Editorial El Siglo: "En
el Día de la Dignidad Nacional"
Hace exactamente 43 años, el 11 de julio de 1971, nuestro país daba el paso
más importante de su historia: nacionalizaba la Gran Minería del Cobre. Se
trataba de un viejo anhelo que, junto con la Reforma Agraria, conformaba el
núcleo de un programa que unía en un solo haz las aspiraciones de desarrollo y
justicia social junto con la soberanía nacional. Por ello, el presidente
Salvador Allende proclamó el 11 de julio como el “Día de la Dignidad Nacional”.
De escuchar las opiniones de la extrema derecha chilena respecto a esa
gesta nacional, entre otras las de un alto personero que calificó la
Nacionalización del Cobre como “un error histórico”, habría que convenir que la
unanimidad obtenida en el Congreso Pleno que aprobó la nacionalización, habría
sido un gesto de oportunismo así como de hipocresía de los parlamentarios de
aquella derecha.
Y no se trata de una calumnia. Basta para desechar tal idea, observar cómo
esa misma derecha expresada en sus partidos de hoy, así como en la prensa afín
a sus intereses, insiste día a día en cuestionar a la empresa estatal, Codelco,
abogando por su “apertura” a la inversión privada; la que ciertamente sería
mayoritariamente extranjera.
La trascendencia histórica de la nacionalización requiere no sólo divulgar
su legitimidad y necesidad histórica y los beneficiosos efectos de sus recursos
en la vida nacional. También es pertinente actualizar esa lucha de
generaciones, para reafirmar el derecho incuestionable a la propiedad de los
recursos naturales por parte del pueblo chileno.
Recuperar “nuestro cobre” es también recuperar a plenitud nuestra dignidad.
En esta hora de Chile, cuando un gobierno renovador enfrenta decididamente
las grandes reformas que han venido madurando en la conciencia de chilenas y
chilenos, constituiría una anomalía, algo más que un fenómeno amnésico, el
omitir el dato esencial de algo que no ha perimido y que “más temprano que
tarde” será abordado por las actuales y las nuevas generaciones de chilenos.
El país debe estar alerta.
El lamentable espectáculo de un político de derecha recién reemplazado como
jefe de Estado, y que recorre el mundo como una suerte de “Antiagente” de
Chile, contrasta con los nuevos aires que recorren el país y son
particularmente anacrónicos al coincidir con este nuevo aniversario de una
decisión de alto patriotismo como lo fue la solemne declaración de soberanía y
sabiduría política protagonizada por el gobierno de la Unidad Popular que
presidió Salvador Allende.