Comentario radial y escrito.
Escribiendo, o en algunas intervenciones militante, asomo la honestidad en el hacer de la política, de los valores y principios que la visten, especialmente, aquella practica que se transforma en una herramienta orgánica del pueblo y para el pueblo.
Y nosotros, que estamos por conciencia de clase a su servicio, necesario se hace mirarnos desnudos en el espejo.
Últimamente es un mandato urgente, saber del mundo en que vivimos, no es bueno morir como un pajarito, por un miserable perdigón.
La Unión Europea, Estados Unidos, después de 31.000 muertos en Gaza, con miles y miles de fosas por 76 años olvidadas, proponen un alto el fuego, por tilde humanitario.
Se me ocurre pensar, que dirá la memoria de los pueblos, de los lideres occidentales y de norte américa, de la infamante tragedia que han provocado en los últimos 90 años.
Los humanistas del siglo XXI
proponen un alto al fuego en Gaza; que se logre en tratados un estado
Palestino; que todas estas diligencias realizadas a largo o corto plazo se
hagan sin disparar un tiro.
Terminado ese tiempo, pueden continuar matándose encomendados.
Rusia, China y otros se oponen.
Serán estos países, miembros del BRIC unos malditos salvajes, “Terroristas de Estado”.
Pa ná.
Difieren total con la proposición de los gringos y de occidente.
Piensan que esta guerra es un crimen, un insulto a la inteligencia.
Proponen en cambio, un Estado Soberano para Palestina.
Una geografía que contemple tierra y melga, todo lo robado a los 700.000 huyentes de la Nakba, incluyendo a los otros millones y millones que se quedaron bajo el colonialismo sionista.
La encrucijada de este problema de tierra y de creencias, es una papa caliente atravesada en la garganta.
El colonialismo europeo, anglosajón, el petróleo y sus cosas, ha llevado la muerte ajena, la miseria, la corrupción por todos los confines del planeta.
Si hablamos de países invadidos, digamos 20 países; en 18 de ellos, ha estado el Imperio Británico.
Que culpa tiene “Dios mío de los coloraos” la pobre Jerusalén con la avaricia de las creencias.
Que culpa tienen los niños de hoy, con la mentira sobajeada de un Estado Soberano.
Con el petróleo, el gas, la bencina y el diamante, con el litio, con el mar y con las pilastras.
¿Qué culpa tienen la infancia?
¡Qué culpa!
¿Qué culpa tiene mi país, si su república democrática es parida a dedo?
El Cobalto, el Coltán, son minerales con puñal escondido, son tijerales esenciales para estos tiempos de zafarrancho a la corrupción, de colonizaciones espaciales.
Estos minerales se esconden, especialmente, en Ruanda, en el Congo, en Sudáfrica, en Angola.
Por esos países, la sangre ha corrido por sus calles.
Por algunos de ellos, la mano de obra infantil es barata.
En los últimos 30 años, los países invadidos por los Imperios del Capital tienen un cementerio de odios.
Guerra del Golfo, Líbano, Bosnia, Yugoslavia, Pakistán Afganistán, Irak, Libia, Granada, Yemen, Filipinas, Nicaragua, Panamá, Chile.
Si sigo por esas melgas, negaría la vida, y, la vida es hermosa.
Chile, mi flaco mío, también es dueño de minerales, que bien tratados pueden hacer una escuela o destruir un país con habitantes desprevenidos.
Eso de mirarse a los espejos tiene que ver con la mentira; herramienta que viene con nosotros desde el tiempo del arrastre.
Los que saben, la discuten, la otorgan, la justifican le ponen apellido.
Cuando uno se va poniendo viejo, al menos yo, regreso por los caminos recorridos. Caminos, que nunca antes, se habían asomados.
Y uno se cuestiona.
¿Ha sido la mentira, una herramienta en mis caminos?
Me pongo frente a un espejo y parezco garza. “Dios mío de los coloraos” Avergonzado apago la luz.
Tendré la razón para amar a Neruda, a Volodia, a Héctor, a Federico.
Que sentirán los que ensangrentaron Trípoli, Las Malvinas.
Que hay detrás de esas Torres Gemelas.
Tengo angustia por la historia.
Un periodista checo, Julio Fucík, asesinado por el nazismo alemán, escribió un libro titulado: “Al pie de la horca”. En una parte del libro, cuenta lo dicho por un oficial de la Gestapo:
“Yo nunca he matado a un ser humano, solamente a polacos”
Estamos a las puertas del infierno, el yatagán no sirve para nada, y sin embargo matan cobarde la vida en un concierto en la ciudad de Moscú.
Nos empujan sin asco a insolentar el sentido común.
Me duele el odio al comunismo, siendo este, solo una idea, una proposición de gobernarse, de organizarse como país. Su aplicación se denomina Marxismo Leninismo.
Es un camino complicado.
Pone en tela de juicio la propiedad privada en los medios estratégicos de producción. Cree, que es el pueblo organizado, socialmente crítico, le otorgue al Estado, la repartija del pan, del techo y del libro.
Esta idea pisa callos aterrorizados.
Hay países que tratan de aplicar esta cuestión de Estado, de lo hermoso del vivir.
Le dan como bombo en fiesta. Y lo entiendo.
Lenin, vestido de todo, se viene rio abajo; Vietnam, Laos, China, vienen tercos de esperanzas, se traen a Cuba, a Nicaragua.
Abrigan a Venezuela, saludan a México, se esperanzan en mi paisito.
Sucede que tengo miedo.
Me miro al espejo, me pregunto, me acuso del mundo que dejo a los que vienen.
Y a pesar de todo, tengo una esperanza y alegría como brotes de horizontes.
Alejandro Fischer Alquinta.
Estocolmo 20240324