Hace 120 años:
(PERIÓDICO “LA TARDE”, SANTIAGO, 15 DE MARZO DE 1898)
Iván Ljubetic Vargas, historiador del
Centro de Extensión e Investigación
Luis Emilio Recabarren, CEILER
“CARTA
A DIRECTOR DIARIO LA TARDE…
Santiago, marzo 11 de 1898. Señor Director de la
Tarde.
He leído con detención casi todos los artículos que
han aparecido en su respetable diario, sobre el socialismo, y principalmente el
de hoy, y he visto con sorpresa que en dos de esos artículos se hayan
preocupado de Luis Olea (*)
Creo que usted no ha tratado de averiguar quién es
Luis Olea, y de ahí, que usted se preocupa tanto de él y que cree que es un
peligro para las clases trabajadoras de mi país.
Luis Olea no tiene influencia entre los obreros, y sus
ideas no surgen entre éstos. Los que de primera lo conocen, muy luego se
desilusionan y todos lo consideran como un loco.
Varias de las corporaciones socialistas que figuran,
no cuentan con más adherentes o fundadores que él. El solo hace aparecer agrupaciones
socialistas y convoca a reuniones que las constituye solamente él.
Esto es divertido.
Todo el socialismo exaltado que parece hay en Chile lo constituye
solamente él, porque casi nadie se adhiere a las ideas por el sustentadas. Para
él no hay afecciones de esposa, madre, hija o hermana. Nada. Es un parásito. Vive sin afecciones de ninguna
especie.
Yo, señor Director, y junto conmigo hay muchos que
simpatizamos con el socialismo. Pero con el socialismo bien entendido. Pensamos
en que pueden hacerse transformaciones
sociales, en la igualdad humana, en la desaparición de las injusticias, en el
alivio de las clases proletarias, en la nivelación relativa de las fortunas, en
la disminución de las grandes riquezas que deben contraerse al desarrollo
social. Y en fin, de tantos otros medios que hay para igualar las condiciones
sociales.
Somos socialistas
en este sentido y creo que no somos una
amenaza para la humanidad, porque no somos como Olea, destructores, porque no
empuñamos el puñal para clavarlo al corazón de nuestros padres, esposas o
hijos, ni encendemos la tea para quemar sus cadáveres y después sus hogares.
No. Eso no
tiene nombre.
No merece
calificativos.
Nosotros
clamamos justicia.
Nosotros
pedimos instrucción para el pueblo, como medio de emancipación social. La
instrucción general y obligatoria en el pueblo, traería, con el transcurso de
los años, una transformación social en beneficio directo para el pueblo.
El trabajo
incesante para combatir la embriaguez y el juego, acarrearía magníficos
resultados.
La propaganda
en este sentido es sana.
Luis Olea no
piensa que el obrero que gana 20 o 30 pesos por semana y lo deja entre sábado o
domingo en poder del tabernero, no podrá así jamás, salir de la inmundicia y de
la miseria, y así gritarán siempre la desigualdad de las fortunas.
Y así hay
muchos que botan el dinero y lo desperdician, y pretenden tener lo mismo que el
obrero que ahorca.
Así es Luis
Olea.
Habiéndolo
tratado varias veces, creo cumplir con un deber el dirigirle la presente, para
darle a conocer quién es él, entre los
obreros.
En la campaña
electoral última fue candidato independiente para municipal por la octava
comuna, pretendiendo el triunfo para ir a sustentar sus ideas de destrucción al
municipio.
Después de su
derrota, se ha hecho más socialista que lo que era.
Por fin, señor
Director, por la presente he pretendido sólo disipar los temores que se
abrigan respecto de la propaganda que
pueda hacer Olea. Al menos, a mi juicio, es así como se lo he expresado.
Soy de usted,
señor Director.
Luis E. Recabarren S.
Tipógrafo”
(*) Luis Olea, dirigente
anarquista.