A 90 AÑOS DEL CONGRESO DE RANCAGUA
El Congreso
de Rancagua: Primer Congreso del Partido Comunista
A partir del 1° de enero de 1922, sesionó en Rancagua el IV y último
Congreso del Partido Obrero Socialista, que es el I Congreso del Partido
Comunista de Chile.
En este torneo se aprobó una Declaración de Principios cuyo texto es el
siguiente:
"El Partido Comunista de Chile, reunido en Congreso en la ciudad de
Rancagua el 1° de enero de 1922, después de ratificar su adhesión a la
Internacional Comunista con sede en Moscú y considerando:
"Que la sociedad capitalista, por lo mismo que se divide en clases,
cimenta su estructura jurídica, política y económica sobre la explotación del
hombre por el hombre;
"Que en este proceso se ha llegado al grado de máximo desarrollo,
razón por la cual la lucha de clases se hace más intensa;
"Que en virtud de este hecho, comprobado en todo el mundo sujeto a la
dominación del capitalismo, las clases son cada vez más irreconciliables;
"Que los componentes de esas clases no sólo se manifiestan en defensa
de sus intereses aisladamente, sino que, por el contrario, tienden a agruparse
con directivas propias, constituyendo organismos con funciones definidas;
"A fin de que la clase trabajadora pueda encaminarse ventajosamente a
la consecución de sus ideales, que propague la supresión de la explotación del
hombre por el hombre, instaurando en su defecto una sociedad comunista, es
indispensable organizar sus fuerzas, capacitándose para la implantación de su
dictadura en el período de transición;
"Que para conseguir ese resultado se requiere la constitución de un
organismo revolucionario de vanguardia, con propósitos claros, directivas
precisas, que no puede ser otro que el Partido Comunista, por lo tanto
resuelve:
"1. Constituirse en Sección Chilena de la Internacional Comunista,
aceptando su tesis y luchando por el triunfo de su causa de la clase
proletaria;
"2. Llamar al proletariado de todo el país, que forma el nervio de las
distintas regiones: carbonífera, salitrera, minera, agrícola, industrial, etc.,
para que, en completo acuerdo, se incorpore a sus filas, y
"3. Desenvolverse paralelamente, en perfecta inteligencia, con la
organización sindical revolucionaria, a fin de constituir un lazo
indestructible en la lucha final contra el capitalismo".
Además, junto con ratificar todas las resoluciones tomadas en el Congreso
de Valparaíso (1920), se adoptaron las siguientes medidas:
1. Se fijó la ciudad de Viña
del Mar como sede del Comité Ejecutivo Nacional;
2. Se dispuso la publicación
de un periódico que sería el órgano del Comité Ejecutivo Nacional, y
3. Se designó un Comité
Ejecutivo Nacional integrado por: Juan Espinoza, Carlos Flores, Onofre González, Alfredo Guerrero, Isaías
Iriarte, Manuel Leiva, Carlos Olivares, Benjamín Rojas y Ramón Sepúlveda Leal;
éste último fue designado Secretario General.
El Congreso no se pronunció sobre la estructura orgánica ni sobre los
Estatutos del Partido Comunista, lo cual significa que éste conservó los que
tenía el Partido Obrero Socialista.
El Primer Congreso del Partido Comunista constituye uno de los
acontecimientos de mayor trascendencia en la historia de Chile y tiene la
máxima importancia en todo el desarrolo del movimiento obrero nacional.
En ese Congreso, la clase obrera dirigida por Luis Emilio Recabarren cerró
un período de su larga, combativa y esforzada evolución; la madurez
experimentada por los núcleos más conscientes permitió la fundación del Partido
de vanguardia del proletariado y la iniciación de una nueva etapa en la
historia de la lucha de clases en Chile. A partir de él, tuvo existencia la
colectividad política revolucionaria del proletariado. Y ésta fue arraigando
cada día más en el espíritu de los trabajadores y gravitando crecientemente en
la vida nacional. El Partido Comunista nunca ha dejado de estar presente en los
acontecimientos político-sociales ocurridos en el país a lo largo de las
últimas seis décadas; y aun en las circunstancias más difíciles, cuando era
asediado por la represión o herido interiormente, supo conservar su integridad,
fue capaz de ejercer influencia, mantuvo las esperanzas revolucionarias de los
sectores más conscientes del proletariado y fue el portador legítimo de los
principios del marxismo-leninismo. Su permanencia constante en sesenta años de
historia política y social de Chile es tan evidente y su carácter
revolucionario tan indiscutible, que de manera invariable —desde 1922 hasta la
fecha— las fuerzas más regresivas de nuestra sociedad lo han hecho blanco predilecto
de toda suerte de agresiones, aun las más sutiles y solapadas; sobre él se han
descargado torvas violencias y los más insidiosos ataques. Pero, a pesar de
todo, el Partido Comunista ha sabido ser fiel a la fuerza social proletaria de
la cual nació y que le ha dado permanente y vital alíento a través de toda su
existencia.
Nació el Partido Comunista como una expresión de la firme voluntad de los
sectores más avanzados de la clase obrera chilena por constituir su
destacamento de vanguardia organizado, su núcleo encargado de llevar la lucha
de clase del proletariado a sus más altos niveles de desarrollo.
Nació el Partido Comunista como la forma superior de organización del
proletariado, como el producto más puro y altamente evolucionado de la clase
obrera.
Nació el Partido Comunista del elemento que, junto con él campesinado,
construye con su trabajo las bases de la existencia material del país; nació,
en consecuencia, de la entraña misma de nuestro pueblo y sintetizando lo más vivo
y más auténtico de nuestra nacionalidad.
Nació el Partido Comunista nutriéndose de las mejores tradiciones
revolucionarias y de los más consecuentes afanes de progreso que siempre
animaron a los sectores más avanzados de la sociedad chilena. Sin la gesta heroica
de los proceres de la Independencia, sin el valiente empeño de Arcos, de Bilbao
y demás componentes de la Sociedad de la Igualdad; sin la acción demoledora de
tradicionales estructuras que cumplieron las progresistas huestes liberales;
sin las luchas espontáneas e impregnadas de profundo espíritu de sacrificio que
promovieron los trabajadores durante el siglo XIX; sin la obra de Martín Palma
o de Ramón Picarte; sin la labor que llevó a cabo Fermín Vivaceta; sin los
afanes renovadores de Balmaceda; sin la fundación del Partido Demócrata; sin
los primeros socialistas como Luis Peña y Lara, Úrsula Bello, Gregorio Olivares
o Luis Olea; sin las grandes huelgas de 1980; sin la Mancomunal Obrera y las
sociedades de resistencia; sin la sangre de los miles de mártires obreros
derramada cruelmente por las clases explotadoras en las feroces represiones que
tuvieron lugar entre 1900 y 1921; sin la lucha antiimperialista sostenida
durante años por elementos patriotas; sin todo eso, en fin, difícilmente se
hubieran dado en Chile condiciones para que el Partido Comunista hubiera podido
surgir.
Nació el Partido Comunista asimilando la ideología que específicamente
corresponde al proletariado: el marxismo-leninismo. Nació, por consiguiente,
llevando muy en alto la roja bandera del comunismo, emblema que sintetiza los
ideales más nobles, las aspiraciones más puras, los sueños más sublimes de
quienes han anhelado construir una humanidad mejor, una sociedad más perfecta,
más humana, que libere definitivamente al hombre de la explotación, que suprima
la necesidad, que extinga las angustias de la inseguridad, que rasgue todos los
velos de la ignorancia y que instaure el reino de la felicidad.
Nació el Partido Comunista con la tarea de dirigir al proletariado y a los
trabajadores en el cumplimiento de su más fundamental misión revolucionaria:
liberar a los trabajadores todos y a la sociedad entera de la acción de las
fuerzas explotadoras —nacionales y estranjeras— estableciendo, en cambio, el
régimen socialista. El Partido nació, entonces, como la fuerza que lleva en sí
el porvenir del socialismo en Chile, que asume la responsabilidad de mantener
la pureza del movimiento socialista evitando y combatiendo la acción corruptora
de agentes y servidores de las clases explotadoras, impulsando y orientando, en
cambio, las luchas y la obra revolucionaria del proletariado.
Nació el Partido Comunista con plena conciencia de que un destino común une
a todos los trabajadores del mundo y animado del más profundo sentimiento de
solidaridad con las luchas que la clase obrera libra en todos los países.
Nació el Partido como la encarnación de los ideales más caros y como la
obra predilecta de Luis Emilio Recabarren, el egregio y más macizo dirigente
del movimiento obrero chileno.
Nació, en fin, el Partido Comunista en una circunstancia histórica nueva,
determinada por el triunfo de la Revolución Rusa y por el desarrollo de la
genial actividad revolucionaria de Lenin.
Por todo esto, el Partido Comunista de Chile, además de ser arma de lucha,
bandera e instrumento forjados por nuestro pueblo para conquistar su definitiva
liberación, llegó a ser uno de los elementos constitutivos del movimiento comunista
internacional.
TOMADO DE:
Hernán Ramírez NECOCHEA
ORIGEN Y FORMACION DEL
PARTIDO COMUNISTA DE CHILE
Ensayo de historia política
y social de Chile
EDITORIAL PROGRESO - MOSCU -
1984
CÁPITULO V : FUNDACIÓN DEL PARTIDO COMUNISTA DE CHILE
2. El Congreso de Rancagua:
Primer Congreso del Partido Comunista
Páginas 159 a 163.