viernes, 4 de julio de 2014

“Pueblo o Mercado”







Editorial de El Siglo, edición 1722 del 4 de julio de 2014

“Pueblo o Mercado”


Inclinarse ante las leyes del mercado, es incompatible con la dignidad del hombre y del ciudadano. Pero, ¡atención!, la astucia de quienes se aferran a sus “razones” nos reserva una nueva instancia: la “fatalidad”. Una vez superada ésta, sólo les queda el recurso -en términos contemporáneos- al fascismo.

Nos hablan de la historia -aclaremos: “su” historia- misteriosa entidad tan “venerable” como el mismo mercado, pero ya los pueblos están avisados y saben hallarle su “letra chica”, que no es otra que los resguardos que por medio de refinados ejercicios de complicidad saben tomar los en extremo minoritarios: ese 1%, a lo más, que constituye el paraíso de los propietarios del globo, y a cuya imagen y semejanza se mueven sus socios, lacayos e imitadores, aun en las periferias del capitalismo monopolista mundial.

Todo esto, aderezado por un componente esencial: el monopolio de los medios de comunicación, o deformación de la realidad.

Los mismos que durante años han denigrado a los profesores, mintiendo incluso, salen hoy a postular para ellos “sueldos dignos”. Los que segregan a la inmensa mayoría de la sociedad, expulsándola de sus feudos urbanos para confinarla en guetos, levantan como bandera de lucha la “libertad de elección” en el ámbito de la educación.

En un colmo más de su desfachatez, se presentan como los garantes de una continuidad “virtuosa”, alarmados por el afán que ellos llaman “refundacional” de parte de quienes son “apenas” una mayoría ciudadana que se ha expresado en la calle y en las urnas, así como ha esgrimido sus irrefutables razones en toda suerte de espacios de debate.

Se pretende instalar una oposición entre los derechos de las mayorías y las indiscutibles prerrogativas de cualquiera minoría. Y esa empresa está a cargo de los mismos, y sus legítimos herederos, que durante casi dos decenios negaron, no a alguna minoría sino a la que ya por entonces era la mayoría del país, toda participación. Y que llegaron hasta la represión y el crimen para garantizar su silencio.

Cada cual en su papel: la mayoría ejerciéndolo, apoyada en un mandato y la más amplia participación de la ciudadanía; la minorías, expresándose con todas la garantías que les ofrece el marco institucional. Y al final del proceso, la decisión irreprochable de la mayoría.

Pero, más allá de las formas, los procedimientos y los conflictos de cúpulas y capillas: la voz de la razón y las lecciones de las duras experiencias.En nombre de la “libertad de enseñanza”, se pretende por algunos mantener y fortalecer el rol de los “sostenedores”, añeja o feudal institución basada en la concepción empresarial de la educación -un “bien de consumo”- versus servicio garantizado por el Estado, lo que no significa un monopolio pero sí una atención preferente, una responsabilidad ejercida de manera plural y democrática.

La disyuntiva es: predominio del mercado -el Dios Mercado- o del pueblo -el “soberano”.