¿Por Qué
Chile Necesita una Asamblea Constituyente?
Escrito por Camila Vallejo (*)
Tomado de: diarioreddigital.cl
1) La Constitución de 1980 tiene una ilegitimidad de origen derivado del
modo en que fue aprobado, mediante un Plebiscito sin debate ciudadano y sin
garantías para ejercer el derecho de voto. Recordemos que esta Constitución se
aprobó en medio de la más feroz dictadura que Chile haya conocido, no existía
imperio del Derecho y la Junta Militar se había arrogado lo que se conoce como
la potestad constituyente, es decir, la facultad de redactar una nueva
Constitución, suprimiendo mediante la fuerza, la vigencia de la Constitución de
1925.
La Constitución de 1980 no fue consecuencia de un clamor ciudadano a favor
de una nueva Constitución ni menos producto de una instancia democrática de
encuentro entre chilenos, sino fruto de una imposición. Esto es importante
porque hoy, cuando se dan argumentos en contra de una Nueva Constitución, de
las primeras que se dan es el temor por la institucionalidad y los presagios
del caos.
Este temor - totalmente infundado - es además, de una hipocresía enorme
porque pese a su aprobación en 1980, entre 1980 y 1989 ni siquiera tuvo
vigencia esta Constitución. Esta Constitución no fue capaz de restablecer la
legalidad porque es hija de la dictadura militar.
2) La Constitución de 1980 es la fuente de la gran mayoría de las leyes
significativas en Chile. Por ejemplo, el Código de Trabajo, cuyos orígenes se
remontan al Plan Laboral de 1978-1979, el mismo que cercena los derechos
sindicales, afecta la negociación colectiva e impide el efectivo ejercicio del
derecho a huelga, todos derechos vigentes y ejercidos hasta 1973, solo se
entiende dentro de ésta Constitución.
La privatización de las empresas públicas, que no es más que el saqueo
premeditado de bienes públicos iniciado por la dictadura militar, no se podría
concebir sin esta Constitución y su forma laxa de regular la titularidad del
Estado sobre sus bienes, entre ellos, los recursos naturales. La concesión en
Chile es una verdadera burla a la soberanía que esta Constitución permite ya
que entrega de forma indefinida derechos reales a bajo costo. Así también,
ocurre con la educación y otros tantos ámbitos de la vida diaria. Es decir, es
la Constitución ilegítima e impuesta la que permite la aplicación de normas
sustantivas para nuestra vida cotidiana.
Miente entonces, la candidata Matthei cuando dice que la Constitución no
tiene nada que ver con la vida de las personas, pero ella sabe que miente, lo
dice porque la derecha quiere conservar el modelo. En síntesis, muchas de los
aspectos más críticos de la actualidad; educación, legislación laboral, salud,
tributos, tienen su origen legal en la Constitución y están arraigados en
nuestro sistema.
¿Esto justifica una nueva Constitución?
No, lo que debemos subrayar es que la Constitución no es un constructo
lejano y distante sino algo fundamental en nuestras vidas diarias y por ende,
es algo que debemos debatir y comprender para también captar la globalidad y
las complejidades que implica su transformación: la transformación
institucional implica unir un criterio de realidad con un criterio de
profundidad.
3) ¿Es necesaria una Nueva
Constitución? Las Constituciones son resultado de acuerdos en la sociedad sobre
el modo en que los ciudadanos desean vivir. Una nueva Constitución se justifica
en la medida en que no hay acuerdo sobre la actual constitución y que no existe
modo de saber realmente si existe, a favor o en contra. Una encuesta por
ejemplo, resulta ser una medida sumamente cuestionable, y, esta afirmación
sobre la falta de acuerdo resulta debatible, evidentemente.
Es en realidad, una valoración política que considera que la ilegitimidad
de la actual Constitución solo puede ser remediada con una nueva. Por ende, la
justificación de una nueva Constitución radica en la ilegitimidad de la
anterior que no cuenta evidentemente con el consenso necesario.
4) Existe un planteamiento bastante estéril con el cual se ha insistido. La
Asamblea Constituyente no está prevista en la Constitución y promoverla
equivale al caos. Este planteamiento adolece de una falta de lógica
doctrinaria.
La fuente originaria de la Constitución es el pueblo, el cual es un
concepto jurídico, y el Congreso es sólo una fuente derivada. Como fuente
originaria, el pueblo posee la potestad constituyente reconocida en doctrina,
por eso para refrendar una Constitución, se recurren a Plebiscitos. Para su
elaboración, la doctrina considera que la fuente originaria por excelencia es
el pueblo reunido en asamblea que es una reunión de representantes del pueblo.
Esto no obsta a otras alternativas, solo es una aclaración necesaria. La
reunión en asamblea puede reglamentarse, en cualquier momento, de manera que
tampoco es sinónimo del caos y desorden, afirmaciones antojadizas sin sustento.
Decir que la Constitución no contempla la Asamblea es afirmar que la
Constitución puede más que una Asamblea, que, como ya dijimos, es la máxima
expresión de una fuente originaria y la Constitución es fuente derivada.
También es derivada el congreso nacional e incluso, una comisión
presidencial. Debido a su potestad originaria, el pueblo detenta esta condición
SIEMPRE, y no cuando la Constitución se la delega. Por ende, a la Constitución
no le corresponde decidir cuándo convocar a Asamblea o cuándo el pueblo puede
crear una nueva Constitución porque no es su atribución definir eso. La
Constitución solo posee su fuerza normativa en la medida que haya sido aprobada
por plebiscito, o sea por el pueblo y, en nuestro caso - ya se dijo - la
Constitución de 1980 es ilegítima, y mal podría entonces, tener la autoridad
moral requerida para decirle al pueblo que no puede tener una nueva
Constitución. Por lo demás, no se trata de una reforma constitucional sino de
una Nueva Constitución.
5) En otros países se han hecho estos procesos y de ellos, existe una
reducción interesada. Se ha hecho de estos procesos algo pintoresco, casi
folclórico porque lo que se intenta demostrar es que no existe capacidad de
gobernar. Esta caricatura interesada se hace menoscabando procesos que han
fortalecido a las democracias, no como en Chile donde la democracia, que
debemos cuidar, es vilipendiada y es vilipendiada por personas y partidos que
no tienen afecto alguno por la democracia.
Una asamblea constituyente fortalece la democracia. En Venezuela por
ejemplo, hoy votan alrededor del 80% de la población con derecho a voto y con
un moderno sistema electoral. Aquí en Chile, donde se crítica el modelo en
Venezuela, seguimos votando con un papel y lápiz y ni siquiera hay certeza del
padrón. ¿Por qué pasa eso?
Pasa porque existe una alta valoración de la democracia que es resultado
precisamente de una Asamblea Constituyente. Y lo mismo pasa en Bolivia y
Ecuador. Y ojo, si hay inestabilidad, no es por la Asamblea sino por la
resistencia de quienes han detentado el poder durante siglos que ven como la
democracia se consolida y comienza a dar a cada cual lo que le corresponde.
Este es un camino que Chile debe andar.
(*) Diputada electa por La Florida