jueves, 10 de noviembre de 2011

PRINCIPIOS N°2



EDITORIAL

UNIDOS CONTRA EL NAZIFASCISMO-LEY SUPREMA DE LA HORA ACTUAL

El vil ataque de la Alemania nazi a la Unión Soviética ha cambiado radi­calmente el carácter de la actual guerra y ha aumentado al mismo tiempo, en pro­porciones inauditas, la amenaza nazi fascista contra los pueblos de América y de todo el mundo.

Hasta el 22 de junio la guerra era una guerra de carácter imperialista, las clases gobernantes de los países beligerantes guerreaban por objetivos ne­tamente imperialistas, se disputaban él predominio económico y político del mundo. Era una guerra INJUSTA por parte de ambos bandos.

También es verdad que en el conjunto de la gigantesca lucha interimperialista, ha habido casos de causas justas, como la del pueblo de Yugoeslavia que defendía su independencia nacional; causas que merecieron siempre la simpatía de todos los hombres progresistas y por tanto de los pueblos de la Unión Soviética. Pero estas causas justas no eran suficientemente potentes para alterar el carácter imperialista predominante de la contienda y fueron abogadas en la carnicería imperialista y explotadas por las potencias beligerantes para encubrir sus propias y verdaderas aspiraciones y objetivos imperialistas.

Pero el ataque hitleriano contra la Unión Soviética originó una guerra JUSTA: la de una gran potencia que cubre una sexta parte del globo y hábitada por cerca de 200 millones de personas. Y no sólo eso. Se trata de la guerra justa de una potencia que es SOCIALISTA: un país en el que la clase obrera está en el Poder, un pais que ha eliminado la explotación, la opresión nacional y el odio de razas, es decir, una poderosa potencia democrática, antiimpe­rialista, antifascista, socialista: una potencia cuyo peso, tanto en el aspecto político, económico como militar, es tan decisivo que afecta y origina un cambio esencial en todas las actuales relaciones entre las fuerzas existentes en es­cala mundial y modifica de raíz el contenido de la guerra.

Las repercusiones políticas y militares del nuevo carácter de la guerra son incalculables. En primer lugar, estamos en presencia de una formidable ola de entusiasmo y de combatividad de todos los pueblos de la tierra, consecuencia directa de la convicción y de la comprensión de que Hitler se ha en­frentado por fin con un enemigo que no le dará tregua ni cuartel: un enemigo irreconciliable que cuenta con una unidad política y moral absoluta, que no tiene quinta columna y que ha eliminado toda posibilidad de traiciones, como la ocurrida en Francia y en los demás países hoy sojuzgados por el hitleris­mo. Los pueblos van adquiriendo conciencia de que al fin se presenta la opor­tunidad de aniquilar para siempre a Hitler, a su pandilla criminal y a sus cómplices.

La guerra en Europa va asumiendo pues, el carácter de una guerra po­pular, del pueblo. En todas partes, tanto en la propia Alemania como en los países por ella oprimidos se extiende la guerra sorda de guerrillas y de sabotaje; va creciendo la oposición de las masas frente al invasor e incluso se producen levantamientos armados esparódicos. como en Rumania y Yugoeslavia. Este nuevo ascenso del movimiento popular, es la consecuencia directa del cambio del caracter de la actual guerra. Los pueblos se van convenciendo de que Hitler puede ser y será derrotado, y que frente a él hay ahora una gran potencia y un gran ejército que careciendo de pretensiones imperialistas y de objetivos de conquista, sólo combate por repeler la agresión nazi a su propio pueblo y a libertar a todos los demás pueblos de la esclavitud fascista.

En segundo lugar, consecuencia directa del cambio del carácter de la guerra, son los nuevos reagrupamientos de fuerzas y el nuevo deslinde de campos entre esas fuerzas en todos los países del mundo. De un lado se agrupan los circulos imperialistas más reaccionarios de Inglaterra, que pugnan por hacerla negociar un tratado de "paz" con Hitler a expensas de la Unión Sovietica y de los pueblos oprimidos, o que abrigan la esperanza de poder derrotar tanto a Alemania como a la Unión Soviética, proclamando que "el totalitarismo alemán es igual que el "totalitarismo" soviético". A su vez, los círculos más reaccionarios, profascistas, de los Estados Unidos, presionan sobre el Gobierno de Roosevelt para que se aleje del frente de la guerra, pretextando que "ha desaparecido el peligro para América". Las fuerzas más negras de cada pais acompañan a estos círculos reaccionarios. Estas fuerzas constituyen en realidad la quinta columna hitleriana en todas partes.

Pero del otro lado se agrupan los pueblos, las masas trabajadoras y populares, todos los hombres democráticos y progresistas, que comprenden que suspender la pelea británica contra Hitler, retirar la ayuda efectiva nortéamericana a la Unión Soviética y a Inglaterra, significa impedir la derrota del fascismo alemán. Las masas comprenden que la derrota militar de Hitler y de su banda de criminales y la victoria de la Unión Soviética y de las fuerzas democráticas, requieren que la pelea británica continúe y que sea real y efectivamente fundida con la de la Unión Soviética; que los Estados Unidos deben ahora dejar caer todo su peso y poder económico y militar sobre Hitler y que la pelea debe ser llevada hasta sus últimas consecuencias lógicas, hasta la derrota, completa del hitlerismo.

Esta lucha de los pueblos de Inglaterra y de los Estados Unidos contra los elementos más reaccionarios de sus países, contra los munichistas, apaciguadores, hooveristas y quintacolumnistas germánicos; esta lucha por empujar a los Gobiernos de Churchill y de Roosevelt por el camino de la lucha consecuente, sincera y unida con la Unión Soviética contra el hitlerismo, es LA LUCHA DE LOS PUEBLOS POR CONVERTIR PLENAMENTE LA GUERRA IMPERIALISTA EN UNA GUERRA JUSTA, popular, revolucionaria, antifascista.

Por eso, debemos reconocer que ahora existe ya UNA SOLA guerra, la guerra contra el PRINCIPAL enemigo de todos los pueblos del mundo: el hitlerismo y sus cómplices. Cada golpe asestado a este enemigo principal es un golpe que beneficia al pueblo soviético, a los pueblos de Europa, a los pueblos de todo el mundo. La guerra contra el fascismo hitleriano se ha convertido, por tanto, en una guerra justa POR PARTE DE TODOS LOS QUE LA LIBRAN y que están dispuestos a llevarla hasta el fin, hasta la derrota completa del hitlerismo.

Y no se trata de una guerra entre el comunismo y el fascismo, o entre el comunismo y el capitalismo —como pretenden presentarla los nazis y sus quintacolumnistas—, sino de una guerra de la libertad contra la esclavitud, del progreso contra la barbarie: una guerra de todos los pueblos oprimidos que quieren ser libres, contra la opresión fascista. Se trata ahora de derrotar a Hitler para dar a los pueblos una paz justa y popular y el derecho legitimo de cada pueblo a disponer de su propio destino.

Desde que comenzó la guerra imperialista, los comunistas hemos luchado correcta y consecuentemente contra ella, por la paz y la neutralidad, por no dejar arrastrar a nuestro pueblo a la carnicería imperialista; hemos luchado por una política de amistad y de colaboración con el gran país neutral, la Union Soviética. Sabíamos que la propia existencia del Estado soviético, poderoso y pacifico, en las fronteras orientales de Alemania constituía un obstáculo infranqueable para los planes de dominación mundial de Hitler, constituía la linea de defensa del Hemisferio Occidental, de América y de Chile. Sabíamos que si lográbamos llevar a Chile, junto con los demás países latinoamericanos y con los Estados Unidos, a una política de paz y de amistad con la Unión Soviética, la preponderancia de la fuerza mundial, militar, económica y política, seguiría descansando entre la URSS y los EE. UU. e independientemente del resultado de la contienda imperialista, estas grandes potencias podrían, por tanto, desempeñar un papel decisivo en la terminación de la guerra a base de una paz justa y duradera. En estas condiciones, los comunistas no estábamos por la victoria de ninguna de las dos partes beligerantes de la guerra imperialista, sino por la victoria de los pueblos en colaboración con la Unión Soviética. Luchábamos contra todos los imperialismos y por la colaboración con la URSS; para, de esta manera, contribuir y ayudar a los pueblos víctimas de la guerra imperialista, a salir de esta contienda y ganar una paz justa en contra de ambos bandos imperialistas en lucha.

Pero el vil asalto del hitlerismo a la Unión Soviética modificó fundamenalmente el panorama del mundo. Han cambiado las fuerzas en lucha, el carácter y los objetivos de la guerra. Ahora ya no podemos ni debemos permanecer neutrales. La neutralidad frente a esta guerra justa no sería otra cosa que el suicidio de los pueblos, la entrega de todos los pueblos, incluso el nuestro, a manos de Hitler. Una victoria de las armas nazis sobre la Unión Soviética inclinaría la balanza del poder mundial a favor de Hitler y del fascismo, haría ganar a Hitler la guerra y convertiría el fascismo alemán en el único todopoderoso y dominante Estado del mundo. Porque la URSS no es la pequeña Yugoeslavia o Grecia, ni siquiera Francia. La Unión Soviética es un Estado poderoso; sus territorios rebosan de grandes riquezas naturales, de materias primas que el fascismo germánico necesita urgentemente para poder proseguir y acabar la completa domlnación mundial. Las riquezas naturales, los inmensos graneros, la enorme capacidad productora de la Unión Soviética, darían a Hitler una rapacidad productiva de tal magnitud, que empecueñeceria la de América.

Más aún. La derrota de la URSS colocaría a Hitler a horcajadas de los cantinentes europeo y asiático, implantaría su poder en el Pacifico lo mismo que en el Atlántico. Geográficamente, colocaría sus ejércitos a tres millas del Estrecho de Benhring, que separa la Siberia de Alaska. Le abriría la puerta para la conquista de India y de China. Le pondría en una posición dominante en el Africa. Ocasionaría la derrota inevitable de Inglaterra. Y en fin —y no seria éste su ultimo acto—, le daría el poder para invadir el Hemisferio Occidental y dictar así voluntad a los Estados Unidos, o para vencerlos por la fuerza de las armas, si fuere preciso.

Pero la amenaza militar no es la única. La derrota de la Unión Soviética desencadenaría los perros de la reacción en todo el mundo. La reacción de todos lse países vería en la derrota del Pais del Socialismo la señal para proseguir la destrucción completa del movimiento obrero, popular y democrático, para anular todas las conquistas y todas las mejoras logradas por las masas populares, para liquidar todos los derechos democráticos del pueblo y para implantar un régimen de terror y de opresión en cada pais.

Pero asi como la derrota de la Unión Soviética sería la victoria del fascismo y de la reacción sobre las fuerzas del progreso y de la civilización en todo el mundo, la derrota de la Alemania hitleriana será la victoria de los pueblos de todo el mundo y de cada país, sobre las fuerzas negras de la reacción y del fascismo. Por eso, la defensa de la Unión Soviética es la defensa de América y de Chile. Es la defensa de nuestra seguridad nacional y de nuestros derechos sociales. La derrota del fascismo alemán no sólo anulará la amenaza militar de América, no sólo librará a los pueblos, no sólo creará las condiciones para una paz Justa y duradera, sino que conservará, salvaguardará y contribuirá a la extensión y ampliación de las libertades democráticas y del bienestar de los pueblos de América y de Chile.

También en nuestro país, como consecuencia directa del cambio del carácter de la guerra, se están produciendo cambios en las relaciones de las diversas fuerzas. Por un lado se van agrupando las fuerzas reaccionarias y fascistizantes, y por el otro, las fuerzas populares y democráticas que comprenden que la ley suprema del pueblo chileno en los momentos actuales, es la lucha decidída y sin cuartel contra Hitler y sus cómplices en nuestro pais.

Los comunistas jamas hemos sido ni somos amigos de Churchill o de Roosevelt como personas. Defendemos o combatimos la política que en determinados momentos representan o realizar, estas personas. Cuando Churchill. en nombre del gobierno inglés, y expresando en este caso el sentir y el deseo del pueblo inglés, declara que seguirá la lucha contra Hitler, los comunistas apoyamos esta política y ayudaremos al pueblo inglés en todo lo que sea necesario para que a su vez pueda seguir empujando al Gobierno de Churchill por el camino de la lucha sincera contra el nazismo alemán. Cuando Roosevelt, en nombre del Gobierno norteamericano, y expresando sin duda alguna el sentir y el deseo del pueblo americano, declara estar dispuesto a prestar ayuda a la Unión Soviética y a Inglaterra en su lucha contra Hitler, los comunistas apoyamos esta política antihitleriana y haremos todo cuanto de nosotros dependa para ayudar al pueblo americano para que a su vez obligue al gobierno de Roosevelt a cumplir sinceramente su promesa y para que todo el poder económico y militar de los EE.UU sea volcado sobre la cabeza del fascismo alemán.

Nuestra posición ha sido justa y clara ayer y lo es hoy. El fascismo alemán es nuestro principal enemigo, el enemigo del pueblo, y por eso aceptamos y apoyamos a todos y todo lo que tienda a fortalecer la lucha contra este enemigo.

Es hora de que todos los dirigentes de los partidos populares reflexionen seria y profundamente sobre la responsabilidad histórica que tienen ante la clase obrera y el pueblo de Chile. Es necesario que se convengan de que hoy es más precisa que nunca la unidad en la acción de todas las fuerzas antinazistas. Es necesario que comprendan que todo desprecio a cualquier fuerza antihitleriana por más pequeña que sea —y las fuerzas comunistas están lejos de ser pequeñas en la órbita chilena- es hacer un servicio a Hitler, es debilitar el frente de lucha contra Hitler y sus agentes en nuestro país.

El nuevo cambio de la situación ha puesto al desnudo con mayor claridad a todas las personas y grupos que hasta ahora venían encubriendo hábilmente con frases democráticas, sus actos antidemocráticos, filo nazistas ¿A quién ayuda Olavarria cuando prohibe al pueblo chileno manifestar públicamente su simpatía hacia la Unión Soviética y el odio y la lucha contra el nazismo? ¿A quién ayuda la pretendida neutralidad que el Gobierno quiere ahora sostener? ¿Qué fines persiguen los que pretenden inhabilitar a los parlamentarios comunistas violando la Constitución y el derecho democrático más elemental del pueblo?

La respuesta es clara: se ayuda consciente o inconscientemente, al nazifascismo alemán. Se quiere acallar la voz de los comunistas, que es la voz más firme de la lucha contra el nazismo y el fascismo. Mientras se permite y se tolera que todas las fuerzas negras nacionales y extranjeras, coalígadas por el odio zoológico a la clase obrera y pagadas por Berlín, Roma, Madrid, exhiban públicamente por las calles y plazas a sus "jefes" y "símbolos", a sus pequeños führers" y "gauleiters", (jefes títeres) chilenos, se prohiben las manifestaciones democráticas, antifascistas.

El peligro nazi en Latinoamérica y en Chile es grande y sería un crimen contra el pueblo no querer darse por enterado. El nazismo alemán trata de provocar conflictos entre los pueblos latinoamericanos, como el del Perú y Ecuador, intenta organizar golpes de Estado, como en Bolivia. El nazismo alemán y sus agentes criollos quieren romper la fortaleza democrática latinoamericana por dentro. Las fuerzas negras del nazismo alemán y criollo en Chile se mueven y preparan el crimen contra el pueblo. ¿A qué esperar, pues? ¿Tenemos que dejar que las cosas en Chile lleguen hasta el extremo que han llegado en Bolivia para luego reaccionar? No. Es necesario que las fuerzas democráticas y antifascistas chilenas y el Gobierno al frente de estas fuerzas, tomen inmediatamente las medidas para extirpar de raíz los elementos nazis en nuestro país y dejar manos libres y acción libre a las fuerzas democráticas.

Es necesario que todos los partidos populares y democráticos unifiquen sus fuerzas en la lucha contra el nazismo. Nuestra palabra va dirigida en primer lugar al Partido Socialista de Chile, a sus dirigentes y bases. La hora es grave, la situación es difícil y sólo con fuerzas unidas podremos vencer a nuestro enemigo, el fascismo alemán. Hay unos pocos elementos dentro del Partido Socialistas que tratan de impedir la unidad de acción de las fuerzas comunistas y spocialistas. La redacción de "La Critica" está invadida por elementos trotskistas, extranjeros ynacionales, elementos antidemocráticos, antisoviéticos y antiunitarios que no expresan, ni mucho menos, el sentir y pensar del Partido Socialista. Y en efecto, ¿que de común pueden tener con la clase obrera, con el pueblo de Chile, con el Partido Socialista, elementos como los Baraibar. los Seoane, los Gabriels y los Hernández Parker? Estos elementos viven de la desunión de la clase obrera y del pueblo de Chile. Estos elementos quieren, desde las columnas de "La Critica", envenenar el ambiente, porque el veneno antiunitario es el oxigeno con el que respiran. El Partido Socialista debe depurarse de estos pocos elementos antiunitarios, aventureros. Si lo hace, ganará la unidad en sus propias filas y ganará la unidad con los comunistas y con los demás sectores democráticos y populares para la lucha contra el nazismo.

El Partido Socialista debe darse cuenta de que no tiene ningún sentido real repetir a estas alturas la consigna hitleriana "con Rusia, contra Stalin". Hay que tener un cerebro más petrificado que el del propio Hitler, para no querer ver la unidad política y moral férrea que existe en el pueblo soviético alrededor de su jefe rconocido Stalin. La rsistencia heroica del ejército y del pueblo soviético, la maravillosa obra de los guerrilleros soviéticos nos muestran y pueden convencer a cualquiera de que es Stalin el que dirije la defensa soviética, que es Stalin quien representa al pueblo ruso. Hablar contra Statin. es por tanto hablar contra el pueblo soviético.

El Partido Socialista debe darse cuenta de que no son los elementos trostquistas de la redacción de "La Critica" los que expresan el deseo de aquel Partido. Son los camaradas Eduardo Molina Ventura, César Alcalde y otros los que reflejan el sentir y el pensar de los socialistas chilenos. Estos camaradas, con su sano instinto de socialistas y revolucionarios, demuestran comprender que en los campos de batalla del Mar Báltico al Mar Negro se está decidiendo la suerte de todo el mundo, nuestra propia suerte. Se está decidiendo si hemos de ser libres todos nosotros o si hemos de convertirnos en esclavos de Hitler.

LA UNIDAD PUES, DE TODOS LOS ELEMENTOS DEMOCRATICOS Y ANTIFASCISTAS DE CHILE ES UNA NECESIDAD URGENTE E INAPLAZABLE. Hay que hacer esta unidad, para luchar por el cumplimiento del programa del Frente popular y por:

Reconstituir el Frente Popular, o sea la unión de todas las fuerzas populares. Obligar al Gobierno a que adopte una política consecuente de lucha contra el nazismo y de ayuda a la Unión Soviética, a Inglaterra y a todos los pueblos que luchan contra el nazismo alemán. Impedir que el nazismo directa o indirectamente, pueda, hacer uso de nuestras materias primas, de nuestro salitre, de nuestro cobre y de nuestro trigo. Toda la ayuda para la URSS y para Inglaterra. Relaciones comerciales y diplomáticas con la Unión Soviética. Poner en práctica la indicación de Lombardo Toledano de que el Gobierno nacionalice o se incaute de todas las empresas nazis de Chile, denunciadas en la lista negra por los EE.UU. Cerrar las Embajadas y Consulados fascistas y filofascistas que no son más que nidos de espionaje hitlerista y de provocación fascista. Disolución de todos los grupos fascistas y fascistizantes extranjeros y nacionales. Anular todas las medidas antidemocráticas de Olavarria. Por la sindicalización campesina. Por las reivindicaciones obreras.

Esta es la base sobre la que es perfectamente posible la unidad de socialistas, radicales, democráticos, comunistas y demás sectores antinazis. Esta es nuestra posición. Este es el imperativo del momento: la unidad para la lucha contra el nazi fascismo.

PUBLICADO EN : "PRINCIPIOS" N° 2 - AGOSTO 1941 - SEGUNDA EPOCA

DIRECTOR: GALO GONZALEZ

REVISTA MENSUAL TEORICA Y POLITICA

EDITADA POR COMITE CENTRAL

PARTIDO COMUNISTA DE CHILE

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