lunes, 27 de enero de 2025

Resumen

 


Comentario radial y escrito.

 

 






Salieron a la vida los acuerdos alcanzados en el XXVII Congreso de los Comunistas.

Está encabezada en un decir de Lenin. “Es preciso soñar, pero con la condición de creer en nuestros sueños”

Han pasado dos días y todavía estoy pegado en ese pedacito de lectura: “Con la condición de creer en nuestros sueños”.

Tengo insomnio de tanto creer.

Vivimos un tiempo, en el cual, amenazan de dejar cesante a las abejas y poner en su lugar a drones altamente cualificados para la polinización.

Que pasara con los murciélagos, ni idea.

Uno, como habitante común y en las puertas del infierno, se va sintiendo sin derecho a réplica.

A cualquier mamarracho inventado, dicen que emana de la democracia practicada.

El dividir en la política, para mí no es democracia, es más bien desnutrir al desnutrido.

Sientan el quintal de izquierdas que brotan; “derecho a expresarse” le llaman.

Sientan esa Central Única de los trabajadores.

Denigran y estrujan a la democracia a una tan mínima expresión, que no la respeta nadie, siendo ultrajada miserablemente.

Y pienso en la ignorancia, por querer entender a los pueblos que eligen representantes y mandatarios como el escogido a presidente, Donald Trump.

“Trampuso” será.

Un franco tirador le achunta a la oreja y un parche curita se hace símbolo de la resistencia y soberanía de un pueblo más predestinado que los judíos.

Si tienen la posibilidad de leer las resoluciones del XXVII Congreso de los comunistas, léanlo; podrán soñar como yo, no hace daño, reconforta y da esperanzas.

Es comer fantasía.

Me encumbré en volantín y fui gota de agua cuidando la higuera; me encontré con Tupamaros, con Tupac, con Montoneros, con Sendero y Farabundo, me encontré un 26 de julio y un Manuel.

Se tiene tanta vida y, sin embargo, nos ensucia la ignorancia, la mentira y los escaparates nos manipulan.

Los tiempos son un parpadeo, no nos damos cuenta de lo resbaloso.

Cuando yo era cabro, no se veían tantos muertos; las ignominias que se practican hoy en día tienen otras vestimentas.

En el barrio Amunategui, en La Serena, escondiendo el “Morro de Arica” en la mano, le aplaudíamos a un cabro amigo peruano.

El momento del despojo te sufría, pero no lo veías.

Yo recuerdo Copiapó, a las casas llegaba el Atalaya, el Siglo era más bien contrabando o tenías que ir a buscarlo por donde yo lo dejaba.

No pretendo ahuyentar la historia, menos todavía, la lucha de nuestra clase obrera, de mi partido, al contrario.

Antes, creía yo, que, no le hacíamos mucha meya al enemigo.

Era normal ver a gente de Chañaral, ir a buscar agua potable a Barquitos.

Mi niñez, mi infancia, no se preguntaba del porqué de tanta ausencia.

Cuando la clase obrera, sus representantes, afinaron la puntería y la lucha de clases, herramienta indispensable para enfrentar a los imperios, empezó a hervir, los paisajes comenzaron drásticamente a cambiar.

Faltaba conciencia de clase, conciencia social.

La Revolución Francesa cambió de ropa, incluso la Revolución de Octubre fue insuficiente para continuar.

El Imperio es muy poderoso.

Hoy, se hace diferente, el mundo trabajador aprende de Cuba, isla en la que el Caimán ya no baila. Hoy, tengo espacios para soñar, es ver a Venezuela, a México, a Nicaragua, es ver Yemen, es ver China.

Él desparramo es grande, pero lo indigno está quedando desnudo.

Miren cómo tienen a mi Argentina, miren cómo tienen prisionero a Polisario en la arena, sin embargo, está rebelde, iracundo.

¡Democracia, grita el pistolero!

Hay que excavar, monte abajo.

Dos cuadrillas de veinte. Veinte con pala y chuzo; veinte con tenedor y cuchara.

El socavón no importa, lo importante es tener 80 manos en disputa, dispuestas a quedarse con pala y chuzo, importándole un carajo, la solidaridad internacional.

La democracia, es una instancia, un camino que lo construye un colectivo con derechos y obligaciones reales, concretas, solidarias, es un método de trabajo, en la que todos tengan las posibilidades reales de hacer uso de sus derechos fundamentales.

Eso no ha ocurrido nunca, menos en mi paisito.

Que se ha intentado, se ha luchado y se lucha segundo a hora, a cada día, a cada rato, eso sí, pero, por no saber mirar bajo el agua, las cosas se esfuman miserablemente.

Y yo quiero soñar.

La educación, su aprendizaje, es analizar, pensar, que se puede cambiar el mundo, se puede parir otra sociedad.

Repito, lean los acuerdos del XXVII Congreso de los comunistas.

Al menos podrán soñar.

El imperio engendra la miseria, la pobreza.

Tienen la alegría, la abundancia y el bienestar, gracias al rechinar de tripas del hambriento.

Actualmente, nada es, lo que se ve.

Yo quiero creer, que los enfrentamientos ideológicos, convertidos en materia viva, aparecen por todos lados.

La invasión a Libia no es lo mismo que la invasión a Palestina o al Líbano o a Siria, pero las causas son las mismas.

Predominar, lo dice el amigo del francotirador, el del “parche curita”

“El mundo para América y América para los americanos”.

No podemos engañarnos, llevamos en los genes la necesidad imperiosa de existir y dominar. Y, como somos los únicos seres, que podemos educarnos para razonar, para pensar, tendríamos que practicar lo expresado por Leonel Sánchez.

“Y que gane el mejor” .

En ese vivir, en las ideas y por las ideas, no cabe el andar matando a diestro y siniestro para poder existir, vivir, ser feliz.

Tenemos el derecho y el deber de seguir creyendo en nuestros sueños.

Alejandro Fischer Alquinta.

Estocolmo 20250126