Iván
Ljubetic Vargas, historiador del
Centro
de Extensión e Investigación
Luis
Emilio Recabarren, CEILER
Luchino Visconti nació el 2 de noviembre de 1906 en Milán, capital de la región de Lombardía en
Italia, en el seno de una de las familias de la más antiguas de la aristocracia
lombarda.
Desde muy joven se vinculó al teatro de
En 1935 se trasladó a París, donde se vinculó y colaboró
con el cineasta francés Jean Renoir, con
quien participó como asistente de dirección en “Los Bajos “ (1936) y como
asistente y diseñador de vestuario en “Una partida de campo” (1937).
La obra de Visconti
se aproximó luego a los
principios artísticos del neorrealismo. Su “Obsesión” (1943) fue la primera
película neorrealista. Introdujo una nueva visión del cine, de la dirección de actores (frecuentemente no
profesionales) y en la concepción de la realidad y de los problemas sociales.
El neorrealismo contaba con una línea más idealista, representada
por Roberto Rossellini, y otra, más
próxima al marxismo o a las concepciones sociales afines, representada
justamente por Visconti, entre otros.
Uno de los teóricos marxistas más importantes del
neorrealismo fue Guido Aristarco, autor de “La disolución de la razón”
—discurso sobre el cine—, quien consideró que “La tierra tiembla” (de 1948) era
la película más lograda y avanzada ideológica y estéticamente, que emprendía
una búsqueda del hombre ante las cosas que no las sometía a éstas como permanentes
por sí mismas, lo que constituiría una alienación, y que tampoco admitía una
naturaleza humana inmutable (cine antropomórfico de Visconti).
Con “Obsesión” en
1943, película de fuerte influencia renoiriana, Visconti trataba temas no
aceptables hasta entonces por la censura fascista. Basado en la novela de James
M. Cain “El cartero llama dos
veces”, narró el asesinato de un hombre
cometido por el amante de su esposa. Lo que más impactó a la sociedad italiana
de la época, más allá de la excelente dirección de actores y la minuciosidad de
estilo, fue el clima de opresión y el ámbito sórdido que se percibía en la
película, pese a no tener aparentes implicancias políticas.
Los años que siguieron hasta su segunda realización, “La tierra tiembla” (1948), encontraron a
Visconti comprometido con la lucha antifascista y la resistencia italiana. Las
duras condiciones de vida de los pescadores, campesinos y obreros del sur
italiano acapararon su atención, y sirvieron de inspiración a su nuevo film, el
cual fue un fracaso económico, pero ubicó a Visconti en la cima de la escena
política y social de la época, por el compromiso moral y humano que había
enfrentado.
En los años 50, después de filmar “Bellísima”,
protagonizada por Anna Magnani, melodrama ambientado en el mundo
cinematográfico, Visconti encaró el tema del
Risorgimento y la unidad italiana con “Senso”, una historia de amor
ambientada en los momentos más dramáticos del Risorgimento y una visión crítica
que otra vez abrió el camino para que la censura se impusiera con toda su
fuerza. Esa concepción totalizadora del Resorgimento se completó con la
inclusión de un aspecto cultural importante: una ópera de Verdi y el espíritu del melodrama verdiano
como médula de la película.
Luego de una incursión hacia un cine creador con la libre
adaptación de una obra de Dostoievski, “Las noches blancas, Visconti retomó el sendero de los filmes
munidos de cuestionamientos sociales, con la película “Rocco
y sus hermanos” (1960).
Nuevamente abordó el tema de los conflictos sufridos por los campesinos
meridionales, esta vez en el marco de la historia de una familia que se
traslada a Milán y la dura realidad que allí debe enfrentar.
La importancia que Visconti otorgaba al núcleo familiar en
el contexto de sus filmes también es puesta de manifiesto en otras películas.
En “El Gatopardo”, su siguiente realización, concretó los indicios de gran producción evidenciados en su película anterior. En ella, con gran belleza visual y basándose en el libro de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, , reflejó las reflexiones del príncipe Di Salina sobre la decadencia de su clase nobiliaria y su mundo que agonizaba, mientras la nueva burguesía ascendía al poder económico y político en el marco de los acontecimientos que sacudieron Sicilia en 1860 (la invasión de los camisas rojas conducidos por Giuseppe Garibaldi).
Alain Delon y
Claudia Cardinale.
En 1967 se estrenó “La caída de los dioses”, una metáfora
sobre el mal y la corrupción moral de una familia alemana vinculada con el
nazismo durante
“Muerte en Venecia”
fue considerado uno de los filmes más importantes de la década del 70,
siendo su contenido fundamental la contradicción entre el artista —protagonista
de la película— y su posición burguesa.
“Ludwig” ( sobre Luis II de Baviera) significó una
coherente continuación de la realización anterior, vale decir, una reflexión
acerca de las relaciones de la vida y el arte, entre la estética y la ética.
En 1974 dirigió “Confidencias” o “Retrato de familia en
interior”, declarando Visconti que se trataba de un film antifascista en el
sentido crítico y en el sentido lato del término. Un retrato crepuscular de la
incapacidad del intelectual coherente de hacer frente a su grupo social y de
adaptarse a un mundo de valores culturales banales, con el que Visconti se veía
muy reflejado, aunque el personaje protagonista era un trasunto del crítico de
arte Mario Praz.
Poco tiempo antes de su muerte, y en un estado de salud
bastante grave, logró concretar su última película, “El inocente”, adaptación
de la novela homónima de Gabriele D’Annunzio.
Luchino Visconti falleció el 17 de marzo de 1976, en Roma,
a la edad de 69 años.