martes, 30 de diciembre de 2014

NUEVOS CUADROS: TAREA DEL PARTIDO Y LAS JUVENTUDES COMUNISTAS



Algunas reflexiones sobre Nuevos Cuadros.

Saludos decembrinos,

Iván.-






NUEVOS CUADROS: TAREA DEL PARTIDO Y LAS JUVENTUDES COMUNISTAS

                                    Iván Ljubetic Vargas, historiador del
                                   Centro de Extensión e Investigación
                                   Luis Emilio Recabarren,  CEILER

Me llegó de rebote un artículo titulado “Nuevos cuadros un desafío  del Partido Comunista de Chile”. Remitente: la Comisión de Comunicación y Propaganda del Comunal Corpus Christi/Recoleta del Partido Comunista de Chile. Su autor: el compañero Manuel Solís.
Pido la palabra, con todo respeto, para hacer observaciones en torno a algunos conceptos.

UNA CLASE EN SI Y UNA CLASE PARA SI

En la primera frase hubo  algo que me sorprendió (el subrayado es mío): “Los ideólogos del capital saben que la clase obrera (proletariado convertido en clase) nace de las entrañas de la industria capitalista como lo descubrieran Marx y Engels; es por ello su sempiterno odio y tergiversación del marxismo leninismo como guía para la unión y acción revolucionaria de los oprimidos”.

Estando de acuerdo con el contenido general de esa frase, lo que he subrayado me preocupa. Pienso  que es falso  sostener que “la clase obrera es el proletariado convertido en clase”. En mi opinión. el  proletariado  desde su nacimiento es una clase social, es clase obrera.

Estimo que ayuda  a clarificar este tema, utilizar dos conceptos formulados por Carlos Marx: una clase en sí y una clase para sí

El proletariado o clase obrera fue en un  primer momento de su desarrollo una clase en sí. Es decir,  existía objetivamente, pero carecía de conciencia de clase, organizaciones propias en lo político y en lo sindical. En el caso de Chile este período abarca desde los años 20 del siglo XIX al primer decenio del siglo XX.

Factores objetivos, como el crecimiento numérico, las grandes concentraciones obreras (en especial en el salitre) y la madurez de las masas trabajadoras; así  como los factores subjetivos (la llegada de las ideas del Manifiesto Comunista de Marx Y Engels y, especialmente la titánica obra de Luis Emilio Recabarren), permitieron el cambio cualitativo de una clase en sí, en una clase para sí. Ello ocurrió en nuestro país en el segundo decenio del siglo XX, cuando se lograron tres objetivos: creación de conciencia de clase en amplios sectores de trabajadores, surgimiento del Partido Comunista de Chile y reconstrucción del movimiento sindical revolucionario.  Al mismo tiempo que la clase obrera o proletariado alcanzó la categoría de una clase para sí, surgió en nuestro país  el movimiento obrero chileno. Por ello, se llama con toda justicia, a Recabarren Padre del Movimiento Obrero chileno.

CITANDO A  EL MOSTRADOR

El compañero Manuel  Solís cita a El Mostrador : “En el PC ha sido un tema de preocupación en el último tiempo la falta de cuadros políticos que asuman ciertas tareas que han quedado algo relegadas luego que los comunistas duplicaran su número de diputados e ingresaran al gobierno de la Nueva Mayoría.”

El periódico digital – agrega el autor- da cuenta de una realidad que es de sobra conocida dentro de la filas de nuestro PC Chile, pero que de tanto serla, los comunistas chilenos aun no iniciamos una acción coherente que permita la recuperación conductora de masas, reconocida hasta hace poco por “moros y cristianos”. (El subrayado es mío)

No es que yo no confíe en El Mostrador, pero es necesario basarse en documentos partidarios. Yo no he conocido ninguno que aborde esta “preocupación”. Tampoco he sabido de alguna actividad  seria y permanente del Partido o de las Juventudes Comunistas para solucionar esa “preocupación”.

En mi opinión,  la falta de cuadros se superará en la medida en que se eleve el nivel orgánico según las normas leninista y se lleve a cabo una  planificada y acertada campaña  para educar a dirigentes y militantes.

Con toda razón el compañero Solís afirma: “el proletariado no toma conciencia espontáneamente por el sólo hecho de ser explotado… el proletariado para tomar conciencia de clase necesitan de una ideología revolucionaria y de un partido que los interprete y conduzca”.

Pero para que el Partido y las Juventudes Comunistas cumplan ese rol deben superar su precaria organización leninista y el bajo nivel político-ideológico de la mayoría de sus dirigentes y militantes.

Necesitamos un partido que funcione según las normas leninistas, con una  correcta aplicación del centralismo-democrático, con una real  dirección colectiva, aplicando lo señalado por Lenin en cuanto al concepto de militante comunista.

NO ES LA CAUSA DEL PROBLEMA

Discrepo con el compañero Solís  cuando plantea: “La composición social del Partido Comunista de Chile es, en lo principal, de trabajadores y gente modesta, la falta de cuadros del PC en el gobierno guarda relación con esto”.

Lo más positivo del Partido es su composición social: “trabajadores y gente modesta”. El problema está en –como nos enseñaron Luis Emilio Recabarren y Lenin- que no sólo importa la extracción social de sus militantes, sino que estos adquieren una real conciencia de clase proletaria, adquieran lo Marx llama una conciencia real.  Ello se obtiene  a través del estudio teórico y de la práctica revolucionaria. Sin teoría revolucionaria la práctica revolucionaria es ciega; sin práctica revolucionaria, la teoría   revolucionaria está muerta.

Ser trabajador o gente modesta no es ni puede ser sinónimo de ignorante.

En el Partido tenemos ejemplo de  trabajadores, toda gente modesta, que por sus estudios (casi siempre  autodidactas) y por su participación en la lucha social, llegaron a ser grandes dirigentes, rompiendo con ese falso dilema de obrero e intelectual. Entre ellos podemos citar a Recabarren, Teresa Flores, Luis Víctor Cruz, Elías Lafertte, Julieta Campusano, Juan Vargas Puebla,  Salvador Ocampo, Galvarino Gil, Víctor Díaz López, Mireya Baltra, Mario Zamorano, Víctor Contreras Tapia,  Sola Sierra. Y muchos etcéteras más.

A PESAR DE TODOS LOS TORMENTOS

Tiene toda la razón el compañero Manuel Solís, cuando afirma: “En el caso del Partido Comunista de Chile, a las dificultades actuales debiéramos agregar la pérdida de su continuidad histórica de experiencias y conocimientos de la lucha social, causada por el asesinato de los mejores cuadros constructores y de desarrollo de Partido. Direcciones completas de las estructuras de los comunistas chilenos fueron desarticuladas y sus hombres y mujeres asesinados, hechos desaparecer o exiliados”.

Es verdad que la dictadura fascista ha sido  un capítulo muy doloroso del pueblo chileno y para el PC. Pero siendo el principal, no es el único golpe que el Partido ha sufrido en su historia. Recordemos por ejemplo lo ocurrido en la dictadura del general  Ibáñez (julio 1927. Julio 1931). A la represión del régimen, se unió la traición de la mayoría de los parlamentarios, en el Partido surgieron dos desviaciones: una de derecha, de colaboración con la dictadura; otra, “izquierdista”, etc. Ello en un momento en que el Partido tenía una estructura y normas de funcionamiento socialdemócrata.

A pesar de todo esto, el Partido superó los problemas. Una gran ayuda  fue el inicio de la aplicación de las normas leninistas de organización y funcionamiento.


Precisamente, en el año del XXV Congreso Nacional a los comunistas nos corresponde -además de ratificar la sabia línea política aprobada en el XX Congreso de agosto de 1994, mantener la justa política de alianzas surgida desde el Pleno del CC del 28 de diciembre de 2005-   fortalecer el Partido restableciendo las normas leninistas de organización y funcionamiento, y llevar adelante una ofensiva a fondo en la educación político-ideológico a todo nivel.



NOTA DEL EDITOR:

Les damos a los lectores del boletín rojo, el enlace del artículo  del compañero Manuel Solis y que fue publicado en vozsiglo21.cl