lunes, 30 de diciembre de 2019

LA REBELIÓN POPULAR DE OCTUBRE UN CAPÍTULO MÁS





                                               Iván Ljubetic Vargas, historiador del
                                               Centro de Extensión e Investigación
                                               Luis Emilio Recabarren, CEILER






La rebelión popular iniciada el viernes 18 de octubre de 2019, es un capítulo más de la larga lucha del pueblo chileno  contra el capitalismo, un sistema económico-social injusto, donde la inmensa mayoría de la población es explotada  y vive bajo la dictadura de  una ínfima minoría.

DESDE LOS INICIOS LUCHANDO

El capitalismo surgió en Chile en  los años 20 del siglo XIX, inicialmente  en la  minería  y actividades anexas. Los que laboraban en ellas sufrieron despiadada explotación. A esto, los operarios respondieron luchando.
Ya en 1834, tuvo lugar la primera huelga obrera en Chile. Ocurrió en el mineral de plata de Chañarcillo, ubicado cerca de Copiapó. Y, en el siglo XIX, hubo otras 120 huelga obreras.

En el siglo XX, con el surgimiento de las Mancomunales en 1900  y la acción de Luis Emilio Recabarren, estos movimientos reivindicativos tomaron gran fuerza. Entonces,  los gobiernos de turno transformaron la lucha económica de los trabajadores en  confrontación política y emplearon a las fuerzas represivas  para aplastar las huelgas. En el siglo XX ello significó unas 50 masacres. Recordemos  sólo algunas: contra los obreros del puerto de Valparaíso en 1903,    la de la Escuela Santa María de Iquique en 1907; en la Oficina salitrera San Gregorio    en 1921;   en las oficinas salitreras de La Coruña y Maroussia en 1925; en la Plaza Bulnes en 1946, en el mineral de El Salvador en 1966.

CON EL TERRORISMO DE ESTADO SE IMPONE EL NEOLIBERALISMO

Cuando la burguesía criolla fue incapaz de mantener por los medios “constitucionales” el avance popular, echó manos al fascismo, contando  con el decisivo apoyo del imperialismo. Ello ocurrió el 11 de septiembre de 1973.

No fue un simple cambio de gobierno, sino la contrarrevolución, la  imposición del neoliberalismo a través del terrorismo de Estado. Esta etapa de capitalismo salvaje fue ”institucionalizada” con la Constitución de 1980. Un gran candado con reglas constitucionales mañosas para preservar los intereses de los privilegiados. Su ideólogo principal, Jaime Guzmán, señaló que  la finalidad de esas reglas constitucionales era que “si llegan a gobernar los adversarios, se vean constreñidos a seguir una acción no tan distinta a la que uno mismo anhelaría, porque –valga la metáfora– el margen de alternativas posibles que la cancha imponga de hecho a quienes juegan en ella sea lo suficientemente reducido para hacer extremadamente difícil lo contrario”.

LA SALIDA PACTADA MANTUVO EL NEOLIBERALISMO

Cuando las luchas antifascistas debilitaban a la dictadura y la condena internacional contra ella se hacía insostenible,  un  antipopular pacto entre Pinochet y la Concertación, que contó con el apoyo de Estados Unidos,   puso fin a la dictadura, pero no al neoliberalismo. Este siguió siendo administrado y profundizado por la Concertación. Todo esto, contando con las profundas heridas que los 17 años de tiranía dejaron en el movimiento obrero y en la conciencia de amplios sectores.

LA IDEOLOGÍA BURGUESA SE IMPONE EN LAS CONCIENCIAS DE AMPLIOS SECTORES

Derrotadas  ideológicamente las fuerzas democráticas,  a través de la propaganda de los medios de comunicación monopolizados por la burguesía, la derecha logró ganar electoralmente  dos veces el gobierno. En esos períodos siguió la explotación, los abusos, la creciente desigualdad, la cesantía y la pobreza.

Según datos de la CEPAL, en  2017 el 50% de los hogares chilenos de menores ingresos accedió al 2,1% de la riqueza del país y el 10% de los más adinerados se quedó con el 66,5%.

El 1% de los más ricos,  percibían el 22,8% de los ingresos.

En septiembre de 2019 las utilidades de las AFP totalizaron 551 millones de dólares y los bancos obtuvieron 217.433 millones de pesos de ganancias.

Y, sin embargo, sólo los sectores más consecuentes protestaban. Chile era, según expresión de Sebastián Piñera, un “oasis”.

PERO ALGO PASABA BAJO EL OASIS DE PIÑERA

Pero, en esos cuarenta y tantos años se había ido acumulando, rabia y esperanzas. La masiva marcha del Día Internacional de la Mujer del 8 de marzo de 2019 fue una señal. Otra, las marchas de No Más AFP. Las luchas sociales no habían sido inútiles. El ejemplo de Salvador Allende no había sido olvidado. En millones de conciencias germinaba la vieja consigna “el pueblo unido, jamás será vencido”.

La gente exigía el derecho de vivir en paz.

LA CHISPA QUE ENCENDIÓ EL OASIS

Y los jóvenes estudiantes fueron la chispa que encendió el oasis. Los 30 pesos, al igual que la chaucha en agosto de 1949, simbolizaron los abusos de tantos años.

El Despertar de Octubre de 2019 fue una expresión de la lucha de clases,  la rebelión de los trabajadores (entendiendo por trabajador a todo que,  por carecer de grandes empresas industriales, financieras o comerciales, debe vender su fuerza de trabajo a un patrón), más  sectores medios,  contra los poseedores, los abusadores. 

Los explotados habían comprendido que había que terminar con el neoliberalismo y su Constitución mañosa, que sólo luchando era posible lograr sus anhelos de vivir mejor. Y salieron a las calles, marcharon por toda la patria, colmaron la Plaza de la Dignidad y muchas otras, realizaron multitudes de  cabildos.

LA LUCHA DE CLASES EN PLENO DESARROLLO

Pero la confrontación  de clases no será fácil. Los potentados tienen poderosos medios. Los partidos de Chile Vamos y  sus socios del contubernio del 15 de noviembre de 2019 dejaron la futura “convención constitucional”  bien amarradita. Al gusto de la UDI.

Los trabajadores tienen tres armas fundamentales: la unidad, la organización y la lucha. Si las utilizan bien, vencerán.