lunes, 24 de noviembre de 2014

Editorial El Siglo: "Las reformas y su “fuerza motriz”







Editorial El Siglo: "Las reformas y su “fuerza motriz”



La política, como bien se sabe, es en primera y última instancias una cuestión de intereses: de clases, de sectores sociales. Y por cierto, de las variadas instituciones y organizaciones que representan o aspiran o pretenden representar esos intereses muchas veces legítimos. O, como también es fácil comprobarlo, dirigirlos o manipularlos.

De la profundidad y trascendencia de las reformas contenidas en el programa de gobierno de la Nueva Mayoría (NM) y que hoy se encuentran en sus trámites parlamentarios o prontos a ser enviados como proyectos de ley, dan cuenta las agudas controversias que recorren y marcan hoy nuestro escenario político.

Más allá de los reclamos por la autoría de esas reformas –tributaria, educacional, laboral, política (electoral y Constitución)- lo que está en juego es el mayor o menor protagonismo -y, por tanto, incidencia- de las organizaciones sociales: esencialmente trabajadores, estudiantes y todos los actores vinculados a la educación.

Es también innegable que sectores del empresariado tienen mucho que decir, aportando desde sus particulares posiciones e intereses al debate que pronto se iniciará en torno a las reformas laborales.
Son parte integrante de este proceso, por su propia naturaleza, los partidos políticos.

Juegan su papel, asimismo, los medios de comunicación, aunque a este respecto sea indispensable dar cuenta, una vez más, de su alto grado de concentración y de su reconocida identificación con sectores de la sociedad que ven en estas reformas una amenaza a sus intereses.

En el fondo de la manida, y esencialmente falsa, oposición entre “las instituciones” y “la calle”, se esconde y apenas disimula un objetivo central y estratégico: sacar del debate lo que llaman “la calle”, y que en más de una ocasión se ha revelado como “anchas avenidas” transitadas por centenares de miles de lúcidos y ardientes manifestantes.

Y es que son esas masas organizadas las que constituyen “la fuerza motriz” de los cambios. Y desconocerlas o al menos debilitarlas es para los sectores retardatarios -reaccionarios- no sólo un objetivo inmediato sino todo un programa de mediano y largo plazo.

Trabajadores sin sus orgánicas de clase, estudiantes sin sus representaciones a niveles secundario y universitario, maestros sin sus estructuras de elaboración y movilización, son, así, los objetivos, los “ideales” para limpiar el camino hacia reformas sin nervio y con objetivos sacrificados en el altar de los consensos.


Es la hora de cuidar y fortalecer al “soberano”, sin relegarlo a la condición subalterna de masa informa y, por lo mismo, inerme.