Fuente: www.reporte.cl
Juan Andrés Lagos. 27/02/015. Santiago. Las
situaciones críticas son también una oportunidad, y eso demanda un esfuerzo
para retomar la iniciativa.
El año pasado, con absolutamente todas sus
tensiones, contradicciones, complejidades y matices, fue un período y tiempo
político bueno y positivo.
El gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet, de
la Nueva Mayoría, demostró su vocación de cumplir el programa votado por la mayoría
ciudadana; terminó el año legislativo impulsando y aprobado reformas y cambios
sustantivos que impactan en la vida social en ámbitos políticos, sociales e
institucionales.
Fue un año en que se interactuó con los más
importantes movimientos sociales de Chile. Por primera vez, desde el inicio de
la década de los noventa, los movimientos sociales interactuaron y dialogaron
con un gobierno que no sólo escuchó, también consideró no pocas de sus
propuestas. Este no fue un espacio calmo y sin tensiones, pero lo relevante es
que abrió por primera vez un espacio institucional que antes estuvo casi
totalmente cerrado. Y eso es positivo y tiene proyección.
La NM como coalición mostró su fuerza y
proyección, y dejó en evidencia que se trata de una necesidad política para los
cambios y el futuro, y no un puro espacio de tiempo episódico.
La derecha, amparada en un blindaje mediático
hasta ahora casi total e incontrarrestable, simplemente adoptó la política de
golpear, resistir, boicotear de diversas formas los cambios. No pudo reponer la
política de los consensos, y avanzó entonces hacia una acción demoledora,
fáctica, destructiva, incluyendo también, en ese esfuerzo, las bases de la
actual institucionalidad.
Esa acción, con formas distintas, es la misma que
este sector aplica en Argentina; Brasil; Ecuador; Venezuela; Bolivia; entre
otros países de la Región, y tiene como objetivo detener los procesos
transformadores amparándose en los poderes del imperio, en medio de un objetivo
cuadro mundial de fuerzas en que nuevos países y bloques comienzan claramente a
disputar a EEUU-Eurozona el liderazgo y la hegemonía mundial.
En Chile, esta derecha no ha podido, hasta ahora,
recoger los descontentos sociales acumulados por décadas; tampoco el desgaste
del primer año de gobierno de la NM; pero sería un error bien contundente creer
que esta derecha está derrotada en sus poderes fácticos, económicos y
electorales.
Claramente, los campos de disputa y las luchas por
las correlaciones de fuerzas políticas, sociales y electorales en Chile,
marcarán el escenario del año 2015 y los que vienen.
Es en este contexto, que las situaciones que
cursan y que impactan directamente en la actividad política y su dependencia
del poder del dinero, son cuestiones críticas, que golpean a todo el sistema.
La derecha trata simplemente de no asumir su
escandalosa situación. Y, muy por el contrario, lo que hace es golpear a su
adversario, llegando sus ataques directamente a la Presidenta de la República,
y tratando de hacer caer en su barro a todos los actores, partidos y sujetos
políticos, especialmente los comprometidos con los cambios.
De hecho, eso fue lo que hizo durante todo el año
2014, y especialmente con el Partido Comunista y dirigentes sociales.
Esta situación, si se observa en su totalidad,
golpea a todo el sistema político, en medio de una aguda crisis de
representatividad y credibilidad ciudadana, que hace, entre otras cosas, que en
las elecciones municipales pasadas no votara el sesenta por ciento de las y los
chilenos en condición de hacerlo.
El asunto es que la derecha no tiene preocupación
por eso. Simplemente no le importan mucho las elecciones y su participación. Todo
indica que sus sectores más atávicos pasaron la línea y hoy buscan una crisis
general de la política. Ellos, que nunca han negado la posibilidad de recurrir
al factor autoritario y populista para dominar la situación.
En este contexto, la NM y su gobierno están en
condiciones y tienen la fuerza para retomar la iniciativa. Ha sido una correcta
primera acción el anuncio de la Presidenta de darle extrema urgencia a una
propuesta global que, definitivamente, supere las causas que generan la espúrea
relación entre el dinero y la política.
Del mismo modo, adoptar con celeridad todas las
acciones que cierren puertas a situaciones que impidan la probidad y la
transparencia. En su primer anuncio, la Jefa de Estado ha señalado que hará
honra a su cargo, y nosotros le creemos sin ninguna duda alguna.
Junto con asumir los resultados de las
investigaciones judiciales en curso, sabemos, claramente, que los espacios
estructurales en donde el poder del dinero campea es en la derecha, en su poder
económico-fáctico, en un sistema que recién damos los primeros pasos para
cambiarlo, sobre la base de una correlación de fuerzas que lo permite.
Pero el terma de fondo es retomar la iniciativa
política por los cambios. Por las reformas laborales; por los derechos de las
mujeres; por los cambios estructurales en la educacción; por la
descentralización del país; por un sistema plural de comunicación social y por
una nueva constitución política para Chile.
Eso es lo que sigue estando en juego, en lo
esencial.-