Iván Ljubetic Vargas, historiador del
Centro de Extensión e Investigación
Luis
Emilio Recabarren, CEILER
“…La lucha interna da al Partido
fuerza y vitalidad;
la prueba más
grande de
la debilidad de un partido
es la
amorfía y la usencia de fronteras
bien
delimitadas: el partido se fortalece
depurándose…”
(De una carta de
Lassalle a Marx, de
24 de junio de 1852.
Lenin: Epígrafe de “¿Qué hacer?”)
No es casual que Lenin colocara este epígrafe a una de sus más
importantes obras. Lo hizo para subrayar la existencia de la lucha ideológica
al interior del partido y su enorme importancia.
La compañera Gladys Marín señaló en
parte de su intervención en el XIX Congreso Nacional (designado equivocadamente
con “XV”), que se realizó en San Sebastián, en mayo de 1989:
“El Partido será siempre de los que se atreven, de los que desafían, de
los que desordenan... Ha existido un método, un sistema al interior nuestro, de
discusión formal, de temores, de administrar la vida partidaria, de resolver
unos pocos... La unidad del Partido: ¿De qué unidad hablamos? ¿De la unidad
producto de una discusión franca, abierta, valiente, de la unidad que surge de
la confrontación, del choque de ideas? Sí, ¡esa es la unidad! Y ella exige un pensamiento y un accionar
activos. La unidad no es el acatamiento formal que comprime el pensamiento, que
ahoga, que aprisiona... Es que se llegó
a negar las contradicciones que existían al interior del Partido, o sea, se
llegó a negar la fuente de su desarrollo, la dialéctica del Partido”.[1]
Lo afirmado por la compañera Gladys Marín en 1989 tiene plena vigencia
actual. Pero hay quienes trabajaron
junto a ella y la mencionan constantemente, que “excomulgan”, que le niegan El
Siglo y la radio, a los que se
atreven, y que intentan impedir, en la
práctica, la existencia de la lucha
ideológica en el interior del Partido.
Es natural que exista la lucha de ideas dentro del Partido
revolucionario. Ello responde a lo científico, a la ciencia de la dialéctica,
más concretamente a la Ley de la Unidad y Lucha de contrarios.
La ley de la unidad y lucha de
contrarios es la médula y esencia de la dialéctica materialista. Por oposición
a la metafísica, la dialéctica parte del criterio de que las cosas y los
fenómenos de la Naturaleza y de la Sociedad humana llevan implícitas contradicciones
internas, que son la fuente del proceso de desarrollo.
En la Naturaleza siempre hay algo
que nace y se desarrolla, y algo que muere y caduca. La lucha entre lo viejo y
lo nuevo, entre lo que muere y lo que nace, entre lo caduco y lo que se
desarrolla, constituye la ley del proceso de evolución. Lenin llamaba a esta
ley la médula de la dialéctica, puesto que descubre la fuente del
automovimiento y del desarrollo de la materia, y puesto que estudiando los
aspectos contradictorios de los objetos, las tendencias de desarrollo de esas
contradicciones, conocemos los fenómenos en su nacimiento, evolución y muerte.
La unidad de los aspectos contrapuestos no es una unidad inmóvil, sino sujeta a
una lucha interna. Lenin señaló, que la unidad de los contrarios es una unidad
condicional, temporal, relativa, y la lucha entre ellos, absoluta, como
absoluto es el desarrollo, el movimiento. La unidad de los contrarios es al
mismo tiempo su conexión interna, su penetración y su exclusión reciprocas, la
negación mutua, la lucha. Los contrarios se excluyen y se penetran mutuamente
en un solo y mismo tiempo.
“Ambos polos de cualquier
contraposición –lo positivo y lo negativo– son tan inseparables uno del otro
como contrapuestos, y... no obstante todo su carácter
contrapuesto, se penetran mutuamente” (Engels).
El proletariado y la burguesía son
generados por el modo capitalista de producción, en cuyos marcos están a tal
extremo relacionados entre sí que sin alguna de estas clases no es posible el
modo capitalista de producción; pero a la vez se excluyen uno al otro, llevan
una lucha intransigente. Un importante aspecto de esa lucha es la confrontación
ideológica.
(Continuará)
[1] Ediciones El Siglo S.A.: “Intervenciones de delegados al XV Congreso
Nacional del Partido Comunista de Chile realizado en Mayo de 1989”, Santiago,
enero de 1990, páginas 3, 4 y 5