EDUARDO CONTRERAS
Finaliza al mes y con él nuestras vacaciones, las
primeras después de casi 3 años sin
frenar la marcha; es momento para ver una
buena película. Elijo una de Trisha Ziff, “La Maleta Mexicana”, premiada
en diversos festivales internacionales y que narra el hallazgo en 2007 en un
departamento del Distrito Federal de 3 cajas que contenían 4.500 negativos
correspondientes al trabajo de 3 fotógrafos amigos, Robert Capa, David “Chim”
Seymour y Gerda Taro que se conocieron en París a fines de la década del 30 del
siglo pasado y que, dada su común condición de antifascistas, viajaron a España
en plena guerra civil para testimoniar con su arte la dura realidad de esa que
fuera preludio de la segunda guerra mundial.
Y entonces se interrumpe la paz del descanso
porque es imposible no conmoverse profundamente con la dura realidad de las imágenes
que evocan el fracaso de una construcción democrática tan profunda como fuera
la República Española, la grotesca intervención foránea, la brutalidad del
fascismo, militar y civil, la indiferencia de millones en el mundo ante el
horror que se vivía, incluído en esa indiferencia el propio y vecino gobierno
francés de la época. Luego el doloroso exilio, los brazos abiertos del México
de Lázaro Cárdenas también del Chile del Frente Popular y, finalmente, la
llamada “transición” española, que no fue sino un conjunto de renuncios
forzados, acomodos y concesiones, para quedarse donde mismo, sistema monárquico
incluído con reyes y príncipes corruptos, y estar hasta hoy muy lejos de los
avances sociales logrados por los republicanos hace más de 70 años.
Imposible evitar la comparación con el horror de
la dictadura derechista de Pinochet y con nuestra propia transición que, tras
tantos años perdidos, recién ha comenzado con el actual gobierno. Fin del binomimal, reforma tributaria, reforma
laboral, educación gratuita, nueva constitución, etc.. - lo que explica la
virulencia del pinochetismo y de los sectores ultraconservadores que prefieren
mantener el modelo de sociedad que
implantaron los golpistas del 73 con el consiguiente retraso social, económico,
político y cultural que soportamos.
La obra cinematográfica estremece por su seriedad,
es el testimonio artístico de la dura verdad
histórica y mueve y remueve conciencias y sentimientos. Pues allí está
también el reclamo de los jóvenes españoles de hoy que llaman a luchar contra
el olvido y a romper el silencio. El silencio es, decía Martín Luther King, “
residuo del miedo”. Y agregaba : “…pasamos gran parte de nuestra vida diciendo
las cosas que la gente quiere oír, en lugar de decirles las cosas que
necesitaban escuchar…” Y de esas cosas necesarias habla la cinta mexicano –
española.
Están también allí los que hoy exigen justicia. Que
llaman a no disfrazar la historia, a no echar una palada de tierra por sobre lo
que se ha vivido y sufrido, olvidando que un pueblo sin memoria no tiene
futuro, que una sociedad que reniega de su pasado, ya sea porque “eso pasó hace
muchos años” o porque busca reconciliaciones imposibles e inmorales, es una
sociedad que inevitablemente volverá a sufrir los mismos descalabros.
También en Chile hay muchos jóvenes que en nuestro
tiempo exigen verdad y justicia. Todavía
no los suficientes, pero para allá vamos. Recuerdo que cuando luego de
consolidar los procesos judiciales que iniciamos en 1998, enfrentamos en el
2012 en apoyo a la incansable AFEP la presentación de más de mil querellas por
casos de ejecutados políticos, pedimos la colaboración de estudiantes de
Derecho de distintas universidades. Hasta hoy el grupo subsiste y crece, los
voluntarios trabajan y han derrotado a la
indiferencia estimulada por el modelo.
Es que en los procesos de España y Chile hay
semejanzas y diferencias. En ambos casos hubo y hay que enfrentar al poder
político real, al que tiene la fuerza material y la fuerza de los medios de comunicación a su servicio. En el
caso nuestro el esfuerzo principal de los poderes fácticos es el intento de
quebrar a la Nueva Mayoría que ha tenido la osadía de tocar el sagrado modelo
de la dictadura y se valen para eso de todo. No es que no se haya cometido
errores, los hay, pero lo de fondo para los reaccionarios es oponerse a los
cambios aunque haya que falsear todo.
Un caso personal. Poco después de las 7 de la
mañana de uno de esos días de vacaciones me llamaron de un medio que se
identificó como TL13 radio para consultar mi opinión legal respecto de la
solicitud para extraditar a Galvarino Apablaza. Por cierto, contesté sus
preguntas, dí explicaciones jurídicas y condené esta intentona de la UDI porque
en verdad es grotesco que no se trabaje intensamente por extraditar a asesinos
brutales como Fernández Larios, Pedro Pablo Barrientos o Adriana Rivas,
culpables de delitos de lesa humanidad y en cambio se persiga, sin una sola
prueba, a un compañero como Apablaza que fue prisionero y torturado por la
dictadura y que es completamente ajeno al caso.
No hay evidencia alguna que haya tenido algún
grado de participación en la muerte, por cierto condenable, del principal
ideólogo de la cruel tiranía chilena, Jaime Guzmán.
Y bien, en la entrevista a que me refiero,
hablamos también de los nombres conocidos entonces para encabezar la
Subsecretaría de Derechos Humanos y me referí elogiosamente a todos ellos pues
les conozco y aprecio su trayectoria y dije que cualesquiera que fuera
designado sería sin duda un aporte. Pero nada de esto informó el referido medio
que, en cambio, publicó algo muy distinto, demostrando en los hechos ser parte
de quienes buscan dificultar el proceso de reformas en curso. La versión
amañada del medio me hace aparecer nombrado a personas y a entidades que nombró
el periodista, yo no.
La buena memoria
Pero les sirvió para buscar un nuevo “incidente”
entre fuerzas de la Nueva Mayoría y más de uno siguió el juego. Hasta hubo
quien me asignó mala memoria en materia
de derechos humanos y, por supuesto, de nueva cuenta, fui acusado de atacar
injustamente a una determinada organización política, lo que es falso. Debo
decir que no tengo mala memoria y desde mi retorno al país, tras 15 años de
exilio, he reiterado que admiro profundamente el valiente y brillante desempeño
de aquellos juristas que se jugaron la
vida en los años más duros en defensa de los derechos elementales de la persona
humana.
Entre ellas y ellos - y sólo a modo de ejemplo
pues fueron muchas y muchos – Andrés Aylwin, José Galeano, Jaime Castillo
Velasco, Eugenio Velasco, Nelson Caucoto, Fernando Ostornol, Hugo Pavez, Carmen
Hertz, Hernán Quezada, Fabiola Letelier, Graciela Alvarez, José Cavieres,
Luciano Fouilloux, Juan Subercaseaux, Juan Pavín, Juan Bustos, Alberto
Espinoza, Julia Urquieta, Ramón Vargas, Hugo Gutiérrez, Hiram Villagra, en fin
tantas y tantos. Quienes seguimos su camino no somos más que sus continuadores
y en condiciones infinitamente menos riesgosas.
Mi buena memoria me permite recordar también un
malhadado discurso de alguien que, como parte de un plan hoy conocido, pretendió sembrar terror económico antes que asumiera
el gobierno de la Unidad Popular, y recodar un lamentable abrazo nada menos que
con Pinochet en el Senado en pleno proceso “democrático”. Memoria que también
me permite evocar la lamentable carta a Mariano Rumor de fecha de 8 de
noviembre de 1973, o lo narrado por el ex canciller chileno Gabriel Valdés en
su libro “ Sueños y Memorias” cuando da cuenta de lazos entre militares y
políticos. O las contundentes denuncias del Informe Church del Senado
norteamericano que usted puede leer hoy por internet.
En fin,
aquella “maleta mexicana” y sus retratos de una época nos trajeron al
duro presente nacional. Donde parecen haberse invertido los valores y olvidada
toda ética.
Hay en Chile, por ejemplo, personajes que a través
de uno de los pilares del golpismo en Latinoamérica, El Mercurio, han
protestado contra el encarcelamiento de asesinos de la calaña de Sergio
Arredondo, invocando su avanzada edad y familiares enfermos. Entre ellos
Jorge Arancibia Clavel – apellido conocido
en procesos de ddhh - o un académico de
apellido García Huidobro. Pero estos compasivos derechones no tuvieron gestos
similares cuando en nuestro país sus correligionarios mataron niños y ancianos,
o hicieron violar por perros a mujeres y hombres, o se degolló o se quemó vivos
a prisioneros. Y hoy se les vé tan
preocupados por la situación de quien participara en el asesinato de personas a
golpe de corvo en el norte chileno.
El apagón cultural
Es además lamentable el clima cultural que vive
nuestra sociedad. El apagón de la dictadura no termina del todo. ¿Cuándo
podremos por fin salir de este túnel de vulgaridad, mentiras, mediocridad?. En
España las cosas no son tan diferentes. Un respetable demócrata y
revolucionario español, Julio Anguita, decía en reciente entrevista a propósito
de la decadente situación en su país que “ España es un país que se pone
delante de un toro, pero que ve un libro y sale corriendo.” Pareciera que
tampoco España se repone de aquellos tiempos en que el militar fascista Millan
– Astray en su recordada disputa con Unamuno, gritara “¡Muera la
intelectualidad traidora!, ¡ Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!.
A propósito de esta crisis cultural, la escritora
argentina Norma Estela Ferreyra ha dicho en una nota reciente en el medio
digital “Barómetro Internacional” que “El poder mundial, que no es nuevo, sino
que siempre fue el mismo, necesita que la gente no piense, no se conecte con
otros, no dialogue con el semejante, más allá ni más profundamente, que en chat
bobo y malicioso. Que tampoco lea libros, sino que se entretenga con una
televisión de programas bobos, donde nadie se entere de qué está pasando en la
calle que cruza la esquina. Así se le oculta información a los ciudadanos, o se
los satura de información según la conveniencia de los poderosos. En el primer
caso, las personas creen que todo está perfecto y en el segundo se acostumbran
a las malas noticias.”
Mientras escribo escucho desde una conocida
radioemisora a dos señoras que divagan acerca del trascendente tema del color
del papel para envolver los ramos de flores para la noche de alfombra roja del
festival de Viña…. Es el país que tenemos, le conviene a los partidarios del
franquismo, del fascismo, del pinochetismo, de los golpes contra el movimiento
popular y los gobiernos democráticos.
¡¡ Que lejos esos años cuando gracias a la
editorial del Estado Quimantú , durante la Unidad Popular era escena frecuente
ver en los medios de locomoción colectiva a trabajadores leyendo clásicos de la
literatura !!
Trabajos cinematográficos como el filme comentado
o los esfuerzos de dramaturgos, escritores, coreógrafos, pintores, fotógrafos,
músicos, documentalistas, periodistas, por recordarnos que el futuro no es más
que la continuidad del pasado, cuyas experiencias debemos tener en cuenta,
resultan urgentemente indispensables hoy para salir del túnel en que nos sumió
la derecha golpista - allá y acá - y
recuperar los años perdidos para reconstruir nuevas sociedades.
Y es entonces cuando llega la gran noticia :
El primer Premio Oscar para Chile. Se
trata de la cinta de animación “Historia de un Oso” y bajo la poética belleza
del relato y de su color y de su forma, el creador Gabriel Osorio lo que en
verdad narra, como él mismo lo ha dicho, es parte de la historia de su abuelo,
el militante socialista Leopoldo Osorio. Prisionero 2 años de la dictadura
derechista de Pinochet, condenado al exilio en Inglaterra, separado de lo suyo.
Bien sabemos los exiliados todo el dolor que aquello significa.
Es decir, una obra de arte, una expresión cultural
triunfadora que eleva el nombre de nuestro país, que surge de personas
jóvenes que no eluden el pasado. Es de
nuevo el cine, la imagen, el contenido, como en aquella maleta mexicana de los
4.500 negativos acerca del estremecedor proceso que enfrentó en España a
demócratas y a fascistas al igual que en
Chile.
El triunfo entonces de lo más oscuro de esas
sociedades puede transformarse en nuestro tiempo en victoria de los que
anhelamos sociedades más justas si a la lucha popular se aporta estas
creaciones del intelecto. Lo entiendan o
no los cavernarios.