viernes, 30 de octubre de 2020

HACE 98 AÑOS LLEGÓ MUSSOLINI AL PODER

 

 

                                         Iván Ljubetic Vargas, historiador del

                                          Centro de Extensión e Investigación

                                          Luis Emilio Recabarren,  CEILER

 

 


 

El 29 de octubre,  el rey pidió a Mussolini  la formación de un gobierno. Así llegó el fascismo al poder con el concurso del rey Víctor Manuel III.  El ascenso al poder de Mussolini no significó de forma automática la implantación en Italia de un Estado fascista. 

El 27 de octubre de 1922, los fascistas italianos, obedeciendo una orden de Benito Mussolini, habían iniciado la marcha sobre Roma.

 

ANTECENDENTES 

A comienzos de los años veinte del siglo XX en Italia existían tres fuerzas políticas. La más importante era el Partido Popular Italiano, de ideología católica moderada, fundada en 1919 por Luigi Sturzo, secretario de la Acción Católica, con el apoyo del papa Benedicto XIV. 

Le seguía en importancia el Partido Socialista, con grandes contradicciones internas, que culminaron con su división. De allí surgió el Partido Comunista, marxista, miembro de la Internacional Comunista que, en 1921, se convirtió en la tercera fuerza política de Italia. Uno de sus fundadores fue Antonio Gramsci, destacado escritor y filósofo.

                  

  
Antonio Gramsci

La cuarta fuerza presente en la vida política italiana era el Partido Fascista, surgido en 1921 de los "Fasci di Combattimento" (Grupos de Combate), en cuyo seno convergían diversos sectores, desde antiguos socialistas (como por ejemplo el propio Benito Mussolini)  hasta grupos ultraconservadores. 

El Partido Fascista  tuvo un acelerado desarrollo. En 1920 sus miembros protagonizaron numerosos actos de violencia contra militantes de izquierda y sindicalistas. En 1922 su presencia en la vida política italiana era ya un hecho. Había logrado ganar numerosos gobiernos de carácter local y provincial y reunido en sus filas numerosos  simpatizantes procedentes de círculos empresariales, la Iglesia y el Ejército.

 

LOS TRABAJADORES REPRIMIDOS POR FASCISTAS

Desde el fin de la Primera Guerra Mundial reinaba en Italia una situación política inestable junto a una grave crisis económica. 

Los trabajadores, organizados en activos sindicatos como la socialista  Confederación General Italiana del Trabajo participaban en importantes movilizaciones. Realizaron ocupaciones de tierras y fábricas entre 1919 y 1920. Esas acciones culminaron con una huelga general el 31 de julio de 1922. Ésta fue aplastada por la represión violenta de los grupos fascistas que sembraron de víctimas el país.

 

UNA VEZ MÁS LA BANDERA PIRATA DEL ANTICOMUNISMO 

Los grandes  propietarios  industriales y agrarios, los católicos, los conservadores, atemorizados por el  crecimiento de las fuerzas revolucionarias  apoyaron el profundo anticomunismo de los fascistas. 

La violencia se desató en  pueblos y ciudades, favorecida por la inoperancia de los débiles y efímeros gobiernos que se sucedían con rapidez. Surgió el  descrédito del sistema parlamentario. Estos hechos favorecieron que un creciente número de italianos reclamara la acción de un gobierno fuerte y estable.

 

LA MARCHA SOBRE ROMA

Ante una orden de Mussolini, masas de fascistas se lanzaron tanto a las  carreteras como a los  trenes para dirigirse a Roma, con el fin de tomar el poder para su líder.

Armados apenas con algunas pistolas, mazas de acero y armas caseras, los “camisas negras” acudieron a la capital italiana desde el  22 de octubre de 1922, amenazando con provocar una guerra civil si las autoridades les cerraban el paso. 

Los manifestantes fascistas acudieron en ferrocarril, en automóviles o camiones, e incluso a pie aquellos que residían en regiones próximas. 

Hacia el 25 de octubre, una gran masa de fascistas   había llegado a las afueras de Roma y su número aumentó en escasos días. 

 

                       

Benito Mussolini

 

CRIMEN Y REPUDIO 

El diputado socialista Giacomo Matteotti denunció en el Parlamento las arbitrariedades y la violencia ejercida  por los fascistas en el proceso electoral. La respuesta fue el secuestro y posterior asesinato del diputado. Todas las investigaciones llegaron a la conclusión que el responsable de este crimen era Mussolini.

Todos los sectores políticos repudiaron este crimen. La prensa nacional y del extranjero protestaron y culparon al Primer Ministro. Miembros de la coalición de gobierno le volvieron la espalda. El Partido Popular y sectores de la Iglesia  condenaron el asesinato. 

Los parlamentarios de oposición abandonaron sus puestos  en el Congreso. Y ya no en  el Congreso y ya no volvieron a ocuparlos. 

Intelectuales y académicos firmaron una declaración repudiando a Mussolini. Este sufrió una fuerte crisis que lo tuvo a un paso de perder el poder. 

Superada la crisis, Mussolini se dedicó a perseguir y destruir toda oposición. En 1925 suprimió, los partidos políticos, sindicatos y la libertad de prensa. 

Detuvo y envió a prisión a los dirigentes de izquierda, especialmente a los comunistas. Entre ellos, a Antonio Gramsci. 

Centenares de miles de italianos debieron exiliarse. 

Surgió así el estado totalitario fascista. A su cabeza, Benito Mussolini, un dictador fuerte e implacable.