jueves, 1 de diciembre de 2011

EL VII CONGRESO NACIONAL DEL PC DE CHILE


Hacia los cien años del Partido Comunista de Chile:

EL VII CONGRESO NACIONAL DEL PC DE CHILE

Iván Ljubetic Vargas

En diciembre de 1925, cuando se cumplían sólo quince meses del anterior, tuvo lugar el Séptimo Congreso Nacional de los comunistas chilenos.

Se realizó en momentos en que finalizaba un año marcado por la masacre de La Coruña y en el cual, a pesar de ella, el movimiento sindical y el Partido Comunista había tenido un notable desarrollo. Una valiosa experiencia fue la vivida por el movimiento popular en las elecciones presidenciales y parlamentarias de 1925.

Pasadas estas últimas, se vivió una acalorada polémica sobre la transformación que debía experimentar la Asamblea Nacional de Asalariados. Hubo consenso en que se debía convertirse en una coalición popular permanente con el nombre de Unión Social Republicana de Asalariados de Chile, USRACH.

EL VII CONGRESO ENTREGA SU OPINIÓN

Las discrepancias surgieron sobre el carácter de esta organización. Hubo sectores que propiciaban que la USRACH fuera un nuevo partido político, con una evidente orientación reformista, con un ideario impregnado de concepciones anarco-sindicalista. Entre los más entusiastas partidarios de estos planteamientos están Oscar Schnake y Eugenio González.

El Congreso comunista planteó al respecto en sus resoluciones:

“La clase trabajadores no tiene necesidad de un nuevo partido reformista y de híbrida composición como es la USRACH por ser de tal carácter todos los partidarios tradicionales de este país, los que han hecho del proletariado un simple instrumento de la ambición personal de sus caudillos”.

SOBRE LA FOCH

El Congreso del Partido Comunista centró también su atención en el movimiento sindical. La FOCH había continuado creciendo y aumentando en influencia. Contaba, a fines de 1925, con más de 135 Consejos Federados, que agrupaban a 150 mil afiliados.

Lo que preocupó al torneo de los comunistas era una negativa identificación, que se daba en la práctica, del Partido con la FOCH. Esta cuestión había sido acertadamente resuelta en lo teórico por el Quinto Congreso de 1923, pero el problema subsistía y se manifestaba en que ambas organizaciones contaban con los mismos dirigentes, tenían locales y periódicos comunes, los congresos se realizaban en la misma ciudad, los del Partido a continuación de los de la FOCH.

Esta identificación significaba algunos beneficios: favorecía la unidad de acción y de propósitos de ambos organismos, el Partido se tonificaba con la rebeldía de los trabajadores de la FOCH y muchos miembros de ella llegaron a ser grandes dirigentes del Partido.

LO NEGATIVO DE ESTA IDENTIFICACIÓN

Pero los aspectos negativos de esta identificación eran los preocupantes:

1.- En cierta medida el Partido Comunista menoscababa su función de vanguardia organizada de la clase obrera, pues debía ajustar parte de su actividad e, incluso, algunos de sus planteamientos teóricos, al nivel de la masa políticamente inmadura de los fochistas. A este respecto era bueno tomar en cuenta que primero tenían lugar los congresos de la FOCH y después los del Partido.

2.- Al parecer la FOCH, como órgano del Partido Comunista, dificultaba su transformación en una gran central sindical pluralista, siendo un obstáculo para la unidad de todos los trabajadores.

3.- Impedía un mayor crecimiento del PC pues lo separaba de grandes masas proletarias y le impedía cumplir su rol de educarlas.

Teniendo en cuenta todos estos hechos, el VII Congreso acordó que los comunistas que actuaban en un organismo sindical, debían hacerlo organizada y coordinadamente, creando lo que entonces se denominaban “fracciones”, que después se conocieron como equipos coordinadores.

Esta y otras resoluciones del Congreso de diciembre de 1925, marcaron el inicio de un esfuerzo para superar el erróneo trabajo del Partido en la FOCH.

ESTATUTOS

El Congreso introdujo, por otra parte, significativos cambios en los Estatutos del Partido. Por ejemplo, se acordó que “cada una de las secciones del Partido estará dividida en células o grupos que laborarán de común acuerdo entre sí, poniendo en práctica la labor encomendada por la Asamblea conforme a la capacidad de cada célula”.

También se preocupó de la educación de sus miembros. En este sentido, resolvió la creación del Instituto Carlos Marx, con dos funciones principales: ser una especie de escuela de cuadros, destinada a elevar el nivel ideológico, político y cultural de los militantes y dirigentes, y actuar como comisión técnica asesora de la Dirección del Partido. Entregó la tarea de llevar a la práctica esta iniciativa a los compañeros Carlos Contreras Labarca, Salvador Barra Woll y José S. Zavala.

NUEVO CEN

Se eligió en la ocasión un Comité Ejecutivo Nacional de siete miembros: Manuel Leiva, Lino Paniagua, Luis Hernández, J.R. Bascuñan Zurita, Maclovio Galdames, José Santos Zavala y Rufino Rozas. Se le entregó, entre otras, la misión de redactar nuevos Estatutos en 1926.

Secretario General fue designado Maclovio Segundo Galdames, cargo que ocupó hasta enero de 1927.

En los mismos días en que se desarrollaba el VII Congreso, las Juventudes Comunistas dieron un nuevo e importante paso en su labor hacia los niños: fundaron en Santiago la Avanzada Infantil Comunista Nicolás Lenin, que en poco tiempo llegó a contar con cien miembros.