viernes, 6 de diciembre de 2013

Cambia, todo cambia






Editorial de El Siglo, edición 1692 del 6 de diciembre de 2013

“Cambia, todo cambia”



El “desalojo” que con bombos y platillos anunciara Andrés Allamand, resultó cierto, aunque no como lo vaticinara el portavoz e ideólogo de la derecha. Quien se va… es su “sector”. ¿Significa ello que ya la derecha no está en condiciones de gobernar el país? La respuesta depende de qué se entienda por “gobernar” y, fundamentalmente, qué se entienda por “el país”.

Gobernó la derecha con Piñera –y lo hará hasta marzo- de una forma distinta a como lo hizo en sociedad con el dictador, aunque manteniendo lo esencial del modelo neoliberal. Ello, en todas sus expresiones: lo “institucional”, la economía, las áreas claves como educación, salud y previsión. Y, particularmente, en materia laboral.

Deja La Moneda Sebastián Piñera con una fortuna personal en plena aceleración, como lo acreditan fuentes internacionales, pero con una economía en plena desaceleración. Signo de los tiempos, predominio de lo personal, lo individual, por sobre lo colectivo. Lo mismo que Piñera podrán decir, aunque sea a título de discreto reconocimiento ante un confesionario, los grandes grupos económicos nacionales y transnacionales que han fijado el libreto, la “hoja de ruta” de la administración aliancista.

Se exhiben cifras de las posiciones de nuestro país en materia educacional, y este orgulloso miembro de la OCDE queda al desnudo como el gran deficitario.

¿Administró mal este gobierno saliente al país? La respuesta también depende del cristal con que se mire. A juzgar por los balances de las grandes empresas, las utilidades de las AFP y las isapres, esta administración lo ha hecho muy bien. Cierto es que la concesión de hogares para menores se ha denotado fracasada, pero se trata de un área menor, en donde siempre será posible una rectificación. No vale ello para carreteras, hospitales, cárceles, sectores concesionados y concesionables en donde todo sigue sobre ruedas…

Si el balance se lo hace desde la vereda del frente –es decir, de las grandes mayorías- las conclusiones son un tanto diferentes.

El eufemismo de los “sectores vulnerables”, y la publicitada preocupación por lo que llaman “la clase media”, son en el fondo una humillante confesión de fracaso. ¿Fracaso de quién o de quiénes? Ciertamente, del modelo. Y no sólo del modelo neoliberal, en el fondo de trata de el capitalismo.

Entregará Sebastián Piñera un país con “cientos de miles de nuevos puestos de trabajo”, pero no dirá que en su gran mayoría son precarios, ni que aquellos que sean incorporados en plenitud a la institucionalidad lo harán en el medio enrarecido de los grandes negociados, más inmorales que ineficientes, de las isapres, las afp y las colusiones de grandes empresas que han hecho de un crédito “fácil” otra fuente de lucro.

¡Tanto que rectificar para hacer de este Chile un país “nuevo”!

Se denota certero el “cambia, todo cambia”, del genial compositor Julio Numhauser. Lo que ayer era “alegato” de minoría, al calor de imponentes movilizaciones se impondría como exigencia mayoritaria. Así se explica el gran avance que constituye el Programa de la Nueva Mayoría. Educación, salud, constitución política, derechos laborales, todo eso es la certificación del “todo cambia”. Y para que ello sea realidad tangible, el 15 de diciembre deberá ser de ancha movilización ciudadana porque las grandes alamedas sólo se abrirán al paso del “hombre libre” del hoy y del mañana

EL DIRECTOR