Iván Ljubetic Vargas, historiador del
Centro de
Extensión e Investigación
Luis
Emilio Recabarren, CEILER
EL MAESTRO PALMITA
“Al terminar mi primer año de normalista volví a Tomé
de vacaciones. En menos de seis meses, desde el 26 de julio, una sucesión de
acontecimientos había sacudido al país y conmocionado a mucha gente. En mi
pueblo encontré ahora comunistas.
Hice migas con un zapatero remendón, el maestro Palmita, que era miembro del Partido. Cada vez que me hablaba de la cesantía y la miseria, demostraba cierto Orgullo por su oficio.
-Por la casa del zapatero –me decía- pasa el hambre,
pero no entra. Todos los días cae algo, aunque sólo sea para parar la olla.
Palmita era de Tomé adentro, de Guarilihue, que es una larga y profunda quebrada de suave pendiente, donde viven pequeños viñateros. El lugar constituye uno de los mejores microclimas que produce una exquisita uva ‘Italia’ y un excelente pipeño.
Cierta vez, Palmita me invitó a una reunión comunista que se llevó a cabo en una casa del cerro Estanque. En tal ocasión di el paso más importante de mi vida: ingresé al Partido. Fue en 1932, creo que en el mes de febrero.
Hasta hace algunos años, el maestro Palmita vivió
siempre en Tomé, detrás de la estación, en el cerro Alegre. Lo pasé a ver
varias veces. Supe de su muerte cuando ya se le había sepultado. De haberlo
sabido oportunamente habría estado en la despedida de sus restos mortales.
Nunca olvidaré a ese hombre sencillo, enredado para hablar, pero claro de
pensamiento, que un día del verano tomecino me abrió las puertas del Partido.”
(De “De lo vivido y lo peleado”. Santiago, 1977, páginas 19 y 20)
COMIENZA
“El día 21 de octubre (de 1947), el Consejo de Gabinete dispuso la detención del Comité Central del Partido Comunista y de los dirigentes comunistas y obreros de provincia. En la madrugada del día 22, más de mil combatientes revolucionarios fueron detenidos. Quinientos marcharon, en una primera partida, hacia la abandonada y lejana caleta de Pisagua, donde González Videla inauguraba un campo de concentración, copiando los métodos de Hitler. (“Ricardo Fonseca, combatiente ejemplar”. Santiago, 1952, Páginas 200- 201)
“En marzo de 1949 se
realizaron las más fraudulentas elecciones que conoce
“VÍA NO ARMADA”
“Tuvimos otras opiniones diferentes, no discrepantes,
de las que tenían los comunistas soviéticos. Una de ellas la expresamos en
En mi intervención opiné sobre los asuntos que
preocupaban al movimiento comunista internacional y hablé del proceso
democrático en que estábamos empeñados en el país. Los comunistas chilenos
habíamos llegado a la conclusión de que no era correcta la expresión ‘vía
pacífica’ con que se había nominado la posibilidad de alcanzar el poder, en
determinados países y circunstancias, sin recurrir al uso generalizado de las
armas. A nombre de la delegación del Partido propuse cambiarla por la de ‘vía
no armada’. La expresión ‘vía pacífica’ no reflejaba el verdadero carácter de
la lucha que revestía a menudo formas violentas y comprendía fuertes enfrentamientos
populares con el aparato policial del poder burgués, como en los casos de
‘tomas’ de terrenos por familias sin casa o de tierras, por parte de campesinos
y mapuches. ‘Para expresarnos con precisión –dije- no es lo más adecuado llamar
vía pacífica a una lucha como la que se realiza en Chile, y creemos que en
otros países donde los trabajadores y las masas populares recurren a menudo a
huelgas de tipo nacional, ocupan fábricas y terrenos para levantar viviendas y
llevan a cabo constantes manifestaciones callejeras que generalmente chocan con
la policía. De este modo –agregué- muchas de las conquistas del pueblo se logran
o se defienden al precio de la vida y de la sangre’.
Nuestra propuesta no prosperó, pero nosotros seguimos
considerándola justa y usándola por largo tiempo. La acogieron otros partidos,
entre ellos el uruguayo”.
(Luis Corvalán: “De Lo vivido y lo peleado”, páginas 103 y 104)
“
“El mundo no puede seguir como está ni continuar por
la pendiente de su autodestrucción. El siglo XXI será el siglo de las mayores
explosiones sociales en procura de la justicia social, a favor de la
supervivencia humana y en defensa de la vida terrestre.
Mientras el hombre pueble
“El derrumbe del poder soviético”, página 150)
“COMISIÓN DE CUADROS”
“Desde aquel tiempo viene la anécdota siguiente:
Una persona llega hasta
un local del Partido a solicitar su ingreso a las filas. El dirigente que lo
recibe lo felicita por esta decisión y le expresa que el Partido se caracteriza
por su disciplina, que es imperativo ser puntuales, asistir con regularidad a las reuniones, y constituirse en el mejor
ejemplo en todo para su familia, vecinos y compañeros de trabajo. Le advierte
que los comunistas no son abstemios, pero que los borrachos no se toleran en
sus filas. Y lo interroga seriamente:
-
¿Está
de acuerdo?
-
Sí,
contesta el solicitante.
A continuación, le habla de la vida familiar del comunista y de la lealtad que debe demostrar permanentemente a su
compañera.
-
El
comunista –le dice- no puede llevar una doble vida familiar. Ni siquiera debe andar
coqueteando con otras mujeres.
Y le pregunta mirándolo
directamente a los ojos:
-
¿Está
de acuerdo?
-
Sí,
responde otra vez, aunque con menos entusiasmo.
Y por último le hace presente los riesgos que presupone ser
comunista. Con voz pausada, le habla de que los compañeros suelen perder el
empleo, ser detenidos, sufrir persecuciones, etc., para terminar haciéndole la
pregunta más peliaguda, la de si está dispuesto incluso a morir por el Partido.
-
Sí,
contesta firme el interpelado, y bajando la voz agrega para su propio coleto:
-
¡Chis!
¡para la perra vida que voy a llevar...!
Se trata, obviamente, de
una historia donde el humor se basa en la exageración, porque la vida del
comunista no está asociada sólo a los
riesgos que se mencionan, sino también a la felicidad de encontrar un camino
que le permita luchar por un ideal noble, ser útil a su pueblo y darle un
sentido a la vida más allá del querido pero reducido círculo de la familia.
Pero también la anécdota refleja la forma con que a veces se han tratado los
problemas como si el Partido Comunista fuese un monasterio y el Santo Oficio