Foto archivo : Oscar Dante Conejeros E.
Conocí, más propiamente dicho, vi por
primera vez a Max a poco llegar al exilio en la entonces República Federal Alemana.
Fue un 27 de mayo de 1973. Él integraba
el Inti Illimani, que actuó en la Carpa
del Partido Comunista Alemán (DKP) en la ciudad de Marburg. Poco después, lo vi en el Homenaje a Víctor
Jara, realizado en la ciudad de Essen.
Posteriormente, coincidimos en dos grandes actos nuevamente en Marburg; también en
eventos del Partido Comunista alemán en Nürenberg, el 17 de septiembre de 1983, y nueve días después en
la ciudad de Münich. Él, cantando con su excepcional voz. Yo, interviniendo en
nombre del Chile Komitte Marburg o del
Partido Comunista de Chile. Por
entonces, nuestros contactos fueron sólo de vista y un saludo.
Fue, una vez ya retornado a Chile, cuando lo conocí personalmente. El
compañero Camilo Guzmán me había llevado
un 30 de marzo a comienzos de los años noventa, al acto de homenaje y
conmemoración de los tres comunistas degollados por la dictadura fascista en
marzo de 1985. A la vuelta le surgió un problema a Camilo y me dijo que
hablaría con Max para me llevara de regreso. Al
subir a su vehículo tuve la intuición
que se iniciaba una bella amistad.
Hacia comienzos del año 2012, Max fue promovido al
Comité Comunal Ñuñoa del Partido Comunista. Allí pude conocerlo mejor. Me
impresionó profundamente que un artista de su calidad y mundialmente conocido,
fuera tan modesto y sencillo; agregando
a ello, una real consecuencia
revolucionaria. Para ese Comunal, dirigido por la compañera Carlota Espina, era
un lujo tener a un miembro como Max. Y nos correspondió vivir momentos muy
difíciles y dolorosos. Surgieron problemas con el Comité Regional Capital, que
pretendió imponernos que se aceptaran en
la Convocatoria a una Conferencia Comunal, elementos anti leninistas en cuanto
al concepto de militante comunista (la vieja polémica de 1903 entre Lenin y
Martov). Ante esta violación fragante de
los métodos leninistas, a los cuatro miembros del Secretariado no nos quedó más que presentar, con
fecha viernes 27 de junio de 2012, la
renuncia a nuestros puestos. Enterado de ello, otros cinco miembros del Comunal
también renunciaron a sus cargos. Entre ellos estaba el solidario y consecuente
Max. Sólo siguieron en la Dirección Comunal tres compañeras. El propio
dirigente máximo del Comité Regional reconoció públicamente, en enero de 2016,
que entonces él había “intervenido” el
Comunal Ñuñoa del Partido.
Fue éste un golpe muy duro para quienes habíamos
constituido una eficaz y exitosa dirección leninista. Uno de los nueve
compañeros se fue del Partido. Otros dos, no volvieron a ser ya los mismos.
Pero la mayoría soportamos con valor la amarga experiencia. Y no nos anulamos.
Por el contrario, comprendiendo la necesidad de librar con más fuerza la lucha
ideológica bajo las banderas de Marx, Engels, Lenin y Recabarren, creamos el 6
de julio de 2012, el Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio
Recabarren, CEILER. Max fue uno de sus
fundadores y, meses más tarde, pasó a ocupar el puesto de Presidente,
destacándose por su labor, siendo por sus infinitas relaciones con
personalidades y organizaciones, un dirigente con la capacidad de llegar a los
más amplios sectores. Muy positiva ha sido
su increíble facilidad para abrirnos tantas puertas.
El CEILER,
presidido por Max, ha llevado a cabo importantes actividades. Desde su
fundación, cada año organiza actos en Plaza Almagro en conmemoración del
natalicio de Luis Emilio Recabarren (6 de julio); homenajes en el Cementerio
General a Luis Corvalán (21 julio) y a Recabarren (19 de diciembre). Ha
realizado eventos con embajadas de Ecuador y Venezuela; foro-paneles sobre
múltiples materias. Ha editado dos libros. Cuenta con el Círculo Virtual de
Estudios Histórico-Políticos, a través del cual envía interesantes materiales.
También tiene una visitada página Web (www.ceiler.cl) y un Facebook.
En el año 2016 Max fue uno de los candidatos a
concejal del Partido en Ñuñoa. Enfrentó
la campaña con mucha responsabilidad y consecuencia. Se la jugó por entero, a
pesar de que fue una campaña muy mal diseñada: la Comuna dividida en cuatro sectores y cada candidato
tenía sólo un sector donde trabajar. En cambio, la concejal en ejercicio, tenía
un sector y además podía realizar su
campaña en toda Ñuñoa. Con ese factor en contra, Max logró reunir 1.419 votos.
Los analistas coinciden en señalar que
si hubiera podido trabajar en toda la comuna, habría sido el segundo
concejal electo del Partido en Ñuñoa.
Max es un ser humano adornado con bellas cualidades:
solidario, con fraternal preocupación por el prójimo; respetuoso, sincero;
optimista y alegre. En las muchas ocasiones en que me ha llevado en su auto
–recuerdo el rojo con parrilla negra- mientras maneja va entonando melodías o
contando interesantes historias. Esas idas y venidas a actos del CEILER o del
Partido, se me hacen cortas, a pesar del lento transitar causado por los
numerosos “tacos” en las calles de
Santiago.
Max tiene un enorme sentido de la responsabilidad.
Recuerdo que el CEILER, junto al Sindicatos de Obreros de la Construcción-excavadores-alcantarilleros y
la Federación Nacional de Trabajadores de la Construcción convocamos, el
domingo 9 de julio de 2017, al Acto en homenaje al 141º natalicio de Luis
Emilio Recabarren. Uno de los primeros en llegar a la Plaza Almagro fue Max.
Permaneció durante todo el exitoso acto, que contó con numerosos obreros de la construcción. A su
término, dos compañeras dirigentes del CEILER, que habían observado que estaba
muy decaído, llevaron a Max a la posta. Allí lo estabilizaron. Exámenes
posteriores mostraron que su salud estaba complicada con una seria enfermedad.
Y, en ese momento difícil, surge el Max valiente, optimista, con su
alegría de vivir. Enfrenta esa nueva tarea, con la responsabilidad de siempre.
Toma en serio el tratamiento. No cae en lamentaciones. Se lanza con fuerzas al
nuevo desafío que encuentra en su historia. No descarta una ida programada con
antelación a su patria, Ecuador. Viaja con su grupo “Max Berrú y los
insobornables”. Se reúne con su numerosa familia. Realizan cuatro exitosos
conciertos, amén de otras actividades.
Regresa a Chile a comienzos de septiembre de 2017. El
viernes 8 de ese mes, en un Teatro Municipal de Ñuñoa desbordante de público,
sus compañeros, amigos, colegas y admiradores, le ofrecen un hermoso y
solidario homenaje. Allí están las canciones del Illapu, de Pancho Villa, del
Inti Illimani (del cual Max es uno de sus fundadores) y de muchos otros
artistas.
El sábado 16
de septiembre, Max me llama por teléfono. Me pregunta si tengo libros sobre
Fernando Ortiz. Le respondo positivamente.
-Voy a buscar
diez, me dice. En minutos llega en su auto roji-negro. Luego de saludar a
Marcia y a mí con el cariño de siempre, me cuenta:
- Se los voy a
llevar a la compañera María Luisa Ortiz, que me los encargó. Conversamos un
rato y al despedirse me dice:
- No te
olvides que el lunes 25 tenemos reunión del CEILER.
Así es Max.
Consecuente y optimista, responsable. Un ejemplar militante comunista.
Excelente dirigente. También, un buen y sincero amigo.
Por todo ello,
le queremos y admiramos.
Iván
Ljubetic Vargas, historiador del
Centro
de Extensión e Investigación
Luis
Emilio Recabarren, CEILER
Ñuñoa,
miércoles 20 de septiembre de 2017