domingo, 19 de octubre de 2014

¿EDITORIAL O INQUISICIÓN?


Conozca cómo respetan algunos el trabajo intelectual de otros.

¿Cuál es la Editorial ventanilla?

Cuento algunas cosas para sacarme la ira de adentro.

Con saludos recabarrenistas,

Iván Ljubetic Vargas





  

¿EDITORIAL   O  INQUISICIÓN?

Iván Ljubetic Vargas, historiador del
Centro de Extensión e Investigación
Luis Emilio Recabarren, CEILER

Recuerdo que, estando preso en la cárcel de Temuco, una tarde de fines de septiembre de 1973, nos hicieron formar a todos los “políticos” como nos decían.  Era una larga fila. Nos paraban frente a una ventanilla. No se veía quienes estaban detrás. A mí me tuvieron un rato, que me pareció demasiado largo. De frente de perfil, del otro lado, de espalda. Gritaron: ¡pase!

Cinco  muchachos fueron “seleccionados”. A cuatro de ellos los asesinaron fríamente.

Cuando me contaron lo que pasó con el libro “Corvalán –Páginas Escogidas-  1916-2010” en la Editorial USACH, se me vino a la memoria esa tarde de septiembre de 1973.

En este libro trabajamos un año, ocho personas. Pusimos todo lo de nuestra parte. Discutimos cada cosa. Acordamos editoriales, la estructura del libro, todos los detalles. Fuimos ocho personas y muchos meses de trabajo.

Y para publicar esa obra tan querida por nosotros, un grupo de “elegidos”, igual como los que estaban detrás de la ventanilla en la cárcel de Temuco, deciden sobre la vida o la muerte de una obra, fruto de tantos esfuerzos y tanto cariño.

No sé cuánto demoraron para cambiar prólogo, incluso la estructura del libro. Seguramente algo más que los que estaban detrás de la ventanilla. Pero, mucho. mucho menos, que el tiempo que empleamos los que laboramos en la biblioteca de Don Lucho.

La compañera Viviana Corvalán me solicitó que presentara el libro. Con dolor de mi alma, porque quiero y admiro al camarada Luis Corvalán, le dije que nó.
No podía hacerlo. Ese no es mi protesta contra la editorial de la ventanilla.

Entonces, con esa fina sensibilidad que tiene, se hizo cargo de presentar la obra, uno que lo puede mucho mejor que yo, el compañero Patricio Valdés. Éste tuvo la gentileza de mostrarme las palabras que leerá,  con las cuales estoy totalmente de acuerdo.

Y algo más, si hubiera sabido con tiempo las imposiciones de los modernos  inquisidores, habría exigido, como lo hizo el compañero David Mc Conell, que borraran mi nombre  de los compiladores.

Tampoco estaré presente en el lanzamiento del libro sobre los escritos del más grande dirigente comunista chileno después de Luis Emilio Recabarren.


Y para rematarla, la editorial de la ventanilla colocó al libro  un usurario precio, muy lejos del alcance de la gente a quienes dedicó su vida Don Lucho.