Editorial de El Siglo,
edición 1735 del 3 de octubre de 2014
El Presupuesto Nacional como señal política
Junto con enviar a trámite
parlamentario su proyecto de Presupuesto Nacional para el año 2015, la
presidenta de la república se dirigió al país por cadena voluntaria de radio y
televisión para exponer, en sus aspectos centrales, lo que podrá llamarse “la
filosofía” del Presupuesto del próximo año, el primero que llevará su sello en
este segundo mandato de Michelle Bachelet.
Un presupuesto diseñado para
poner el gasto fiscal como el gran protagonista de este período de
“desaceleración” de nuestra economía, sin perjuicio del papel que se invita a
desempeñar a sus actores privados.
Si algo destaca como
“particular” en esta gestión, es el abandono de
dogmas representativos del neoliberalismo. Así, la inversión pública
está concebida como uno, si no el principal, motor de la reactivación de la
economía, de la creación de puestos de trabajo y de la búsqueda de una mayor
equidad en la distribución del ingreso.
Destacó la mandataria el
que este Presupuesto no habría sido posible de diseñar y llevarlo a su
cumplimiento, de no mediar la aprobación de una Reforma Tributaria que, más
allá de lo que podría llamarse sus “vacíos y omisiones”, ha de proporcionar los
recursos para el cumplimiento del Programa de la Nueva Mayoría, particularmente
en las áreas de la educación y la salud.
La cifras, montos absolutos
y porcentajes, son elocuentes. Efectivamente, el énfasis en lo social influirá
de manera significativa en la vida diaria tanto de los llamados “vulnerables”
como de los sectores medios.
Finalmente se da un paso de
gran trascendencia en la superación del papel deprimido a que se había
condenado al Estado en beneficio del mítico “piloto automático” que presidiría
y regularía el desempeño del mercado. Beneficios que se caracterizaba como de
carácter “asistencialista” y teñidos, por lo tanto, de populismo o demagogia,
pasan a formar parte de las políticas permanentes del Estado chileno en el
terreno de los beneficios sociales, como es el caso del “Bono Marzo” y otras
iniciativas que beneficiarán directamente a millones de compatriotas.
Es de esperar que el
trámite parlamentario sea fluido y positivo, en el sentido de respetar así los
cambios impulsados por la ciudadanía como los requerimientos objetivos de una
economía “desacelerada”, fenómeno ante el cual desde el gobierno se notifica al
país que no se refugiará en una actitud de prescindencia ni fatalismo sino que,
muy por el contrario, se utilizará sin temores ni prejuicios todas las
potencialidades que se desprenden de un papel activo a través de las políticas
fiscales.
Es el sentido de las
llamadas medidas “contracíclicas”, es decir un activismo desde el Estado para
detener e invertir una tendencia negativa en la actividad productiva y el
empleo.
Sin perjuicio del necesario
rigor en la formulación de las políticas públicas, este Presupuesto Nacional
marca, también, un punto de inflexión al presentarse como una “decisión
política” más que como una elaboración tecnocrática y de “prescindencia
social”.