jueves, 10 de febrero de 2022

DOM HÉLDER CÂMARA

 


  

                                               Iván Ljubetic Vargas, historiador del

                                               Centro de Extensión e Investigación

                                               Luis Emilio Recabarren, CEILER

 

 

 


 

“Cuando doy comida a los pobres, me llaman santo. Cuando pregunto por

 qué son pobres, me llaman comunista”.  (Hélder Câmara)

  

Hélder Pessoa Câmara nació en Fortaleza, Brasil, el , 7 de febrero de 1909.   Fue un sacerdote católico, teólogo y filósofo brasilero, arzobispo emérito de Olinda y Recife, defensor de los derechos humanos durante la dictadura militar brasileña (1964 – 1985), figura de la teología de la liberación y uno de los fundadores de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB).

Por su actuación recibió numerosos premios nacionales e internacionales, siendo el único brasileño candidato cuatro veces al Premio Nobel de la Paz.

  

SUS ACCIONES

Cursó estudios en el Seminario Archidiocesano del estado de Ceará, donde se graduó en el año 1931.

Fue director de planeamiento educativo y se integró plenamente en la vida política de su estado. Tomó participación activa en el movimiento integralista hasta la década de 1940.

Habiendo sido un integralista (un fascista brasileño) en sus años mozos, explicaba luego: “Yo conozco el mecanismo de su razonamiento, e incluso podría darse el caso de que consiguiéramos convencerles de que ese mecanismo está equivocado; que torturando y matando no se asesinan las ideas, que el orden no se mantiene con el terror, que el progreso se consigue sólo con la dignidad, que los países subdesarrollados no se defienden poniéndose al servicio de los imperios capitalistas”.

En 1936, en Río de Janeiro, dirigió el Servicio de Medidas y Programas del Instituto de Investigaciones, de la Secretaría de Educación y Cultura del ayuntamiento del distrito federal. 

Entre 1946 y 1962 actuó en la Acción Católica Brasileña, como asistente nacional. 

En el año 1952 fue auxiliar del cardenal-arzobispo de la ciudad de São Sebastião, de Río de Janeiro, y consagrado obispo auxiliar.

Fue ordenado obispo a los 43 años, el 20 de abril de 1952, de manos de dom Jaime de Barros Câmara, dom Rosalvo Costa Rego e dom Jorge Marcos de Oliveira.3

Como miembro del Consejo Federal de Educación entre 1952 y 1964, participó en el Supremo Consejo de Inmigración y del Consejo director del CELAM. En esas fechas, creó la CNBB y fue su primer secretario. Intentando resolver los problemas de la pobreza y de las favelas en Río de Janeiro, creó la Cruzada São Sebastião.

En 1959 creó el Banco de la Providencia para ayudar a los pobres y realiza la Feria de la Providencia, que se realiza anualmente para conseguir recursos destinados a mitigar la situación de las clases menos favorecidas.

Participó activamente en el Concilio Vaticano II, entre 1962 y 1964. Fue el secretariado nacional de acción social de la CNBB. Desde 1964 asumió el arzobispado de Olinda y Recife y siguió las pautas inscritas por el papa  Pablo VI en su encíclica Populorum Progressio (1967).

 

     

 



SU  PENSAMIENTO

El obispo Cámara se pronunció por la violencia pacífica; la violencia ya predicada por Gandhi, Martin Luther King y Cristo.

 

“La llamo violencia –explicaba– porque no se contenta con pequeñas reformas, con revisionismo, sino que exige una revolución completa de las estructuras actuales; una sociedad rehecha desde el principio, sobre bases socialistas y sin derramamiento de sangre. 

No basta luchar por los pobres, morir por los pobres; hay que dar a los pobres conciencia de sus derechos y de su miseria. 

Es necesario que las masas adviertan la urgencia de liberarse. Y no de ser liberadas por unos pocos idealistas que se enfrentan a las torturas como los cristianos se enfrentaban a los leones en el Coliseo. Hacerse comer por los leones sirve de muy poco si las masas siguen sentadas contemplando el espectáculo”. 

La Iglesia –sostenía Dom Hélder, como lo llamaba su pueblo- siempre ha estado demasiado preocupada por el problema de mantener el orden, de evitar el caos, y esto le ha impedido darse cuenta de que su orden era más bien desorden. A veces me pregunto –plantea– cómo es posible que personas serias y virtuosas hayan aceptado y acepten tantas injusticias.

 

                


 

Durante tres siglos la Iglesia ha encontrado normal que los negros estuvieran reducidos a la esclavitud.

La verdad –agregaba- es que la Iglesia católica pertenece al engranaje del poder. La Iglesia tiene dinero; al invertir su dinero se mete hasta el cuello en las empresas comerciales y se ata a aquellos que detentan la riqueza”. 

En 1984, al completar 75 años, presentó su renuncia por edad. Tras su jubilación, continuó viviendo hasta su fallecimiento en Recife, en los cuartos de la Iglesia de las Fronteiras, donde residía desde 1968.

Falleció el 27 de agosto de 1999.