Comentario radial y escrito.
Para un tribunal supremo de justicia, elegido por el pueblo, un recuerdo, puede ser implacable, justo.
Pero claro, a quien se le iba a ocurrir que la jurisprudencia se convertiría en una impúdica imprudencia.
Otra vez necesito ayuda, no puedo
mirar para otros lados, menos cerrar los ojos; por eso grito.
Me es menester contar lo que almaceno por mis venas, son referentes como almácigos.
Año 1972. La derecha oligarca chilena, sus fascistas y pobrerío ignorante, oportunista, conspiraban “lo que era un gusto”.
Para otros, era una maldición.
El Partido Comunista de Chile,
tirándose las mechas manifestaba, que el gobierno, tendría el respaldo de su
pueblo, si aplicaba mano dura a la oligarquía desenfrenada fascistoide.
Al menos, en vestiduras, el poder militar estaba con la constitucionalidad.
El sentido común quería ser país, un país soberano.
Para ser soberano, tenía que ser un riel revolucionario para transformar.
La muerte no cabía en su
silabario.
Esa revolución chilena, hacia transformaciones estructurales que tenían 214 años empotradas.
El griterío de tantos callos pisados, se escuchaban por todo el mundo.
Los gritos estremecían las estrellas de Monroe.
Las nacionalizaciones de las
riquezas estratégicas fueron y son, compases y escuadras, para edificar, para
levantar un país diferente.
No más justo, sino, diferente, otro país.
Lo que estaba en juego era muy requeté grande.
Esta realidad política, social, estaba dejando al Imperio gringo como chaleco e mono.
Para ellos, era impensable otra
Cuba.
La oligarquía criolla, internacional, soltó a sus criminales de siempre, a desplumar de espanto, las alas de los sueños.
Los medios de producción que
otorgan poder y sustento, crimen y miseria dependen de la distancia en la que
se está, de ellos.
Quiero decir que, la tierra y las manos que hacían melgas, volvían a las manos que abrazaban el arado. Lo mismo sucedía en los vientres de los cerros, de los ríos y del mar.
El gobierno le entregaba por vez primera, estos medios que daban pan, techos y letras para hacer un país nuevo, soberano de sus cosas y de su mente.
Se hicieron muchas cosas, no faltara el imbécil que se burle del medio litro de leche que obtuvo cada niño chileno.
Las vacas que habían se esfumaron, obtener leche, era tan difícil como comer pescado.
Se tuvo que hacer milagros
financieros para lograr llegar con medio litro de leche a las casas
proletarias, a las casas donde había un niño, dos, tres.
Pero claro, eran otros tiempos, mi paisito flaco andaba muy de clase.
Ser un “Jotoso” era un privilegio.
La vida, el vivir de país, era un enfrentamiento de ideas; la lucha de clases tenía su interpretación más genuina.
El flaco estaba muy politizado.
Pero, no supimos defender lo que obtuvo el pueblo.
Han pasado, para mí, más de 60 años volando y lo que pasa en Venezuela, es para mí, un “Deja vu”.
Venezuela está viviendo lo mismo.
Venezuela lucha hoy igualito a mis
tiempos de insolencia, de hambre, de incertidumbre, de trabajos voluntarios, de
canto y poesía, de besos y frustraciones, de esperanzas y de volver a hacerlo.
Lo que envuelve y asfixia, los que acorralan hoy a Venezuela, son los mismos que cortaron de cuajo nuestros sueños.
Dicen de un Dictador en Venezuela.
Un dictador, amparado por una colectividad política, que ha ganado la mayoría de las elecciones concernientes a un ideario socialista.
Hugo Chávez, decía ser marxista, sin embargo, al igual que Nicolas Maduro, andaba con Jesús y sus decires por todo el mundo.
Quizás por eso que confunde al
ignorante político.
Los comunistas chilenos, por el mismo tren, pueden ser creyentes o no creyente.
Que significa, que pretende el hacer de la política.
Nada más que saber gobernar. “La problema”, como dijo un albañil amigo, es para quien gobiernas.
Y los costos de ese gobernar pueden ser muy cruel, muy de forma, muy de discutir.
China, país con más de
“Toma, cachito e goma”
El Golpe de Estado en Chile,
implanto una dictadura, la cual, pario a un dictador y tirano, según él, “No se
mueve ni una hoja de un árbol, sin yo saberlo”.
Esa dictadura fascista, nos hizo retroceder más de 50 años de “humanidad”.
Generaciones rotas, sin injertos, enterradas.
Y hablan de libertad, de derechos, de democracia, soberanía.
Cuando lo único que ven, son los recursos naturales inimaginables que tiene Venezuela.
La libertad individual termina,
cuando empieza la del vecino, y, la colectiva se consigue discutiendo los
deberes y derechos de cada uno de los ciudadanos, de su sociedad.
Allí está el poder del pueblo, ese pueblo que levanta democracias.
La pobreza es como la mierda que atrae a las mariposas.
Allí no hay nada bello.
Hay guerras por todos lados, el
hambre lo puedes oler, pellizcar; la muerte camina rápido, sin embargo, la
Banca mundial ha superado como nunca sus ganancias.
Que comerán pregunto yo.
Y no es solo la Banca, al término
del exterminio en Gaza, la pega que le espera a la BlackRock es enorme.
Que diría Nikita.
La propiedad privada en manos de
una familia que hace chorizos y vive de su venta y puesta, es una bendición,
pero, los únicos 40 dueños de los chanchos, cerdos, vacas y cabras existentes
en el mundo entero son los que manejan los precios y la existencia de los
alimentos para las bestias, de su transporte y mantención, de sus paseos y
ejercicios, de los mataderos y de las moscas, del agua y veterinarios.
A esos 40, hay que revisarles los libros y ponerles normas.
El socialismo es un atajo largo, para llegar al horizonte.
El Socialismo continuara brillando en Venezuela.
Alejandro Fischer Alquinta.
20240803