nuevo en mi puesto, contemplaba la huida de los hombres en la calle. Muchos se defendían. Se oían disparos. Resbalaban piafando los caballos en las piedras mojadas por la llovizna. Había gritos. Insultos. Maldiciones. Mi hermana, ojerosa, desencajada, temblequeante, no cesaba de rezar. Corriendo por García Reyes, varios maquinistas, entre ellos mí padre, gritaban con vigor, alzando los brazos: -¡Al Consejo, compañeros, al Consejo! ¡Al Consejo! Algunos trataban de reprimir el alud de lanceros. Mas la actitud se perdía en inútil heroísmo, porque al instante caían barridos por las patas de los caballos. Fue en aquel instante cuando vi al padre de Zorobabel saltar y colgarse del cuerpo de uno de los lanceros, derribándolo de la cabalgadura. En el suelo, sobre el ripio mojado, la lucha no duró un segundo. Una lanza lo ultimó al primer puntazo. Y allí quedó su cuerpo, sangrante, palpitante aún, junto al del soldado caído, aplastado por las patas de las bestias acezantes. Más tarde, desde el balcón mismo de nuestro cuarto, entre mi madre y mi hermana, nerviosas y lloríqueantes todavía, me enternecí viendo a mi amigo Zorobabel llorar junto al cadáver de su padre, poco antes de que el carro de la Morgue viniera en busca de los cinco o seis caídos. El depósito estaba resguardado por doble fila de carabineros. Y muchos tranvías salían, dirigidos por rompehuelgas e inspectores, llevando en la plataforma dos o tres soldados bien armados. A mí me parecía que todo aquello era la celebración del dieciocho de septiembre, por la profusión de banderas que se veía en las lanzas. Coceaban los caballos sujetos por las riendas a las barreras de hierro y el aire apestaba a guano fresco”.

 

LA OBRA DE NICOMEDES GUZMÁN

Narrativa

Los hombres oscuros (1939)

La sangre y la esperanza (1943

Donde nace el alba (1944)

La carne iluminada (1945)

La luz viene del mar (1951)

Una moneda al río y otros cuentos (1954)

El pan bajo la bota (1960)

Estampas populares de Chile: Crónicas (2007)

 

Poesía

Croquis del Corazón (1934)

La ceniza y el sueño (1938)

 

     Antologías

Nuevos cuentistas chilenos (1941)

Antología de Baldomero Lillo (1955)

Antología de Carlos Pezoa Véliz (1957)

Autorretrato de Chile (1957)

Antología de cuentos [de] Marta Brunet (1962)

Antología de cuentos chileno (póstuma, 1969)

 

SUS OBRAS SON IMPERECEDERAS

El corazón proletario de Nicomedes Guzmán dejó de latir  en la madrugada del 26 de junio de 1964, un día después de su cumpleaños número 50. Pero el escritor obrero sigue viviendo en sus obras y éstas son imperecederas.