lunes, 26 de agosto de 2019

LUIS CORVALÁN Y LOS 50 AÑOS DE LA UNIDAD POPULAR (4)




                                                       
                                                  Iván Ljubetic Vargas, historiador del
                                                    Centro de Extensión e Investigación
                                                    Luis Emilio Recabarren, CEILER


















EL XVI CONGRESO DEL PARTIDO COMUNISTA

Entre el 13 y el 18 de marzo de 1962 se celebró en Santiago el XVI Congreso del   Partido Comunista de Chile. Informó su secretario general Luis Corvalán Lépez.  Transcribimos párrafos del Informe. Titulado “Hacia un Gobierno Popular”:

“Ante el movimiento popular chileno se abre la perspectiva real de la victoria, de la conquista del político, de la formación, por fin, de un Gobierno progresista, creador, avanzado. Alcanzar esta victoria es la gran tarea que tenemos por delante. La misión de este Congreso, su verdadera significación histórica, consiste precisamente en trazar los caminos que nos conduzcan a tal objetivo”. 

 “El pueblo no busca la violencia... La clase obrera y el pueblo, que quieren llegar al Poder sin la violencia armada, tienen que colocarse en el caso de que el enemigo la desate. Por eso deben prepararse para cualquier eventualidad”.

 “Aunque todos nuestros militantes aportan algo a la causa, un grupo de los mismos se halla muy recargado de tareas. Por lo general, los equipos dirigentes tienen que ponerles el hombro a todos los trabajos... Hay que repartir más las labores, ampliar el activo, crear para cada frente de trabajo los grupos de activistas”.

“Alcanzar el triunfo es una perspectiva real que exige mucho de todos nosotros. Nada sería más falso y peligroso que consideraría de fácil materialización. No.

La conquista de un gobierno popular es inevitable. El país se dará este gobierno en 1964 o antes, o poco después. No podemos asegurar fechas, sino tan sólo la inevitabilidad de la victoria para un futuro que es próximo. Nosotros queremos alcanzarla en 1964. Pero ello no sólo depende de tal propósito. Depende en alto grado de la lucha, en primer término, para desbaratar las maniobras antidemocráticas del imperialismo y de la reacción y defender fuerza y su capacidad de maniobra no la podemos subestimar.
“Realizamos este Congreso, pocos días después de cumplir nuestro Partido 40 años de vida. Estamos orgullosos de su trayectoria. El enemigo nos ha atacado con todas las armas. Pero son sus armas las que se han mellado. Las nuestras son del mejor acero, del más firme y reluciente. Tenemos la satisfacción de proclamar que no luchamos por nosotros, sino por los nuestros y por la felicidad de todo el género humano. Y con Marx podemos de decir que encontramos la felicidad en esta lucha”. (El Siglo”, miércoles 14 de marzo de 1962 (páginas 1, 9, 13 y 16. Los subrayados con negrita son nuestros, el autor)


EL XVII CONGRESO NACIONAL DEL PARTIDO COMUNISTA

Tuvo lugar en Santiago entre el 10 y el 17 de octubre de 1965. El informe central, titulado “La clase obrera centro de la unidad y motor de los cambios revolucionarios” lo entregó el secretario general del Partido, Luis Corvalán.

Algunos párrafos marcados de ese informe fueron:

“Inauguramos hoy la reunión de la más alta autoridad del Partido, su Congreso Nacional.  Una de las cuestiones centrales que debemos analizar es la lucha de los comunistas en las condiciones del Gobierno del presidente Frei.
“El objetivo que persigue la Democracia Cristiana –continúa- es salvar el capitalismo en Chile e impedir la revolución popular y el socialismo.  Lo singular es que trata de lograrlo, no a la vieja usanza de la reacción, sino con método y lenguaje modernos, dándole especial importancia al trabajo con las masas, remozando en parte la arcaica estructura del país y mejorando en cierto grado la situación de algunos sectores del pueblo”.

 “Debido a sus limitaciones de clase, el gobierno democratacristiano no se propone resolver los problemas básicos de la reestructuración nacional, sin lo cual es imposible dar satisfacción a las necesidades de las grandes masas.  Pero ello no significa que el pueblo deba permanecer en actitud pasiva, conformarse con lo que este gobierno pueda hacer de por sí, dejar todo a su iniciativa.  Las masas deben redoblar su lucha por sus reivindicaciones y por los cambios.  Cada reivindicación que conquisten será un punto de apoyo para seguir avanzando, para empujar los acontecimientos en una dirección más y más conveniente a sus intereses y a los intereses generales del país”. 

 “Para cumplir con su misión histórica, la clase obrera tiene que convertirse en el centro de unidad y en el motor de los cambios revolucionarios y, para esto, tiene que apoyar e impulsar resueltamente la organización y las luchas del campesinado, las reivindicaciones de las diversas capas populares y desarrollar una política nacional, antiimperialista, antifeudal y antimonopolista”. 

 “Como decía Marx, invocando una hermosa frase de Goethe, toda teoría es gris frente al árbol siempre verde de la vida.  Con esto queremos decir que no basta la formulación general, por cierto, concreta, de que éste es un gobierno burgués reformista y de que frente a él la política de nuestro Partido es de oposición activa, firme, no ciega...

“En consecuencia, combatimos la orientación general proimperialista del Gobierno democratacristiano, pero vistos los aspectos contradictorios que hay en ella, atendiendo al hecho de que en algunos casos su política es de crítica o independencia frente al imperialismo, no caemos en el ataque generalizado, nos guiamos por sus actuaciones concretas.  En la aplicación práctica de esta línea surgen dos peligros:  uno de derecha y otro de izquierda, el peligro de caer en el colaboracionismo de clases y el de incurrir en posiciones sectarias”.

“La fuerza acumulada por el FRAP y todo su capital de reserva son una base sólida y poderosa para proseguir luchando por la revolución y el gobierno popular.  Nuestra primera y principal preocupación consiste en fortalecer y ampliar esa fuerza”. (Luis Corvalán: “Camino de Victoria”, páginas 89, 90, 104, 118 y 122. Los subrayados en negrita son nuestros, el autor.)   
                                       
                                                                       

(Continúa)