jueves, 17 de octubre de 2019

REFLEXIONES SOBRE LOS SUCESOS EN ECUADOR








                                           







Iván Ljubetic Vargas, historiador del
Centro de Extensión e Investigación
Luis Emilio Recabarren, CEILER



He leído el artículo del sociólogo argentino Atilio Borón, escrito con fecha15 de octubre de 2019.
Estoy muy de acuerdo con su afirmación que “lo que caracterizó esta revuelta (la realizada en Ecuador por las organizaciones indígenas contra el “paquetazo”) fue su tremenda debilidad ideológica y política que mal podía ocultarse bajo lo multitudinario de su convocatoria”. Coincido, igualmente, que ella “careció de una dirección política”.

Partiendo de esos propios planteamientos de Atilio Borón, me parece un error comparar  la revuelta  en Ecuador con los acontecimientos de Rusia en 1917.

Atilio Borón afirma: “Trazando un paralelo con la revolución rusa lo que vimos en Ecuador pareció ser un octubre y resultó un febrero”. Ingeniosa frase, pero equivocada.

Quizás muchos se ilusionaron al conocer la magnitud de las protestas
(no pocos hablaron de la caída del traidor) y al no considerar las condiciones objetivas y subjetivas existentes en Ecuador. En primer lugar, lo apuntado por Borón: tremenda debilidad ideológica y política de quienes encabezaron las acciones, la falta de conducción política. A ello debemos agregar la carencia de un partido revolucionario, la debilidad de los sindicatos.

Es incomparable el Octubre de 2019 con el Octubre de 1917.  Para que el Octubre ecuatoriano fuese como el de Rusia, se necesitaba la existencia de un partido  político como el de los bolcheviques,  líderes como Vladimir Ilich Ulianov y Stalin.
Las masas para triunfar necesitan una vanguardia revolucionaria.

Por otra parte, no es fácil derrotar un gobierno, aunque quien lo encabece sea un traidor. A propósito de ello, recordamos la principal confrontación que en Chile se dio contra el gobierno de Gabriel González Videla. Fue en agosto de 1949 contra el alza de la tarifa de la locomoción, conocida como “la huelga de la chaucha” (moneda de 20 centavos), debido a que los pasajes fueron  alzados en esa cantidad.

Se iniciaron el martes 16 de  agosto por los estudiantes, encabezados por jóvenes comunistas. Los enfrentamientos en la capital duraron varios días. Hubo, según datos oficiales, cuatro muertos y 19 heridos.
Las acciones de protesta también se produjeron en las provincias de Tarapacá, Antofagasta, Atacama, O’Higgins, Concepción y Arauco.
No se logró eliminar el alza. Pero las jornadas callejeras obligaron al traidor a cambiar su gabinete y a limitar la represión.

¿Es verdad que -como afirma Borón- se produjo en Ecuador “la derrota del alzamiento popular”?

¿Acaso la derogación de Decreto 883 no es un triunfo?

Finalmente, ¿Se podía esperar más de una revuelta encabezada por elementos con tremendas debilidades políticas e ideológicas?

El caso de Ecuador muestra, una vez más, la importancia fundamental de la lucha ideológica, la imperiosa necesidad de un partido marxista-leninista de masas, así como también los daños que producen los métodos personalistas.

Esperamos que el pueblo ecuatoriano sepa encontrar el camino, de acuerdo con sus propias condiciones, para derrotar el traidor y abrirse camino hacia un mañana más promisorio.