CARTA ABIERTA DE LA IZQUIERDA A LAS FUERZAS POLITICAS OPOSITORAS
La política no debe ser el mundo de la intolerancia. Aquellos que entendemos la democracia como el gobierno del pueblo, por y para el pueblo, nos empeñamos diariamente en la tarea y esfuerzo de construir consensos. Esta ha sido nuestra práctica permanente en el seno de las organizaciones populares y sociales, como también a nivel nacional en las relaciones políticas.
Sabemos que tenemos legítimas diferencias con los partidos del Centro y la Derecha opositora. Sabemos que representamos intereses sociales y políticos distintos, pero igualmente reconocemos que nos unen valores democráticos comunes y que en su conquista, desarrollo y protección tenemos responsabilidades también comunes.
Sin embargo, nos separa una diferencia radical e insalvable con la cultura, proyectos e intereses clasistas, excluyentes y profundamente deshumanizantes que inspiran la obra de los que ayer usurparon el poder y que aún lo detentan. Su ética queda retratada en la reciente calificación de "humanoides" que nos atribuye la cúpula gobernante, negando la calidad y dignidad de seres humanos a los que, luchamos contra la dictadura y por la democracia. Aquí yace la raíz de la cultura de la muerte que azota a nuestro pueblo, que tortura, asesina, secuestra, degüella y quema, pretextando luego, impúdicamente, inocencia frente a los crímenes de sus funcionarios y protegidos.
Hoy día enfrentamos el peligro cierto de consolidación institucional de la dictadura y de prolongación de Pinochet, en el poder. Se pone hoy en escena la estrategia electoral de perpetuación del rágimen, a través de la puesta en vigencia de las llamadas "leyes políticas". Esas leyes, como la de las inscripciones electorales, la de partidos políticos y otras, tienen por objeto completar el andamiaje jurídico de un rágimen político profundamente antidemocrático como el que estatuye la constitución de 1980.
Con razón todos los partidos democráticos, unánimemente, no reconocemos y consideramos ilegítimo ese fraude constitucional impuesto en 1980. Las llamadas "leyes políticas" sufren del mismo vicio que afecta a su fuente constitucional, son la antinomia y negación de una concepción democrática. El sistema de inscripciones electorales que se pondrá en vigencia puede ser y será grotescamente falseado y manipulado por el rágimen, por falta de mecanismos de control y fiscalización democrática. Peor aún, como una manifestación más de la violencia institucionalizada, se niega el derecho de inscripción, privándoseles la calidad de ciudadanos a aquellos que caen bajo la norma de la proscripción política del Artículo 8° de la constitución de Pinochet.
La ley de partidos políticos, por otra parte, es otro engendro jurídico antidemocrático, concebido sólo como un mero canal de candidaturas electorales, sin facultad alguna sobre los electos, con complejas normas de constitución y amplias causales de disolución, con normas sobre afiliación a los partidos que coartan el derecho a participación política de los ciudadanos al hacerse públicos los registros de militancia y establecerse incompatibilidades entre cargos de dirección social o gremial con militancia política, y, en fin, al establecerse un sistema de control por la autoridad administrativa sobre los partidos y sanciones de tal naturaleza contra las organizaciones y sus dirigentes que, en verdad, podemos definirla más bien como una ley anti partidos.
El plan global del régimen es más ambicioso. Se pretende usar mañosamente mecanismos propios de la democracia para dar apariencia de legitimidad a un régimen político que no es sino una dictadura institucionalizada. Todo este despliegue fraudulento se hace ante lo proximidad de la visita de Juan Pablo II, para aprovechar la ocasión de masificar e internacionalizar este engaño. Como sepulcros blanqueados, blancos por fuera y podridos por dentro, estamos frente a un gran montaje pseudo-democrático, en donde podrán haber votaciones, pero jamás elecciones libres, expresivas de la voluntad del único soberano, el pueblo.
No podemos quedarnos entrabados por nuestras diferencias políticas, muchas de las cuales son atizadas desde el propio régimen.
Nosotros, los partidos de la Izquierda chilena firmantes, llamamos a un diálogo para definir una conducta única de todos los partidos democráticos, que tenga por resultado la denuncia y deslegitimación de las pretensiones antidemocráticas de Pinochet y su régimen.
Tener una sola posición, sin exclusiones ni excepciones, significará una grave derrota política para Pinochet y será un signo de esperanza para nuestro pueblo, que demanda a las direcciones políticas un consenso democrático mínimo para alcanzar la libertad y la democracia.
Al hacer público este llamado lo hacemos sólo motivados por un deber patriótico y de responsabilidad democrática en la resolución de la aguda crisis nacional.
Partido Socialista de Chile (S. Gral. C. Almeyda)
Izquierda Cristiana
Partido Socialista de Chile (S.Gral. M. Mandujano)
Partido Comunista de Chile
Partido Mapu Obrero Campesino de Chile
MAPU Obrero Campesino
Partido Socialista de Chile (Unitario}
Movimiento de Izquierda Revolucionaria
Partido Socialista Histórico
Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU)
Santiago, 28 de enero de 1987.
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PARTE NOTICIOSO N°935 - Viernes 20.2.87