Comentario radial y escrito
La semana de tregua ya pasó, rastrojeo en Gaza para arropar lo conseguido, lo sensato, lo que se pudo salvar de los infiernos.
Se liberaron 105 rehenes, entre ellos 81 israelíes y 24 extranjeros, y se excarcelaron 240 prisioneros palestinos, todos ellos mujeres y menores.
Más de 12.000 muertos acapara la guerra de Hamas contra el gobierno sionista de Israel.
Por cada minuto que pasa, a un niño le arrebatan la vida.
Me consume una ansiedad insaciable de saber y entender como hemos podido, como humanidad existir tantos años, permitiendo y contribuyendo a que nuestro planeta cuelgue de un hilo.
El tiempo va cuesta abajo, las horripilantes cosas que suceden no se notan por la velocidad que se fabrican nuevos horrores.
Tratan con noticieros aislados de traer a la palestra la guerra entre Ucrania/Rusia, pero no pueden acallar los llantos y muerte de la infancia y pueblo Palestino.
Pueblo acosado por ideologías indecentes, indecentes “en la traída y en la impuesta”, que nos muestra la ligereza de la infamia y de la guerra de extinción, hoy, repudiada por la mayoría de los pueblos del mundo, le otorga a la humanidad una chispa de esperanza.
Las cosas van muy rápidas, cuesta abajo van también los
recuerdos, la historia, tú historia, la que se tiene que escribir, saber.
Por eso, es importante recordar tu vida a cuero pelao.
Como llegaste a ser lo que eres; como se han dado las cartas en el juego.
Con toda seguridad, nuestra memoria, nuestros valores y principios pueden ser parte de la construcción de un nuevo sistema de existir, de orgánica.
Pero, así como vamos, mucha lógica no tiene este decir; más bien es triste, es como una bofetada inesperada, un sentirse solo en medio de una patota de ilusiones.
Me costó entender esa cuestión de la conciencia de clase, que no es lo mismo que la conciencia social o cívica.
Al menos para mí, que ando saboreando “añoroso” y despistado vivencias antiguas.
Que nos organizaron y nos organizamos en grupos, con estatutos y programas en ristre; lo hicieron, lo hicimos.
Como para ordenar las tenencias y las no tenencias, para
que se visibilice las formas de tener y del no tener, era una forma, la única
de vivir.
Así caíste, así vives.
Cuando cuestionas científicamente tu lugar en la fila del hambre y del lápiz; tu vida cambia radicalmente. Ya no se trata solamente de cuestionar, se trata de activar esa idea de igualdad, de gritar, de cantar, de observar y estudiar.
Sin embargo, todo un sistema, poderoso, se pone en contra de tus interrogantes, de tus ideas, de tus descubrimientos sociales y políticos; tu respondes acercándote a un extracto humano que busca, lucha por el derecho de existir dignamente.
En este conglomerado hay de todo, pudientes, no tan pudientes, intelectuales, músicos, pueblo paupérrimo, pero todos críticos, inquietos, curiosos, gente sensata, soñadora, justa y aventurera como el pirguin.
Y los Imperios, le tienen miedo a este pensar.
Si este pensar, esto de ser, aúne los criterios y conciben una común unidad de acción, la pobreza y sus consecuencias se van a la chuña.
Por eso te ponen todos los
obstáculos…Hoy, somos invadidos por una inmensidad de “cuicos” que no se sabe,
con quién estás hablando.
Y para confundir aún más, el cuico corrupto, utiliza nuestra lengua popular y peculiar.
El audio del “caso Hermosilla, por ejemplo”
Y honestamente hablando, no les sale bien hablar como yo, decir un “huea”, es una cuestión muy profunda y diversa; hay que nacer de una forma determinada para entender y expresarse en esos términos.
Tampoco les sale genuino de alcurnia, a los que miran cogote atrás, embelesados pá arriba y hablando a lo cuico.
Cuando yo era joven, los jóvenes intelectuales hacían nata. Libros bajo el brazo, diarios enormes con formato El Siglo.
Detrás de la puerta, la foto de Mao era popular. La del Che, toda una pared.
Yo era de Camilo Cienfuegos y de Angela Davis.
No me puedo acordar, cuando entendí, por qué mi familia y
yo, éramos de la clase trabajadora, la proletaria.
Vivíamos en un campamento minero, yo nací en la precordillera de los Andes, Potrerillos, arropado por la nieve a 2.800 metros de altura.
A mi madre, la altura la complico y nos vinimos a Barquito, al mar.
El pacífico me miraba todos los santos días.
Que mi casa fuera de cemento y baño incluido y las casas cerca de la escuela y de las canchas de golf fueran de calaminas y con baños colectivos, no me decía absolutamente nada; menos unas casas más bonitas y con jardín que rodeaban la parte izquierda del Campamento.
Por ahí se levantaba el hospital, un “staff” y el territorio por donde vivían los gringos con sus familias.
Nunca vi a un niño gringo.
Y ellos tenían escuelas, reían, jugaban…No vi nunca una
mama gringa.
A los gringos, les ayudábamos llevándole las mochilas con los palos de golf, así podian jugar cómodos y contentos.
Mi padre profesor primario, mi madre dueña de casa. Tres hijos tuvieron y yo soy el menor.
Tengo parientes que amo, amigos que amo, que ven y sienten con nostalgia aquellos tiempos de nieve, mar y cobre…Para mí, con el tiempo, esos vivires fueron un liviano apartheid.
Hay tantas cosas que contar para entender, que al final te vas “pa otro lado”.
De chico me preguntaba, porque Espartaco vivía encadenado, y, si no lo estaba, tenía que salir al rúelo, sable en mano, a matar por su vida. Esas arenas de muerte les llamaban Coliseo.
Menos mal que hoy está el Barcelona, el Colo o el Hammarby.
De ahí, que entiendo y empujo la furia de los Toros y desprecio las vestimentas brillantes y ajustadas de los cobardes.
Volviendo a este jabonoso y conveniente, necesario concepto de las clases sociales, de la necesidad del riquerio de justificarlas, divinizarlas con la caridad y la bondad, con necesitarlas, certificarlas como lo hacen con los “emprendedores”, que, con empeño y sacrificios son merecedores que la sociedad les otorgue oportunidades para obtener privilegios, ese pensar provoca en mí, una indignación brutal.
Lo he dicho miles de veces, no todos somos iguales, no todos necesitamos de lo mismo para ser felices, pero todos, sin lugar a duda, necesitamos sentir, vivir la dignidad de la libertad conquistada, practicando a todo trapo la justicia social, el desarrollo social.
Y yo sé lo que digo, he tenido que estudiar a la luz de
una vela, a la lumbre del farol callejero y con hambre.
Hay un concepto que cualquier idea, sea cual sea, se le da y le damos como bombo en fiesta:
Este concepto de fuerza necesita de una moral inmensa, de un sentido común acertado; digo esto doliente, por lo que acontece en la guerra del Hamas contra el Estado Sionista de Israel.
Más bien al revés.
La inmensa mayoría de los pueblos del mundo, incluyendo las Naciones Unidas, se han pronunciado y condenado el genocidio que padece Palestina.
De acuerdo con el concepto de las “Correlaciones de Fuerza”, Hamas, como conductor político de ese pueblo, tiene que aprender a sumar, aunque su ataque, se escribirá en la historia, como una triste y dolorosa victoria política.
Y el estado de Israel, tendría que terminar inmediatamente con su genocidio criminal, atroz, y que los gobiernos del mundo actúen de acuerdo con las demandas que expresan los pueblos en las calles del mundo entero.
Esta instancia inteligente, neutral y militar, por si las moscas, estaría protegida por los poderes políticos soberanos que existen actualmente en el planeta.
Infelizmente, sin ningún criterio, sin sentido común, sin
intervención poderosa de las Naciones Unidas, después de la tregua, se sigue
matando.
¿Se ha pronunciado
¿Se han pronunciado?
Lo criminal, la falacia, lo triste que se siente, ser un pueblo engañado, percatarse que la soberanía, el poder, no reside en el pueblo, es mentira.
Mientras el pueblo planetario, su mayoría en las calles exigiendo que se termine el genocidio, sus gobiernos europeos planifican las construcciones de más plantas nucleares.
Los conocimientos emanados de las Naciones Unidas, organismo que reúne a 193 países, siendo 195 los existentes en el planeta; uno de los dos apátridas es Palestina, no reconocida como Estado, aunque existan en el planeta más de 10 millones de palestinos, la mitad de ellos, viviendo en sus tierras originarias; nos dice que, los habitantes del planeta, 8.000 millones, nos incitamos a un suicidio colectivo.
Suicidio en patota, por la forma concebida del vivir.
Esta forma de vivir, de explotar al hombre por el hombre, contaminar la humanidad construida, su espacio, su aire y todo su contorno, su árbol y rio, su mar, su luna, su espacio.
Van 200.000 años recorridos, organizados de acuerdo con lo que tienes, luego, paulatinamente, desde el vivaracho hasta el rey o emperador, hasta el dictador o presidente. Los viajes y andenes no tan diferente a los que tenemos hoy; con celulares y neones, pero diabólicamente más dispareja.
Que hay otros posibles sistemas para aplicar. Los hay, pero sucede lo mismo que con el español que descubrió como generar energía utilizando agua.
Desapareció por encanto.
Cuba, país hermoso, implantando un país con vías al socialismo, lleva más de 60 años en la porfía, el jefe imperial y sus esbirros la tienen al hielo, le quitan todo que pueda servir y demostrar al mundo, que otro mundo es posible; Venezuela, navega por las mismas aguas, Nicaragua lo mismo…Y nosotros, observados por el mundo entero, pavimentando vamos.
Bolivia, pueblo de clase y entendedor, valiente, leal con la vida, rompió relaciones con el Sionismo de Israel. México, país que llevamos algunos chilenos de escapulario y que juramos juntarnos en él.
Concluyo, nos orillamos al abismo, con un león trasandino, carnívoro y a la medida para protagonizar el cuento del mono cachiporra y mentiroso.
Es un enigma, que un pueblo bueno, aguerrido, solidario, libertador, lo hagan tan huevo e pato.
En este momento, Chile, no necesita negar o aceptar una constitución, que además es un mamarracho, pero estratégicamente es necesario mostrarle al mundo, con el rechazo, que otro mundo, otra forma de organización, no es solamente posible, es necesaria, urgente.
La infancia de hoy debe tener todo, para ser un digno ser humano.
La fuerza propia en mi creencia ha sido siempre la pega de hoy.
Si no la construimos, le fallamos a Pedro Lemebel, el del Zanjón, cuando nos pidió que no cambiáramos a su partido.
Alejandro Fischer Alquinta
Estocolmo, a 14 días para rechazar un mamarracho.