En el siglo XIX el
capitalismo se desarrollaba explotando a los obreros. Marx y Engels escribieron
en 1848 el "Manifiesto del Partido Comunista". El Papa León XIII
promulgó 43 años después la Encíclica "Rerum Novarum". Sobre este
hecho, del cual el 15 de mayo se cumplen
125 años, se refiere el Círculo Virtual
de Estudios Histórico-Políticos del CEILER.
Carlota Espina
Editora
En el 125º aniversario de su
promulgación:
LA
ENCÍCLICA RERUM NOVARUM
Iván
Ljubetic Vargas, historiador del
Centro
de Extensión e Investigación
Luis
Emilio Recabarren, CEILER
Federico Engels y Carlos
Marx
En el siglo XIX la burguesía, que tenía un siglo de existencia, se abría
paso. Revolucionaba incesantemente los medios de producción. Pero sus ganancias
se basaban en la explotación de los trabajadores.
El 28 de febrero de 1848 apareció en
Londres y en alemán la primera edición del “Manifiesto del Partido
Comunista” de Carlos Marx y Federico
Engels. “Esta obra –según escribió Lenin- expone con una claridad y una
brillantez geniales, la nueva
concepción del mundo, el materialismo consecuente aplicado también al campo de
la vida social, la dialéctica como la más completa y profunda doctrina del
desarrollo, la teoría de la lucha de clases y el papel revolucionario histórico
mundial del proletariado como creador de una sociedad nueva, de la sociedad
comunista”.
Amplios sectores de los trabajadores acogieron con entusiasmo los
planteamientos del Manifiesto, que representaban sus intereses de clase.
INTENTO DE
RESPUESTA DE LA IGLESIA
La Iglesia Católica, que ya se había ubicado junto al capitalismo, tardó 42
años en reaccionar. Fue el papa León XIII quien promulgó el viernes 15 de mayo
de 1891 (cuando en Chile estaba en pleno desarrollo la contrarrevolución del
91) la Encíclica “Rerum Novarum” (“De las Cosas Nuevas”), la primera encíclica
social de la Iglesia.
Papa León XIII
Era una carta abierta dirigida a todos los obispos y catedráticos, que
versaba sobre las condiciones de las clases trabajadoras. En ella, el papa
dejaba patente su apoyo al derecho de los trabajadores de «formar uniones o
sindicatos» (Sería bueno que algunos senadores democratacristianos que se
oponen a la reforma laboral en lo referente al rol de los sindicatos la
leyeran). Pero también, mostrando su
carácter de clase, reafirmaba su decidido apoyo al derecho de la propiedad
privada capital capitalista.
Con esta encíclica la Iglesia pretendió, entre otras cosas, paralizar el
creciente apoyo de las masas trabajadoras a las posiciones
revolucionarias. Hacia fines del siglo
XIX, se vivía un período en el cual la credibilidad de la Iglesia se veía
disminuida debido a que los sectores populares de la cristiandad e incluso del
clero, se inclinaban por las ideas revolucionarias expuestas en el Manifiesto
del Partido Comunista.
Se acepta generalmente que la encíclica Rerum Novarum es la carta de
fundación de la democracia cristiana y una pieza clave de la Doctrina social de
la Iglesia.
ALGUNOS ASPECTOS DE LA
“RERUM NOVARUM”
Derechos y Obligaciones de
Capital y Trabajo
1- “Una vez que la pasión revolucionaria por los cambios tomó forma, ha
perturbado por largo tiempo a los gobiernos y presionado para que pasara más
allá de la esfera política y hacerse sentir en la esfera económica, lo cual no
sorprende. Los elementos del conflicto actual son inconfundibles. De hecho, los
nuevos desarrollos de la industria y los maravillosos descubrimientos de la
ciencia, cambiaron las relaciones obrero-patronales. La riqueza de unos pocos y
la pobreza de las masas ha provocado una mayor cohesión entre los trabajadores,
todo esto unido a la declinación en la moral cristiana”. (En el “Manifiesto del
Partido Comunista” Marx Y Engels escribieron: “La historia de todas las
sociedades hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases. Hombres
libres y esclavos, patricios y plebeyos, maestros y oficiales, en una palabra
opresores y oprimidos se enfrentaron siempre, mantuvieron una lucha constante,
velada unas veces y otras franca y abierta; lucha que terminó siempre con la
transformación revolucionaria de toda la sociedad o el hundimiento de las
clases en pugna”)
Sobre tolerancia y
regulaciones entre ambos obreros y patronos:
4- “El problema es difícil de resolver y no libre de peligros. La frontera
entre poderosos y proletarios no es fácil de definir. Debe de haber regulación
entre sus relaciones mutuas. La controversia es realmente peligrosa porque en
algunos lugares la verdad ha sido torcida y amañada por personas turbulentas,
dedicadas a pervertir el sentido común y la verdad para incitar a las masas a
la sedición y al desorden”. (El “Manifiesto del Partido Comunista” señala: “La
industria moderna ha transformado al pequeño taller del maestro patriarcal en
la gran fábrica del capitalista industrial. Masas de obreros, hacinados en las
fábricas, son organizados en forma militar. Como soldados rasos de industria,
están colocados bajo la vigilancia de toda jerarquía de oficiales y
suboficiales. No son sólo esclavos de la clase burguesa, del Estado burgués,
sino diariamente, a todas horas, esclavos de la máquina, del capataz y, sobre
todo del burgués individual, patrón del fábrica.”)
A continuación se refiere al
derecho de los obreros:
30- “Entre los deberes concernientes a los trabajadores está el desempeñar
conscientemente el trabajo que han aceptado. De ninguna manera hacerle daño
físico a la propiedad o a los empleadores y no asociarse con pervertidos que
promueven esperanzas desproporcionadas que sólo llevan a la destrucción de la
justa riqueza y al desastre”.(El “Manifiesto del Partido Comunista” sostiene:
“Todos los movimientos han sido hasta ahora realizados por minorías o en
provecho de minorías. El movimiento proletario es un movimiento propio de la
inmensa mayoría en provecho de la inmensa mayoría”)
Menciona el derecho de los
patronos:
32- “Entre los más importantes deberes de los patronos es dar lo que es
justo a cada trabajador. Los ricos y los empleadores deben recordar que no hay
ley que les permita, para su propio beneficio, oprimir al necesitado o buscar
ganancias abusando de otros”. (El “Manifiesto del Partido Comunista” plantea:
“En la misma proporción en que se
desarrolla la burguesía, es decir el capital, desarróllase también el
proletariado, la clase de los obreros modernos, que no viven sino a condición
de encontrar trabajo. Y lo encuentran únicamente mientras su trabajo incrementa
el capital. Estos obreros, obligados a venderse al detalle, son una mercancía
como cualquier otro artículo de comercio, sujeta por tanto, a todas las
vicisitudes de la competencia, a todas las fluctuaciones del mercado”)
Trabajadores y burgueses
68- “Trabajadores y dueños pueden desempeñar sus roles en la sociedad
mediante instituciones con las cuales unos y otros se acerquen en sus
intereses”. ( El “Manifiesto del Partido Comunista” afirma: “El proletariado se
valdrá de su dominación política para ir arrancando gradualmente a la burguesía
todo el capital, para centralizar todos los instrumentos de producción en manos
del Estado, es decir, del proletariado organizado como clase dominante, y para
aumentar con la mayor rapidez posible la suma de las fuerzas productivas”. “En
sustitución de la antigua sociedad burguesa, con sus clases y antagonismos de
clase, surgirá una asociación en que el libre desenvolvimiento de cada uno será
la condición del libre desenvolvimiento de todos”)
Sobre la propiedad privada:
“El derecho a poseer bienes privados no ha sido dado por la ley sino por la
naturaleza y, por tanto, la autoridad civil no puede abolirlos sino solamente
moderar su uso y compaginarlo con el bien común”. (En el “Manifiesto del
Partido Comunista” se sostiene: “El rasgo distintivo del comunismo no es la
abolición de la propiedad en general, sino la abolición de la propiedad
burguesa. Pero la propiedad privada burguesa moderna es la última y más acabada
expresión del modo de producción y de apropiación de lo producido basado en la
en los antagonismos de clases, en la explotación de los unos por los otros”)
Termina la encíclica de esta
manera:
“Por lo que respecta a la Iglesia, nunca ni bajo ningún aspecto regateará
su esfuerzo, prestando una ayuda tanto mayor cuanto mayor sea la libertad con
que cuente en su acción; y tomen nota especialmente de esto los que tienen a su
cargo velar por el bienestar público. Canalicen hacia esto todas las fuerzas
del espíritu y su competencia los ministros sagrados y, precedidos por
vosotros, venerables hermanos, con vuestra autoridad y vuestro ejemplo, no
cesen de inculcar en todos los hombres de cualquier clase social las máximas de
vida tomadas del Evangelio; que luchen con todas las fuerzas a su alcance por
la salvación de los pueblos y que, sobre todo, se afanen por conservar en sí
mismos e inculcar en los demás, desde los más altos hasta los más humildes, la
caridad, señora y reina de todas las virtudes. Ya que la ansiada solución se ha
de esperar principalmente de una gran efusión de la caridad, de la caridad
cristiana entendamos, que compendia en sí toda la ley del Evangelio y, que,
dispuesta en todo momento a entregarse por el bien de los demás, es el antídoto
más seguro contra la insolvencia y el egoísmo del mundo, y cuyos rasgos y
grados divinos expresó el apóstol San Pablo en estas palabras: La caridad es
paciente, es benigna, no se aferra a lo que es suyo; todo lo sufre y todo lo
soporta (I Corintios).
En prenda de los dones divinos y en testimonio de nuestra benevolencia, a
cada uno de vosotros, venerables hermanos, y a vuestro clero y pueblo,
amantísimamente en el Señor os impartimos la bendición apostólica”.
ASÍ FINALIZA EL “MANIFIESTO
DEL PARTIDO COMUNISTA”
El “Manifiesto del Partido Comunista” finaliza diciendo: “Los comunistas
consideran indigno ocultar sus ideas y propósitos. Proclaman abiertamente que
sus objetivos sólo pueden ser alcanzados derrocando por la violencia todo el
orden social existente. Las clases dominantes pueden temblar ante una
Revolución Comunista. Loa proletarios no tienen nada que perder en ella más que
sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo que ganar.
¡Proletarios de todos los países
uníos!”