sábado, 22 de octubre de 2011

EDITORIAL




EDITORIAL

Una foto tomada durante la 3a jornada de protesta nacional efectuada el 12 de julio pasado, y publicada en "The Guardian" de Londres, es como una síntesis extraordinariamente demostrativa de los rasgos básicos de la actual situación chilena. En efecto, allí podemos apreciar:

+ La gente movilizada activa y masivamente. La presencia en ella de la juventud.

+ La claridad de los contenidos de la lucha y de las reivindicaciones que ésta impulsa: la condena neta a la dictadura) la exigencia clara de "libertad, ahora".

+ La impotencia de la represión. La actitud desconcertada de 1a policía militarizada ante la masa desafiante y rebelde.

No podemos sino reconocer que una escena así era inimaginable hace sólo algunos meses. Chile ha cambiado con una rapidez que ha sorprendido a todos. Ese cambio se hace conciencia clara de clase, en los protagonistas de la lucha. José Ruiz Digiorgio, dirigente de los trabajadores del petróleo y miembro del Comando Nacional de Trabajadores, decía hace unas semanas a la revista "Análisis": "Para esto se ha estructurado el Comando, planteando como objetivo único la vuelta a la democracia en Chile. Para que los chilenos tengamos libertad de expresarnos y para elegir el camino que estimemos conveniente. Para lograr esto, iremos implementaodo todas las medidas pacíficas que consideremos convenientes, pero medidas pacíficas no significa que nos vamos a quedar de brazos cruzados, esperando que la pera se caiga de madura. Significa que los trabajadores vamos a iniciar una serie de acciones de protesta que irán in crescendo y llegará el momento que tendremos que paralizar este país, porque no hay ninguna otra alternativa... Y esto es pacífico, que conste que paralizar el país no es violento... Sencillamente es una forma de plantear nuestra disconformidad con el sistema que estamos viviendo". Son palabras que van mostrando una perspectiva clara. Porque en la perspectiva de los tiempos que vienen, resulta claro de la experiencia vivida, que el movimiento de protesta seguirá desarrollándose, amplificándose, profundizándose.

Resulta claro, que el ánimo de lucha de la gente se fortalece, que se pierde el miedo, que se descubre una y mil maneras de luchar eficazmente. Decisivo para las próximas jornadas, será por ejemplo la evidencia de que la represión dictatorial es ineficaz y absurda. Evidencia que salta a la vista, cuando vemos que se detiene con gran escándalo a dirigentes políticos como Gabriel Valdés y luego se tiene que dejarlos en libertad. Hay allí una demostración de fuerza democrática, nacional e internacional que no puede sino ser tomada en cuenta por unos tribunales de justicia hasta ayer dóciles y hoy cada día más independientes del dictador y evaluada en toda su importancia por la dirección del movimiento.

En un contexto así, es plenamente justificado esperar que la próxima jornada a realizarse el 11 de agosto, será aún mayor en fuerza, amplitud y combatividad que las anteriores.

¿Está todo el camino recorrido? ¿Queda ya poco a la dictadura? Preguntas que recorren las preocupaciones y el pensamiento de millones de chilenos, en el país y en el exterior. Responder taxativamente no es fácil, más aún sería pedante y pretencioso, sobre todo desde aquí. Pero hay signos indicativos en la experiencia y realidad de estos meses, que parecen indicar rumbos de resolución de lo que aún queda por resolver.

Lo primero que parece imponerse, es dar un salto adelante en la dirección y coordinación de la lucha. Ampliar el Comando Nacional de Trabajadores hacia otros sectores sociales, los gremios profesionales, los pobladores, el empresariado nacional por ejemplo. Desarrollarlo en otras zonas del país, más allá de Santiago, Valparaíso, Concepción o el Norte. Eso por un lado, por el otro, avanzar en la unidad sin exclusiones en todos los frentes, de manera prioritaria en la clase obrera y el movimiento sindical, base indispensable de toda fuerza victoriosa.

Lo segundo, que cada día parece más necesario hacer patente ante la masa la alternativa democrática. Esto es, la estrategia unitaria para luchar hoy día y avanzar en el derrocamiento de la dictadura; condiciones explícitamente aprobadas por todos para concretar el tránsito a la democracia, en cuanto a contenidos políticos y económicos y a forma de gobierno provisorio; consenso unitario respecto a las grandes líneas del orden democrático que queremos para mañana.

Lo tercero, ya lo hemos planteado reiteradamente, crear condiciones para que las FF.AA. no continúen apoyando el afán del dictador de mantenerse en el poder a cualquier precio. Esto depende no sólo ni prioritariamente de loa propios militares, en este caso más bien del cuerpo de generales del ejército, sino también de la iniciativa, la fuerza y la política del movimiento democrático.

Lo cuarto es quizás, la fuerza que se puede agregar desde el exterior, aumentando la condena al régimen - ejemplo aleccionador es el rechazo a Medina en la última conferencia de la OIT- aislándolo y multiplicando por todos los medios a nuestro alcance, el apoyo político y material a todos los que luchan en el país.

Este último punto, nos lleva a hacer una cierta reflexión sobre la actual situación internacional. Podemos decir que ella es la más difícil y delicada que el mundo ha vivido en los últimos 40 años.

El gobierno de Reagan, agudiza la confrontación y el peligro de guerra nuclear al extremo. No solo en Europa Occidental, sino que su agresividad alcanza hoy día el corazón de nuestro continente, amenaza provocadoramente a la Nicaragua liberada. Hacerlo todo por defender a Nicaragua como se apresta a defenderla su pueblo, es tarea primera de toda persona y organización honesta y progresista. La Nicaragua sandinista, cuenta con el apoyo y la solidaridad de un amplio arco de fuerzas en todo el mundo. En América Latina, gobiernos como los de Panamá, México, Venezuela, Colombia, Perú, Bolivia y Ecuador, suman sus esfuerzos en el "Grupo Contadora" al de todos los pueblos del continente, para cerrarle el paso a la agresión. Más allá, el campo socialista y su permanente disposición a solidarizar con la revolución. O la actitud independiente del imperialismo y de respaldo al proceso liberador sandinista, de muchos gobiernos y pueblos en Europa Occidental, África y Asia. En suma, Nicaragua sabe que no está sola, y se muestra dispuesta a derrotar la agresión.

Qué contraste más vergonzoso para nosotros, si comparamos la situación de Nicaragua con la de Chile. Nunca nuestro país, en toda su historia, debió soportar un repudio internacional tan amplio y masivo. Pinochet es un réprobo en la comunidad internacional de naciones. Ya no solo es el ridículo de verse negada la recepción por un sátrapa como el "Presidente" Marcos de Filipinas. Hoy, hasta el embajador yanki en Santiago le llana "el loco de la Moneda"; el Departamento de Estado se preocupa porque cree que le queda poco tiempo y no está seguro de lo que pasa después; la Comunidad Europea le da un plazo de 24 horas para que libere a Gabriel Valdés y se ve obligado a aceptarlo, cuestiones ambas sin precedentes. En fin los ejemplos son infinitos.

La diferencia entre los dos casos está en que Nicaragua cuenta con la solidaridad del mundo, porque su pueblo es libre y soberano. Chile no lo es y aún tiene que soportar por un tiempo, cada vez más corto, la dominación de la tiranía.

Cuando Chile sea libre, cuando laa grandes alamedas del Presidente Allende sean recorridas por nuestro pueblo, sin duda que se integrará al mundo de hoy, recibiendo todo su apoyo y solidaridad.

Por Chile. Por Nicaragua. ¡A vencer!

PUBLICADO EN:

BOLETIN INFORMATIVO AGOSTO 1983

PAGINAS 2 a 7

COMITE EXTERIOR

CENTRAL UNICA DE TRABAJADORES DE CHILE