NOTA DEL EDITOR:
Este articulo fue publicado en el
BOLETIN DEL
EXTERIOR N°41
mayo - junio
1980 - páginas 60 al 72
PARTIDO
COMUNISTA DE CHILE
FORTALECER EL PARTIDO,
DESARROLLAR EL COMBATE ANTIFASCISTA
por Gustavo Ojeda
Los clásicos del marxismo fundamentaron la necesidad del partido, de la
organización de clase del proletariado- Engels declaró: "La Revolución de
los trabajadores debe ser obra de los trabajadores mismos"
La concepción del Partido
en Marx y Engels
En las luchas de hoy está en boga, por parte de la propaganda imperialista,
tergiversar e incluso negar la doctrina marxista que une la teoría del
movimiento obrero con la necesidad de la organización y unidad del movimiento
obrero; con particular saña arremeten en contra del centralismo democrático y
la disciplina consciente de clase.
Marx y engels estudiaron profundamente la sociedad capitalista; elaboraron
una doctrina científica para aplicarla en el trabajo cotidiano, doctrina que se
fue pertrechando y enriqueciendo en lucha contra el oportunismo.
Ellos estudiaron el movimiento obrero y sus organizaciones y formularon un
primer sistema de ideas acerca de un partido proletario. De allí la creación de
la Liga Comunista en 1847 y la 1a Internacional en 1864.
Podemos decir que ese es el período en que el socialismo pasa a la ciencia,
a la teoría.
En el Manifiesto del Partido Comunista se empieza a perfilar el partido de
manera más clara y, desde su aparición, se busca con mayor exactitud definir lo
que será el auténtico partido revolucionario de la clase obrera.
La idea principal que se perfila es: debe ser fuerte, por su unidad
orgánica, para luchar por la clase contra el oportunismo.
En el Manifiesto se fundamenta la necesidad del partido. Allí se expresa
que son luchadores consecuentes los organizadores del proletariado y de su
partido y que es necesario llevar la doctrina del socialismo al seno de las
amplias masas.
Como es sabido, al unificarse el socialismo científico con el movimiento
obrero, se formaron los Partidos Social Demócratas y luego los Partidos
Comunistas. En una parte de los primeros surgieron los partidos auténticamente
proletarios que rompieron definitivamente con el oportunismo.
La concepción del partido
en Lenin
Lenin, para encabezar la lucha por la creación del partido auténticamente
revolucionario, estudió y descubrió las especificidades de la lucha del
proletariado en la época del imperialismo, con sus rasgos característicos.
El leninismo sintetizó la conclusión de que, con el surgimiento del
imperialismo, la creación del partido es una necesidad histórica.
En la época del imperialismo todos los rasgos del capitalismo agonizante
auguran las premisas materiales para la revolución socialista.
Maduran las condiciones objetivas; pero, las condiciones subjetivas tienen
que ser creadas.
La destrucción del capitalismo sólo es posible por la acción consciente y
revolucionaria de la clase obrera con sus aliados, bajo la dirección de un
auténtico partido revolucionario del proletariado.
La experiencia más rica, ilustrativa y de importancia histórica fue la
creación del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, sobre todo a partir de su
II Congreso reunido en 1903. Los leninistas que pasaron a llamarse bolcheviques
(mayoritarios) y los oportunistas dentro del Partido, mencheviques (minoritarios),
se enfrentaron con concepciones distintas respecto a los principios de
organización del Partído, en particular respecto al problema de la militancia.
En el terreno internacional, el surgimiento de este partido de nuevo tipo
en Rusia produjo un viraje en el movimiento obrero internacional, repercutió de
manera amplificada, pues los oportunistas a escala mundial se convirtieron en
aliados de la burguesía monopólica y, por otro lado, los elementos más
clasistas del movimiento obrero se nuclearon en torno a las posiciones de los
bolcheviques.
En medio de la lucha revolucionaria, Lenin desarrolló la teoría sobre el
Partido, en particular en sus obras "¿Qué hacer?" y "Un paso
adelante, dos pasos atrás". En esta última sentó las bases orgánicas y
elaboró, por primera vez en la historia del marxismo, la doctrina sobre el
Partido como organización dirigente del proletariado y como arma fundamental en
manos de éste, sin la cual es imposible derrocar el poder de la burguesía,
Lenin asestó golpes demoledores a las tesis ideológicas y de organización de
los mencheviques rusos, a los revisionistas, a los renegados del marxismo, al
oportunismo en escala internacional.
Esto, como hemos dicho, tuvo enorme significación para el desarrollo del
movimiento revolucionario en todos los países. V.I. Lenin concedía
extraordinaria importancia a la organización. En la obra "Un paso adelante,
dos pasos atrás" concluye: "En su lucha por el poder, el proletariado
no dispone de más arma que la organización... El proletariado sólo puede
hacerse y se hará inevitablemente invencible, siempre y cuando su unión
ideológica por medio de los principios del marxismo se refuerce con la unidad
material de la organización, que cohesiona a los millones de trabajadores en el
ejército de la clase obrera. Ante este ejército no podrán resistir ni el poder
decrépito de la autocracia rusa ni el poder caducante del capitalismo internacional.
(V.I. Lenin. Obras Escogidas en 12 tomos, Editorial Progreso, Tomo II, pág.
392).
El partido leninista en
Chile
Para nuestro Partido Comunista de Chile los principios leninistas de
organización tuvieron, también, una importancia fundamental en nuestra
formación como Partido: "La agudización de la crisis económica
estructural, cuya causa es la dependencia del imperialismo y el atraso semifeudal
y, a la vez, la agudización de la crisis política derivada de lo anterior, ha
creado al partido de la clase obrera nuevos problemas, que no hubiera podido
resolver de haberse mantenido en el nivel primitivo de su sistema de
organización de asambleas... Esto se demostró cuando, después del auge
revolucionario posterior a la Revolución de Octubre, la burguesía y la
oligarquía establecieron la tiranía militar de Ibáñez en 1927, que entregó el
control de la economía nacional al imperialismo yanqui. Entonces la policía
contó con dos apoyos en su lucha contra el Partido: el grupo de los traidores
trotskistas y la debilidad orgánica de las bases del Partido. Aprovechando este
duro contraste en ese tiempo se hizo efectiva la organización de las células de
industria y de calle y la exigencia de las condiciones leninistas para ser
militante. En este terreno, como en tantos otros, los comunistas chilenos
aprendimos del leninismo..." (Galo González, Principios N° 31, 1955, pp.
3-4).
Los rasgos característicos de nuestro Partido tienen su fundamento en las
tesis leninistas sobre organización y normas de vida del partido:
1. El
Partido es la vanguardia consciente de la clase obrera.
2. Es un
partido vinculado estrechamente a las masas para servir a ellas. Debe realizar
su actividad entre ellas,
comprobando si el contacto es real. Ello nos permite representar los intereses vitales y llevar a la lucha a las
masas.
3. Es la
vanguardia organizada de la clase obrera y se rige por el principio del
centralismo democrático. Debe imperar
una alta conciencia y disciplina única para todos. Si el partido tiene voluntad única, ésta puede convertirse
en voluntad de la clase para la lucha revolucionaria.
4. El
principio del centralismo democrático asegura unidad de programa y de táctica,
junto a la cohesión ideológica.
Ello permite asegurar la simpatía y la adhesión de las masas por su política, por su organización y el ejemplo de
sus cuadros. Esta confianza hay que
ganarla todos los días.
5. Es el
partido del internacionalismo proletario. Esto es parte de la esencia del
partido, sobre todo en la época del
imperialismo.
En
particular, la posición de principios respecto a la URSS y los países
socialistas es parte fundamental de
este principio,
6. Su
constante desarrollo y fortalecimiento es factor decisivo en las luchas contra el fascismo. Este arremete contra todo pensamiento
democrático y humanista. En particular se ha propuesto
y ha fracasado respecto a la liquidación de nuestro Partido.
A parejas con la lucha antifascista, nuestro
partido mantiene su fidelidad a los principios leninistas de organización y sus
métodos consecuentes de trabajo partidario.
Estos están determinados por los Estatutos del
partido, que han sido elaborados sobre la base del marxismo-leninismo.
Los estatutos sirven de fundamento a la actividad
práctica en general y de cada uno de sus eslabones.
Nuestro Partido adecúa creadoramente las formas
organizativas y sus métodos de trabajo a sus fines programáticos de una etapa
histórica determinada, como lo es en la actualidad la lucha democrática antifascista.
Los Estatutos son la base de la unidad orgánica
del partido, por medio de la cual se regula orgánicamente la vida interna
acorde con la unidad ideológica y política del partido; además, alli se expresa
la generalización doctrinaria de la experiencia histórica de la lucha revolucionaria
de la clase obrera, tanto chilena cono a nivel internacional .
Por todas estas consideraciones, los principios y
normas garantizan al partido un alto grado de organización en la lucha.
Los postulados expresados en los Estatutos señalan
que el partido es el destacamento más avanzado y consciente de la clase obrera,
el mejor organizado de todos, que encarna la alianza entre la vanguardia y las
masas. Su unidad ideológica y orgánica hacen inadmisibles las fracciones y
grupos dentro del partido.
Las bases ideológicas y organizativas actúan a
través de las normas de vida del partido. Estas normas han sido creadas
colectivamente por el partido y señalan la experiencia y la sabiduría
colectivas de nuestro partido.
Normas de vida del partido
Las normas principales por las que se rige nuestro
partido son: La militancia obligatoria de cada uno de sus miembros. Los
derechos y deberes de los militantes y el lugar de cada uno en las filas del
Partido. Las funciones de los organismos, su relación y tareas. La actitud y vínculo
del partido hacia las organizaciones de masas.
Con estas premisas de su vida interna, nuestro
partido enfrenta una situación nueva en su historia, cual es el desarrollo de
su política de unidad antifascista de masas, en la clandestinidad en el interior
del país y la organización del partido en cerca de 40 países extranjeros.
Hacer aplicables a esta situación los principios y
las normas internas, no ha sido un problema simple.
En el interior, nuestro partido se desarrolla
sólidamente, adquiere cada día mayor experiencia para su trabajo con las masas,
desarrolla sus frentes con amplitud y esta presente de manera creciente en las
luchas populares en todo el territorio nacional.
En el exilio se ha vivido un proceso de
organización paulatina, que ha pasado por diversos periodos desde la
designación de representantes por países, luego encargados en algunos frentes,
hasta la definitiva organización celular y la dirección más colegiada en
Coordinadores por país.
Desde luego, sobre todo a partir del Pleno de
Agosto de 1977, estos coordinadores juegan un papel más propio, sus
atribuciones se han ampliado y en general deciden en discusión democrática los
asuntos de su organización; adoptan medidas políticas y orgánicas acordes con
la linea general del partido y con la situación concreta en que desarrollan su
trabajo considerando las particularidades de cada país. En este proceso
dinámico y complejo surgen asuntos que es necesario considerar y analizar
atentamente.
Es importante la permanente afirmación de los
principios que determinan nuestra organización y sus normas de vida, métodos y
estilos de trabajo. Es conveniente tener en cuenta los aspectos principales
sobre los deberes y derechos, el papel de la célula y los organismos
intermedios.
Deberes de los militantes del partido
Los comunistas se comprometen colectivamente a
fortalecer y defender la unidad del partido participando creadoramente en la
aplicación de su linea política, a militar regularmente en una célula, a
desarrollar la ligazón del partido con las masas, a ser consecuentes y activos
luchadores por sus problemas y reivindicaciones más sentidas, a ganar para el
partido a nuevos militantes y a estudiar, profundizar y divulgar constantemente
los principios del marxismo leninismo.
De la misma manera, a cuidar y mantener la
disciplina del Partido, obligatoria para todos los militantes, sin excepción; a
aplicar constantemente la critica y la autocrítica, para corregir los errores y
defectos en el trabajo; a ser modesto, honrado y veraz con el partido; a cuidar
las finanzas y bienes del partido; a mantener una sana vida pública y privada;
a combatir el caudillismo, el amiguismo y el favoritismo en la vida interna del
partido y en las organizaciones de masas, sintiéndose en ellas representantes
del partido.
Además, a mantener permanentemente un amplio
espíritu y práctica solidaria con los trabajadores y pueblos de todo el mundo y
a ser activo participante en la lucha por la paz, por la distensión y el socialismo.
Derechos de los militantes
Entre los derechos de los comunistas está el de
contribuir a la elaboración y aplicación de la linea del partido, realizando
las observaciones y sugerencias que crean oportunas en los organismos que corresponda,
incluido el Comité Central.
Además, el de participar activamente en los
torneos regulares del partido, pudiendo elegir y ser elegido para sus órganos
dirigentes; el pleno derecho a entregar sus opiniones previamente a la toma de
decisión sobre cuestiones relativas a su persona.
La célula
La organización básica, fundamental del partido,
es la célula. Allí se inicia la elaboración de la política del partido, allí se
plasma la aplicación creadora de dicha política. Es además una escuela permanente
de formación comunista. Por eso es importante que cada militante comprenda su
importancia y sepa actuar en ella. La condición básica de la célula es la
actividad y el vinculo hacia afuera. Una célula que basa su
"actividad" sólo en reuniones es un organismo anquilosado, si no
combina las reuniones con otras actividades vinculadas más estrechamente a las
masas, al cumplimiento de la linea, a la formación, comprensión y fraternidad
comunistas entre sus miembros.
Depende mucho todo esto del Secretariado de la
célula, quien tiene el deber de preparar las reuniones previamente y seleccionar
los temas a tratar en ellas, ojalá los menos posibles. Le corresponde preparar
un informe breve, ameno y que entregue perspectivas políticas y proposiciones
concretas; de manera que cada militante acuda a ellas con agrado e interés y
que reciba tareas prácticas acordes con sus capacidades.
Como lo señalan los Estatutos del partido, la
dirección de la célula será elegida por sus militantes, a lo menos, una vez al
año. Cada uno de sus integrantes tendrá a su cargo una tarea especifica. El secretario
de la célula debe preocuparse de cada uno de los militantes, mantenerlos
informados del desarrollo político de los acontecimientos y de la coordinación
y desarrollo de todos los aspectos del trabajo de la célula, en vinculación con
los organismos superiores. El encargado de organización debe mantener el
vinculo regular con los militantes, preocuparse de los aspectos concretos de la
actividad de la célula, realizar las citaciones, anunciar los puntos a tratar oportunamente,
controlar el cumplimiento de las tareas que se encomiendan.
En todos estos aspectos es muy importante el
principio leninista de la dirección colectiva, de tener plena conciencia que lo
que da fuerza al partido es el aporte de todos, la voluntad y trabajo de todos
sus miembros.
Los organismos intermedios
Mayores son aún las exigencias que se nos
presentan en los organismos intermedios del partido, donde es necesario hacer
participar a cada uno de sus miembros y no concentrar todo en el secretariado.
Es importante preparar las reuniones, discutir por frentes con informes de los
encargados respectivos y terminar con las reuniones donde se discute de
"lo humano y lo divino" y no se adopten resoluciones eficaces. Debe
hacerse todo lo posible porque los coordinadores y los comités locales preparen
calendarios de discusión y planes de trabajo realistas y comprensibles para
todos los militantes, realizando esfuerzos por desterrar los métodos artesanales
de trabajo y ponerse a la altura de la época; y que sus integrantes se sientan
dirigentes y responsables del partido en su nivel, representantes de éste en la
región o país determinado.
Se trata de elevar aún más el trabajo de nuestro
partido, tanto en el interior como en el exilio. Ello implica desarrollar su
fuerza política y su cohesión interna, levantar en alto sus grandes cualidades
revolucionarias y que siga siendo el partido que más se juega contra el
fascismo, caracterizado por su capacidad de movilización de masas, sus lazos
con amplios sectores políticos y sociales, su firmeza política e ideológica, su
irrenunciable internacionalismo.
Debemos resaltar el hecho que, a pesar del terror
fascista, de la implacable persecución de los esbirros de Pinochet, nuestro
partido continúa siendo uno de los destacamentos marxistas-leninistas más importantes
del mundo capitalista.
La lucha por la aplicación de los principios leninistas
Una reciente reunión del Comité Directivo del
partido dedicó una parte importante de sus discusiones a analizar y profundizar
la consecuente aplicación de los principios y normas leninistas que informan y
regulan la vida interna del partido.
Poner en discusión, como parte del desarrollo de
la línea antifascista, un tema como éste obedece a la relación directa que
existe entre el desarrollo y fortalecimiento del partido y el ascenso notable
de las luchas de nuestro pueblo, que en 1979 y lo que va corrido de este año
han alcanzado un gran vigor.
En efecto, sin menospreciar el aporte de cada una
de las fuerzas políticas antifascistas, nuestro partido juega un papel decisivo
en la nueva etapa de impulso de las luchas en contra de la dictadura fascista.
Como lo señala "Nuestro Proyecto Democrático"; "...Dicho sin
vanidad y sin sentido peyorativo para nadie, el partido es la fuerza política
más organizada, unida y activa de cuantas existen en el país. Su sistema
celular, su experiencia en el trabajo clandestino -acrecentada en estos últimos
años- y su moral de combate que se afinca en sus convicciones ideológicas, le
permiten no sólo subsistir, sino incluso recuperarse de los golpes recibidos y
continuar siendo un factor decisivo en la promoción y desarrollo de las luchas
populares" (Boletín del Exterior N°37, pág. 36).
De otra parte, el propio hecho de proponerse
abordar el tema del partido nos indica que, a pesar de los esfuerzos del
enemigo fascista por liquidar a nuestro partido, éste se yergue cada día más
activo, con crecientes vínculos de masas y se fortalece internamente tanto numéricamente
como en cuanto a la calidad de su trabajo revolucionario. Por tanto, existen
condiciones para que al calor del cumplimiento de sus innumerables tareas el
partido siga creciendo y fortaleciéndose orgánica y políticamente.
El logro de cualidades tan apreciadas de nuestro
partido no ha sido regalo de nadie. Al fragor del combate en las diversas
etapas de su desarrollo, tanto en los períodos legales como clandestinos, el
destacamento de vanguardia de la clase obrera chilena ha vivido su experiencia
formativa como auténtica organización revolucionaria del proletariado. Ha
habido intentos por apartarlo de las masas, por arrastrarlo a posiciones
aventureras, sectarias y liquidacionistas o de derecha colaboracionistas; pero todas
ellas han fracasado.
En su desarrollo interno, también ha sido
particularmente interesante la lucha consecuente por la aplicación rigurosa de
los principios elaborados por Lenin sobre el partido de nuevo tipo, como fuerza
política de la clase obrera que puede alcanzar una magnitud política y social
tal que se transforme en instrumento decisivo en el proceso histórico para la
transformación misma de la sociedad.
El Partido Comunista de Chile ha pasado por
innumerables pruebas del tiempo y las ha sorteado de cara y fundido con el
pueblo.
Por ejemplo, el X Congreso del Partido, realizado
en abril de 1956 en la ilegalidad, enfrentó con gran sentido autocrítico la
política del partido y el desarrollo de su vida interna. Enfatizó la necesidad
de tener en cuenta la aplicación consecuente del principio del centralismo
democrático y que, por difíciles que fuesen las condiciones de lucha, éstas no
justificaban su aplicación mediatizada. Al mismo tiempo, señaló la necesidad de
restablecer a plenitud la dirección colectiva y la democracia interna en los
órganos del partido.
El X Congreso permitió enfrentar la lucha resuelta
contra los defectos. Se inició una rica discusión en los organismos de base y
en la dirección, que permitió superar en esta etapa una cierta tendencia de
sectarismo en lo orgánico y político y desarrollar las luchas, creando las
condiciones para la formación de un Partido Comunista de masas, una declaración
de la Comisión Política señalaba: ''La
Comisión Política piensa que debe, iniciarse a fondo en el partido una
discusión en que se ventilen todas las dudas, interrogantes y criticas. Los
organismos dirigentes y de base deben llevar a cabo este examen a la brevedad
posible, a la luz de nuestros problemas y principios, y extrayendo las
lecciones correspondientes para corregir los defectos y fallas en el partido,
mejorar su trabajo en todos los órdenes, extender los vínculos con las
masas" (José González, Curso sobre el partido, pág. 37).
Como hemos dicho, nuestro partido vive hoy una
situación original. La mayoría de sus militantes lucha y combate en el interior
del país a la bestia fascista. Pero, una parte no despreciable de militantes
trabajan, luchan y actúan desde el exilio. El partido está estructurado
orgánicamente, con sus células y órganos de dirección.
El propio proceso de construir una parte del
partido en el exilio ha significado ingentes esfuerzos del Comité Central y sus
órganos superiores. Podemos afirmar que en cada rincón del mundo donde hay un
comunista chileno, allí hay un combatiente por la causa y la libertad de Chile.
La dirección del partido y el partido en su
conjunto ha venido resolviendo complicados problemas políticos, orgánicos y de
cuadros para mantener al partido unido, organizado y actuando como un todo, con una dirección única.
Ponemos en un lugar destacado el aporte y el apoyo
generoso a la causa de Chile de las fuerzas democráticas del mundo, en
particular de la URSS y otros países socialistas. El artífice principal el
cordón umbilical de esta solidaridad lo constituye cerca de un millón de exiliados
chilenos y, entre ellos, los miles de comunistas repartidos por el mundo que a
contrapelo de la dictadura, son chilenos y patriotas bien nacidos y palpitando
con el destino de su pueblo.
En relación con esta situación compleja, vive,
lucha y se desarrolla nuestro partido.
Para todos los comunistas está meridianamente
claro que la fuerza del partido se encuentra en su unidad ideológica y
orgánica, para ello es necesario la aplicación dialéctica y vinculada a la
realidad histórica concreta del principio del centralismo democrático. Cuando
el partido vive, como ahora, bajo una dictadura, la democracia interna no debe
ser limitada más allá de lo estrictamente necesario. Centralismo y democracia
son conceptos que están relacionados y que no es posible considerarlos
separadamente en la vida del partido.
En el país, donde se vive bajo el fascismo, opera
indudablemente con más fuerza el primero. Por otra parte, en el exterior
nuestro partido se debe orientar a una manifestación mayor de la democracia
interna, sin constitutir ello una negación del centralismo.
En la reunión del Comité Directivo a que hemos
hecho mención, el compañero Teitelboim decía que "en algunos coordinadores
la tendencia jerárquica desalienta la crítica justa y la considera un peligro y
hasta un atentado contra el partido. Es un error que ha conducido a hechos
graves en la historia del movimiento comunista".
Continuaba diciendo: "Uno de los rasgos
positivos de nuestro partido es que, salvo en muy contados periodos, las
relaciones entre los comunistas se han desarrollado en una atmósfera de
fraternidad, con la confianza que corresponde entre compañeros. Pero a veces
puede surgir alguien que supone tener la verdad en sus manos, o representar la
línea pura del partido, que siembra la sospecha respecto de otros compañeros
porque hicieron alguna critica o tienen en torno a algún problema una opinión
diferente".
Los militantes y los órganos del partido deben
evitar colectivamente esta situación. Todos y cada uno de los militantes
merecen el respeto y la confianza del partido.
El Comité Central se preocupa por una relación
mayor con los cuadros y los organismos inferiores. Que se produzca un nexo
camaraderil y fraternal y producir una
vinculación estrecha entre los organismos dirigentes, los coordinadores, las
células y los militantes.
Los organismos intermedios deben realizar un esfuerzo
mayor para visitar las células, conversar con los militantes, conocer de los
problemas del partido, recoger sus opiniones y sugerencias, resolver y
satisfacer las inquietudes e interrogantes.
Se observa en el exilio una cierta tendencia, en
algunos coordinadores, a la excesiva centralización, a la concentración de
responsabilidades en pocas manos. Eso no ayuda al cumplimiento de las tareas,
vulnera la dirección colectiva, destruye la iniciativa creadora de los cuadros y militantes. La corrección de
estos defectos debe realizarse sin dilación y proponer las enmiendas
necesarias, sin que ello signifique a priori mal ánimo personal contra nadie.
Se tratará siempre de superar errores para bien de la unidad y la salud del
partido; para un mejor cumplimiento de sus responsabilidades.
El compañero Corvalán, con posteriorirdad al X
Congreso, escribía lo siguiente: "Nuestros militantes quieren, con razón,
tener arte y parte en la vida del Partido. No quieren ser como los soldados del
ejército, que no pueden abrir la boca. Ellos critican, y es bueno que sigan
criticando, incluso el trabajo de la Dirección del Partido. La democracia
interna, la critica y la autocrítica, la corrección a fondo de los errores que
pusimos en la picota el año pasado, cuando discutimos lo del culto a la
personalidad y sus consecuencias, deben seguir adelante. Nadie de nosotros
puede temer a la critica. Lo único que se exige es que esta critica siga siendo
sana, que vaya aparejada a las tareas prácticas, no derive en la charlatanería y
que en absoluto afecte a la disciplina del Partido, basada en el centralismo
democrático que establece la subordinación de la minoría a la mayoría y de los
órganos inferiores a los superiores. En esto no se puede perder un
milímetro..." (informe al Pleno del Comité Central, 1957).
Estas afirmaciones tienen hoy una gran validez
para nuestro trabajo.
Aplicar tanto el centralismo como la democracia
En la reunión del Comité Directivo que aludimos,
diversos camaradas abordaron diferentes ángulos y observaciones relativas al
partido.
Es necesario ganar, se decía, a todos los
compañeros para que se sientan dirigentes de cada Coordinador; es necesaria la
critica oportuna a los defectos. Las observaciones que se acumulan
negativamente y se desbordan repentinamente no ayudan al partido ni a la
formación de los cuadros. Se insistió en
la insuficiente vinculación de algunos coordinadores con la base del partido.
Por ello, los militantes muchas veces se sienten poco o mal atendidos por los
organismos dirigentes. A veces imperan métodos impositivos en que formalmente
se cumple con la labor de convencimiento, sea con los organismos inferiores o
militantes.
Tenemos que educar a militantes y dirigentes
abiertos a la discusión, que no acepten todo como un fardo; que piensen, que se
comprometan con el partido de manera consciente. Necesitamos un partido unido ideológica
y politicamente; pero, esto no significa que no se desarrolle la necesaria
discusión interna. Si llegáramos a temer la discusión interna podría ser más bien
síntoma de debilidad ideológica o política.
Estamos, pues, ante la reafirmación de los
principios que regulan nuestra vida interna. Esto nos obliga a tener más en
cuenta los métodos de dirección colectiva; aplicar sin cortapisas el
centralismo y la democracia en el partido; fortalecer aún más el papel de la
célula, promoviendo, donde aún no se aplique, la disposición señalada en
nuestros Estatutos en orden a renovar las directivas de células anualmente, en
una asamblea especial de nuestro organismo base.
En los coordinadores se deberían realizar
discusiones especiales sobre estos tópicos, revisar la distribución de tareas y
terminar con el hecho de que haya camaradas que ocupan, sin ser absolutamente
indispensable, varias responsabilidades a la vez; enfrentar los brotes
negativos y adoptar acuerdos concretos para terminarlos.
Elevar aún más la confianza mutua entre todos los
militantes, el respeto mutuo y desarrollar francamente la critica y la
autocrítica, sanas y constructivas al interior del partido.
El compañero Corvalán ha dicho: "Cuando el
Partido vive, como ahora, bajo una dictadura, la democracia interna funciona
con algunas limitaciones. Sus órganos dirigentes no pueden, por ejemplo, ser
electivos. De esto tienen conciencia nuestros militantes que, por eso, no hacen
cuestión de ello. Pero ninguna limitación puede conducir a la negación de la
democracia. Aún en las actuales condiciones es posible actuar de manera tal que
la dirección busque y promueva la opinión de la base y establezca con ella una
relación que permita transmitir rápida y correctamente la línea, conocer sus
resultados, la experiencia práctica y recibir sugerencias enriquecedoras".
"Las condiciones del Partido que vive en el
exilio no son las mismas que imperan dentro. En casi todos los países donde
tenemos Partido organizado éste actúa legalmente, o poco menos. Pues bien,
debemos revisar su funcionamiento en dichos países con vistas a desarrollar la
democracia interna, a vaciar en el seno del Partido las interrogantes que
surgen de los intrincados problemas del mundo contemporáneo, a darles
respuestas adecuadas y a corregir, allí donde se dé, el excesivo centralismo.
No se trata del destape puesto que la DINA-CNI funciona en muchas partes donde
tenemos partido y no podemos confiar en los gobiernos y las policías del
capitalismo. Se trata de avanzar en nuestra actividad conforme a las normas
leninistas que contemplan uno y otro aspecto".
Orientados por estas concepciones firmes y
flexibles debemos perseverar en el fortalecimiento de nuestro partido y las
JJ.CC. y fortalecer su unidad como primer deber de cada militante. Esta unidad
es necesario cuidarla y alimentarla ideológica y politicamente. Existirá siempre
el peligro potencial de la dispersión ideológica como consecuencia de los
intentos por apartar a nuestro partido de sus principios, en orden a que pierda
su esencia revolucionaria, a que deje de lado su carácter proletario e
internacionalista.
Es necesario perseverar en el estudio teórico y en
la actividad rica y viva de sus organismos, en especial de la célula y
posibilitar el conocimiento por el conjunto del partido, incluidas por cierto
las JJ.CC., de sus principios, de su historia y sus tradiciones.
Así contribuiremos mejor a la lucha por terminar
con la dictadura fascista de Pinocbet y aseguraremos la presencia de la clase
obrera en la alternativa democrática que nuestro pueblo exige. "El
Mercurio", portavoz de los monopolios y clanes financieros centra sus ataques
contra el partido y pretende ilusionar a otros para que acepten un hipotético
futuro régimen de partidos siempre y cuando se proscriba a los comunistas. Sin
embargo sus intentos han fracasado y haremos esta situación irreversible si
continuamos fortaleciendo nuestro partido ideológicamente, manteniendo y
desarrollando su unidad en torno a su línea y a su dirección; multiplicando sus
vínculos con las masas; haciendo que su linea política sea dominada plenamente
por el conjunto del partido; realzando cada día sus características leninistas.
El compañero Corvalán ha expresado: "El
asunto está en echarle para adelante con el movimiento de masas, con toda
fuerza, en aumentar el ritmo en el trabajo y la pelea y en sellar en la
práctica la unión de todos los antifascistas. A la aplicación de esta linea
consagra y debe consagrar todas sus energías nuestro querido Partido, y para
que sea capaz de cumplirla a cabalidad, en alianza con otras fuerzas, debemos
hacerlo cada día más fuerte y más grande".