jueves, 15 de diciembre de 2011

Única respuesta: mantener la iniciativa para seguir avanzando




Única respuesta: mantener la iniciativa para seguir avanzando

por Juan Andrés Lagos, encargado del Secretariado del Comité Central del Partido Comunista


Una fuerte embestida para deslegitimar y descalificar la política del Partido Comunista cursa en diversos espacios.

El intento no es menor, porque tiene a su favor a medios de prensa hegemónicos y poderosos, y a la derecha y su gobierno como ejes centrales de este empeño.

¿Porqué se produce con esta intensidad y en este momento?.

En buena medida porque la derecha observa con creciente preocupación la incidencia e influencia de la política de los comunistas en los movimientos sociales reales, aquellos que definitivamente le cambiaron el rostro a Chile y, seguramente a su futuro político nacional.

También porque esa incidencia comunista está pesando muy positivamente en la construcción de una oposición que se llena de contenidos críticos a esta administración gubernamental, y abre perspectivas incluso más allá de este gobierno.

En los hechos, esta política comunista y su incidencia han generado un clima político que ha modificado el cuadro, en tanto superación de la nefasta política de los consensos que primó en nuestro país por varios gobiernos y por varias décadas.

Es el peso de los movimientos de masas, en primer lugar, lo que hoy permite que se hable, se cuestione y se propongan contenidos que apuntan a la superación del lucro; la usura; la colusión; que se planteen como necesidad una reforma tributaria, una desmunicipalización real y democrática, mejora sustantiva a la salud; solución de fondo a problemas críticos medioambientales; cambios al sistema político y la institucionalidad que lo sostiene.

Ciertamente, es un dato verificable y objetivo que, en esta correlación de ideas y propuestas, en el terreno político, el rol del Partido Comunista en relación al conjunto de fuerzas opositoras ha sido de articulación, propositivo y muy asertivo.

Los comunistas jamás han dicho que todo esto es sólo y exclusivamente producto del partido y su incidencia.

Sin embargo, es un dato de la realidad que sí su aporte ha sido muy positivo, constructivo y especialmente articulador de convergencias.

La derecha criolla y su gobierno observan el escenario regional y continental, y sacan cuentas respecto de una correlación política que, en toda la línea, favorece el avance de la unidad, la integración y la configuración de políticas antimperiales e independientes de la economía central norteamericana.

El hecho más relevante en este sentido, y que tiene una carga histórica de inmensas proyecciones, es la reciente creación de la CELAC, en la cual se han depositado esfuerzos y empeños de décadas de construcción, y que no por capricho, sino que por razones muy profundas, se lleva adelante sin la presencia hegemónica e imperial de los Estados Unidos y Canadá.

Es un cuadro político que despunta y que la derecha trata de revertir. Es su naturaleza, y hay que tener más sentido de precaución y proyección de escenarios, porque se deberían esperar nuevas acciones de la derecha y su gobierno para detener este proceso y esta tendencia en ascenso.

Hay desafíos que emanan de esta situación.

1) Requerimos incrementar y mejorar nuestra inserción en la base, en los territorios, en los sectores, en los movimientos sociales. No hay otra solución y otro camino que no sea éste. Sólo afirmando la calidad del sujeto popular que emerge, en cuanto contenidos y en cuanto fuerza material y orgánica, podremos seguir avanzando y podremos frenar los empeños de la derecha y otros sectores que obtaculizan este proceso. La unidad de los movimientos es también un asunto crucial, ella no surge de un puro voluntarismo; emana de un debate y diálogo de ideas y propuestas que, junto con politizar a los movimientos, les da una perspectiva de sujetos con vocación de transformación social. En definitva, los comunistas aspiramos a que los movimientos sociales, en lucha y unidos, jueguen un papel determinante en las correlaciones sociales y políticas que permitan la derrota de la derecha y la conquista de un gobierno de nuevo tipo, democrático de verdad. Esto se construye desde la base, y en y con los movimientos.

2) Necesitamos elevar la calidad del debate y diálogo de ideas. La derecha caricaturiza nuestra política, la estigmatiza, pero también otros sectores, muy lamentablemente, caen en lo mismo. Nuestras razones se confirman en la realidad, en la práctica social, nuestra política sin duda la asumen amplios sectores sociales y políticos. Sin embargo, eso no es suficiente. Requerimos mayor despliegue en el debate de ideas respecto de nuestra táctica política, aquella que ha permitido avanzar a los movimientos reales y ha mejorado notablemente la incidencia de una oposición puesta más en la perspectiva de la derrota de la derecha.

Pero la derecha no está derrotada, y es mejor no cantar victoria de antemano, sin haber generado las condiciones objetivas y subjetivas para lograr esa meta. Muchas cosas pueden pasar todavía. Hay que avanzar con seguridad política hasta lograr ese objetivo.

3) Requerimos colocar más en el centro la idea política fundamental que este camino lo hacen las mayorías nacionales, aquellas que se han expresado ya en diversas ocasiones y condiciones, pero que aún no han pasado a una fase superior en donde la comunidad de ideas y contenidos, y una articulación orgánica que exprese esa unidad programática, se haga sentido no solo para el movimiento en sí, sino especialmente para el conjunto de fuerzas que deberían estar y ser presente de estas mayorías nacionales.

4) Somos, como partido político, interpelados por situaciones que nosotros mismos hemos ayudado a crear y construir. Es claro, para nosotros, que ni ahora ni en el futuro nos sentimos “propietarios” de los movimientos. Pero con ese mismo énfasis creemos que sería un error fatal inhibirnos en cuanto influencia política en y desde los movimientos, y en todos los espacios en donde se hace y se construye esta política que ha demostrado ser un eficaz instrumento para el pueblo chileno. En tal sentido, valoramos enormemente lo que hacen nuestros tres parlamentarios en el Parlamento y en los espacios sociales y políticos en donde han desplegado su influencia. Son poquitos, pero se notan y mucho. Del mismo modo, tienen un muy grande valor los liderazgos que militantes comunistas tienen en el mundo social. Nadie se los ha regalado, esos espacios y legitimidades se han conquistado. Son liderazgos generosos, no caudillismos prematuros, y tienen más valor el que no pocos de ellos los exponen jóvenes. A pesar del estigma, la caricatura, nuestros militantes que hoy conducen movimientos sociales son una expresión bien relevante del movimiento que hemos ayudado a construir.

Estos desafíos surgen más nítidamente del camino que hemos recorrido; de las elecciones en universidades; de un diagnóstico real y realista de la calidad de los movimientos y su territorialización, especialmente y en primer lugar del sujeto principal: los trabajadores. Surgen también estos desafíos de las fortalezas y debilidades que podemos observar, para mejorar todo lo que podamos mejorar.

En esta dirección debemos seguir avanzando, es una necesidad política.