martes, 18 de julio de 2023

Panfleto de amor.

 



Comentario radial y escrito 


Aún no se puede hablar de democratizar.  

Se necesita pueblo. 

 


En el mundo de las ideologías, las ideas se airean como las espinas de un tunal; se roban, se venden, las compran, se ofrecen, se asustan y se blindan; torturan, matan, violan dignidad y soberanías, se visten como piel primera; hay ideas que “engrupen él morir”, convencidas que cada grano de carne oscura de espanto los hace merecedores de hamacas en paraísos extraños, singulares, inmorales... 

Hay ideas que aterrorizan, mienten, esconden, disfrazan caminos y caminares. 

Esas ideas que se materializan gracias al conocimiento y a las ansias incontrolables de poder, le dan existencia a la explotación salvaje del hombre por el hombre y es tan poderosa, tan egoísta, infame, embustera, insidiosa, que se puede transformar en un tsunami de fuego con más de 500 metros de alturas.  

Acaso creen ustedes que la violencia mercenaria hoy en Kosovo no forma parte del bombardeo de la OTAN en la antigua Yugoslavia. 

Qua habrán sentido los libios al ver los asesinos del aire destruyendo Trípoli. 

Como fue la angustia por Damasco, por Bagdad, por Kabul, en Santiago de Chile, por las Malvinas. 

Nombrar Nagasaki es desvestir la infamia disfrazada. 

Obligado he vivido en tierras y cielos alquilados, me he vestido con chuzo y guitarra en ristre; como chuncho, miro para atrás sin dejar de dar "un paso adelante y dos para atrás".  

Me cubro, me abrigo con todo lo aprendido, como dijo un viejo heroico “por si las moscas” leo mi cuerpo, consulto mi intelecto, dibujo mis cicatrices para no olvidar, para que no me olvides. 

Una idea hace sus cimientos con ladrillos de hambre, sus regadíos endurecen el barro y paja, sus molinos y yunques sedientos de todo, juntan los gritos que suenan:  

! ORGANISEMONOS! 

Una idea, un pensamiento acuñado gajo a gajo por más de 30 obreros orientados por Luis Emilio Recabarren, asoman una organización que tomo por nombre partido Obrero Socialista, más tarde, por necesidad de una orgánica diferente, capaz de resistir y vencer a la oligarquía criminal e integral de esos tiempos, se colectiva una orgánica que nos sigue arropando.  

El Centralismo Democrático, la democracia interna, nuestra moral y disciplina, nuestra dirección única colectiva y la unidad de acción.  

Estas herramientas como el pan y el agua nos mandatan a construir una fuerza propia y popular de tal envergadura que logre conquistar el poder político y entregárselo al pueblo.  

En un país que se llame soberano, es el pueblo la única instancia en la que emane el poder y consiga transformar las estructuras de explotación y corrupción.  

Es decir, nacionalizar, controlar, estatizar, todo aquello que signifique escuelas, agua, servicios, salud, ríos, confianza. Es decir, si hay que hacer negocios, no signifique dolencias para el mañana. Como sucedió con los deshechos suecos en tierras del norte. 

Esa era la idea del fundador del Partido Comunista de Chile. 

Esta organización política, de clase, va emergiendo tímida, irrumpe de acuerdo a su fuerza propia y también porque hay que hacerlo. Eso se llama moral, consecuencia. Mientras se pueda respirar, somos irrenunciables al complicado enfrentamiento de las clases... 

Sus herramientas son la huelga, las concentraciones sociales, la cultura, la imprenta, las manos e intelecto de todos aquellos que se sienten vejados, solidarios, sabedores; sus herramientas son los indignados, los cansados de ser asiduos a funerales, son los que se sientan con derechos a disfrutar justicia social, a disfrutar la vida gracias a la fuerza de tus manos y no del sudor y agonía de otro semejante. 

Se viste de esperanza con el pobrerío de la industria, del mineral, del choclo y la cebada, del jurel, de la sierra y del congrio, del lápiz y del cuaderno. 

A esto le llamo, el colectivo de las alianzas con sentido común, de la reflexión, de la empatía universal, planetaria. 

Llegar saber y entender que la miseria no es un maná que cae de los infiernos para probar y fortalecer nuestra caridad y humildad, nos ha costado millones de pupitres vacíos, miles y miles de habitantes bailando con su sombra. 

Su vida política, su respeto por la institucionalidad y en canchas enemigas comenzó en 1921 con dos diputados...Luis Emilio y Víctor Cruz. 

Hoy, 111 primaveras más tarde, hay tiempos que han querido destruir, hacer desaparecer nuestra idea de lo que es hacer revolución, ideas que son respaldadas científicamente al insistir de la corrupción ineludible que se da en la propiedad privada sobre los medios de producción; medios que tienen la potencialidad de vestir digno un país. 

Tienen por ejemplo el inmenso mar de tira y afloja con la existencia del litio. 

Hemos acarreados calendarios y cosechas amargas, nos han hecho proscritos, encerrados, ahogados, maldecidos; nos han tatuados tiempos que nos han dejados fuera del espectro social, nos han hecho inmensamente tristes, pero jamás nos verán de rodillas.  

Nuestras lagrimas son trincheras en nuestro rostro de amaranto. 

Hoy, 111 primaveras más tarde, podemos con dignidad decir que somos una institución política que jamás ha utilizado el terror, la muerte, el crimen, la corrupción para doblegar a nadie.  

El humanismo y el respeto a los derechos de todo habitante planetario, sostiene nuestra hoz y martillo. 

En la dictadura fascista, la más cruenta de las pesadillas que ha vivido el flaco y su gente, tuvimos por vez primera defender a un pueblo arrinconado, enfermo de olvidos y dignidad, muy parecido a su estado clínico de hoy; se tuvo que hacer uso de las armas, esas mismas herramientas que utilizo el poder oscuro, obedeciendo solícita a la ignominia civil. 

Y digan lo que quieran decir, lo que quieran pensar, sin embargo, el cabalgar de Manuel tambaleo amenazante las tribunas. Peligraba la continuidad de los despojos, tuvieron que pintar los caminos de colores.  

Otro engaño para Tiltil. 

Hoy, después de 111 primaveras seguimos con la tenacidad de hacer un nuevo país.  

Necesitamos del sentido común de la población.  

Cuando el pueblo entienda la causal de su miseria y se levante rebelde, calmo y reflexivo, la pobreza termino.  

El pirgüín no vino del mar para tener hambre.  

Y con ella erradicada, se va a la chuña la corrupción, la delincuencia, la injusticia social y el machismo aun institucionalizado. 

Hoy, 111 primaveras raudas pasando, el pueblo clase de mi país, está representado por nueve diputadas y dos diputados, una senadora y un senador. 

El destino digno de mi pueblo está en las manos de nuestro mismito pueblo. 

Alejandro Fischer Alquinta 

Aún mediterráneo 20230715