Querida compañera, querido
compañero:
Adjuntamos trabajo sobre la
compañera Julieta Campusano leído por Carlota Espina, Presidenta del CEILER, y
por Iván Ljubetic, historiador y Vicepresidente del CEILER, en el Panel del
jueves 31 de mayo de 2018.
Un día como hoy, 31 de mayo, hace justamente un siglo, nació en
Tocopilla Julieta Campusano Chávez. Su
padre, Eleodoro Campusano, era obrero;
su madre, doña Jesús Chávez, dueña de casa.
La propia Julieta relataba así su niñez y juventud:
“Fui tejedora, costurera, dependiente de una tienda y después en una
pulpería. Tuve que trabajar desde muy joven, porque la necesidad en mi hogar
era muy grande. A mi padre lo habían despedido de una empresa norteamericana
que trabajó en Tocopilla”.
Lo que Julieta no cuenta es que fue elegida reina en unas fiestas de la primavera.
La familia se trasladó a Coquimbo. Y allí inició su larga trayectoria de luchadora
política y social. Ingresó a las Juventudes Comunistas en 1934, cuando tenía 16
años de edad
Formó parte de la delegación de 12 jóvenes enviados por Coquimbo al Congreso de la Alianza Libertadora de la
Juventud, realizado en Santiago en septiembre de 1937. Luis Corvalán la conoció en esa ocasión. La recuerda así: “Era una
lola gordita, llena de vida”.
En 1943, residiendo ya en Santiago, participó
activamente en la comisión preparatoria del Primer Congreso Nacional de
Mujeres. Este tuvo lugar en 1944 y de él surgió la Federación Chilena de Instituciones
Femeninas (FECHIF), presidida por Amanda Labarca y Julieta Campusano, que tenía
como principal objetivo la obtención de los derechos políticos para las
mujeres.
En el XIII Congreso Nacional del
Partido Comunista, efectuado en la capital,
entre el 8 y el 15 de diciembre de 1945, fue elegida miembro del Comité
Central.
Luis Corvalán se refería a ella
diciendo:
“Julieta ha sido la mejor
encargada femenina que ha tenido el Partido Comunista, y dicho esto sin
desmerecer en absoluto la gestión cumplida por otras compañeras que la
antecedieron o la sucedieron”.
En abril de 1947 fue elegida
regidora por la Comuna de Santiago. En octubre de ese año, el traidor de
González Videla inició la represión contra los comunistas. Julieta Campusano
fue detenida y enviada a prisión y allí, en la cárcel, dio a luz a su hija
Dolores.
Volodia Teitelboim en su obra “Neruda” relata que el poeta en su “Carta
íntima para millones de hombres”, publicada en El Nacional, de Caracas, el 27
de noviembre de 1947, “citó el caso de
Julieta Campusano, regidora por Santiago, arrastrada a un calabozo a las 4 de
la madrugada, a pesar de encontrarse en
avanzado estado de embarazo. Allí dio a luz prematuramente a causa de la
violencia sufrida, por orden del Presidente, al cual había acompañado durante
su campaña a través de todo el país”.
Pero ella siguió luchando. Jorge
Soza la evoca:
“La veo en un acto, en Santiago. Aparece de pronto, burlando la Ley
Maldita dictada por el Congreso y promulgada en septiembre de 1948. Me recordó
a Gabriela Mistral: su mismo señorío.
Irradiaba, como la Mistral: dignidad”.
El 2 de agosto de 1958, fue derogada
la Ley Maldita. A fines de ese año
conocí en Temuco a la compañera Julieta.
Por entonces, yo era secretario político
de las Juventudes Comunistas de Cautín. Ella asistió a una reunión de nuestro
Comité Regional. En mi informe hablé del éxito
obtenido por la Jota de Cautín en el Tercer Congreso Nacional de las
Juventudes Comunistas de Chile, realizado clandestinamente en Santiago, del 30
de enero al 2 de febrero de 1958, donde
habíamos sido premiado por ser el mejor Comité Regional del país y donde fuimos
elegidos miembros del Comité Central dos dirigentes de Cautin, el compañero
Muñoz y yo.
En otra parte del informe, critiqué a
miembros del CR de la Jota por no cumplir con sus responsabilidades como correspondía. Luego que interviniéramos
todos, habló la sabia camarada. Señaló las principales tareas para los
comunistas chilenos en esos momentos y estimuló el trabajo que realizábamos.
Terminada la reunión, me llamó a un
lado y me dijo fraternalmente:
“Mijito, usted es un buen dirigente. Usted tiene una gran vitalidad y
mucha conciencia comunista, pero no puede exigir que los otros miembros del
Regional caminen a su tranco. Así los puede quebrar”
Julieta Campusano fue elegida diputada por el Segundo Distrito de
Santiago para el período 1961- 1965. Presentó varias mociones, algunas fueron
Leyes de la República: Por ejemplo, la Ley Nº 15.711 del 6 de octubre de 1964,
sobre expropiación de terrenos de la Comuna de Quinta Normal para construir una plaza de juegos
infantiles. También participó activamente en la Ley de Jardines Infantiles, en
la Ley de Jubilación de la Empleada de Casa Particulares y en la Ley de la
Jubilación de la Mujer a los 60 años de edad.
Recuerdo que en el verano de 1965
fuimos con Marcia a pasar unos días de vacaciones a Coquimbo. El mismo día de
nuestra llegada me presenté en el local del Partido por si podía ayudar en
algo. Me recibieron muy fraternalmente y me dijeron:
-Muchas gracias, compañero, pero
usted, compañero Iván, vino a descansar, pues descanse...
De todas formas, dejé el número del
teléfono de la casa de mi cuñada, donde estábamos.
A las pocas horas sonó la campanilla
del fono. Pidieron hablar conmigo. Tomé el teléfono.
- Compañero Iván -me dijeron- ha
llegado la compañera Julieta y no tenemos quien la acompañe, podría...
Fue así, como Marcia y yo, salimos
con la compañera Julieta a recorrer los cerros de Coquimbo. Allí pudimos
comprobar la manera en que llegaba a la gente, como criticaba cualquier rasgo
de machismo, como hablaba con mucha sencillez y convencimiento. Anduvimos
harto, pero aprendimos mucho de ella.
En marzo de 1965, cuando ya habíamos regresado
a Temuco, supimos que había sido elegida senadora por la Segunda
Agrupación Provincial de Atacama y Coquimbo por el período 1965 – 1973.
El 11 de marzo de 1966, durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva,
tropas del ejército asesinaron a 6
obreros y dos mujeres en el mineral de cobre de El Salvador, en el desarrollo
de una huelga de solidaridad de esos mineros con sus hermanos de El Teniente.
En la sesión del 14 de ese mes del Senado, los parlamentarios
democratacristianos propusieron una amnistía que borrara ese crimen. La
senadora Campusano advirtió que aunque se aprobara esa amnistía “el pueblo no
olvidará que el Gobierno de la ‘revolución en libertad’ manchó sus manos con
sangre de chilenos y entre ellos, de dos mujeres proletarias”.
El proyecto de amnistía fue aprobado
por la Cámara Alta ese día 14 de junio de 1966, por 18 votos a favor, 8 en
contra, una abstención y dos pareos.
El 9 de marzo de 1969, también durante el gobierno de Eduardo Frei
Montalva, carabineros perpetraron la masacre de pampa Irigoin, en Puerto Montt,
contra pobladores. Diez fueron las víctimas, además de varios heridos. A esa
ciudad sureña llegaron el 10 de marzo, Salvador Allende, Presidente del Senado,
Julieta Campusano, senadora comunista y Mario Palestro, diputado socialista.
Los tres participaron en los masivos funerales llevados a cabo al día
siguiente.
En la sesión extraordinaria del
Senado, de fecha 13 de marzo de 1969,
Julieta Campusano dijo en parte de su discurso con motivo de la masacre
de Pampa Irigoin: “Las balas asesinas se llaman Frei, Pérez Zujovic. Ellos han
dicho que no tolerarán ocupaciones ilegales. Pero para ellos, el hambre, la
miseria, la vivienda insalubre y la condición de allegados, eso es legal”.
Julieta Campusano de ágil
inteligencia, aguda observadora, trabajadora, muy responsable, jugó un importante rol como miembro del
Comité Central. Tenía opiniones bien formadas.
Por ejemplo, sobre el secretario
general del Partido, decía hacia 1975:
“En realidad la impresión que da Corvalán es que él pensaba, pensaba mucho, se hacía su
propio análisis de la situación. Entonces el producto de ese análisis que él
hacía, lo llevaba a la Comisión Política... Siempre sus intervenciones en la Comisión
Política eran interesantes. E invitaba a los demás, que fuimos aprendiendo
también, a que se pensaran las cosas, no a hablar por hablar, sino a que
hubiera un análisis de los planteamientos para sacar una conclusión correcta,
una línea correcta... A Corvalán, entre
todos los méritos, yo le considero que tiene uno, el del trabajo colectivo.
Cuando preparaba un informe, él lo llevaba a la dirección del Partido, para que
se viera, para que se leyera, para que se le criticara. No tenía ‘orgullo’ de
su obra, de lo que él había hecho: cortaba, borraba, hacía de nuevo y recogía
la opinión de todos, hasta del más modesto miembro de la dirección, que le
podía hacer alguna sugerencia, algún alcance a lo que él había preparado. No es
una personalidad que aplaste. Es una personalidad que está siempre en el medio
del grupo... Y lo otro es que él trataba de exigir más a los cuadros, que
dieran más. Siempre estaba sosteniendo que cada uno de los miembros de la
Comisión Política era capaz de dar más, y por lo tanto debía dar más”.
El 4 de septiembre de 1970, triunfó
Salvador Allende. Julieta Campusano, junto a Luis Corvalán y Pablo Neruda
formaron la delegación del PC, que en la mañana del 5 de septiembre fue a visitar y saludar al Presidente Electo.
El 3 de noviembre de 1970 se inició el Gobierno Popular. Desde el primer
día, el Partido Comunista se entregó de lleno a cumplir con las principales
tareas de ese momento.
En junio de 1971 tuvo lugar un Pleno
del Comité Central dedicado a la “batalla de la producción”. El Informe fue
entregado por José Cademartori.
La compañera Julieta Campusano, en
parte de su intervención, titulada “Proyectar moral proletaria a
las masas trabajadoras”, dijo:
“Desde que el Gobierno de la Unidad Popular asumiera sus funciones han
transcurrido cinco meses, y desde entonces hasta ahora, gradualmente, hemos
visto cómo día a día aumenta la responsabilidad que tenemos los comunistas en
el éxito o el fracaso del Gobierno Popular…Por lo que significa, queremos
destacar con satisfacción de militante comunista, el aumento de la producción
logrado en el carbón, en el salitre, en el mineral de El Salvador y otras
industrias como textiles, acero... Ello no es una casualidad. Allí donde
ha habido más luchas sociales, más vida
sindical, donde se ha sacado del economicismo a los trabajadores, ahí donde se
ha elevado el nivel político de la clase obrera, ahí precisamente es donde
hemos logrado los primeros triunfos de la gran batalla, por el aumento de la
producción. Así se responde al imperativo histórico que nos demanda el Gobierno y el Programa de la
Unidad Popular.
“Desde aquí felicitamos a cada
uno de esos obreros y obreras. Pioneros del hombre nuevo. Iniciadores
conscientes de estas jornadas, expresión clara de la moral proletaria y del
nuevo concepto del trabajo social. Este es el camino de la victoria. A ese
camino hay que conducir a millones de chilenos”.
En 1973, Julieta Campusano fue promovida al secretariado del Comité Central del Partido.
En marzo, reelegida Senadora por el
período 1973 -1981.
Perpetrado el golpe cívico-militar del 11 de septiembre de 1973, la
dictadura fascista, a través del Decreto
Ley 27, de fecha 21 de septiembre de 1973,
eliminó el Congreso Nacional.
Tras el golpe se asiló en la
Embajada de Holanda. Durante el exilio, que lo vivió en la República Demócrata
Alemana, Cuba, Holanda y Argentina, tuvo una
destacada actuación como dirigente comunista.
Julieta Campusano fue uno de los 41 miembros del Comité Central y 20 invitados, que tomaron parte en el Pleno
del Comité Central del Partido Comunista
de Chile, efectuado en el exterior en agosto de 1977. El informe fue
rendido por el secretario general del Partido, compañero Luis Corvalán.
En su intervención, la compañera
Julieta dijo:
“Al escuchar el informe del compañero Corvalán se sintetiza toda una etapa
de lucha, en que las posiciones de la clase obrera, venciendo mil obstáculos,
se abren paso por conquistar el poder. Durante el curso de su lectura revivimos
toda esa intensa jornada. Los mil luminosos días del Gobierno Popular y la
brutalidad del golpe fascista. Gracias, compañero Corvalán, por habernos
trasladado al corazón mismo de nuestro pueblo...
“Confieso que nunca como ahora me había costado tanto intervenir en una
reunión del Partido como en esta oportunidad...
“Durante estos años la gesta heroica de la resistencia chilena, de sus
trabajadores y mujeres, viene contando con el respaldo solidario de masas
inmensas en el mundo. Solidaridad que ha sorprendido al imperialismo y que en
vez de disminuir ha ido creciendo...
“Pienso que este Pleno es el de más alto nivel político a que he asistido en mis 23 años de miembro del Comité
Central. Estoy impresionada por la calidad de las intervenciones, por la
disposición revolucionaria manifestada por cada uno de los compañeros a acatar las resoluciones de la Dirección para
trabajos en el interior o donde quiera que sea...
“Así ha sido a lo largo de la historia de nuestro Partido: así se ha
forjado el acero de nuestros militantes. En cada coyuntura el pueblo nos ha
respondido, nuestro Partido siempre ha estado a la altura de sus
responsabilidades...”
En el destierro me encontré en dos
ocasiones con la compañera Julieta. Una
de ellas fue en Ámsterdam, Holanda, con motivo de un encuentro de dirigentes de
los Coordinadores del PC de Chile de Europa Occidental.
La segunda oportunidad fue en
Marburg, República Federal Alemana, donde yo residía. Llegó a esta ciudad en
gira por ese país, invitada por el Partido Comunista Alemán.Uli Stang,
secretario del PC Alemán de la ciudad, me comunicó su visita y me propuso que
ambos la acompañáramos en su estada en Marburg, junto con una compañera
española que le servía de intérprete. Salimos a conocer la parte antigua de la
ciudad.
Frente al edificio de la
Municipalidad y a una bella plaza, Uli nos invitó a tomar algo en un local. La
compañera Julieta pidió té. Lo exigió hirviendo, como se toma –explicó- en las
loncheras de los trabajadores chilenos.
Esa noche, los chilenos residentes
en Marburg preparamos un pequeño encuentro en nuestro departamento en homenaje
a la querida visita, al cual invitamos a algunos compañeros alemanes. La
vivienda se repletó.
El 20 de marzo de 1987, junto
con Mireya Baltra, ingresaron
clandestinamente a Chile por el paso cordillerano de Tronador, a la altura de
Osorno. Desde Argentina habían emprendido una travesía que duró 10 días. Una
parte en camioneta, a caballo, en carreta y a pie. Cruzaron la frontera.
Llegaron a Puerto Montt y de allí a Santiago, a donde arribaron
el domingo 22 de marzo de 1987.
Pensaban presentarse ante la Corte de Apelaciones de la capital de
inmediato, pero demoraron su acción al conocer que recién lo había hecho Clodomiro Almeyda, el 25 de marzo de 1987.
Permanecieron clandestinamente hasta
el martes 12 de mayo, día en que se presentaron, en medio de la
expectación de los periodistas, ante la Corte de Apelaciones para poner un recurso de amparo reclamando su derecho de
vivir en la patria.
Fueron acompañadas por los abogados democratacristianos Jaime Castillo
Velasco y Enrique Krauss. Empujadas por gendarmes y policías Julieta y Mireya
debieron abandonar el recinto judicial. Un auto las llevó hasta la Comisión de
Derechos Humanos. Al cabo de pocos minutos el local fue rodeado por policías.
Una hora después, dos mujeres salían de allí, se subieron a un vehículo que
partió a toda velocidad. La policía lo
siguió por diferentes calles de Santiago. Cuando el sector circundante de la
Comisión de Derechos Humanos estaba vacío, tranquilamente salieron de sus
oficinas Julieta y Mireya y se
trasladaron a los domicilios de sus familiares.
Pasadas las 21 horas fueron sacadas
de sus hogares y trasladadas en una
patrullera de Investigaciones hasta el cuartel central de la policía civil. Horas después, llevadas al
aeropuerto de Cerrillos y embarcadas rumbo a sus lugares de relegación. Mireya
a Puerto Aysén en el extremo sur; Julieta, a Sierra Gorda en la Segunda Región.
Después trasladada a Camiña, pueblo ubicado a unos 100 kilómetros al Noreste de
Pisagua y a 2.200 metros sobre el nivel del mar. Fue en ese poblado de dos mil
habitantes, donde Julieta Campusano cumplió el 31 de mayo de 1987, sus 69 años
de edad.
Cuando en el Partido se discutía
si se debía llamar a inscribirse en los Registros Electorales para
participar el Plebiscito convocado por Pinochet para octubre de 1988, Julieta
mostrando gran claridad política y mucha audacia, fue la primera dirigente
comunista en inscribirse en los Registros Electorales.
Finalmente, el Pleno del CC del 16 de junio de 1988 llamó
a votar NO en el plebiscito. En una declaración pública afirmó: “Nuestro NO es
total, expresado en múltiples formas, en
todo momento, en todo lugar, como ha sido total nuestra oposición a la
dictadura desde el mismo 11 de septiembre de 1973”
Julieta participó en el llamado XV Congreso Nacional del Partido
Comunista de Chile (que en verdad fue el XIX), realizado clandestinamente en
San Sebastián, en mayo de 1989.
En ese evento, el último de ese tipo en que participaría, dijo Julieta,
“Compañeros:
Qué inmensa satisfacción revolucionaria sentimos los viejos comunistas
que la vida nos haya alcanzado para ser uno más de los delegados al 15
Congreso. Quiero agradecer el honor de estar en la presidencia de este
histórico Congreso. Creo que la dirección con ello ha cumplido dos objetivos:
por un lado la presencia de la mujer comunista que a lo largo y ancho de la
patria ha entregado su abnegación, su heroísmo, su lucha en estos quince años
contra la tiranía, esa abnegación, esa amplitud para ver en cada una de sus
tareas una tarea política como es ese grupo de compañeras que han hecho posible
su alimentación en estos días. Por otro lado, pienso que también los compañeros
han querido mostrar en la presidencia del Congreso la continuidad del Partido,
presentar a la vieja guardia del Partido de que con más de 50 años de
militancia están aún en sus filas, a los que han luchado todos los días, a los
que no han encontrado largo el camino, a los que no se han desesperado en la
derrota, a los que durante décadas han sido, como en estos quince años,
distinguidos con el odio de la clase gobernante, a los que el hambre, la
miseria, la cárcel, la cesantía, la persecución, no los doblegaron, a los que
jamás desconfiaron de la certeza de sus ideas y que en cada represión no los
abandonó la seguridad de que el pueblo abriría camino...”
“Este Partido tiene raíces profundas y sólidas, fue formado por
Recabarren, por la fe de Ricardo Fonseca, por Galo González y, por qué no
decirlo, por el compañero Luis Corvalán...”
“...Yo aquí quiero repetir: cuando se es joven todos son
revolucionarios, compañeros, pero lo hermoso, lo grande, lo que hace la
Juventud Comunista y lo que hace el Partido es continuar cuando viejo siendo
revolucionario”.
Yo,
participé en ese congreso clandestino, representando a los comunistas
chilenos exiliados en la República
Federal Alemana. Fui testigo como con su
valiosa intervención, sabia y serena, la compañera Julieta contribuyó a poner
“paños fríos” en un debate.
El
martes 30 de octubre de 1990, una semana de haber retornado del exilio, fui al
local ubicado en calle Bulnes, con el
fin de entregar un computador que había traído desde Alemania, como un aporte
de ese Coordinador al Comité Central. Me
sorprendió la actitud fría, apática, poco fraternal de los camaradas que me
recibieron.
Estaba
en ese local cuando me encontré con la compañera Julieta Campusano. Fraternal
como siempre, me preguntó cuáles eran mis planes. Le dije que pensábamos con
Marcia irnos a Llo-Lleo. No compañero, me dijo muy seria. Primero estuvo allá
en el sur en Nueva Imperial; luego en Alemania, en Marburg y ahora se quiere ir
a Llo-Lleo. No compañero. Usted se debe quedar en Santiago, aquí puede ser muy
útil al Partido. Esa conversación fue lo que me
decidió a quedarme en la capital.
Pero al
parecer hubo quienes no pensaban como la compañera Julieta.
Por esos
días, el compañero Sergio Ovalle, me invitó a almorzar a su casa, donde
estuvimos estudiando en dónde
podía ayudar al Partido, razón por la que había retornado al país. Me propuso que podría ser el ICAL. Quedó de
consultarlo con la Dirección. Demoró algunos días, mucho más que algunos días,
en responderme. Después supe que hubo quienes se negaban a que ocupara una
responsabilidad. Sin embargo…
El 19
noviembre de 1990 comencé a participar en el ICAL, llegué a ocupar el cargo de
Secretario General y, como lo he hecho durante toda mi vida, sin recibir del
Partido remuneración alguna.
Julieta Campusano falleció el
martes 11 de junio de 1991, a los 73 años de edad y después de haber
militado durante 55 años en las filas del Partido Comunista.
El jueves 13 de junio, en la 6ª Sesión Ordinaria del Senado, su
Presidente, Gabriel Valdés Subercaseaux dijo: “Debo comunicar a la sala el
sensible fallecimiento de la ex senadora señora Julieta Campusano. Como ha sido
tradicional en la Corporación, en mi calidad de Presidente haré uso de la
palabra, en el funeral, que se realizará en la tarde de hoy, a las 16,30 horas
en el Cementerio General de Santiago”.
Sus funerales fueron una masiva
expresión de dolor por la inmensa pérdida, y de cariño y admiración hacia la
ejemplar comunista.
No falté a esa última cita con la gran
compañera, el jueves 13 de junio de 1991.
Luis Corvalán recordaba a Julieta
Campusano como “una genuina
representante de la mujer batalladora, de la mujer del pueblo, que se
caracteriza por su rica sensibilidad ante los problemas de la gente, frente a
los dramas humanos”.
El mismo dirigente comunista
escribió en “De lo vivido y lo peleado”:
“Se nos fue Julieta en junio de
1991. Poco antes, en un pleno del Comité Central, se levantó para decirles a
todos sus compañeros que tenía cáncer, que la enfermedad estaba en estado muy
avanzado, se generalizaba y le atacaba todo el organismo, pero seguiría
luchando hasta el último minuto de su vida”.
“Así era esa figura majestuosa, que conquistó la simpatía del Partido,
el cariño del pueblo y el respeto de todos por su sencillez, su modestia, su
tenacidad y valentía. Sus exequias fueron una clara expresión de la alta
consideración que había para ella en todos los círculos democráticos. Ante sus
restos mortales y una multitudinaria concurrencia de gente hablaron, además del
secretario general del Partido, Volodia Teitelboim, de su hija María y de Rosa
Olivares del Norte Chico, el Presidente del Senado Gabriel Valdés, el
Presidente de la Cámara de Diputados Antonio Viera Gallo y el dirigente
socialista Jorge Arrate a nombre de los partidos de la Concertación. En ambas
ramas del Parlamento se le rindieron
sendos homenajes”.
Y hoy, al cumplirse un siglo de su
nacimiento, en nombre del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio
Recabarren, CEILER, proclamamos:
“Honor y gloria a la querida e inolvidable compañera Julieta Campusano
Chávez”.