martes, 26 de junio de 2018

LA NECESARIA LUCHA IDEOLÓGICA EN EL INTERIOR DEL PARTIDO REVOLUCIONARIO (I)






                                                Iván Ljubetic Vargas, historiador del
                                                Centro de Extensión e Investigación
                                                 Luis Emilio Recabarren, CEILER






                                              “…La lucha interna da al Partido
fuerza y vitalidad; la prueba más
grande de la debilidad de un partido
es la amorfía y la usencia de fronteras
bien delimitadas: el partido se fortalece
depurándose…”
(De una carta de Lassalle a Marx, de
 24 de junio de 1852.
 Lenin: Epígrafe de “¿Qué hacer?”)  
  
No es casual que Lenin colocara este epígrafe a una de sus más importantes obras. Lo hizo para subrayar la existencia de la lucha ideológica al interior del partido y su enorme importancia.

La compañera Gladys Marín señaló en parte de su intervención en el XIX Congreso Nacional (designado equivocadamente con “XV”), que se realizó en San Sebastián, en mayo de 1989:

“El Partido será siempre de los que se atreven, de los que desafían, de los que desordenan... Ha existido un método, un sistema al interior nuestro, de discusión formal, de temores, de administrar la vida partidaria, de resolver unos pocos... La unidad del Partido: ¿De qué unidad hablamos? ¿De la unidad producto de una discusión franca, abierta, valiente, de la unidad que surge de la confrontación, del choque de ideas? Sí, ¡esa es la unidad!  Y ella exige un pensamiento y un accionar activos. La unidad no es el acatamiento formal que comprime el pensamiento, que ahoga, que aprisiona... Es que se llegó a negar las contradicciones que existían al interior del Partido, o sea, se llegó a negar la fuente de su desarrollo, la dialéctica del Partido”.[1]

Lo afirmado por la compañera Gladys Marín en 1989 tiene plena vigencia actual.  Pero hay quienes trabajaron junto a ella y la mencionan constantemente, que “excomulgan”, que le niegan El Siglo y la radio,    a los que se atreven, y que intentan impedir,  en la práctica,  la existencia de la lucha ideológica en el interior del Partido.

Es natural que exista la lucha de ideas dentro del Partido revolucionario. Ello responde a lo científico, a la ciencia de la dialéctica, más concretamente a la Ley de la Unidad y Lucha de contrarios.

La ley de la unidad y lucha de contrarios es la médula y esencia de la dialéctica materialista. Por oposición a la metafísica, la dialéctica parte del criterio de que las cosas y los fenómenos de la Naturaleza y de la Sociedad humana llevan implícitas contradicciones internas, que son la fuente del proceso de desarrollo.

En la Naturaleza siempre hay algo que nace y se desarrolla, y algo que muere y caduca. La lucha entre lo viejo y lo nuevo, entre lo que muere y lo que nace, entre lo caduco y lo que se desarrolla, constituye la ley del proceso de evolución. Lenin llamaba a esta ley la médula de la dialéctica, puesto que descubre la fuente del automovimiento y del desarrollo de la materia, y puesto que estudiando los aspectos contradictorios de los objetos, las tendencias de desarrollo de esas contradicciones, conocemos los fenómenos en su nacimiento, evolución y muerte. La unidad de los aspectos contrapuestos no es una unidad inmóvil, sino sujeta a una lucha interna. Lenin señaló, que la unidad de los contrarios es una unidad condicional, temporal, relativa, y la lucha entre ellos, absoluta, como absoluto es el desarrollo, el movimiento. La unidad de los contrarios es al mismo tiempo su conexión interna, su penetración y su exclusión reciprocas, la negación mutua, la lucha. Los contrarios se excluyen y se penetran mutuamente en un solo y mismo tiempo.
“Ambos polos de cualquier contraposición –lo positivo y lo negativo– son tan inseparables uno del otro como contrapuestos, y... no obstante todo su carácter contrapuesto, se penetran mutuamente” (Engels).

El proletariado y la burguesía son generados por el modo capitalista de producción, en cuyos marcos están a tal extremo relacionados entre sí que sin alguna de estas clases no es posible el modo capitalista de producción; pero a la vez se excluyen uno al otro, llevan una lucha intransigente. Un importante aspecto de esa lucha es la confrontación ideológica.                                       (Continuará)




[1] Ediciones El Siglo S.A.: “Intervenciones de delegados al XV Congreso Nacional del Partido Comunista de Chile realizado en Mayo de 1989”, Santiago, enero de 1990, páginas 3, 4 y 5