El Círculo Virtual de Estudios Histórico-Políticos entrega un segundo
artículo en ésta, su nueva etapa.
Carlota Espina
Editora
EN EL MES
DE ABRIL DE 1957
Iván Ljubetic
Vargas
MARTES 2 DE
ABRIL DE 1957
El asesinato de Alicia Ramírez aumentó la indignación de la gente. También
marcó el comienzo de la más feroz represión realizada por la segunda
administración de Ibáñez. Fue dirigida por el general Horacio Gamboa, designado
jefe de operaciones en la capital.
El martes 2 de abril, el local de la FECH estaba lleno de estudiantes y
trabajadores. Preguntaban por los funerales de Alicia Ramírez. Deseaban
participar en ellos. No había noticias al respecto. Salieron, entonces, a la
calle, donde tuvieron lugar grandes manifestaciones de repudio al régimen. A
éstas se incorporaron delincuentes que el gobierno había soltado a la calle. Causaron
destrozos y saquearon las tiendas y negocios del centro. Crearon el caos.
Preparaban las condiciones para que se desatara la violencia de militares y
policías contra los manifestantes. Así cumplían el rol asignado por las
autoridades.
LA “BATALLA
DE SANTIAGO”
El 2 de abril el gobierno de Carlos Ibáñez sacó efectivos del Ejército para
reprimir al pueblo. Junto a carabineros, dispararon en contra de gente
desarmada, que se defendía con puños y piedras. En la noche de ese fatídico día
2, el general Horacio Gamboa, leyó, por cadena nacional de emisoras, un parte
de guerra, de lo que calificó de "batalla de Santiago". Informó que
la situación estaba controlada, que el "enemigo" tuvo 18 muertos y
500 heridos.
Posteriormente la cifra oficial de asesinados subió a 21. Pero, en verdad,
fueron muchos más. "El Siglo" denunciaba en su edición del 16 de mayo
de 1957 que eran 76 o más. Informaba que "en la madrugada del 7 de abril,
luego que las fuerzas integradas por policías y militares 'limpiaron' a balazos
el sector de las calles que rodean el cementerio, habría comenzado -según un
informante que nos merece absoluta confianza- la más dramática, secreta y
espeluznante operación. En furgones negros, completamente cerrados, empezaron a
transportar los cadáveres de niños, jóvenes y ancianos caídos en la
masacre". Agregaba que "fosas abiertas durante los días de la
masacre, amanecieron después cerradas misteriosamente. Se supone, también, que
estarían enterrados en el mismo lugar donde se encuentran los que fallecieron
por una antigua epidemia de cólera, y cuya exhumación está prohibida".
EL ASALTO
A “HORIZONTE”
Sucedió en plena "batalla de Santiago". Eran las 2,15 de la
madrugada del miércoles 3 de abril de 1957. En la Imprenta Horizonte trabajaban
a esa hora 20 operarios y el redactor de turno, Elmo Catalán Avilés. Este
describió en El Siglo de fecha 30 de abril de 1957, lo ocurrido entonces en Lira Nº 363 de la capital:
"En la puerta de calle empezaba a desarrollarse la tragedia. La
policía había llamado. El portero Hernán Echeverría (casado, 51 años, 8 hijos),
se acercó lentamente. Cuando se disponía a mirar por la ventanilla para
averiguar quien llamaba, una mano grande y regordeta penetró y lo aferró del
cuello, como tenazas. Varios revólveres se agitaron sobre su cabeza.
- Abre la puerta, viejo ....de tu madre.
La mano siniestra apretaba más y más el cuello de Echeverría. Los
revólveres lo urgían.
La puerta se abrió.
La turba policial se distribuyó estratégicamente: unos en la prensa, otros
al fotograbado. La mayoría en el segundo piso.
Julio Fauré, Inspector de la Policía Política, tez de chocolate, cara ancha
y plana, cuello grueso, corpulento, abrió de una patada la puerta del segundo
piso. Con paso seguro, con la pistola en alto, gritó:
- Alto .......de su madre. Se acabó
el trabajo.
Unos 10 o 15 policías penetraron con sus revólveres desenfundados y
garrotes en las manos. Un detective de unos 24 años, de apellido Araya, entró a
mi oficina. El jarro de té dio bote en el suelo. El pan corrió la misma suerte.
Con mano de experto destrozó en un santiamén los cordones de los teléfonos y
citófonos. Fui obligado a ponerme contra la pared, con las manos en alto”.
DESTROZANDO
Y ROBANDO
“Más al interior –continúa Elmo Catalán-, el valiente comisario Juan Ruiz
(fue reconocido por varios obreros de 'Horizonte' por las fotos aparecidas en
el diario 'La Tercera'), con una mano amenazaba con el revólver y con la otra
sacaba de sus asientos, violentamente, a varios linotipistas. El inspector
Fauré empezó a romper los vidrios. Un grupo de policías, con furia inusitada,
empezó a descargar los garrotes sobre las máquinas. Mirábamos impotentes el
crimen que cometían los 'representantes del orden'. Cada golpe de metal era una
herida para nosotros.
Con las manos en alto, en fila india, fuimos obligados a bajar.
El jefe de la Policía Política, Raúl del Campo, subía los escalones. Su
cuerpo obeso resaltaba con el elegante traje claro que vestía.
- Bajen luego a estos desgraciados,
rugió.
En la puerta nos esperaba el pelotón militar. Nos apuntaron con los fusiles
ametralladoras...
- Suban de a uno al camión, ordenó
el subteniente Izurieta....
El vehículo dio un largo rodeo, enfiló por calle Lira, hacia Alameda. Luego
dobló por Morandé. Se escuchaban algunos disparos aislados. Pronto llegamos al
siniestro Cuartel de Investigaciones. Bajamos con las manos en alto..."
DAÑOS POR
VARIOS MILLONES
En una comunicación pública la Empresa Horizonte informó sobre las
consecuencias del asalto policial:
"Nuestra producción ha sido interrumpida, perjudicando a los diarios
'Ultima Hora' y 'El Siglo', las revistas 'Vistazo', 'Entretelones' y 'Golpe',
todos de circulación nacional, más numerosos periódicos gremiales ('El Riel',
'El Andamio', etc.) que tenían contrato de impresión con nuestra empresa...
"Los bienes y maquinarias de 'Horizonte' soportaron en la madrugada
del 3 de abril la destrucción sistemática, desde su reloj control ubicado en el
vestíbulo de nuestro local, hasta el fotograbado, sitio en el último
patio..."
Luego daba el detalle de lo destruido, averiado y robado. Y agregaba:
"Esta enumeración parcial de los daños sufridos por 'Horizonte'
representa una suma de varios millones de pesos..."
TAMBIÉN ‘EL
SIGLO’
Simultáneamente con el asalto de "Horizonte" se produjo el de
"El Siglo". En la madrugada del 3 de abril había en las oficinas del
diario siete personas. Habían finalizado tarde sus labores y no podían regresar
a sus hogares, debido al toque de queda decretado por las autoridades. Uno de
ellos era el periodista Raúl Iturra Falka, quien narra lo ocurrido a las 2,30
horas de la mañana:
"Cuando nos disponíamos a dormitar un poco, violentos golpes a la
puerta de calle rompieron el silencio... No habrían transcurrido ni tres
minutos cuando hacía su entrada en la sala de crónica, un fornido agente que
llevaba entre sus manos un largo fierro, el que a insultos nos conminó a
abandonar el local... Detrás de éste, otros cinco o seis policías se abalanzaron
sobre nosotros, nos tomaron de los brazos y a empujones nos obligaron a salir
por el pasillo hasta la puerta de calle, en donde nos entregaron en custodia a
los militares, que a puntazos de sus fusiles nos hicieron subir al camión que
se hallaba detenido en Amunátegui con Catedral".
También describe como se dedicaron los policías a destruir y robar lo que
existía en las oficinas de "El Siglo".
Los daños sumaron más de cinco millones de pesos.
INTENTANDO
ELUDIR LA RESPONSABILIDAD
Las autoridades utilizaron la Ley
Maldita y las Facultades
Extraordinarias, concedidas rápida y servilmente por la mayoría del Congreso. En
virtud de ellas detuvo, encarceló y relegó. Sólo a la localidad de Curepto
envió 71 opositores. También lo hizo a otros puntos del territorio.
Por otro lado, intentaba el gobierno eludir la responsabilidad que tenía en
los vandálicos destrozos y robos en "Horizonte". Refiriéndose a ello,
el senador radical y precandidato a la Presidencia de la República, Luis
Bossay, expresó en la Cámara Alta, según informó El Siglo del 30 de abril de
1957:
"Entre tanto, honorable Senado, el gobierno ha perpetrado el más grave
desmán, de todos los cometidos durante los sucesos: la destrucción organizada y
sistemática de la imprenta 'Horizonte'.
"Yo admiro - continúa - la fría impasibilidad del señor Ministro del
Interior (el 'democrático' coronel Benjamín Videla) y ella me ha obligado a
leer mis palabras para no dejarme arrastrar por la justa indignación, cuando se
atreve a poner su firma a un oficio dirigido al Congreso Nacional en el cual se
afirma que el Gobierno cree que fueron las mismas turbas que cometieron
desmanes en el centro las que asaltaron y destruyeron la imprenta
'Horizonte'".
PILLADOS
CON LAS MANOS EN LA MASA
El proceso por el caso "Horizonte" fue entregado al fiscal
militar Francisco Saavedra Moreno, que actuó con gran celo, acuciosidad y
objetividad. La primera diligencia la efectuó el 9 de abril. El sábado 11 se
constituyó en visita ocular en la imprenta. Citó e interrogó a testigos. Poco
después realizó la más sensacional de las pesquisas: el allanamiento al hogar
del subcomisario de Investigaciones y miembro de la Policía Política Carlos
Estibill Mahuida, donde encontró dos máquinas de escribir robadas en "Horizonte".
El entonces diputado comunista José Oyarce - elegido en 1953 por el Primer
Distrito de Santiago, reelegido en 1957 y posteriormente Ministro del Trabajo
de Salvador Allende -, en conversación con el autor de fecha 8 de julio de
1993, entregó antecedentes desconocidos de cómo se gestó la acción del
descubrimiento de esas máquinas de escribir:
"Pocos días después del asalto, estábamos en una sesión de la Cámara
tres diputados comunistas: Víctor Galleguillos; al centro y frente al
micrófono, Sergio González y yo a la derecha. A mi lado un pasillo. Pasó por él
Raúl Morales Adriazola, diputado radical. Se detuvo y nos dijo, en voz baja,
que acababa de hablar en la Sala de Lectura de la Cámara con alguien que le
había contado, que las dos máquinas de escribir robadas en Horizonte se
encontraban escondidas en casa de un agente de investigaciones de apellido
Estibill. Le dio la dirección e incluso indicó el lugar preciso donde estaban:
en la parte de arriba de un ropero en el dormitorio del detective.
EL ABOGADO
JORGE JILES
"La noticia nos impactó - agrega Oyarce. Uno de los compañeros,
eufórico, planteó hacer la denuncia de inmediato en la hora de incidentes. Pero
le dije que no. Que si lo hacíamos, Estibill sacaría de inmediato las pruebas
de su participación en los sucesos y haríamos el ridículo. Propuse informar de
la importante noticia al abogado del Partido que llevaba la causa.
"Yo mismo - cuenta José Oyarce - me dirijo al estudio del compañero
Jorge Jiles Pizarro, a poca distancia del Congreso. Después de escucharme, dice
que no hagamos la denuncia y que él se encargaría del asunto. De inmediato se
entrevistó con el fiscal Saavedra y le entregó la información. Al instante, el
fiscal militar encabezó el allanamiento a la casa de Estibill. Sin vacilación
fue directamente al lugar señalado. Ahí estaban las máquinas. El dato había
sido exacto."
Con esta prueba se derrumbaron todas las argumentaciones de la Policía
Política de no haber participado en ese vandálico asalto. También destruyó las
declaraciones de inocencia del gobierno. Vino a confirmar públicamente lo
atestiguado por los 20 obreros y el periodista, testigos oculares de los
hechos.
LA MENTIRA
TIENE LAS PATAS CORTAS
El 29 de abril, la Corte Marcial rechazó por unanimidad el recurso de
amparo presentado por el abogado José Otero Bañados a favor de siete detectives
declarados reos como autores materiales del asalto, destrucción y robo en la
Imprenta. Ese mismo día quedó detenido e incomunicado el jefe de la Policía
Política Raúl del Campo, luego de declarar ante el fiscal militar.
El abogado Otero afirmó en su alegato ante la Corte Marcial que la acción
contra "Horizonte" no es obra de la Policía Política, sino de las
"bandas de individuos desalmados, venidos de poblaciones callampas o de
bajo de los puentes del Mapocho".
Pero el abogado Enrique Scheppeler destruyó uno a uno los argumentos de
Otero. Probó la participación de la policía y subrayó que el subcomisario
Estibill, en cuya casa fueron encontradas dos máquinas de escribir robadas a
"Horizonte", tenía a su cargo la investigación de la destrucción de
la imprenta.
RENACE DE
SUS CENIZAS
El 30 de abril quedaban aún 49 detenidos en la Cárcel Pública a raíz de las
manifestaciones contra el alza de las tarifas de la movilización colectiva de
fines de marzo y comienzos de abril. Otras 12 personas permanecían, por el
mismo motivo, en el anexo de la Cárcel.
Ese martes 30, reaparece "El Siglo". Lo hace en formato pequeño. Ello
es posible - se explicaba en un artículo de la edición de ese día -
"gracias al gran esfuerzo desplegado por el personal de la Imprenta
Horizonte, para reconstituir una mínima parte de la maquinaria destruida por la
Policía Política de Investigaciones en la madrugada del 3 de abril."
Se añadía que "se ha contado con la ayuda de numerosos talleres
mecánicos e impresores y con créditos concedido por el comercio. No obstante,
costará mucho tiempo volver a la antigua producción, por cuanto los daños
causados por los sayones policiales se calculan en 100 millones de pesos,
cantidad que no es fácil reunir".
Más adelante se destacaba que "el personal que no fue relegado se puso
a las órdenes de la empresa para coayudar a la acción de los técnicos e
ingenieros. Como no había plata para pagarles, se habilitó una 'olla común' que
se mantuvo con la ayuda del comercio del barrio. Grupos de médicos y de
practicantes ofrecieron sus servicios gratuitos para el personal cesante y los
familiares de sus relegados".
AHORA LOS
PREPOTENTES TIEMBLAN
El 4 de mayo, el fiscal Saavedra declaró reo al jefe de la Policía Política
Raúl del Campo. Había otros 8 detectives detenidos e incomunicados.
Ese mismo día sábado 4, seis policías de los que participaron en el asalto
fueron colocados en una rueda de 18 individuos, delincuentes como ellos, y
reconocidos por los 20 obreros y el periodista, testigos presenciales del
hecho. Esta diligencia realizada ante el fiscal Saavedra, fue decisiva en el
proceso. Los policías, tan prepotentes y seguros de sí en la madrugada del 3 de
abril, ahora tiemblan y están pálidos.
La actuación del fiscal Francisco Saavedra Moreno fue determinante para
aclarar el asalto a "Horizonte". Por su firmeza, valentía y rectitud
se le bautizó cariñosamente como el "fiscal de hierro". En cambio,
los perjudicados por su labor lo calificaron, en un intento de menoscabar su
conducta, de "comunista".
Al 11 de mayo, la ayuda solidaria para "El Siglo" sobrepasaba el
millón de pesos.