Iván Ljubetic Vargas,
historiador del
Centro de Extensión e Investigación
Luis Emilio Recabarren, CEILER
“Yo
pido que se propague
Por toda la población
Que el león es un sanguinario
En toda la generación, si”
(Violeta
Parra: “La Carta ”)
En enero de 1921, apenas transcurridos cuarenta días de
asumir la Presidencia
de la República ,
el “León de Tarapacá”, como habían bautizado a Arturo Alessandri Palma, mostró
sus garras. Y las usó
contra los pampinos.
SE AGRAVA CRISIS DEL SALITRE
1921 se inició en medio de
graves amenazadas de paralización de numerosas salitreras. La primera oficina en apagar sus fuegos fue la de San
Gregorio, perteneciente a la empresa británica Casa Gibbs y ubicada en la zona
de Antofagasta.
Por no existir ley que
protegiera a los trabajadores en caso de cesantía, éstos quedaban en total indefensión. A fines de enero, los operarios de San
Gregorio confeccionaron un petitorio en que demandaban el pago de un desahucio
y la cancelación de los pasajes hasta el lugar desde donde habían venido. Lo presentaron al administrador inglés,
mister Daniel Johnson, el que se manifestó de acuerdo con esas demandas y envió
el pliego de peticiones a Antofagasta, desde donde sería remitido a
Inglaterra. Explicó que él esperaba una
respuesta de un momento a otro. Los
pampinos resolvieron no abandonar la
Oficina hasta obtener contestación a sus reivindicaciones.
PROVOCACIÓN CONTRA
LOS PAMPINOS
Las autoridades regionales, siguiendo instrucciones del
Gobierno, decidieron apresurar la salida de San Gregorio de los
trabajadores. Con este fin, enviaron- el
miércoles 2 de febrero- veinte soldados del Regimiento Esmeralda de
Antofagasta, el “famoso” Séptimo de
Línea, al mando del teniente Argandoña y un destacamento de 8 carabineros.
Al conocerse la noticia de la acción que pretendían
realizar las fuerzas del Gobierno, marcharon hacia San Gregorio operarios de
otras oficinas cercanas. Fue así, como a
mediodía del jueves 3, habían concentrados allí 1.300 pampinos, dispuestos a
impedir el desalojo.
Tratando de evitar algún hecho de violencia, los
dirigentes de la FOCH
de San Gregorio se dirigieron a conversar con mister Daniel Johnson, para
inquirirle si había recibido respuesta.
Pero, a unos veinte metros de la Administración , el
teniente Argandoña, al parecer en estado de ebriedad, les cerró el paso. Los obreros le explicaron las razones de la
visita. El militar, provocadoramente,
les dijo que él era la única autoridad ahí en ese momento y que con él debían
hablar. Los dirigentes se negaron a
hacerlo y declararon su decisión de ir a hablar con el administrador.
LOS OBREROS SE
DEFIENDEN
Entonces Argandoña sacó su pistola. Se escuchó un balazo. Eran las 17,30 horas del jueves 3 de febrero
de 1921. De inmediato, los militares y
carabineros comenzaron a disparar contra los pampinos allí reunidos. Cayeron muertos y heridos. Ello no intimidó a los atacados. Por el contrario, avanzaron contra las
fuerzas represivas, armados de herramientas, dinamita y algunas pistolas. Se produjo un encuentro que duró
alrededor de dos horas. Llegaron
refuerzos de tropas. Los obreros, fueron
derrotados. Los soldados remataban a los
heridos, incluso a los que se encontraban en el hospital. El número de pampinos muertos alcanzó a 500. También cayeron el teniente Argandoña y,
desgraciadamente, mister Daniel Johnson, el administrador británico, que se
había entendido con los operarios de la Oficina.
SOLIDARIDAD DE CLASE
Algunos heridos pudieron
salvarse. Fueron aquellos que sus compañeros, en un viaje pleno de esfuerzo y
heroísmo, lograron llevar hasta Antofagasta.
Allí los ocultaron en un altillo existente en el local obrero de calle
Covadonga Nueva, donde fueron atendidos por médicos, que llegaron secretamente.
Los comunistas colaboraron en
el auxilio de las víctimas, tanto de los heridos como de los prisioneros. Repudiaron la cruel masacre realizada por el “León de
Tarapacá”.
El dirigente obrero Salvador Ocampo, en su trabajo “En
tiempos de Recabarren”- relata que el fundador del movimiento obrero “no era partidario de la violencia a ese
extremo, de ninguna manera. Y cuando él
supo que había sucedido esta masacre lo sintió mucho, lo lamentó bastante. Pero al conversar con nosotros, los jóvenes
especialmente, él dijo que todavía podría haber habido un entendimiento con la
administración. Pero si en realidad
Argandoña sacó la pistola y disparó impunemente contra los trabajadores, los
trabajadores no tenían más que responder como podían, con lo que podían”.
ALESSANDRI RESPONSABLE
Ricardo Donoso, en el tomo Segundo de su obra “Alessandri
agitador y demoledor”, afirma que el Presidente Arturo Alessandri “dejó que los
militares hicieran la subida a la pampa por su cuenta, sin el control de una
autoridad civil y que el Ejército fue a San Gregorio no a cumplir la función
pública de restablecer y resguardar el orden, sino a ejercer una innoble
venganza, doblemente ciega, porque ni sabía el verdadero motivo de la muerte de
Argandoña, ni se curó de comprobar la relación mentirosas del teniente
Gainza”.
LOS OBREROS TENÍAN LA RAZÓN
En 1921, cien mil trabajadores de la pampa fueron lanzados
a la cesantía, sin pagarles desahucio ni ninguna otra compensación, por Lock
Out patronal. Cuánta razón
tuvieron los obreros de San Gregorio al exigir garantías para los despedidos
por el cierre de las faenas salitreras.
De esta forma, las ilusiones
que se habían forjado miles y miles de proletarios con Arturo Alessandri
Palma desaparecieron como pompas de
jabón ya en el primer año de su gestión.
En vez del
prometido “cielito lindo”, se encontraron con más cesantía y masacres.
Los comunistas estuvieron en lo justo, cuando en 1920 no
se dejaron embriagar con la demagogia del “León de Tarapacá” y levantaron la
candidatura de Luis Emilio Recabarren a la Presidencia de la República.