martes, 3 de noviembre de 2020

LA PÉRFIDA HISTORIA DE LOS ALTOS MANDOS Y OFICIALIDAD DE LA ARMADA


  

                                               Iván Ljubetic Vargas, historiador del

                                               Centro de Extensión e Investigación

                                               Luis Emilio Recabarren, CEILER

 

 

 

 

                                      “Tu nombre no has de manchar

                                       gigante del ancho mar,

                                       este es el lema, marino,

                                       cumple con tu deber

                                       y vencerás”.

                                    (Del Himno de la Armada de Chile)

 

 

NACIÓ EN LA LUCHA POR LA INDEPENDENCIA 

Después de la victoria de Chacabuco, el 12 de febrero de 1817, Bernardo O’Higgins afirmó.  “Este triunfo y cien más se harán insignificantes si no dominamos el mar”. 

Poniendo en práctica este pensamiento, envió representantes a Inglaterra y Estados Unidos con la  misión de adquirir o construir naves y contratar oficiales. En abril de 1817 se compró la  fragata Lautaro, luego la corbeta Chacabuco. 

El junio, se adquirieron el navío San Martín y el bergantín Galvarino y el Director Supremo argentino envió el bergantín Intrépido. 

La organización de estas naves fue encargada al capitán  Manuel Blanco Encalada. 

El  4 de agosto de 1818, Bernardo O´Higgins  firmó un decreto que creaba en el departamento de  Valparaíso una academia de jóvenes guardiamarinas, la que con el tiempo se transformó en la Escuela Naval Arturo Prat.

 

LA EXPEDICIÓN LIBERTADORA DEL PERÚ 

Los primeros años de la Marina chilena estuvieron guiados  de las orientaciones patrióticas del  Director Supremo, Bernardo O’Higgins. Punto culminante fue su valiosa participación en la Expedición Libertadora del Perú. 

Siguiendo el Plan del general José de San Martín y financiada por Chile, el 20 de agosto de 1820 zarpó de Valparaíso la Expedición Libertadora del Perú. La formaban 25 naves (8 navíos de guerra y 17 de transporte), con una tripulación de 1.624 hombres (624 extranjeros y mil marinos chilenos). 

El Ejército Libertador estaba constituido por 4.430 plazas.

 

LA GUERRA CIVIL DE 1829-1830 

El 9 de noviembre de 1829 el ejército del sur, comandado por José Joaquín Prieto, en rebelión contra el gobierno constitucional, avanzó sobre Santiago, donde los conservadores, encabezados por Diego Portales, organizaban un levantamiento. Comenzaba la guerra civil de 1829 – 1830, que culminó con el triunfo de los conservadores en la batalla de Lircay, el 16 de abril de 1830. 

Se inició un período de predominio de la derecha y de gobiernos autoritarios. 

El primero de ellos fue el del general José Joaquín Prieto (1831 – 1841), en él, Diego Portales jugó rol protagónico  entre 1831 y 1837.

 

EN LA GUERRA CONTRA LA CONFEDERACIÓN PERÚ-BOLIVIANA (1836 – 1839) 

Diego Portales, con un acentuado chovinismo, decidió  desde un comienzo   combatir por todos los medios a la Gran Confederación  Perú-Boliviana, creada en  Lima el 28 de octubre de 1836, por el general boliviano Andrés de Santa Cruz, Mariscal de Zepita. 

Esta no tenía como objetivo atacar a Chile ni limitar sus posibilidades comerciales, sino hacer realidad el sueño bolivariano de unir a los pueblos de América del Sur. 

Una prueba de las positivas intenciones de Santa Cruz fue que Bernardo O’Higgins, desterrado en Perú, apoyara con entusiasmo el proyecto del general boliviano. El patriota chileno, además, intentó impedir que las diferencias entre Portales y Santa Cruz desembocaran en un conflicto armado. 

Pero Portales estaba decidido a destruir la Gran  Confederación.  En diciembre de 1836, el Congreso, controlado por la derecha, autorizó al Presidente Prieto para declarar la guerra a la Confederación. Este conflicto era impopular en Chile. Sectores del Ejército estaban en contra de una  confrontación bélica. Portales agudizó la represión. 

En Curicó fueron fusilados tres ciudadanos. Un enorme malestar existía en todo el país. 

El 3 de junio de 1837, mientras pasaba revista a un destacamento del Ejército en Quillota, Portales fue apresado y tres días después fusilado. 

El Gobierno responsabilizó de este hecho a simpatizantes de la Confederación. Levantó la figura de Portales como un mártir defensor de la soberanía. Así logró que esa guerra injusta se hiciera popular. 

La única participación de la Armada chilena en ese conflicto fue el combate de Casma, librado en la pequeña bahía de ese nombre, ubicada en territorio peruano a 370 kilómetros de El Callao, 12 de enero de 1839. Tres naves chilenas, bajo el mando del capitán de navío Roberto Simpson, derrotaron a cuatro naves corsarias, tripuladas por peruanos y extranjeros, la mayoría franceses.  Estos tuvieron 13 muertos, muchos heridos y 70 quedaron como prisioneros. Por la parte chilena hubo 8 muertos y 8 heridos.

Con el triunfo de Casma quedaron aseguradas las comunicaciones entre Chile y las tropas que en campaña en Perú.

 

EN LA GUERRA CON ESPAÑA (1865 – 1866) 

Marinos españoles ocuparon las islas Chincha del Perú el 14 de abril d 1864.   Chile solidarizó con Perú y se negó a abastecer, en especial de carbón, a las naves hispanas. 

El 24 de septiembre de 1865, el comandante general de la Escuadra del  Pacífico de España declaró toda la costa chilena en estado de bloqueo. Al día siguiente, Chile declaró la guerra a España. 

El 24 de octubre, marinos españoles intentaron capturar botes en Valparaíso.  Fueron descubiertos y rechazados por soldados. Saldo: dos españoles heridos. 

Perú declaró la guerra a España el 14 de enero de 1866. Ese mismo año lo hicieron Ecuador y Bolivia. 

El 7 de febrero tuvo lugar el combate de Abtao entre naves chilenas y españolas. Duró dos horas. Quedaron 6 españoles heridos y 3 contusos. Sobre los chilenos, los datos fluctúan entre 2 y 12 muertos y entre 1 y 20 heridos. 

Hubo otros encuentros sin mayor importancia. En el golfo de Arauco, una nave española capturó al buque auxiliar chileno “Paquete del Maule”. 

El 31 de marzo de 1866 barcos españoles bombardearon el puerto de Valparaíso. Hubo dos muertos y 10 heridos chilenos, más graves daños materiales. 

El 22 de agosto de 1866, fue apresado el velero chileno “Tornado”.

La paz entre España y Chile se firmó el 12 de junio de 1883, en Lima, durante la ocupación de esa capital en la Guerra del Salitre.

 

EN LA GUERRA DEL SALITRE (1879 – 1883) 

Se le llama  erróneamente  Guerra del Pacífico Pero… el océano Pacífico es la mayor masa marítima del planeta. Su superficie abarca 180 millones de kilómetros cuadrados y sus aguas bañan tres continentes: América, Asia y Australia. 

Y el conflicto bélico  que nos preocupa se desarrolló en un mínimo rincón de ese océano y en su transcurso hubo sólo tres combates navales: el de Iquique y el de Punta Gruesa (el 21 de mayo de 1879)  y  el de Punta Angamos (el 8 de octubre del mismo año). Los tres  duraron unas pocas horas y participaron seis naves. Dos peruanas, el Huáscar y la Independencia; cuatro chilenas, la Esmeralda, la Covadonga, el Cochrane y el Blanco Encalada. 

En el Combate Naval de Iquique, por el lado peruano participaron dos naves y sufrieron un muerto y 7 heridos. Por la parte chilena combatieron cuatro buques y quedaron  143 muertos, 57 prisioneros, varios heridos y se perdió una corbeta. 

En el  Combate de  Punta Gruesa se enfrentaron  la Independencia (peruana) hubo 5 muertos y 23 heridos y perdieron un navío; en la Covadonga (chilena), quedaron  3 muertos y 5 heridos. 

En el Combate Naval de Angamos (8 de otubre de 1879) tres buques chilenos vencieron y capturaron al “Huáscar”. En éste quedaron  33 muertos, 27 heridos y 144 prisioneros. En el “Cochrane” hubo un muerto y 9 heridos. 

Posteriormente, la flota chilena surcó el Pacífico en tres ocasiones y sólo para transportar tropas. El escenario naval de ese conflicto abarcó desde Antofagasta a Pisco, unos 2 mil kilómetros. 

Este conflicto bélico que Luis Emilio Recabarren definió como “la guerra  de conquista de 1879 en que la clase gobernante de Chile se anexó a la región salitrera”, dejó en manos chilenas las provincias de Tarapacá (que era peruana) y Antofagasta (de Bolivia)  y un sangriento saldo de 123 mil bolivianos, chilenos y peruanos; pero  los principales yacimientos de salitre pasaron manos del imperialismo británico (de John Thomas North, Robert Harvey y la Casa Gibbs)

 

EN LA CONTRARREVOLUCIÓN DE 1891

El liberal José Manuel Balmaceda asumió la Presidencia de la República el 18 de septiembre de 1886.

Comprendiendo que era negativo basar el futuro del país sólo en el salitre, expresó: “Atesoraremos en ferrocarriles y construcciones públicas los 20 millones en que la renta ordinaria excede actualmente a los gastos”. 

Así lo hizo. En su gobierno construyó: 1.200 kilómetros de líneas férreas; 1.000 kilómetros de caminos; más de 300 puentes; 1.500 kilómetros de líneas telegráficas; más de cien escuelas, con capacidad para 35.000 alumnos,   20 centros penales. Se dotó de agua potable a 20 ciudades; se canalizó el  Mapocho. Fueron habilitados 10 puertos. 

Se crearon 350 escuelas: primarias,  normales, agrícolas,  de minas, una técnica femenina;  liceos  y el Instituto Pedagógico. 

Contrario  al monopolio británico sobre el salitre, sostuvo: “El Estado habrá de conservar siempre la propiedad salitrera suficiente para resguardar, con su influencia,  la producción y venta, y frustrar en toda eventualidad la dictadura industrial en Tarapacá”. 

Agregó: “Espero que en época próxima todos los ferrocarriles de Tarapacá serán propiedad nacional”•. 

Residiendo en Londres, John Thomas North conoció los patrióticos planes de Balmaceda, que herían sus intereses. Viajó a Chile.  Llegó a Valparaíso el 21 de marzo de 1889. Se entrevistó con el Presidente. No consiguió sus objetivos. Entonces recurrió al numeroso grupo de chilenos que, pagados por él, actuaban contra los intereses de su patria. Había abogados, periodistas, parlamentarios.  Connotadas figuras políticas como Carlos Walker Martínez, líder del Partido Conservador, varias veces parlamentario; Julio Zegers, dirigente del Partido Liberal, diputado y ministro de Hacienda en 1878; Enrique Mac Iver, patriarca del Partido Radical, parlamentario durante 46 años, ministro en dos ocasiones y Gran Maestre de la Masonería. 

Gran cantidad de parlamentarios eran empleados a sueldo de North. Con toda razón Balmaceda escribió en 1891: “El Congreso es un  haz de corrompidos. Hay un grupo a quien trabaja el oro extranjero y que ha corrompido a muchas personas”. 

Cuando  los medios pacíficos fracasaron, North y sus cómplices chilenos echaron mano a la violencia reaccionaria. 

El Ejército no escuchó los llamados de los contrarrevolucionarios y de mantuvo leal al gobierno constitucional. 

Un capitán de navío golpista, llamado Jorge Montt Álvarez,  tomó el control de la marina, que se sublevó  el 7 de enero de 1891, contra el gobierno de José Manuel Balmaceda.  Se inició la Guerra Civil del 91, que costó la vida a 10 mil chilenos. 

Sólo dos cazatorpederos se mantuvieron leales y en la bahía de Caldera combatieron y hundieron al blindado “Blanco Encalada” 

La actuación de la Escuadra durante la contrarrevolución se redujo al transporte de tropas: el 24 de julio de 1891 desembarco  tropas en el puerto de Caldera; el 20 de agosto hizo otro tanto en Quintero.  Además, el 23 de agosto, cuatro navíos participaron en el cañoneo de Viña del Mar. 

La contrarrevolución de 1891, reiteramos,  tuvo un costo de 10 mil vidas.

 

MARINOS SE NIEGAN A DISPARAR EN LA MASACRE DE 1903 

El 17 de abril de 1903, los  estibadores y chateros  de la Compañía Inglesa de Vapores de Valparaíso (PSNC) iniciaron un paro exigiendo mejores salarios. 

El movimiento se extendió. Los estibadores de la Compañía Sudamericana de Vapores se adhirieron a la huelga. Por su parte los obreros de la maestranza realizaron un mitin exigiendo al Gobierno del derechista Germán Riesco trabajo para las fábricas nacionales. 

A medida que los barcos de las compañías en conflictos llegaban al puerto, los tripulantes se sumaban a la huelga.  También lo hicieron los lancheros de la bahía. 

Se ordenó  desembarcar a un destacamento de la  marinería.  Pero  los marineros se negaron  a disparar contra los trabajadores. 

Los huelguistas realizaron un mitin frente a la imprenta de “El Mercurio” para expresar su repudio ante los ataques y los comentarios anti obreros del periódico. Desde el interior del edificio se abrió fuego contra la multitud. Los trabajadores respondieron apedreando los ventanales, quebrando los vidrios. Nuevos disparos. Quedaron siete manifestantes muertos. Por mucho tiempo se designará con el nombre del “matasiete” al diario de los Edwards. 

Por la noche, tropas del  Ejército sustituyeron a la policía. Ya eran diez mil los manifestantes que recorrían las calles y plazas de Valparaíso. 

Hubo asaltos a otros locales. Intervinieron seis regimientos llegados desde la capital. El saldo fue de  8 oficiales y 20 soldados con heridas leves; 35 huelguistas muertos y más de 600 heridos. 

Fue ésta una de las cinco masacres perpetradas bajo el Gobierno reaccionario de Germán Riesco.


Marinos, en un  hecho histórico, se negaron a emplear sus armas contra los obreros 

 

EN LA MASACRE DE LA ESCUELA SANTA MARÍA DE IQUIQUE 

El  martes 10 de diciembre de 1907 estalló la huelga en la oficina salitrera San Lorenzo.  En los dos días siguientes el movimiento se extendió por toda la pampa de Tarapacá.  De  84 Oficinas salitreras que funcionaban, pararon 76, con un total de 37.141 obreros. 

El viernes 13,  los huelguistas, sus  mujeres y niños  iniciaron la marcha hacia Iquique. Allí esperaban la solución del conflicto,  con la ayuda del gobierno de Pedro Montt.  Pero éste, era de derecha, y se puso al lado de los patrones. 

Entre el viernes 13 y el miércoles 18 de diciembre el gobierno envió tres barcos de guerra con tropas del Ejército  a Iquique. 

El domingo 15, llegaron los primeros pampinos a ese puerto. Fueron recibidos solidariamente por los trabajadores. 

Los pampinos actuaban en absoluto orden. Las autoridades los destinaron a la Escuela Santa María.  Allí se quedaron. 

Las oficinas salitreras más importantes de Tarapacá eran propiedad de capitalistas británicos. Estos presionaron al Gobierno de Pedro Montt para que aplicara mano dura contra los huelguistas. 

El jueves 19 de diciembre de 1907,  llegó a Iquique un cuarto barco de guerra. En él venían el Intendente de la Provincia de Tarapacá, Carlos Eastman, y el general Roberto Silva Renard. También  el regimiento O’Higgins. 

Eran las 15, 30 horas del sábado 21 de diciembre de 1907. Bajo un sol abrasador la multitud  se apretujaba en la Escuela Santa María de Iquique y en sus alrededores. 

Frente a ellos, amenazantes, las negras bocas de fusiles y ametralladoras. 

El general Roberto Silva Renard avanzó en un caballo blanco –quizás sintiéndose Napoleón- y ordenó al soldado  que lo acompañaba, que lanzara unos sones de clarín. Después ordenó abandonar la Escuela. 

Los obreros se negaron a hacerlo. 

Relata Elías Lafertte: 

“El general Silva Renard fríamente dio la orden de fuego. El ruido de los disparos fue ensordecedor. Los fusiles disparaban contra la azotea, mientras las ametralladoras tres veces lanzaron sus cargas de muerte contra el grueso de los pampinos, tres ráfagas, bastantes para llenar la escuela de cadáveres”. 

Y las ametralladoras, que debutaban en esa matanza, fueron disparadas por  elementos   de la marina de guerra, que asesinaron a la mayor parte de los más de tres mil obreros, mujeres y niños en ese sábado 21 de diciembre de 1907. 


Marinos con ametralladoras se dirigen hacia la Escuela Santa María 

 

LA SUBLEVACIÓN DE LA MARINERÍA 

El 1 de septiembre de 1931 suboficiales y marineros se apoderaron de las naves de la Armada que estaban en la bahía de Coquimbo. El movimiento fue motivado por la política económica del gobierno del Vicepresidente Manuel Trucco. 

El 5 de septiembre de 1931, los barcos que venían desde el sur arribaron a Coquimbo y ambas Escuadras, después de saludarse con grandes hurras, izando en sus foques las banderolas de bienvenida, se unieron en la bahía, para sumar, en total 23 unidades sublevadas y a cargo de sus tripulaciones, caso único en la historia naval. ¡Quince mil hombres, después de haberse apoderado de todos los barcos de guerra y puertos militares, con el apoyo de la Federación Obrera y la simpatía de numerosos cuerpos armados, parecían tener en sus manos la posibilidad de cambiar los destinos del país! Ya se hablaba, inclusive, de que se iban a establecer soviets en Chile. Y los diarios, anunciándolo sensacionalmente en sus pizarras, daban la noticia de última hora: ¡Seis acorazados y varios portaviones de los Estados Unidos partían de sus bases para dirigirse a Chile, con el fin de aplastar la 'sublevación bolchevique'".

La FOCH envió un documento a los marineros insurrectos, donde decía: 

"Compañero marino: Tú tienes los buques ya, dad armas a tus hermanos de miserias y en 48 horas, los consejos de marinos, soldados, obreros y campesinos le habrán dado a Chile un gobierno donde la miseria no impera. 

"Marino hermano: date cuenta que lo que habéis hecho es lo más grande y sin no lo lleváis hasta el final, si no te unes con los trabajadores, seréis aniquilados por la oligarquía.

"Marino: el triunfo es tuyo: para que nada ni nadie te lo quite, únete con los trabajadores. 

"Ten presente: no dejes el arma". 

En la noche de ese sábado 5, el gobierno exigió la rendición incondicional de los sublevados en Talcahuano. Fue rechazado por la marinería. 

Domingo 6 de septiembre. Era muy temprano aún, cuando la flota surta en Coquimbo, luego de calentar las máquinas, echando grandes penachos de humo, levó anclas y abandonó la bahía. La intención del Estado Mayor era situarla en mar abierto para ofrecer menor blanco al bombardeo de la aviación, que se había concentrado en la base de Ovalle. Pero, poco después del mediodía, los barcos retornaban para ocupar los mismos lugares donde estuvieron antes. 

Eran las 15:30 horas. En Talcahuano, tropas del Regimiento Chacabuco rompieron fuego contra el destructor Riveros, que se había acercado a tierra para ayudar a sus compañeros amenazados por el Ejército. También lo atacó el Grupo de artillería Silva Renard. 

A las 17:30 horas del domingo 6 de septiembre se inició el ataque aéreo contra la Escuadra. 

La aviación de guerra estaba comandada por su jefe, coronel Vergara, hermano del Ministro de Guerra. Lanzó varios ataques sobre los barcos, especialmente contra el Almirante Latorre. El ataque fue repelido vigorosamente por la marinería. 

El bombardeo duró 25 minutos y fue presenciado por los habitantes de Coquimbo desde el muelle y sus inmediaciones, desde las partes altas de las casas y de los cerros. 

Un avión fue derribado y otros cinco averiados. De la Escuadra,  sólo fue alcanzado el submarino H4 Quidora, donde resultó un marino muerto y otros heridos. Fue la única nave averiada. 

La acción de la aviación contra la marinería sublevada fue, desde el punto de vista militar, un rotundo fracaso. 

Después del bombardeo se entregaron al gobierno los Destroyer Riquelme, Hyatt, Orella y Videla. 

Lunes 7 de septiembre. En la mañana, los buques aún en manos de sus tripulaciones salieron del puerto de Coquimbo. El acorazado O'Higgins regresó y se rindió. 

Los marineros comprometidos en la rebelión estaban divididos. Cada vez eran más los que deseaban llegar a un acuerdo con el gobierno. En el resto de las naves, ya no se obedecía al Estado Mayor. 

En Coquimbo se rumoreaba que el Almirante Latorre no se rendía porque "la tripulación y el Estado Mayor de los insurrectos estaban en desacuerdo sobre el camino a seguir. Los primeros deseaban entregarse y los segundos pensaban hundir al barco, conforme a lo que han manifestado en otras ocasiones. Se informó que bandadas de aviones e hidroaviones seguían la marcha del 'Latorre' con el objeto de obligarlo a rendirse. 

Ese lunes 7 cayeron los fuertes del Morro, Punta de Parra y el Borgoño. 

Según Ricardo Donoso, "en el combate de Talcahuano hubo un apreciable número de bajas entre muertos y heridos, tanto de parte de los rebeldes como de las tropas gubernativas. La captura de los fuertes puso en poder del gobierno mil prisioneros y todo el armamento y municiones que existía en ellos". 

En Valparaíso, regimientos del gobierno marcharon sobre la Escuela de Comunicaciones, la Base Aérea de Quintero y el Regimiento Maipo a los que obligaron a rendirse.

En la noche del lunes, el último bastión de la insurrección era el Almirante Latorre. Acosado por los aviones, su tripulación terminó por levantar bandera blanca. 

¿Por qué fracasó la sublevación de la marinería de la Escuadra? 

Se puede afirmar que la rendición de los insurrectos no fue resultado directo del bombardeo de la flota en Coquimbo. Lo que sí influyó, al parecer significativamente,  fue el haberse gestado una suerte de contrarrevolución a borde de las naves alzadas. 

Pedro Pacheco Pérez, profesor comunista que participó en la insurrección y que fue uno de los condenados a muerte, amnistiados gracias a la presión popular, en un artículo  titulado “Hace Treinta Años” y publicado en “El Siglo” con fecha 2 de septiembre de 1972, explica: 

"La mayor firmeza y combatividad se encontraban entre los tripulantes de más baja graduación y con cierta experiencia, como los cabos. Los más vacilantes fueron los suboficiales, los que, desgraciadamente, en mayor proporción dirigieron el movimiento, debido a que los marineros los eligieron impulsados por su respeto a la jerarquía".

Luego enfatiza: "El error más notable fue la falta de vinculación orgánica con el pueblo. Era, por otra parte, natural que así fuera, pues nadie sabía qué o quién había detrás del movimiento. Recién había caído el dictador, el Partido Comunista recogía sus cuadros de la ilegalidad, la tiranía había despedazado y corrompido gran parte del movimiento obrero". 

Al mismo tiempo, Pacheco Pérez, define la insurrección de las Tripulaciones como "una primera participación del pueblo armado en la solución de sus problemas y de los problemas de la nación, con mucho de espontánea y con graves errores políticos y orgánicos, pero una lección rica en enseñanzas". 

Derrotado el levantamiento de la Escuadra, los tribunales militares comenzaron a juzgar a cientos de marineros. Dictaron  fallos  monstruosos: penas de muerte, presidio perpetuo y otras largas condenas de prisión. Era la venganza de la reacción por el miedo sufrido en esos días de septiembre; era el terror que sentían los explotadores por la posibilidad que pudieran volver a repetirse. Era, en fin, su odio de clase. Era, además, el  escarmiento que pretendían dar contra quienes intentaron defender sus derechos. 

La masacre "legal" anunciada conmovió la conciencia de amplios sectores. Se constituyeron comités para impedir las penas de muerte, de las cuales ya se había dictado el "cúmplase" . Los integraban trabajadores, estudiantes, abogados partidos populares. 

Los comunistas salieron a la calle. El 21 de mayo de 1932 jóvenes comunistas de Valparaíso repartieron proclamas exigiendo respeto a la vida y la libertad de los marinos sublevados. 

Durante la breve “República Socialista” encabezada por Marmaduke Grove (del 4 al 16 de junio de 1932) dictó un decreto que amnistió y liberó a todos los marinos encarcelados por su participación en la insurrección de los primeros días de septiembre de 1931.


ACCIONES SUBVERSIVAS 

En julio de 1973, a través de Vicente Gutiérrez, Roberto Thieme, secretario general del  grupo fascista “Patria y Libertad”, fue invitado a una reunión con unos oficiales de la Armada que colaboraban con el almirante José Toribio Merino. 

Dentro del más absoluto secreto y tomando todas las medidas de seguridad, se produjo el encuentro en Santiago, en un departamento de la avenida Vitacura. El comandante Hugo Castro llegó acompañado por un capitán y Thieme lo hizo secundado por Sessa y Gutiérrez. 

Los marinos les comunicaron que el día 25 de julio se iniciaría un nuevo paro nacional de camioneros, al cual se irían sumando gradualmente otros gremios, con lo que se pretendía paralizar totalmente al país, situación que crearía las condiciones para un pronunciamiento militar definitivo. 

En seguida les preguntaron en qué situación se encontraban las brigadas operacionales, luego de conocer las explicaciones, les pidieron que las movilizaran en las condiciones en que estuvieran con el fin de contribuir al éxito del paro, asignándoles la misión de mantener cortadas las vías férreas y las carreteras, y sabotear los oleoductos y bencineras. 

Los marinos se comprometieron a señalarles los puntos de corte y a proveer los materiales explosivos requeridos. También les indicarían los días en que tendrían que provocar cortes de energía eléctrica en diversos lugares del territorio para alterar las comunicaciones radiales y televisivas. 

Sin mayores dudas, los dirigentes de Patria y Libertad aceptaron la misión y antes de despedirse establecieron los conductos de comunicación y de coordinación para poner en práctica los planes de sabotaje acordados.

 

MARINOS PATRIOTAS  INTENTARON IMPEDIR EL GOLPE (TESTIMONIO DE UN MARINO CONSTITUCIONALISTA) 

“Nosotros vivíamos algo ajeno a lo que pasaba en Chile porque habíamos salido a principios de 1970 a navegar en la Esmeralda. Cuando retornamos, había mucho debate político y actividad pública. Me tocó cubrir las elecciones el 4 de septiembre de 1970 en un puerto del norte, en Huasco. El segundo comandante de la Esmeralda era el jefe de plaza y me tocó ser su escolta. En la noche de la elección había una recepción en un club social donde estaba la alta sociedad huasquina y el jefe de plaza recibió una información y dijo “cagamos, ganó este huevón de Allende”. Me llamó la atención que el comandante tuviera una expresión tan despectiva por quien fue elegido presidente. Que a priori, que hubiese una opinión tan taxativa sobre quien fuera electo por los chilenos me sorprendió. Tenía 16 años. No tenía la menor idea de política. Lo único que sabía es que cada cierto tiempo se cambiaban los presidentes y se elegía uno nuevo. 

“Cuando llegué a bordo de la Esmeralda comenté con mis compañeros que a los oficiales no les gusto que haya sido elegido Allende. Les pregunto por qué, quién es Allende que genera tanto rechazo. Y un viejo marino me dio una cátedra de política. Me dijo: ‘Acá en la marina existen dos clases sociales: estamos nosotros, la tripulación, el perraje; y por otro lado, están los oficiales. Ellos son los que mandan, viven bien, llegan a buenos sueldos, son atendidos por camareros. El perraje estamos acá mal alimentados, dormimos hacinados, hacemos la pega, somos los obreros. Exactamente lo mismo pasa en la vida civil: están los obreros, los tipos que trabajan y se sacan la mugre y la pasan mal, y están los empresarios, los ricos, que son los que la llevan. Lo que pasa es que este presidente fue elegido por los de abajo, por los trabajadores, porque él prometió crear unas condiciones nuevas en el país y mejorar la situación. Es lo mismo que nosotros empezáramos a hacer cosas para mejorar. Obviamente a los oficiales no les va a gustar’… 

La dotación de oficiales serían 30 y la tripulación 250. O sea, 250 personas hacinadas de la mitad del buque para adelante y los otros 30 dueños de la mitad hacia atrás… 

“Mi conciencia de las cosas parte en Huasco y se va desarrollando. La comida es mala, el uniforme que nos llegaba nos tenía todos pililos, los sueldos bajísimos, las guardias extenuantes, los regímenes de franco muy limitados. Así se crearon expectativas dentro de la Armada con Allende. Íbamos a cambiar el régimen y alguien dijo que el gobierno proponía una Escuela Unificada, algo que a nosotros nos gustó porque de ahí en adelante no habría más escuelas separadas, de grumetes y Naval, y nos creamos una expectativa de cambio”. 

“Cuando terminamos el periodo de instrucciones en 1971 nos seleccionan para especialidades. Los que teníamos mejores notas nos mandaron a cursar la mejor especialidad que tenía la marina, que es Técnico Superior en Electrónica. 

“En las charlas que daban los oficiales en los cursos, de distintos temas, se empiezan a meter temas contingentes de orden político sobre lo que pasaba en el país. Al rato es recurrente y plantean cosas que uno no estaba tan de acuerdo. Estaban en contra de las 40 medidas del gobierno de Allende, como la renacionalización del cobre. Los oficiales decían que eso era lo peor porque iba a significar una catástrofe en la marina, ya que todas las compañías norteamericanas no iban a dejarse expropiar y eso implicaba que la Armada dejaría de recibir apoyo logístico, debido a que nuestra infraestructura era fundamentalmente norteamericana… 

“En otra charla, otro comandante criticaba la entrega del litro de leche a cada niño porque en el país los niños no estaban acostumbrados a tomar leche y que los pobres las usaban para rayar las canchas de fútbol… 

“Al tiempo empiezas a intuir algo. Aquí no se está hablando de temas institucionales y técnicos, sino que de temas políticos. Pese al temor que existía nosotros no sabíamos donde apuntar las opiniones, pero proyectábamos que esto tendía a derrocar al gobierno. Llegábamos preparados a las charlas y les decíamos ‘usted está equivocado en lo que está diciendo. Tengo estadísticas, números, etc.’. Todo para argumentar. Se producían unas discusiones enormes. 

“En 1971 al curso completo se nos ocurrió hacer un paseo de curso. De civil arriba de un camión nos fuimos a acampar a una quebrada. Nos acompañan dos oficiales y en algún momento nos pusimos a discutir y todo el mundo se puso en evidencia. Pensamos que la discusión quedó entre camaradas, pero cuando llegamos a la escuela los oficiales hacen informes y sumarios porque se presumía que había gente política en el curso. Cuando empieza esto del sumario los llamamos a los oficiales para decirles que cómo traían a la unidad temas que fueron de un paseo, era de pocos hombres, si estábamos compartiendo, que no se podía hacer, que jamás hubo maltrato y que podíamos decir que ellos también tenían una postura política. Si hay sumario y nos llevan a un fiscal, les dijimos que nosotros íbamos decir que ellos habían hablado también de política, que el tema lo habían puesto ellos. Hasta ahí no más quedó la amenaza, claro que pasamos a segundo año marcados absolutamente los 15 del curso de Electrónica. 

“En 1972 la cosa se empieza a complicar a nivel nacional. Hay paros y sabotajes. En las charlas ya no se hablaba en contra de una medida, sino que directamente en contra del gobierno. Nosotros como marineros constitucionalistas, una cosa que marcábamos como argumento sólido, algo que aprendimos en la Escuela de Grumetes, respetábamos el reglamento igual como el ciudadano respeta la Constitución. 

“Los oficiales hablaban del presidente como el pelotudo, el huevón, en esos términos. Para qué hablar de cómo se referían a los ministros: huevones ignorantes, analfabetos, que no sabían nada. Ese era el lenguaje que usaban. Así, nosotros, pensábamos que si ese era el gobierno que los ciudadanos eligieron, había que esperar que desarrollen su pega. No hay ninguna ordenanza que determine que si no me gusta el gobierno, lo voy a cambiar. 

“Estaba en la Escuela de Operaciones (Las Salinas, Viña del Mar) y comenzaron a darnos instrucciones antidisturbios. Luego la instrucción fue más directa, con salidas a las calles, a patrullar, cosas que no estaban contempladas en los programas de estudio: ejercicios de tiro, lanzamiento de granadas, de bombas lacrimógenas. Y salimos en patrullas el día del paro a las calles. Me llamó la atención que controlábamos a la gente que andaba caminando, pero en una oportunidad en el cerro Barón de Valparaíso se nos ocurre parar unos autos. Lo paramos, les pedimos que se bajaran y les pedimos documentos. Cuando llega el oficial se emputece de una forma con nosotros, nos trata pésimos, que cómo se nos ocurría controlar a gente decente que anda en vehículo. O sea, el huevón que anda en auto es decente y el que anda a pata hay que sacarle la cresta…

“Todas esas cuestiones nos mostraban el trato que se daba a la población y contra quien nos estaban entrenando. Al encontrarnos con otras unidades, con carabineros, nos dimos cuenta que había un sentimiento de tropa muy similar. Se fue creando una conciencia de que algo viene, de que algo se tramaba y que nosotros teníamos que estar al lado del gobierno porque es constitucional. 

“De repente nos enteramos que la Infantería de Marina estaba pasando explosivos a Patria y Libertad. Los atentados que hacían a las torres y los oleoductos eran con material pasado por la Armada. La institución es un como un gran pueblo chico, o sea, se sabe todo. Siempre hay alguien cerca de donde ocurren las cosas, o es un mayordomo o un escolta o un guardia. Siempre alguien paró la oreja, escuchó algo y se sabe todo. Esos rumores se sabían y a la vuelta de muchos años se han confirmado”. 

“Terminamos el curso y nos fuimos embarcados en los buques. Allí nos encontramos con gente que llegó de la Escuela de Ingeniería o de otras escuelas y contaban que allá pasaba lo mismo. Si se discuten los mismos temas y los oficiales decían las mismas cosas.

“Navegando en la escuadra nos encontrábamos con amigos de otros buques. Yo estaba en el crucero Prat. Había una percepción más o menos similar de parte de la tropa de que algo se estaba fraguando, que había un “in crescendo” contra el gobierno y los oficiales hablaban mucho de que teníamos que estar unidos ¿cuándo los oficiales nos habían pedido que nosotros estuviésemos unidos a ellos? 

“El tipo que estaba en el Blanco, el en Cochrane o en el Orella tenía la misma sensación. Así empezamos a averiguar con otros barcos. “Vamos a ver qué  pasa en el crucero O’Higgins”- decíamos. O “¿quién conoce a alguien del Latorre? ¿Qué está pasando allá?”. 

“Las charlas direccionales ya eran evidentemente dirigidas en contra del gobierno, era para denostarlo, que eran incompetentes, que eran imbéciles, hacían mofa de los ministros. Se hablaba muy mal de ellos…

“Después nos vamos a los buques y el sentimiento es parecido. Los marinos de tropa, en vez de creerse el cuento, empiezan a tener un rechazo generalizado. En todos los buques se comentaba que la cosa se está poniendo fea, que parece que viene un golpe de Estado. Vamos a apagar esta cuestión diji 

“Así que los más amigos nos empezamos a transmitir mensajes entre los barcos y las escuelas. Lo hacíamos usando un programa de actividades en el que cada cierto tiempo se juntaba la flota en un puerto y se hacían maniobras. Sabíamos que buques iban y como conocíamos a quienes estaban arriba de esos buques, nos juntábamos para conversar los temas y transmitir la información.

“A los que les correspondía hacer la maniobra, hacían de enlace y transmitían la información de lo que pasaba. Al final todos engancharon. Y era más bien por ser constitucionalistas y de que si intentaban hacer un golpe de Estado nosotros seríamos la carne de cañón. 

“Lo que más nos complicaba era que era un enfrentamiento contra un pueblo indefenso. Aquí había que salir a matar gente. Entonces conversábamos que se parara la mano, que cómo íbamos a dar un golpe de Estado, si este gobierno tiene un apoyo de la gran puta. Si Allende se pega una concentración y llega un millón de personas, entonces va a haber gente que saldrá a defender el gobierno. 

“Los oficiales decían que si acaso no sabíamos sobre los acondicionamientos que se hacen para dominar la situación. Si basta con que matemos unos 10 mil gallos y todo el resto se va a atemorizar. Eso lo decían antes del golpe, así con esas palabras. Entonces pensábamos que aquí lo que venía era una masacre de la gran puta. 

“Un día se sabe que un oficial de la unidad cree en el gobierno y lo va a defender. No pues, si vamos de franco cuando vaya saliendo, le pegamos un tiro cuando vaya saliendo, cayó al agua y se desapareció- escuché decir a otro oficial. Frente a esa situación angustiosa ¿qué te queda? Acá no me salvo ni por una ni por la otra. O me convierto en carne de cañón o me quedo y me van a pasar la cuenta igual. No era mucho el margen de maniobra. Sobre todo para aquellos que ingenuamente ya habíamos demostrado una posición política ya en la escuela. Si estábamos fichados ya. 

“Con ese ambiente tan complicado teníamos que hacer algo. Estábamos en la disyuntiva entre quedarnos callados y ser carne de cañón para el golpe o nos iban a pasar la cuenta igual. Entonces se nos ocurrió hacer una reunión de coordinación de distintos buques. 

“Teníamos contactos sólo con suboficiales. Percibimos que la situación en otras ramas era la misma. Que se estaba fraguando el golpe de Estado en la oficialidad, pero que la gente de tropa no estaba con ellos. Uno por la afinidad con el gobierno, porque el gobierno de Allende los interpretaba; y otros por ser constitucionalistas. 

“Así que nos reunimos en el restorán Los Pingüinos de Valparaíso unos 15 marinos de distintos buques y escuelas. Ningún oficial. El sargento Cárdenas hizo un resumen de la situación política y ¿qué hacemos? Yo plantee que era una situación grave que se había salido de los cauces institucionales y que había que ponerla en conocimiento del gobierno. ¿Cómo? Al ser subordinados no podíamos pedir audiencia al gobierno, por lo que tenía que ser por canales informales. 

“También plantee que teníamos que hacer un movimiento capaz de neutralizar la fuerza de los golpistas. En el momento que sucediera vamos a tomarnos los buques y escuelas para que fracasara. 

“Aparecieron posturas más extremistas, como la de Cárdenas, que decía que más evidencia no se necesitaba. Planteaba tomarse los buques de la escuadra y las escuelas. Conformar unas fuerzas populares y nos ponemos a disposición del presidente Allende. La idea era comunicar antes al gobierno y en el próximo zarpe de la Escuadra, tomarse los buques, arrestar a la oficialidad golpista y volver a puerto declarando la lealtad al gobierno. 

“El problema era ¿cómo tú vas a convencer a las estructuras de gobierno oficial, siendo uno un sedicioso al tomarse la escuadra, que el gobierno te acepte? Así que no llegamos a acuerdo. El grupo de Cárdenas mantuvo esa idea y el grupo nuestro pensaba que por ahí no iba la mano. Así que cada uno en su grupo inició los contactos con el gobierno, los que se dieron a través del MIR… 

“De la muerte del comandante Arturo Araya nos enteramos por la radio. Hicimos una reunión en los buques y conversamos lo mismo: el extremismo está matando a nuestra gente, cómo nos vamos a dejar matar así, tenemos que actuar. 

“De los leales al gobierno sólo quedó el almirante Montero, una persona muy respetable. Hasta el golpe vimos en él, ninguna actividad conspirativa y siempre defendió la institucionalidad. No era bien visto al interior de la marina. Le pasó lo mismo que Prats, sabía lo que venía, pero estaba solo ¿qué iba a hacer? En su fuero interno debe haber pensado eso.

“Nuestro grupo de planteó que si queríamos lograr parar el golpe teníamos que sumar más gente, de forma silenciosa, secreta. Así se dio un trabajo de buscar gente confiable. Cárdenas con su grupo se reunieron con civiles, con Miguel Enríquez, con Garretón y Carlos Altamirano. Lamentablemente en la última reunión con Altamirano a Cárdenas lo tomaron preso. Andaba con una lista y entre esa lista estaba su grupo y yo estaba en Talcahuano. A los de Valparaíso los trataron muy mal. 

“El buque Prat había tenido un incendio en las máquinas. Todo el mundo pensaba que era un sabotaje, pero gente que trabajaba allí había constatado hace tiempo que esas máquinas estaban sobre exigidas, además el buque era muy viejo, pero no lo pescaron. Cuando ocurrió el incendio se corrió la voz de que había sido un sabotaje de los extremistas y el buque se va a reparaciones a Talcahuano. Yo estaba a cargo de un radar y manteníamos otros equipos averiados. Era el 8 de agosto de 1973 entregué mi turno y me fui a acostar, pero llega el oficial a cargo, el teniente Santiago Lorca, y me dice que no me acueste, que tenía que ir a la base buscar unos equipos que acaban de llegar. Le dije que había trabajado todo el día y que estaba cansado, que quería puro dormir. ‘No, si tienes que ir tú’- me dice. 

“Me obligó a salir del buque en comisión de servicio. Salimos en una camioneta que en un momento del trayecto se desvía por la Península de Tumbes hacia arriba. Allí me cae la chaucha en ese minuto. ‘Cagué, viene el golpe de Estado y me van a pasar la cuenta’- pensé. El oficial era el mismo del paseo de la escuela. 

“Pensé tirarme de la camioneta para afuera y los oficiales me dijeron quédate quieto. Llegamos al fuerte, yo no tenía idea que existía, un lugar oscuro y se bajan todos y me dejan arriba de la camioneta. Escucho “¡López baja!”. 

“Allí me di cuenta que estaba rodeado de infantes de marina, con las caras pintadas y me dieron una pateadura y culatazos. Me hicieron pebre, sin preguntarme nada, ni siquiera el nombre. Pensé que hasta ahí no más llegaba mi historia. Luego me desnudaron y comenzaron a interrogarme. ‘Vos sabís por qué estás aquí, no te hagas el huevón’- me decían. Intuía porqué estaba pero no sabía la magnitud. Me fui de negativa por bastante rato, me preguntaban por distintas personas, si es que los conocía. Luego trajeron a un colega mío sangrando y me dijeron que había hablado. Allí caché por donde iba la mano. Cuando se lo llevan, grita para atrás ‘yo no hablé ninguna huevá’. 

“Después viene una tanda de torturas desnudo a cargo de unos 5 soldados. En ese tiempo eran sólo golpes, claro que en la península al lado del mar, principios de agosto, desnudo, con un frío de la gran puta. Al rato me doy cuenta que no estaba solo, que les pegaban a otros más. Al rato les digo que digan la huevá que quieran, yo firmo lo que quieran. A esas alturas del partido uno ya se da cuenta de que no han dado el golpe de Estado y que no te iban a matar. Estoy seguro que quieren hacer un proceso, pensaba y que al final había un gobierno civil, tendría contactos con abogados y que tendría derechos. 

“Me fueron a tirar a una casona y al otro día me llevan a Talcahuano, luego a la cárcel de Concepción, donde nos pilló el golpe. Éramos como 83 procesados. Unos 18 nos quedamos en Talcahuano.

“A comienzos de agosto se hace público que estábamos presos. Nuestros compañeros avisan a las familias y ellos nos buscan. La Armada los negó. A los abogados costó mucho lograr visitarnos porque estábamos incomunicados después de las golpizas”. 

“Esperábamos que luego de calmarse la situación, tomar contactos con los abogados, se iba a evaluar lo que estaba ocurriendo en la marina y que al menos una autoridad de gobierno nos iba a llamar para pedir nuestra versión de que si era efectivo o no que se estaba conspirando al interior de la marina para dar un golpe de Estado. Nadie nos llamó. 

“Sentimos que hubo una desidia de parte del gobierno cuando había elementos de juicios suficientes para empezar una investigación y verificar qué mandos estaban involucrados en esto. Eso no se hizo”. (Víctor López Z., un Marino Constitucionalista: “Carta al Director”, miércoles 28 de agosto de 2013, en DiarioUChile, 31 de octubre de 2020) 

 

EN  EL GOLPE DEL 11 DE SEPTIEMBRE DE 1973 Y LA DICTADURA FASCISTA 

Liderado por el Vicealmirante de la Armada, José Toribio Merino, y el Comandante de la Fuerza Aérea, Gustavo Leigh, el golpe fue planificado para el 11 de septiembre de 1973.

Ese día José Toribio Merino  destituyó al almirante  Raúl Montero Cornejo y se autonombró comandante en jefe de la Armada, pasando a formar parte de la  Junta Militar de Gobierno  encabezada por el general Augusto Pinochet. 

Recuerda Carlos Toro: “Alrededor de las 5,30 horas sonó el teléfono. Atendí. Me llamaban los compañeros ferroviarios de Valparaíso para informar que: ‘la escuadra había regresado en la madrugada a Valparaíso y que en ese momento la marinería se estaba tomando las instalaciones ferroviarias del puerto’. Con esta nueva noticia, llamé inmediatamente a Tomás Moro. Me atendió Joan Garcés. Mira, le dije, se está dando un conato subversivo de la marina en Valparaíso.

Tengo la impresión de que fue la primera alerta que él llegó al Presidente. Aunque no estoy seguro de ello. También pudo recibirla por otros conductos”.  (Carlos Toro: “La Guardia muere, pero no se rinde…Mierda. Memorias”, página 81)

  

EL GOLPE FASCISTA EN VALPARAÍSO 

Reproducimos partes el excelente trabajo: “Valparaíso: Las cicatrices de un puerto torturado”, de Joaquín Cáceres González: 

“El 11 de septiembre de 1973 la bahía de Valparaíso amaneció asediada por la Armada de Chile. Cientos de marinos se desplegaron por las calles de la ciudad puerto en búsqueda de artículos y personas que fueran opositoras al régimen… En Valparaíso y distintas ciudades del país eran detenidos cientos de personas, algunos militantes del Partido Comunista, del Partido Socialista, del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, del Movimiento de Acción Popular Unitaria, en fin, todos los adherentes del presidente Allende. 

“Valparaíso, como ciudad puerto, fue sitiada por la armada. En este caso, según el Informe de la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura, fue nombrado al mando de la provincia el comandante Guillermo Aldoney, de la Primera Zona Naval, como Jefe de Zona en Estado de Emergencia. 

“Utilizando como recintos de detención y tortura la Academia de Guerra Naval, el Cuartel Silva Palma y algunos buques, como el Maipo, el Lebu y la Esmeralda. En la región las detenciones se concentraron durante los años 1973 a 1974...

 

TORTURAS EN LA ACADEMIA DE GUERRA NAVAL 

La Academia de Guerra Naval junto con el cuartel Almirante Silva Palma, también denominado Fuerte de Bueras Bajo, fueron centros de por donde pasó la mayor cantidad de personas detenidas en la región. En estos lugares los interrogatorios junto con las torturas eran a diario y brutales. El primer centro se encontraba en el cerro Playa Ancha, mientras que el segundo estaba ubicado en el cerro Artillería. 

La Academia de Guerra Naval era una construcción de acero y concreto, de cuatro pisos. Ricardo Aravena recuerda el lugar y relata que “me llevaron a un tercer piso, que después supimos que era la sala de las banderas en la cual nos tenían en una pieza a treinta o cuarenta compañeros, entre hombres y mujeres, ahí nos sacaban y llevaban a interrogatorios en cualquier horario”. Héctor Cataldo, ex miembro del MAPU, comenta que en la Academia de Guerra “el primer día fueron solo culatazos y ofensas, desde el segundo día fueron interrogatorios con torturas tres veces al día”. 

“ El año 2017, en febrero, la Armada decidió demoler parte de la Academia, por lo que aparecieron grupos detractores de esta acción, por considerarlo como “un intento de borrar de la memoria aquel lugar donde se deliberó y se fraguó el Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973. Mismo recinto donde a partir del golpe se asesinó y torturó a miles de porteños”, según queda consignado en el DiarioUdeChile. 

“En estos lugares las torturas eran tanto psicológicas como físicas. Luis Cáceres relata que pasó por el Silva Palma “pero para un simulacro de fusilamiento”. Los simulacros de fusilamiento eran recurrentes en los centros de detención, esto como una forma de quebrar psicológicamente a las personas. Muchos concuerdan con que el Cuartel Silva Palma era uno de los centros en donde se realizaban las torturas más brutales, llegando al punto de encontrar otros centros de detención como un paraíso, como comentó Aurelio González, ex marino detenido: “la cárcel para nosotros fue un paraíso, después de estar en el Silva Palma, ya que ahí pasaba de todo”. Luego de pasar por estos dos centros de detención muchos eran trasladados a unos lugares menos conocidos, estos eran el Buque Maipo, el Buque Lebu y la Esmeralda, la mal llamada “Dama Blanca”.

 

EN EL BUQUE MAIPO

“El Buque Maipo era un barco de propiedad de la Compañía Sudamericana de Vapores, el que fue puesto a disposición de la Armada por el mismo dueño, Ricardo Claro, el mismo día 11 de septiembre. Este barco estuvo atracado en el molo de abrigo hasta el 15 de septiembre, día en que zarpó en dirección al campamento de concentración de Pisagua. Héctor Cataldo, detenido que estuvo en el Maipo y el Lebu recuerda que eran embarcaciones gemelas, ambos tenían las mismas características, como las tres bodegas usadas como lugares de detención. Ricardo Aravena recuerda que este barco “salía constantemente hacia Pisagua e iba a tirar cuerpos al mar”, cosa que no está estipulada en ningún documento oficial que lo acredite, pero por deducciones que sacaban los prisioneros podían saber que muchos no llegaban a destino, el mismo Ricardo Aravena dice “salía a dejar prisioneros, en el camino siempre se perdían, se embarcaban 50 y llegaban 40”.

 

EN EL LEBU 

“El 15 de septiembre fue entregado a la Armada el Buque Lebu, también de propiedad de la Compañía Sudamericana de Vapores. Este barco permaneció atracado en el molo bastante tiempo, ya que no poseía la maquinaria para poder navegar.

“Fue usado como centro de detención y tortura durante un año, por donde pasaron cientos de personas entre hombres y mujeres. Entre los detenidos que pasaron por el Lebu algunos eran menores de edad, como es el caso de Marco Contardo, quien con 15 años de edad fue llevado a la Academia de Guerra Naval y posteriormente al Lebu. Ricardo Aravena, detenido con 17 años, también fue llevado a este buque y recuerda que “estuve detenido como 18 días o un mes, este se encontraba en el molo de abrigo a un lado de La Esmeralda”. 

“Quienes pasaron por este centro de detención flotante recuerdan que la estadía era difícil “el piso era de fierro, nos hacían dormir en una colchoneta “payasa” que son los forros de los colchones, pero rellenos con paja y nos pasaban una frazada, las necesidades las hacíamos en un tambor de 200 litros cortado por la mitad” recuerda Ricardo Aravena. 

“También usaban como tortura la electricidad. Para Ricardo Aravena la corriente fue algo muy doloroso “aplicaban corriente en las manos, los testículos, en los pies, cosa que recorriera todo el cuerpo”. 

La Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura ratificó e incluyó nuevos métodos, como son las humillaciones, en donde hacían ingerir desechos orgánicos, besar las botas de un agente militar o policial y arrastrarse por el suelo. Además, se realizaban juegos en donde la vida del detenido corría riesgo como es la ruleta rusa. 

“Muchos de los torturadores más brutales fueron entrenados en la Escuela de las Américas, ubicada en Centroamérica. En este lugar se hacían cursos para aprender a torturar y a reprimir. Entre los enviados se encontraba Álvaro Corbalán, quien está condenado por decena de causas”. (Joaquín Cáceres González: “Valparaíso: Las cicatrices de un puerto torturado”)

 

CENTROS DE DETENCIÓN, TORTURA Y MUERTE 

En la provincia de Valparaíso la Armada empleó como lugares de reclusión, interrogatorio y/o tortura los Buques "Lebu", "Maipo" y el Buque Escuela "Esmeralda", estos tres en el puerto de Valparaíso; la Base Aeronaval "El Belloto"; la Academia de Guerra Naval y especialmente una de sus dependencias, el "Cuartel Silva Palma".   Según los antecedentes aportados por la Comisión contra la Tortura de la Quinta Región señalan que por la Esmeralda deambularon alrededor de 500 detenidos políticos, 1000 por el Buque Maipo y 4000 por el Buque Lebu, barco cedido por la compañía Sudamericana de Vapores. Los mismos informes sostienen que por el Estadio de Valparaíso pasaron cerca de 3000 mil personas, por la Academia de Guerra y el Cuartel Silva Palma, 4000, todos los cuales fueron torturados y muchos de ellos, asesinados.

 

UNA SINIESTRA “DAMA BLANCA” 

Inmediatamente después del 11 de septiembre de 1973, el Buque Escuela "Esmeralda" fue utilizado por la Armada de Chile como centro de detención y tortura en el puerto de Valparaíso, según ha sido fehacientemente demostrado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA (Informe 24/OCT/74), Amnistía Internacional (Informe AMR 22/32/80), el Senado Norteamericano (Resolución 361-16/JUN/86) y el Informe de la Comisión Nacional (Chilena) de Verdad y Reconciliación (Tercera Parte, Capítulo I, Sección 2 f.2.). Los testimonios de que la "Esmeralda" fue efectivamente usado como cámara de tortura flotante son múltiples y coincidentes. Entre ellos destacan los del abogado chileno Luis Vega, actualmente residente en Israel; el exfuncionario del Instituto Nacional de Desarrollo Agropecuario, Claudio Correa, actualmente residente en Inglaterra; y el profesor universitario y exalcalde de Valparaíso, Sergio Vuscovic, actualmente residente en Chile. 

Según el Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación (Informe Rettig), en el caso del Buque Escuela "Esmeralda", las investigaciones practicadas por esta Comisión permitieron comprobar que una unidad especializada de la Armada se instaló en su interior con el objeto de interrogar a los detenidos que se encontraban en la misma nave y a los que eran traídos de otros recintos de reclusión de la Armada. Esos interrogatorios, por regla general, incluían torturas y malos tratos." La "especialización" de la mencionada unidad no necesita mayores explicaciones. 

Aunque el número de detenidos a bordo del Buque "Esmeralda" varía según los testimonios pues se los trasladaba de un barco a otro a medida que iban siendo interrogados. El Senado Norteamericano (1986) indica que llegó a haber 112 de ellos. Según la evidencia disponible, en un momento hubo unas 40 mujeres detenidas, las cuales fueron sometidas a todo tipo de maltratos, torturas, vejaciones y violaciones.

 

EL CASO DEL SACERDOTE MIGUEL WOODWARD 

Entre los detenidos cabe destacar la presencia del sacerdote católico chileno-británico, Miguel R. Woodward, quien falleció a consecuencia de las torturas cuando el 22 de septiembre de 1973 se le llevó al Hospital Naval de Valparaíso por indicación de un médico de la misma Armada.

Aunque la Iglesia Católica reclamó su cuerpo, nunca le fue entregado y se lo sepultó en una fosa común sobre la cual posteriormente se construyó un camino. 

El caso del Padre Woodward está debidamente acreditado en las investigaciones del juez Baltasar Garzón de la Audiencia Nacional de España, Sumario 19/97-J, incoado en contra de Augusto Pinochet y otros por los delitos de genocidio y terrorismo internacional desarrollados a través de múltiples asesinatos, conspiraciones para el asesinato, secuestro, torturas y desapariciones (Auto de fecha 03/NOV/98, Antecedente Décimo). La detención del Padre Woodward a bordo del "Esmeralda" fue informada por primera vez en septiembre de 1973 por el periódico "La Estrella" de Valparaíso, cuando toda la prensa y demás medios de comunicación, incluido "La Estrella", se encontraban bajo estricto control y censura militar.

Las investigaciones hechas por sus familiares y las cortes demuestran que: "tras pasar por el buque Lebu,  el padre Woodward fue llevado a La Esmeralda, en ese entonces comandada por el Capitán de Navío (r) Jorge Sabugo Silva. En el barco, fue golpeado incesantemente hasta reventar sus órganos. Cuando estaba moribundo a causa de las torturas, el médico a bordo llamó al capitán Carlos Fanta, entonces comandante del crucero Latorre y máxima autoridad naval de la zona, ya que el Almirante José Toribio Merino se encontraba en Santiago. Le dijo que 'había un cura que estaba muy mal, que tenía una hora de vida'. El Capitán Fanta envió a La Esmeralda a su médico, Doctor Kenneth Gleiser, actualmente contralmirante encargado de servicios sanitarios de la Armada. 

Según el libro Sangre sobre La Esmeralda, Gleiser revisó a Woodward a bordo de La Esmeralda, aunque otras versiones, incluyendo el Informe Rettig, afirman que fue bajado al molo de abrigo del puerto. Fue llevado al Hospital Naval, falleciendo en el trayecto. El 25 de septiembre, fue sepultado por la propia Armada en una fosa común del Cementerio de Playa Ancha. Tras su muerte, se le envió a la familia del sacerdote el certificado de defunción, donde se anotaba la causa de muerte como paro cardíaco. 'Con eso nos conformamos', recuerda Patricia Bennets, hermana del sacerdote. 'Pero en 1975, vimos un artículo en un periódico inglés que hablaba de un sacerdote británico muerto por torturas en Chile, y ahí nos enteramos de la tortura. Eso fue mucho más horroroso que la noticia de su muerte, porque en tres años, no habíamos tenido idea de cómo había muerto realmente'.

 

(Memoria Viva: Proyecto Internacional de Derechos Humanos – Londres, 1996 – 2015)

 

CONCLUSIONES 

1.La Armada de Chile nació bajo la inspiración patriótica de Bernardo O’Higgins Riquelme y contribuyó a la Independencia de Perú.

 

2.Participó en dos guerras injustas:

La Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana (1836 – 1839) donde tuvo un combate naval, con un saldo de 13 marinos peruanos muertos; y 

La Guerra del Salitre (1879 – 1883) en la que intervino en tres combates navales, con un saldo de 39 enemigos muertos.

 

3.Intervino en una guerra solidaria con Perú:

La Guerra contra España (1865 – 1866)  en que sólo hubo un encuentro naval de poca importancia, donde quedaron tres marinos españoles heridos.

 

4.En tres ocasiones llevó a cabo guerras contra el pueblo de Chile:

-Desató la contrarrevolución (guerra civil) de 1891, donde perdieron la vida 10 mil chilenos; 

-Tomó parte en la masacre de la Escuela Santa María de Iquique (21 de diciembre de 1907, con sus ametralladoras asesinaron a la mayor parte de los tres mil obreros, mujeres y niños que allí cayeron. 

-La Armada fue la que inició el golpe fascista del 11 de septiembre de 1973 y torturó y asesinó a cientos de chilenos.

 

5. Por tanto: en las guerras contra enemigos externos la Armada infringió 52 bajas. 

En acciones  de la Armada contra el enemigo interno (el pueblo chileno) los muertos  suman a los menos 13 mil.

 

6.La lucha de clases estalló en tres oportunidades en la Armada:

-Cuando un batallón de marinos se negó a disparar contra los huelguistas en Valparaíso en 1903 

-En la Sublevación de la Marinería (1-5 de septiembre de 1931)

-En el intento de los marinos constitucionalistas de impedir el golpe fascista (1973)

 

FUENTES: 

Cáceres González, Joaquín: “Valparaíso: Las cicatrices de un puerto torturado” 

López Z., Víctor un Marino Constitucionalista: “Carta al Director”, miércoles 28 de agosto de 2013, en DiarioUChile, 31 de octubre de 2020) 

Memoria Viva: Proyecto Internacional de Derechos Humanos – Londres, 1996 – 2015 

Pacheco Pérez, Pedro: “Hace Treinta Años” en    “El Siglo” , 2 de septiembre de 1972 

Toro, Carlos: “La Guardia muere , pero no se rinde…Mierda. Memorias”

Recabarren, Luis Emilio: “Ricos y pobres”, en “Luis Emilio Recabarren. Obras”. Casa de Las Américas, 1976