miércoles, 15 de septiembre de 2021

DE LOS ESCRITOS DE DON LUCHO





DE LOS ESCRITOS DE LUIS CORVALÁN                                  




                                       Iván Ljubetic Vargas, historiador del

                                       Centro de Extensión e Investigación

                                       Luis Emilio Recabarren, CEILER

 

 

 

EL MAESTRO PALMITA

“Al terminar mi primer año de normalista volví a Tomé de vacaciones. En menos de seis meses, desde el 26 de julio, una sucesión de acontecimientos había sacudido al país y conmocionado a mucha gente. En mi pueblo encontré ahora comunistas.

Hice migas con un zapatero remendón, el maestro Palmita, que era miembro  del Partido. Cada vez que me hablaba de la cesantía y la miseria, demostraba cierto Orgullo por su oficio.

-Por la casa del zapatero –me decía- pasa el hambre, pero no entra. Todos los días cae algo, aunque sólo sea para parar la olla.

Palmita era de Tomé adentro, de Guarilihue, que es una larga y profunda quebrada de suave pendiente, donde viven pequeños viñateros. El lugar constituye uno de los mejores microclimas que produce una exquisita uva ‘Italia’ y un excelente pipeño.

Cierta vez, Palmita me invitó a una reunión comunista que se llevó a cabo en una casa del cerro Estanque. En tal ocasión di el paso más importante de mi vida: ingresé al Partido. Fue en 1932, creo que en el mes de febrero.

Hasta hace algunos años, el maestro Palmita vivió siempre en Tomé, detrás de la estación, en el cerro Alegre. Lo pasé a ver varias veces. Supe de su muerte cuando ya se le había sepultado. De haberlo sabido oportunamente habría estado en la despedida de sus restos mortales. Nunca olvidaré a ese hombre sencillo, enredado para hablar, pero claro de pensamiento, que un día del verano tomecino me abrió las puertas del Partido.” (De “De lo vivido y lo peleado”. Santiago, 1977,  páginas 19 y 20)

 

COMIENZA LA REPRESIÓN DE GGV

“El día 21 de octubre (de 1947), el Consejo de Gabinete dispuso la detención del Comité Central del Partido Comunista y de los dirigentes comunistas y obreros de provincia. En la madrugada del día 22, más de mil combatientes revolucionarios fueron detenidos. Quinientos marcharon, en una primera partida, hacia la abandonada y lejana caleta de Pisagua, donde González Videla inauguraba un campo de concentración, copiando los métodos de Hitler.  (“Ricardo Fonseca, combatiente ejemplar”. Santiago, 1952, Páginas 200- 201) 

                                                                   

LA ABSTENCIÓN NO ES POLÍTICA DE LOS COMUNISTAS

“En marzo de 1949 se realizaron las más fraudulentas elecciones que conoce la Historia de Chile. Treinta y cinco mil ciudadanos habían sido borrados de los registros electorales. Más de veinte mil estaban lanzados lejos de sus antiguos sitios de inscripción. El Partido Comunista no tenía derecho a presentar candidatos. La censura de prensa arreciaba. Fabulosas cajas electorales se habían formado a favor de los candidatos antipopulares. Los resultados podían conocerse de antemano. Sin embargo, el deber del Partido del proletariado consistía en no dejarle libre el campo al adversario y en participar en las elecciones para denunciar su carácter fraudulento... En torno a este problema, Ricardo (Fonseca) tuvo una violenta discusión con Luis Reinoso, entonces Secretario de Organización del Comité Central... Reinoso pretendió en esa época llevar al Partido al aislamiento, a la pérdida de su papel de vanguardia, planteando que debía abstenerse de participar en las elecciones. Ricardo, y junto a él la Dirección del Partido, sostuvo que la abstención no es política de los comunistas.”   (“Ricardo Fonseca combatiente ejemplar”. Santiago, 1952,  Páginas 216-217)

 

“VÍA NO ARMADA”

“Tuvimos otras opiniones diferentes, no discrepantes, de las que tenían los comunistas soviéticos. Una de ellas la expresamos en la Conferencia internacional de  75 partidos comunistas y obreros que se realizó en Moscú desde el 5 al 17 de junio de 1969. Concurrí a ese encuentro junto con Volodia Teitelboim, Gaspar Díaz y José Miguel Varas. Ya entonces Chile despertaba el interés político mundial. Las fuerzas de izquierda habían dado origen a la Unidad Popular y se proponían conquistar el gobierno en las elecciones del año siguiente, para realizar las transformaciones revolucionarias que habían madurado en el seno de la sociedad y abrir camino al socialismo por una vía no armada. Creo que como un estímulo a este esfuerzo creador me designaron presidente de una de las sesiones de la Conferencia.

En mi intervención opiné sobre los asuntos que preocupaban al movimiento comunista internacional y hablé del proceso democrático en que estábamos empeñados en el país. Los comunistas chilenos habíamos llegado a la conclusión de que no era correcta la expresión ‘vía pacífica’ con que se había nominado la posibilidad de alcanzar el poder, en determinados países y circunstancias, sin recurrir al uso generalizado de las armas. A nombre de la delegación del Partido propuse cambiarla por la de ‘vía no armada’. La expresión ‘vía pacífica’ no reflejaba el verdadero carácter de la lucha que revestía a menudo formas violentas y comprendía fuertes enfrentamientos populares con el aparato policial del poder burgués, como en los casos de ‘tomas’ de terrenos por familias sin casa o de tierras, por parte de campesinos y mapuches. ‘Para expresarnos con precisión –dije- no es lo más adecuado llamar vía pacífica a una lucha como la que se realiza en Chile, y creemos que en otros países donde los trabajadores y las masas populares recurren a menudo a huelgas de tipo nacional, ocupan fábricas y terrenos para levantar viviendas y llevan a cabo constantes manifestaciones callejeras que generalmente chocan con la policía. De este modo –agregué- muchas de las conquistas del pueblo se logran o se defienden al precio de la vida y de la sangre’.

Nuestra propuesta no prosperó, pero nosotros seguimos considerándola justa y usándola por largo tiempo. La acogieron otros partidos, entre ellos el uruguayo”.

(Luis Corvalán: “De Lo vivido y lo peleado”,    páginas 103 y 104)


LA RUEDA DE LA HISTORIA NO SE DETENDRÁ”

“El mundo no puede seguir como está ni continuar por la pendiente de su autodestrucción. El siglo XXI será el siglo de las mayores explosiones sociales en procura de la justicia social, a favor de la supervivencia humana y en defensa de la vida terrestre.

Mientras el hombre pueble la Tierra, la rueda de la historia no se detendrá. Y hasta se puede sostener  que no gira ni girará hacia atrás, si tenemos presente que el progreso humano no se desenvuelve en línea recta, sino  avanza resolviendo las contradicciones que surgen incesantemente en la sociedad y el homo sapiens jamás dejará de  pensar, soñar y luchar por una vida siempre mejor”. (Luis Corvalán:

“El derrumbe del poder soviético”, página 150)

 

“COMISIÓN DE CUADROS”

“Desde aquel tiempo viene la anécdota siguiente:

Una persona llega hasta un local del Partido a solicitar su ingreso a las filas. El dirigente que lo recibe lo felicita por esta decisión y le expresa que el Partido se caracteriza por su disciplina, que es imperativo ser puntuales, asistir con regularidad  a las reuniones, y constituirse en el mejor ejemplo en todo para su familia, vecinos y compañeros de trabajo. Le advierte que los comunistas no son abstemios, pero que los borrachos no se toleran en sus filas. Y lo interroga seriamente:

-          ¿Está de acuerdo?

-          Sí, contesta el solicitante.

A continuación, le habla de la vida familiar del comunista y de la lealtad  que debe demostrar permanentemente a su compañera.

-          El comunista –le dice- no puede llevar una doble vida familiar. Ni siquiera debe andar coqueteando con otras mujeres.

Y le pregunta mirándolo directamente a los ojos:

-          ¿Está de acuerdo?

-          Sí, responde otra vez, aunque con menos entusiasmo.

Y por último le hace  presente los riesgos que presupone ser comunista. Con voz pausada, le habla de que los compañeros suelen perder el empleo, ser detenidos, sufrir persecuciones, etc., para terminar haciéndole la pregunta más peliaguda, la de si está dispuesto incluso a morir por el Partido.

-          Sí, contesta firme el interpelado, y bajando la voz agrega para su propio coleto:

-          ¡Chis! ¡para la perra vida que voy a llevar...!

 

Se trata, obviamente, de una historia donde el humor se basa en la exageración, porque la vida del comunista no está asociada  sólo a los riesgos que se mencionan, sino también a la felicidad de encontrar un camino que le permita luchar por un ideal noble, ser útil a su pueblo y darle un sentido a la vida más allá del querido pero reducido círculo de la familia. Pero también la anécdota refleja la forma con que a veces se han tratado los problemas como si el Partido Comunista fuese un monasterio y el Santo Oficio la Comisión de Control y Cuadros”. (Luis Corvalán: “De lo vivido y lo peleado. Memorias”,  página 103)