Hace 70 años:
Iván Ljubetic Vargas, historiador
Centro de
Extensión e Investigación
Luis Emilio Recabarren, CEILER
Inmediatamente después del asalto al Cuartel Moncada del
26 de julio de 1953, la dictadura
reaccionó con una brutal represión. Batista decretó el estado de sitio
en Santiago de Cuba y la suspensión de las garantías constitucionales en todo
el territorio nacional; clausuró el periódico «Noticias de Hoy», órgano del
partido socialista popular, y aplicó la censura a la prensa y la radio de todo
el país. Creaba así las condiciones para lanzar a los cuerpos represivos con
violencia y sin riesgo de publicidad contra la rebeldía popular.
En relación con los asaltantes del Moncada, Batista ordenó
que se asesinara a diez revolucionarios por cada soldado muerto en combate. Excepto
unos pocos combatientes que pudieron escapar ayudados por el pueblo, casi todos
los demás fueron capturados y gran parte de ellos asesinados en los días
sucesivos. Sólo seis asaltantes de los dos cuarteles habían perecido en la
lucha; pero las fuerzas represivas del régimen asesinaron a 55, y a dos
personas ajenas a los acontecimientos.
FIDEL DENUNCIA LOS CRÍMENES
Además, a diferencia del trato
humano dado por los revolucionarios a los militares que cayeron en su poder,
los asaltantes prisioneros fueron torturados antes de ser ultimados, y después
se les presentó como caídos en combate. Más tarde, ante el tribunal que lo juzgaba, Fidel Castro
denunció el crimen:
“No se mató durante un minuto, una hora o un día entero,
sino que en una semana completa, los golpes, las torturas, los lanzamientos de
azotea y los disparos no cesaron un instante como instrumento de exterminio
manejados por artesanos perfectos del crimen. El cuartel
Moncada se convirtió en un taller de tortura y muerte, y unos hombres indignos
convirtieron el uniforme militar en delantales de carniceros". Los
crímenes cometidos en esos días por el régimen los denunció Fidel Castro en su
alegato de autodefensa La historia me absolverá. Allí Fidel pasó de acusado a
acusador y denunció todos los males que hacían sufrir al pueblo cubano”.
IMPORTANCIA HISTÓRICA DEL ASALTO
El asalto al cuartel Moncada terminó en una derrota
militar; sin embargo, tuvo una trascendencia extraordinaria para el pueblo
cubano y para el movimiento de liberación nacional que se iniciaba. En 1961, el
entonces comandante Raúl Castro Ruz y Ministro de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias (FAR), al referirse a la importancia histórica de este
acontecimiento manifestó:
“...En primer lugar inició un período de la lucha armada
que no terminó hasta la derrota de la tiranía. En segundo lugar, creó una nueva
dirección y organización que repudiaba el quietismo y el reformismo, que eran
combatientes y decididos y que en el propio juicio levantaban un programa con
más importantes desmanes de la transformación socioeconómica y política exigida
por la situación de Cuba... Como expresó Fidel: El Moncada nos
enseñó a convertir los reveses en victorias”
“
Fidel Castro dijo ante el tribunal: “Termino mi defensa, no lo haré como hacen
siempre todos los letrados, pidiendo la libertad del defendido; no puedo
pedirla cuando mis compañeros están sufriendo ya en Isla de Pinos ignominiosa
prisión. Enviadme junto a ellos a compartir su suerte, es inconcebible que los
hombres honrados estén muertos o presos en una república donde está de
presidente un criminal y un ladrón.
A los señores magistrados, mi sincera gratitud por haberme
permitido expresarme libremente, sin mezquinas coacciones; no os guardo rencor,
reconozco que en ciertos aspectos habéis sido humanos y sé que el presidente de
este tribunal, hombre de limpia vida, no puede disimular su repugnancia por el
estado de cosas reinantes que lo obliga a dictar un fallo injusto. Queda
todavía a
En cuanto a mí, sé que la cárcel será dura como no la ha
sido nunca para nadie, preñada de amenazas, de ruin y cobarde ensañamiento,
pero no la temo, como no temo la furia del tirano miserable que arrancó la vida
a setenta hermanos míos. Condenadme, no importa. La historia me
absolverá”,
Fidel pronunció estas palabras el 16 de octubre de 1953.
Han pasado 69 años de entonces. Y no
cabe duda alguna que la historia no sólo absolvió al revolucionario cubano,
sino que dio plena razón a sus
pensamientos y accionar.