lunes, 25 de noviembre de 2013

Vientos del pueblo.



Editorial
Semanario "El Siglo"
Del 22 al 28 Noviembre 2013

 “Vientos del pueblo”.


“Vientos del pueblo me llevan,
vientos del pueblo me arrastran,
me esparcen el corazón
y me aventan la garganta”.

Así cantaba Miguel Hernández, el gran poeta de la Guerra Civil Española, en medio de esa gigantesca tragedia que tiñó de heroísmo los primeros decenios de un siglo trágico: el que venimos de superar para adentrarnos de lleno en el XXI ya en pleno Tercer Milenio (“me aventan”: es decir, me llenan, me colman).

¿Podemos, hoy, decir lo mismo o al menos aludir a esta gran poesía, a propósito de lo que viene de ocurrirnos en este Chile tan neoliberalizado?

El hecho esencial –y no se lea esta expresión en “clave empresarial”, por favor- es que una coalición política que adoptó el nombre de “Nueva Mayoría”, viene de obtener un apoyo ciudadano de tal magnitud que la llamada “Alianza por Chile” se enfrenta, si no a su disolución al menos a un periodo de profunda reflexión y reordenamiento interno.

Para no hacer humor fácil -y por ello, dudoso- no aludiremos a las muestras de júbilo de una candidatura que celebra el haber sido “tan sólo” derrotada. Bueno, se dirá, así es la naturaleza humana y mientras hay vida hay esperanza…

Cierto es, también, que la candidatura presidencial de la Nueva Mayoría aspiraba a un triunfo definitivo; esto es, a no tener que someterse a una segunda vuelta. Ello no ocurrió, y habrá tiempo para las múltiples interpretaciones de tal realidad. En este escenario, el lugar común que hoy recorre la prensa a partir de las teorizaciones de la dirigencia aliancista es que en diciembre lo que viene es “otra elección”, un escenario totalmente distinto, etc.

Las cifras pueden ser interpretadas y reinterpretadas hasta la saciedad. Que la votación de fulano, que la de mengano, que la de perengano.

Todo eso puede discutirse, y trazarse las más optimistas y hasta eruditas curvas de votos que irán de aquí para allá y para acullá o que se hundirán en el proceloso mar de la duda… o la abstención.

Las cifras simples y duras nos dicen que la derecha tiene un margen de “recuperación” que apenas si se asoma a un 10%. Serían sus “reservas estratégicas”.

En cuanto a los territorios de la disidencia al modelo, no caben dudas de que es, por mucho, más amplio y auspicioso.

Queda el inmenso territorio de los abstinentes. Y cabe preguntarse si el que se abstuvo de concurrir a las urnas fue un contingente convencido de las bondades del modelo y, por ello, interesado en una continuidad del gobierno de Sebastián Piñera. Ciertamente, tal hipótesis es por lo menos discutible. Los satisfechos no se quedan en casa. Como los electores que pertenecen a los deciles más acomodados los beneficiarios en extrema minoría de las injusticias del modelo, no prestan oído a los llamados a la abstención.

Y, entonces, en pura lógica, quedan esos millones que decidieron que su arma de lucha era abstenerse. Opción que se puede discutir, pero que sin duda es legítima. Y que tiene como fundamento, y explicación, la bancarrota de un modelo de explotación, injusticias y marginalización, sin precedentes en la historia de un sistema social en sí mismo injusto e irracional.

No cabe duda en cuanto a la estrategia de la derecha: conquistar a ese vasto electorado mediante un discurso “moderado”, prudente; un suerte de conservadurismo que no se atreve a decir su nombre. Mediante el halago de llamar a cada una y cada uno como miembro de “la clase media”, la candidatura pinochetista atizará los temores ante un estado de cosas, como la inseguridad ciudadana, que es la consecuencia directa del modelo que pretende eternizar.

Para rebajar el nivel del debate político, la derecha intentará “calmar las aguas”. Que las cosas no sean llamadas por su nombre: “robo”, al robo; “injusticia”, a la injusticia; “dictadura”, a la dictadura.


Tal vez –no hay que engañarse- algunos prestarán oídos a estos cantos de sirena y tratarán de amoldarse a ese tipo de debate entre cobarde y vergonzoso. Pero, “Vientos del pueblo me llevan,/ vientos del pueblo me arrastran”. La marea ciudadana se puso en marcha y ya es incontenible. La Nueva Mayoría no tiene otro camino, legítimo y provechoso, que continuar en el tren de movilizar las conciencias. Cuando se tiene la certeza de sus convicciones, éstas no pueden conducir a otro destino que hacerse cada vez más sólidas. El pueblo está mirando, celoso y vigilante, en espera de las señales que auguren ese Nuevo Chile que está una vez más y de manera privilegiada en sus manos: “me esparcen el corazón/ y me aventan la garganta”.